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Categoría: Confesiones

En el aire

Bueno, hace dos meses mi tía por parte de mamá me invitó al matrimonio de mi prima, ellos viven todos en Texas, USA. Me mandó el pasaje porque es una familia muy pudiente y resultó que tenía primera clase. Si no lo saben, el aeropuerto de Dallas es Gigante, casi un pueblito entonces los aviones que llegan allí también son grandes.



La noche anterior al viaje, porque me iba por un mes, mis amigos me hicieron una despedida. Salimos a una discoteca y bailamos mucho rato hasta las 4 de la mañana. Cuando iba dando las 5 David, a quien ya conocen, me dijo que él me llevaba a casa porque no había bebido en toda la noche, yo por otro lado no estaba borracha pero tampoco en condición para conducir. Ya solo estábamos cuatro personas y nos separamos en el parking cuando ellos fueron al otro extremo por su auto. David me llevaba por la cintura por miedo a que mis piernas me fallaran y cayera de mis tacones de 12 centímetros. Llevaba puesta una falda negra con un croptop negro que tenía taches dorados sobre el busto y sin tirantes. No me había puesto sostén y una tanga de hilo rodeaba y cubría mi intimidad. Me había vestido provocativa, amanecí con ganas de que me vieran, de ser deseada y de que me extrañaran. Surtió efecto porque todos y cada uno de los chicos con que baile tenían la verga dura con mis movimientos de cadera. Y los que nos miraban lo hacían con lujuria.



En fin, David no era inmune a mis encantos y por el modo en que me estaba bajando la mano por el culo podría decir que estaba cerca a no poder aguantar más.



Cuando visualice su camioneta Jeep sonreí. Tome la mano que él movía por mi trasero y la acerqué a mi zona abdominal, rodeando mi cintura. Soltó una risotadas sabiendo qué quería yo. Sacó las llaves de la camioneta y le quitó la alarma y justo a dos pasos de llegar a la puerta se volteó hacia mí y me alzó apretando me las nalgas, enrede mis piernas en él y lo besé.  Sentí el metal y el vidrio del auto en mi espalda y en hueco entre la falta y el top. Nos besamos un rato y nos separamos cuando faltó el aire. El sol no había salido aún, estaba oscuro y solo una lámpara lejana iluminaba los autos. Sin temor a ser visto metió su mano bajo la falda y movió su mano sobre la delgada tela que cubría mi clítoris en círculos, sin detenerme de besarle de a pocos solté gemidos de placer, le mordí el labio y empezó a besarme el cuello. Removió el hilo y lo hizo a un lado sobre mi culo para meter un dedo en mi coño mojado. Casi grité pero me calló con un beso. Dos dedos. No podía dejar de moverme en su agarre, baje una pierna y me apretó más hacia el coche. Sentía mis entrepierna húmeda, no podía detener mis gemidos y él tampoco dejaba de moverse dentro de mi.



Le solté el cinturón y el broche del pantalón para encontrarme con que no llevaba bóxer. Me sonrió.



-Todo por ti, reina.-besé su boca antes de bajarle el pantalón para dejar que su ya erecto pene saliera. Empecé a masajearle el glande con el pulgar, subiendo y bajando mi mano por su verga, su deliciosa carne se sentía caliente al tacto. Aumente mi velocidad al sentirlo gemidos un poco en mi oído, gruñidos salían de su boca y nuestras voces hacían un concierto sumamente lujurioso. Me alzó de nuevo y tomó su pene para meterlo en mi ya mojada vagina, que le abrió puertas. Me abrió las piernas por completo y puso sus manos bajo mis rodillas para poder hacerme saltar con mayor facilidad, yo lo agarre por los hombros y me bajé el top con una mano, me agarré una tetas y jugué con mi pezón, él acercó su cara a mi otro seno y me chupó al tiempo que me hacía saltar sin parar sobre su verga. Levante las manos y me agarré de la barra del techo de la camioneta, haciendo que mi cuerpo colgara con mis piernas aun en su torso, el me soltó y puso sus manos junto a las mías. Sentí cómo el orgasmo venía, mis piernas temblaban un poco y lo tomé de la mano con los dedos enlazados. Sabía que él estaba a punto también porque sus sonidos habían aumentado.



-Me voy a venir.-dije entre gemidos. Me solté de la camioneta y lo abracé fuerte. Grité mientras que el órgano me atacaba. Pero el seguía y mi placer se prolongaba-No te detengas, vente adentro.-le susurré al oído y eso lo excito más. Le lami el lóbulo y mordí un poco al sentir como su ritmo se aceleraba, me agarró de la cintura y apretó mi piel al soltar su leche dentro de mi. Ambos estábamos sin aire. Lo besé lento, y le permití a su lengua entrar a mi boca, con cariño, porque sabía bien que este hombre me quería.



Al terminar sacó su pene de mí y yo sentí como escurría su semen por mis muslos. Me levante la falda para verme y lo miré.



-Vaya desastre que he hecho.-dijo con una sonrisa. Abrió la puerta delantera y sacó un pañuelo, se agachó y con las manos me abrió un poco las piernas,me limpió con cuidado sus fluidos y al terminar le dio un beso a mi más sensible piel. Me acomode la ropa y subimos a la camioneta.



De camino a casa hablamos como si nada, ya se nos volvió costumbre tener sexo, parte de la rutina. Cuando llegamos me besó y se bajó para abrirme la puerta. Cuando me bajé me dio una nalgada.



-Tienes un trasero hermoso. No lo puedo evitar-respondió a mi sádica mirada. Esa noche tuve que calmar un poco mis ganas con mi vibrador.



En fin, ya al otro día estando en el aeropuerto la noche siguiente mi hermano Gabriel fue a despedirme, y David también llegó allí. Nos despedimos y yo entre con mi maleta al hombro. Luego de entrar miré hacia atrás, Gabriel se despedía con la mano y David se agarraba con fuerza el pene sobre el pantalón haciendo muecas obscenas. Esa simple imagen me hizo humedecer. Seguí mi camino hasta la sala de espera. Eran las 11:56.



Estando dentro vi a un chico, unos 25 años tal vez. Pinta de seductor. Me acerqué a él con una sonrisa que aparentaba pena.



-Disculpa- me volteó a ver y sus ojos se posaron en mis tetas al instante. Ya era mío-sabes si ya llamaron a primera clase?-dije.



-No, aun no. Yo también voy en primera clase, podríamos esperar juntos si quieres.-propuso con una sonrisa de medio lado. Sonreí de vuelta.



-Claro, gracias. Odio estar sola.-caminamos juntos a un par de sillas libres.



-Como te llamas?-preguntó.



-Amy, tu?



-Sebastian.



Conversamos un rato, casi todo el tiempo él  mirando mi busto. Decidí usar mis atributos. Puse mi codo sobre el descansa brazos de modo que mis tetas le rozaran el brazo. Me miró a los ojos con duda y yo sonreí con inocencia. Notó lo que trataba de hacer, se movió aún más cerca de mis senos. Con resultados constante roce mis pezones se pusieron duros. Esa mañana no me puse sostén por el afán y la tela de mi camiseta y su movimiento me excitaron rápidamente. Delante de nosotros había una mujer mayor, nos miraba disgustada. Seguramente notaba que hacíamos ambos. No pudo importarme menos.



Seguimos así unos minutos y luego Sebastian estiró su mano hasta mi muslo, haciendo círculos cada vez más y más cerca de mi entrepierna. La delgada tela de mi pantalón de yoga me permitía sentirlo casi como si fuera mi piel lo que tocaba.



-Pasajeros de primera clase llamados a abordar.-suspiré. Tendríamos que seguir luego.



Miré por la ventana y noté que el avión al que íbamos era enorme, de dos pisos. Sebastian caminaba muy pegadito a mi. Entregamos nuestros papeles y caminamos por la pasarela. Noté que se alejó un poco y gire la cabeza para verlo mirando mi trasero con su mano puesta en su entrepierna. Sonreí. La azafata nos recibió y nos llevaron a nuestras sillas por separado. Eran como habitaciones diminutas. Una silla amplia reclinable, una mesa pequeña suficiente para una laptop y una TV.



-Si quieres cerrar el espacio puedes mover la cortina y ya está.-indicó la mujer de uniforme.



-Gracias.-  acomode mi maleta en el piso junto a la silla y me senté.



-Psss- escuche. Volteé y vi a Sebastian. Me sonrió-Creo que hay cosas por terminar.



-Yo creo lo mismo.-dije con el mismo tono seductivo. Seguimos hablando como antes solo que ahora un pasillo nos separaba.



Finalmente me vencí al sueño y me dormí en mi silla reclinada. A nuestro alrededor había dos sillas vacías, y los demás pasajeros estaban todos dormidos. En algún momento alguien me apretó el brazo. Abrí los ojos y vi a Sebastian levantándose de la silla. Me hizo gestos para que hiciera lo mismo, lo hice y él se sentó en mi silla, me tomo de la cadera y me hizo quedar sentada en sus piernas. En total silencio movió la cortina para que nadie pudiese vernos a pesar de la oscuridad del sector.



-Eres toda una puta.-susurró a mi oído.



-Y que eres tu entonces?- moví mi cadera sobre sus piernas sabiendo que le rogaría la verga.



-Soy lo que quieras que sea si sigues moviéndote así.-sonreí y volví a menear el culo con ritmo en sus piernas, pegando me lo más que pude a su entrepierna. Sentí su excitacion creciendo entre mis nalgas y me acomode para que su verga quedara en la rayita de mi culo. Me detuvo y me levantó unos segundos y cuando me volví a sentar noté que sentía su pene aun mejor, con menos resistencia. Gire la cabeza y vi que se había sacado el pene. Me acomode de nuevo y seguí jugando con mis caderas. El respiraba en mi cuello, metió sus manos bajo mi camiseta y acuno mis tetas desnudas.



-Perra- murmuró. Me acarició lentamente y yo apoyé mi cabeza en su hombro mientras que él me apretaba y movía los pezones. Para entonces ya sentía como mi vagina se mojaba. Baje la mano y me empecé a tocar. Al darse cuenta de lo que hice me quito la mano para poner la suya y sentir la humedad de mi entrepierna el mismo.



-Déjame penetrarte.-susurró al tiempo que movía sus dedos entre los labios de mi vagina. Asentí con la cabeza incapaz de mover la boca. Me levantó de la cadera y me bajó el pantalón con cuidado, dejándome la tanga puesta, la movió hacia un lado. Yo abrí mis piernas y mirando hacia abajo me fui sentando lento encima de su verga, sintiendo como se deslizaba libremente dentro de mi. Como él tenía el pantalón aún puesto nuestras pieles no sonaban y pude saltar casi con libertad. Me agarré de la mesita para seguir y el me besaba el cuello.



Reclinó la silla y me hizo levantar para ponerme debajo de su peso. Casi acostada abrí mis piernas un poco para darle mayor acceso a su miembro en mi intimidad. Seguimos unos minutos así y luego me hizo levantar el culo, de perrito. Me saco su pene y lo empezó a deslizar entre mis nalgas dejando su fluido preseminal a su paso. Sentí que se agachaba un poco antes de que su lengua se agrieta paso en mis nalgas y empezará a lamer y chupar mi ano. Agarré mi almohada gratis y la mordí para no gemir. Una vez mi ano estaba lubricado introdujo su pene, con cuidado al inicio y luego más rápido, hasta el fondo, haciendo que sus huevos chocaran con mi culo. Jugué con mis pezones mientras el me penetrara, cada embestida más placentera que la anterior. Baje mi mano por mi abdomen hasta llegar a mi clítoris y empecé a hacer círculos, luego metí y saqué dos dedos por mi vagina, al mismo ritmo de Sebastian. De repente sentí su leche siendo expulsada, el calor de su semen inundandome desde dentro. Pero yo aún no terminaba. Saqué mis dedos.



-No pares, por favor.-susurré y él siguió mi orden. Sacó su pene de mi ano y lo metió en mi vagina. Un poco más lento pero profundo. Yo seguí haciendo círculos en mi clítoris y así lo sentí. Mis ojos se fueron para atrás y sentí el orgasmo llenarme. Suspiré satisfecha y Sebastian sacó su verga de nuevo, contento. Me limpie con la sábana y él me ayudó con mi culo. Me giré y tome su verga en mi mano, con los labios y con cuidado le quite el semen restante. Y una última gota salió. Lamí su glande con inocencia y me limpie la boca con la mano. Me sonrió y me elevó el rostro por el mentón para besarme, lamiendo mis labios y le di permiso a su lengua de entrar a mi boca. Nuestras lenguas chocaron, casi estaba succionando hasta que nos separamos a la falta de aire. Sonreímos y Sebastian volvió a guardarse el miembro y yo me acomodé la tanga y subí mi pantalón de nuevo. Abrió la cortina y volvió a sentarse en su silla. De repente sentí muchísimo frío, el calor de su cuerpo me hizo falta.



-Puedes volver aquí?-le pregunté. Me miró enigmático-Tengo frío idiota.-reímos ambos y él volvió a sentarse en mi silla, hacia un lado, yo me acomode junto a él, pegando mi espalda a su pecho y mi culo a su entrepierna. Dormimos así hasta que la azafata nos despertó y dijo que era hora de ponerse los cinturones y aterrizar. 



Al salir intercambiamos números, pero lo que pasó en los días siguientes es para otro relato.



Hola de nuevo a todos.



Responderé a todas sus dudas y comentarios encantada.



Les deseo los mejores orgasmos, siempre,



Amy Bauman


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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