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Pasaban de las 12 de la noche, cuando de camino a casa me encontré con él. Yo venía del centro de la ciudad; iba a dormir ya que al día siguiente tenía que levantarme a las 8 de la mañana; había ido a ver si encontraba con quien follar. No lo había conseguido, por lo que como se me hacía algo tarde, decidí marcharme para casa.
Venía caliente y con ganas de encontrar quien me diera por el culo. Así que procuraba ir por donde pudiera encontrar alguien que estuviera tan salido como yo.
En el trayecto a mi casa, había varios puentes y parques, por lo que solía pasar por ahí cuando andaba caliente y desesperado por ser follado, por si me topaba algún vagabundo, indigente, o maricón como yo, que quisiera follar.
Ya en varias ocasiones había tenido suerte; una vez fue un vagabundo, y otras veces, viejos que buscaban algún jovencito de última hora, o despistado.
Por lo que siempre que volvía para casa caliente, sin haber conseguido ser follado, pasaba por esos lugares.
Ya estaba cerca de casa, cuando al pasar por debajo del viaducto que hay, en la zona de cuatro caminos, después de pasar por el parque, me metí debajo del viaducto que suele estar lleno de vehículos aparcados; algunos de ellos abandonados y que algunos indigentes usan para dormir; me paré para mear, eligiendo la zona más oscura y apartada para hacerlo. Al terminar de mear, abroché el pantalón y cinturón, y al salir entre unos vehículos, me tropecé con un hombre que ya conocía de vista. Solía frecuentar los aseos públicos, buscando quien le mamara la polla, o le dejaran meterla en algún culito.
Yo nunca había estado con él, y realmente no sé el motivo de ello; quizás mi timidez; el caso es que al igual que yo lo conocía de vista a él, seguramente él también me conocía a mí.
Al verme salir de entre los vehículos, y venir de aquella zona apartada y oscura, supuso que andaba buscando algo, o de hacer algo; y había supuesto bien. Nos miramos a los ojos, él se quedó parado viendo lo que hacía. Yo reaccioné volviendo atrás, y volver a donde había estado meando.
Volví a desabrocharme el pantalón y cinturón, y ponerme a hacer que estaba meando, y de reojo, mirando si aquel hombre venía hasta allí. Lo vi acercarse con disimulo y precaución, hasta que vio que lo que hacía era simular que estaba meando, por lo que se decidió a acercarse; seguro que ya me había reconocido, y que era lo que buscaba; cuando estuvo a mi altura, pudo comprobar que yo tenía la polla de fuera, que no estaba meando, si no que me estaba acariciando la polla, y que estaba empalmado.
Se puso a mi espalda poniendo una mano en mi culo, a la vez que llevaba la otra a mi polla. La empezó a acariciar, bajó el prepucio descapullando el glande, luego me cogió los huevos, me los acarició y sobó. Se pegó más a mí subiendo su mano por mi vientre, hasta llegar a los pezones, los apretó y vio que estaban duros a causa de la excitación que tenía, y que me estaba haciendo gemir.
Yo mientras era acariciado llevé mi mano a su paquete, intentando sacarle la polla, cosa que conseguí al girarme cara a él, y utilizar las 2 manos para ello. Le solté el cinturón, desabroché el pantalón, liberándole la polla que ya estaba algo más que morcillona. Me puse a acariciarla y sobarle los huevos, mientras él seguía metiéndome mano y acariciándome.
Llevó una mano a mi culo, metiéndola entre el slip y pantalón, y bajándolos un poco, buscó mi agujero, metiendo un dedo en él. Nada más presionar el esfínter, el dedo entró todo, lo sacó y volvió a meterlo. Entonces fue cuando me preguntó:
-¿No tienes otro sitio donde pueda follarte?
-No, le contesté.
-Aquí no estamos bien, cualquiera que pase nos puede ver.
Dejando de acariciarme, me dijo, ven, vamos a esa casa de ahí, está abandonada, ahí estaremos mucho mejor.
Me abroché el pantalón y cinturón, y llevado por su mano, le seguí.
Entramos en aquella casa abandonada, la cual no tenía ni puertas, y se veía toda en ruinas, pero que, por suerte, la estructura y paredes exteriores, estaban en pie, y al menos allí estaríamos a resguardo de posibles vistas.
Me llevó de la mano hasta donde había menos escombros. Nada más llegar, me abrazó, empezando a sobarme el culo, frotarme los huevos y polla, ¡ufff! Qué bueno estás maricón, cómo me estás calentando. Siguió manoseándome, mientras buscaba mi boca para que le dejara saborearla y meterme la lengua. Deja que te saboree con mi lengüita, ¡ohhh! Qué bueno estás, me decía después de meterme la lengua en la boca, saborearla y mordisquearme los labios.
-Andas salido mariconcito, ¿eh? Que culito tienes pedazo de cabrón, me decía mientras me iba sobando y metiendo mano por el culo. ¡Ay que culito! Te lo voy a abrir con mi polla y follar bien follado. Ya verás que gustito te voy a dar con mi verga cuando te lo abra y llene de lechita.
No dejaba de sobarme y meter mano por todas partes, cuando llevó sus manos a mi cintura, empezando a desabrocharme el cinturón.
Yo iba haciendo lo mismo que él, empecé a desabrocharle el cinturón, luego seguí con el pantalón, hasta que conseguí dejarle la polla y huevos al aire.
Le acariciaba la polla que ahora ya la tenía tiesa y dura, subiendo y bajando la piel del prepucio, y le manoseaba los huevos, mientras él me iba sacando la ropa.
Me había desabrochado el cinturón y ahora seguía con el pantalón, hasta que me cayeron a los tobillos. Jadeando y con una cara de lujuria, siguió desabotonándome la camisa, hasta que me la sacó por completo.
-¡Uy que pezoncitos! Me decía pasándome la mano por el pecho, apretando y pellizcando los pezones.
Llevó sus manos al slip, tirando de el para abajo, hasta que cayó a los tobillos junto al pantalón.
Me agarró la polla y huevos, manoseándolos y acariciándolos.
-¡Ay maricón que bueno estás! Me decía mientras me meneaba la polla, y sobaba los huevos.
-Tienes ganas de polla, eh maricón. Andas salido y caliente como una perra.
-Ardes de ganas por tener una polla en el culo, ¿eh?
Mientras me hablaba, llevó una mano a mi culo metiendo un dedo en él.
-¡Joder!, Que culito tienes maricón. Esto es una delicia de culito.
Me quiso dar la vuelta para que le diera el culo, y estuve a puntito de caerme; el pantalón y slip en los tobillos, y el escombro que había, no me habían dejado moverme bien.
-Es mejor que te lo saques de todo, deja solo los zapatos, y estaremos más cómodos, me dijo.
Le hice caso, me saqué los zapatos, terminé de sacarme el pantalón y slip, colocándome de nuevo los zapatos.
Cuando terminé de sacar el pantalón y slip, se abrazó a mí, fue bajando sus manos a mi culo, me apretujó los cachetes abriéndome el culo mientras entre jadeos me decía:
-¡Que culito! ¡Ay que culito tienes!
No te preocupes putita mía, que mi verga te lo va a follar bien follado.
Te voy a quitar la calentura que tienes, y te lo voy a preñar bien preñado.
Me metió un dedo en el culo mientras con la otra mano me pajeaba, e iba sacando y metiendo el dedo, como si me estuviera follando el culo.
Mientras yo jadeaba y gemía sujetándome a él, ¡ooohhh! ¡ooohhhh!
Te gusta maricón, te gusta que te follen el culo, ¿eh?
Mira cómo gimes, puta.
Se puso de pie, llevó sus dientes a mis pezones, empezando a mordisquearlos, mientras yo me retorcía de gusto y gemía a la vez, ¡ooohhh! ¡ooohhhh!
Luego subió por mi cuello hasta llegar a mi boca, donde empezó a morrearme y meterme la lengua, sin dejar de hablarme y decirme cómo me iba romper el culo con su polla.
Cuando se cansó de morrearme y morder los labios, me empujó por los hombros, para que le comiera la polla.
Anda maricón, mámame la polla que ya te la voy a meter.
Anda, mámala bien, que te quiero dar por el culo.
Me agaché sujetándome en sus piernas, agarré la polla con una mano, llevándola a la boca.
El cabronazo tenía una buena polla, era algo larga y cabezona y algo gruesa. Para meterla en la boca, tenía que abrir bien la boca.
Fui chupando el glande como si fuera un chupa Chus, y metiéndola todo lo que podía.
Mientras el jadeaba, ¡ooohhhh! Así maricón, así, chupa, ¡ooohhh!
Que boquita de mamona tienes, ¡oooohhh!
Después de un buen rato chupando y mamándole la polla, sacó la polla de mi boca, y me dijo:
Vamos, que ya te la voy a meter en el culo.
Me giró para que le diera el culo, me puso una mano en la espalda, ordenándome que me inclinara un poco.
Escupió en una de sus manos, pasándola luego por mi ano, y metiendo un dedo en el culo.
Repitió 2 veces más la operación, hasta que se acercó con su polla guiada por la mano, colocándola en la entrada al agujero de mi culo.
Me sujetó por las caderas, arrimó sus pies más a mí, y dando un meneo a su pelvis, me metió la polla de una vez.
¡Ohhh! Gemí al sentir entrar toda la polla.
Ya está, ya está maricón, ya te has comido toda la polla. Vaya culo tragón que tienes.
Se agarraba fuertemente a mis caderas, mientras iba empujando su pelvis para meterme a fondo la polla, ¡aaahhhh! Que gusto maricón, que culito suave tienes, ay que gustito me da, ¡aaahhh! Que gusto.
¡Dios! Cómo me llenaba el culo aquella polla, ¡ooohhh! Que gusto me estaba dando aquel fulano con su polla, ¡ooohhh!
Me sujetaba las caderas con sus manos, y me hacía mover adelante, atrás, adelante, atrás, metiendo y sacando la polla en lo más profundo de mi culo, ¡ooohhh! ¡Dios! que gusto.
Se escuchaba el plas plas plas, de su pelvis pegando contra mi culo, los jadeos y gemidos de ambos, y a él gritar:
¡Ay maricón! Que pedazo de culo tienes, ¡ooohhh! Que gustazo me estás dando. Es una pena no tener una cama donde poder darte por el culo toda la noche, ¡ooohhh! Cómo lo íbamos pasar maricón.
Te gusta que te meta la polla en este culito vicioso, ¿eh?
Dime si te gusta, maricón; Me decía sin dejar de meterme la polla en el culo; anda dime que te gusta que te dé por el culo.
Siií, le conteste.
¿sí que, maricón?
Siií que me gusta que me metas la polla en el culo, ¡ooohhh! Siií, gemía mientras él metía y sacaba la polla de mi culo.
Claro que te gusta, pedazo de maricón. Mira cómo gimes y disfrutas cada vez que te meto la polla en el culo.
No te preocupes, que vas a tener polla para disfrutar. Te voy a dejar bien preñado pedazo de puta, te voy a llenar el culito de leche.
¡Ay que gusto maricón! Que gusto me estás dando. Mira cómo te abro el culito, pedazo de puta, mira cómo traga mi polla tu culito, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡Ay que gusto, ay que gusto maricón!
Así, así, toma polla, maricón, toma. Me decía mientras no paraba de meterme su polla en el culo, sujetándome por las caderas, haciendo que mi culo fuese adelante y atrás, mientras su polla entraba y salía de él.
Solo se escuchaban los gemidos de ambos, y al fulano llamarme de todo mientras me daba por el culo. Algunas veces se escuchaba el golpeteo de su pelvis golpeando mi culo; plas plas plas, y otras veces se oía el choff chofff,de su polla entrando en mi culito.
¡Dios! Cómo estaba disfrutando de aquella polla. Las piernas ya me empezaban a temblar, y mi pobre polla se bamboleaba soltando gotas de semen, con cada embestida de aquel fulano que me estaba dando por el culo. Notaba cómo sus huevos golpeaban mi ano, y su polla rozar mi próstata cada vez que entraba en lo más hondo de mí, ¡ooohhh dios! Aquello me estaba matando de gusto.
Ya llevaba buen rato dándome por el culo, cuando me anunciaba que ya se iba correr.
Ya, maricón, ya me voy a correr. Te voy a preñar este culo que tienes, ¡ooohhh! Ya, ya, ya me corro, ¡ooohhh! Toma, toma, toma leche mariconazo
Soltó 4 o 5 trallazos, dejándome el culo lleno de leche.
Yo temblaba y jadeaba, mientras mi polla iba goteando semen con el bamboleo que tenía a causa de las culeadas que me daba el tío aquel.
Espera maricón, espera, me decía agarrándome la polla para meneármela y que soltara el semen que tenían mis huevos. Sin sacarme la polla del culo, me agarró la polla, y después de darle unos meneos, empecé a eyacular, ¡ooohhh! Ya me corro, ¡ooohhh! Ya, ya me corro.
Solté 5 trallazos de leche, quedando regado el suelo de aquella casa abandonada por mi esperma.
¡Ay maricón! Cómo me exprime la polla tu culito al correrte, que gustito me dio.
El fulano no sacaba la polla de mi culo, y seguía acariciando mi cuerpo, besando mis hombros. Tienes un culo divino maricón, es una pena no tener un sitio para llevarte y meterte en una cama y estar dándote por el culo toda la noche.
Poco a poco le fue saliendo la polla de mi culo, luego nos vestimos, y salimos los 2 juntos de aquella casa abandonada. Me iba metiendo mano y sobando el culo, y queriendo que quedáramos en vernos otro día.
Yo por supuesto que le dije que sí, pero sabía que eso iba depender de lo salido y caliente que estuviera ese día. Y tuvo suerte, porque me volvió a encontrar caliente y desesperado, y me volvió dar por el culo unas cuantas veces más.
Nos despedimos, y cada uno seguimos nuestro camino, el feliz por haber tenido una follada inesperada, y yo contento y feliz, por llevar el culo abierto, lleno de semen, y la calentura aplacada. Esa noche había tenido suerte.
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