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"Fuí por trabajo con un compañero y por un error en la reservación descubrí la lujuria en su máxima expresión"
Había que ir a supervisar unas construciones en el interior del país y por enfermedad del ingeniero jefe fuí asignada. Fuí con un obrero especializado y con mucha experiencia y al llegar al hotel descubrí que se había hecho una reservación para una habitación doble. Era media noche cuando llegamos y estaba tan cansada que acepté, pidiendo que me dieran otra habitación al desocuparse, pues el hotel estaba lleno.
Al entrar a la habitación fui a bañarme, estaba en la ducha cuando José entró totalmente desnudo y se metió a la otra ducha. Tenía el cabello lleno de shampú y tenía que enjuagarlo. Volteé y ví como José me miraba sin ningún tipo de verguenza. Vi su sexo que estaba semi erecto y noté que era enorme. José salió de la ducha y empezó a secarse. Yo estaba cortada y el lo notó diciendome que el cortado debía de ser él mirando desnuda a una mujer tan bella. Le dí la espalda y el entró a mi ducha y empezó a enjabonar mi espalda. Verlo desnudo me había excitado mucho, nunca había visto desnudo a otro hombre que no fuera mi esposo, había sido mi único novio y me había casado con el.
José continuó enjabonandome y me abrazó por detrás pegando su sexo erecto en mi espalda, y con sus manos empezó a tocar mis senos, vientre, y pubis. Traté de resistirme, pero era muy fuerte. De pronto me levantó en vilo y desde atrás deslizó su enorme sexo en mi vagina. Me sentí llena como nunca, y el comenzó a acariciar mi clítorix. Estaba muy asustada y excitada, sus caricias me gustaron mucho y muy pronto cedí. Tuve un fuerte orgasmo y el sacó su sexo de mi vagina, me giró y empezó a lamer mi coñito, pronto tuve un segundo orgasmo. José me cargó y llevó a la cama donde continuó con sus caricias. Los orgasmos se fueron repitiendo y cada vez eran más intensos. Empecé a gemir y perdí la cabeza. Estaba agotada de placer y le rogué que se detuviera, pero el continuó. Aquello se hizo un suplicio, era divino, pero no podía más. Al fin se montó sobre mi y deslizó todo su sexo en mi vagina y comenzó a cogerme con lujuria. Al ver que se venía tuve otro orgasmo y ambos acabamos juntos. Al recuperarse José comenzó a besarme con mucha ternura diciendome lo bella que era y lo divina que estaba. Y besandonos largamente nos dormimos unidos y agotados. Al despertar en la madrugada fuí a lavarme y sentí miedo de haber sido preñada por aquel hombre, pues estaba en un proceso de fertilización ya que quería tener un hijo. Nos paramos temprano y mientras nos bañabamos volvimos a copular. Mientras desayunábamos me sentí muy halagada con sus piropos y le dije de mi miedo, entonces sonrió y me dijo que sería el hombre más feliz del mundo si le daba un hijo. Soy rubia y mi esposo blanco, pero el era negro, no podría nunca esconder mi infidelidad si me había preñado. Al regresar al hotel fuimos a bañarnos y nos amamos con lujuria 4 veces antes de caer rendidos. En la mañana copulamos nuevamente antes de salir y me di cuenta que me comportaba muy sumisamente con José, quien me besaba y acariciaba sin importarle nada.
Al volver esa noche me invitó a tomar algo en un bar y me hizo vestir un corto vestido de seda sin dejar que usara nada de ropa interior. El Bar estaba solo y el me hizo levantar el vestido y apoyar mis nalgas desnudas en la silla. Sus dedos recorrían mis piernas y yo volaba de deseo. Nunca antes sentí nada como aquello, era una entrega total y me gustaba que me manoseara en público. El mesonero pudo ver mi vagina depilada y se excitó mucho. Miraba disimuladamente desde lejos como era manoseada por José. Eso despertó mi morbo y me expuse para que viera como me tocaba mi hombre. Saber que era mirada me volvió loca de lujuria, quería tirar allí mismo con mi hombre.
José llamó al mesonero y le preguntó qué opinaba sobre mi. El miró mi sexo expuesto y le dijo que era una mujer muy hermosa y divina. Entonces le preguntó si le gustaría hacerme el amor y el rió diciendo que a quien no. Entonces se levanto y le dijo que nos siguiera. José me llevó al baño de hombres, entró en un habitáculo de las pocetas y abrazandome por detrás me levantó colocando sus manos en mis muslos abriendolos. El mesonero miró mi vagina mojada por mis propios fluidos y le dijo que no tenía preservativos, entonces mi amante le dijo que no hacía falta. Oir que deseaba preservativos me gustó, al menos se protegía. El mesonero cerró la puerta y descubrió su sexo. Vi como aquel pene erecto se acercaba, tocaba, y hundía en mi vagina. Me sentí llena y cogida, usada y humillada. El empezó a bombear y sin más tuve un orgasmo muy intenso. El mesonero se animó y comenzó a cogerme con lujuria. Sus embates eran muy profundos y me sentí gozada, disfrutada, y tuve un segundo e intenso orgasmo mientras el se corría impregnando mis entrañas con su semen. Al sacarlo me beso con lujuria y José me pidió que lavara su sexo. Al terminar salimos del baño. Estaba mareada y muy avergonzada, quise ir al baño de damas pero mi hombre no me dejó. Volvimos a la mesa y allí sentí como el semen de aquel desconocido iba saliendo humedeciendo con semen mi vestido. Después de un rato José pago y volvimos caminando al hotel. El semen resbalaba por mis muslos y me sentía excitada y sucia. Al llegar a la habitación nos bañamos y copulamos como locos.
Esa noche José me penetró por detrás, desflorando mi último agujero. Probé por primera vez el sexo anal a los 27 años. Al día siguiente José me vendó los ojos en la habitación y me desnudó manoseandome ricamente. Lubricó muy bien mi ano y acostandome boca arriba sobre el me poseyó por detrás, sentí que alguien se montaba en la cama y otro hombre penetraba mi vagina, me quité la venda y vi un pene oscuro buscando mi boca. Tuve un orgasmo increible y disfruté de tres magníficos penes en mi cuerpo. Esos 10 días con José viví más experiencias eróticas y tuve más orgasmos intensos que los 27 años de mi vida. Al volver seguí como amante de José y pedí viajar, para poder escaparme con el dueño de mi placer. Un año después me separé de mi esposo y me convertí en la hembra de José. Al volver de una de esas salidas de trabajo estaba embarazada, no se si es de José o de otro hombre, pero a el no le importa y lo reconocerá. José me ama y yo a el, pero disfrutamos del sexo sin tabués
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