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Emir, mi primer hombre (1/3)

Hola es mi primer relato, espero les agrade.



Yo tenía 19 años, soy muy delgada peso 40 kilos, de ascendencia española e italiana, tengo un trasero prominente y redondo, soy bajita, mido 1.55 m, piel blanca como marfil, cabello muy abundante, rubio, largo, rizado en grandes bucles que me llegan a media espalda, estudie toda mi vida en escuela católica de puras mujeres y aunque tuve novios ninguno como el primero.



Yo estaba terminando mi segundo año de medicina y en mis tiempos libres iba a la clínica de mi madre a ayudarle con sus pacientes.



En un día como cualquier otro llegó mi paciente, Manuel, rubio de ojos azules y siempre lucía una piel bronceada, fruto de sus múltiples viajes a sus distintas casas de playa, siempre me tiro la onda pero no es mi tipo.



Mi tipo son los libaneses, justo como el amigo con el que venía Manuel, después de terminar la consulta siempre me sacaba plática sobre mi vida, si tenía novio, como me gustaban los hombres, etc. En esta ocasión me dijo,



-Te traje un amigo, necesita que le ayudes a bajar unos kilos, espero puedas ayudarle.



Me lo presentó, su nombre era Emir, 1.90 m, 25 años, tez blanca, unos enormes ojos verdes, pestañas negras súper abundantes, cejas pobladas pero bien definidas y cabello abundante de color negro, mandíbula amplia bien definida. Perfecto tipo Ian somerhalder.



Le expliqué el tratamiento y procedimos, nos caímos bien desde el Inicio, pasó el tiempo y Emir y Manuel Iban puntualmente a sus citas cada 15 días.



Las consultas con Emir siempre eran largas ya que siempre nos quedábamos platicando, un día me preguntó



-Alguna vez has salido con uno de tus pacientes?



-No, es poco profesional



-Y jamás harías una excepción?



-Tendría que ser un hombre excepcional para que rompiera mi regla



-Y si deja de ser tu paciente? Saldrías con él?



-Ya no sería mi paciente así que si, es probable



-ok Entonces ya no quiero ser tu paciente, aceptarías tomar un café conmigo?



Sonreí y le dije que si



Salimos y como era de esperar nos llevamos súper bien, teníamos muchas cosas en común y aunque él es niño rico no es presumido ni prepotente con los empleados de servicio, siempre salíamos a comer o a cenar a los lugares de moda y los más caros, pasaba por mi a la universidad en su flamante deportivo negro, aún recuerdo la cara de mis compañeros cuando lo vieron recargado en el coche, mientras platicábamos antes de irnos, me cargaba la carpeta y la metía en la cajuela.



Nos hicimos novios a los 3 meses, y me invitó a Cancún por una semana, yo no podía, entre el trabajo y la universidad solo podía el fin de semana.



Recuerdo que a mi madre le dije que me iba con mi mejor amiga Mona y sus papas, su sirvienta hablo con mi mama y obtuve el permiso!



DÍA 1



Volamos en primera clase y nos hospedamos en uno de los hoteles más lujosos de la Riviera Maya, con el todo era un sueño, ese día lo pasamos tomando el sol y llenándonos de bebidas, por lo que llegamos a nuestra habitación, rebotando de borrachos, iba a ser nuestra primer noche juntos, y aunque él no lo sabía también mi primera vez con un hombre.



Nos sentamos en la cama a beber agua por qué nos sentíamos deshidratados por el sol y tanto alcohol, me dijo que se iba a duchar por qué estaba todo pegajoso del bronceador que en cuanto terminara me avisaba para que yo también pudiera tomar una ducha, yo no podía con los nervios de saber que estaba totalmente desnudo a una pared de distancia, en el cuarto de baño, ¡qué miedo!



Cuando salió del baño se veía aún mejor que al salir de la alberca, con ese cabello negro todo mojado y ese brillo que tiene la piel después del baño, lo mejor fue verlo con la toalla en la cintura, ese cuerpo atlético y bien definido destilando Armani manía por toda la habitación.



-Te toca!



Y me metí con mis nervios y el calor en mis mejillas a la tina, quise tomarme mi tiempo a ver si salía y estaba dormido o por lo menos vestido.



El alcohol en mi cuerpo me hacía pensar en mil formas de abordar la situación, si debía o no iniciar yo el contacto o mejor dejárselo a él, si yo tendría el control de la situación o no. Todo era un torbellino de emociones.



Salí del baño con la toalla blanca enredada a la altura de mi pecho, perfumada hasta entre los pechos como decía mi abuela



Hay que poner perfume en el cuello (por si me besa), atrás de los oídos (por si me abraza) y en medio de los pechos (por si se pasa).



Al salir pude ver su expresión, sentado en la orilla de la cama.



-Te ves hermosa! Aunque pensé que te habías escapado por el drenaje de la tina, tardaste mucho.



-Quería relajarme un poco



Me tomó de la mano y me guio hasta el, nuestras miradas quedaron frente a frente y sus ojos siempre me derretían y hacían que mis mejillas se sonrojarán, me dio un beso en la barbilla y luego en el cuello, las mejillas, los ojos mientras una de sus manos paseaba por mi espalda y la otra se enterraba entre los cabellos de mi nuca.



Cuando nuestras bocas se encontraron yo ya sentía la humedad de mi entrepierna, me empezó a besar los hombros y suavemente desenredo la toalla la cual cayó de un solo golpe al piso dejándome completamente desnuda frente a él por primera vez, miro mis pechos y comenzó a rodearlos con sus manos mientras me besaba más apasionadamente, una de sus manos bajo a mi trasero y lo apretó firmemente apretujándome contra su cuerpo aún más.



En mis muslos podía sentir la erección que yacía bajo su toalla, el calor que emanaba de su cuerpo, el aroma de su piel, el sabor de sus labios era exquisito.



Comenzó a subir una mano por mi pierna, moviéndose al interior de mis muslos, y hacia mi sexo, cuando apenas lo rozó, solté un gemido, eran muchos nervios, excitación, ansias, atracción.



Empezó a jugar con sus dedos en mi clítoris y el calor recorrió todo mi cuerpo, esbozaba una sonrisa enorme de satisfacción de saber que respondo ante su proximidad y sus caricias.



Me cargó para recostarme en la cama, quedé boca arriba, desnuda, expuesta, a su merced.



Se quitó la toalla de la cintura de un tirón y está fue a parar volando a algún lugar de la habitación, es hermoso, abdomen perfectamente marcado, brazos, piernas, pecho tonificado, y su erección, Dios! Es enorme! Largo, y grueso como esos tipos que salen luego en las películas porno, no pensé que hubiese hombres así.



En varias ocasiones cuando se pasaba de copas y cuando no también, se lanzaba sobre de mi tratando de acelerar las cosas pero siempre lograba zafarme, llegué a sentir el roce de su miembro a través de la ropa pero no creí que fuese de ese tamaño.



Lo único que se me vino a la mente en ese momento es " no es normal", es mi primera vez, ¡me va a doler a madres wey! ¿Qué hago aquí?, ¿En qué me metí?



Se puso sobre mi soportando su peso y su enorme cuerpo sobre sus brazos, apoyando los codos en la cama, me rodeaba, ahora si lo tenía encima, no tenía escapatoria de esta.



Comenzó a besarme suave y lento en los labios, luego las mejillas, el cuello, bajando a mis pechos, se entretuvo en uno lamiéndolo en círculos y mordisqueando mis pezones, después comenzó a bajar por el abdomen, yo me retorcía y la piel se me erizaba, cuando su respiración iba más y más abajo, hasta que tuve su cabeza entre mis muslos y su boca en mi sexo.



Sus manos se quedaron junto a mis nalgas, sosteniendo mi cadera y su lengua empezó a juguetear con mi clítoris, arriba, abajo, de un lado a otro, y oleadas de placer invadían mi cuerpo, mientras yo me retorcía en esa nueva sensación, en ese punto ya no quería que parara, quería que siguiera, más y más. Una de sus manos se movió, la acerco a su boca y chupó uno de sus dedos, el índice lo comenzó a bajar hasta que jugueteaba con la entrada de mi vagina y su boca regresó a torturarme de placer, de repente sentí como su dedo de abría espacio en las paredes de mi vagina, causando oleadas de placer ante esa nueva sensación, deliciosa!



Movía su dedo de ida y vuelta una y otra vez, después metió otro dedo, con algo de dolor logré soportarlo, estaba muy excitada pero el dolor de ambos dedos dentro de mí era fuerte, tiene dedos grandes como de salchicha, y cuando lograron entrar por completo después de mucha estimulación, solté un grito de dolor y placer al mismo tiempo, que sexy era tener ese hermoso espécimen masculino en medio de mis piernas, su mirada era de fascinación y deseo con un toque de perversidad.



Intentó meter un tercer dedo pero fue imposible, dolía demasiado, regresó sus hermosos labios a los míos, besándome, furiosamente, con urgencia, su respiración era al igual que la mía, rápida, agitada, sus manos iban a todas partes de mi cuerpo de las piernas al trasero, de ahí a mis pechos, a mi nuca, jalándome el cabello suavemente, en un agarre posesivo.



Cambiamos de posición y yo quedé encima, de él, su pene rozaba mis labios vaginales dándoles un masaje delicioso, yo me movía para estimular también ese roce, de arriba hacia abajo una y otra vez, estábamos excitados, yo intenté introducirlo en mi vagina pero hacia mucha presión, no entraba, el saco algo de su maletín del buró, era lubricante puso bastante en todo su pene y en mí también, lo intentamos de nuevo y comenzó a entrar el glande, era gordo y dolía de forma insoportable, me quede quieta pues no quería sentir el dolor de sacarlo también, el dolor desapareció pero la presión de su glande abriendo las paredes de mi vagina era persistente, baje un poco más mi cadera y dolió aún peor, así que me quité, esto debe ser placentero, no soy masoquista.



El al darse cuenta me recostó a su lado y siguió besándome y tocando mis pechos, yo tomé su pene en mi mano y comencé a estimularlo, a tocarlo, era suave, mi mano no lograba cerrar alrededor de su grosor, moví mi mano de arriba a abajo y sus gemidos aparecieron, continúe por un rato más hasta que inevitablemente el cambio de posición, se puso sobre mí, y apuntó la punta de su pene en la entrada de mi vagina y esta vez metió el glande, dolió pero me aguante, después otro poco y otro más, y otro más hasta que topo con algo dentro de mi cuerpo, había llegado al cérvix, ya no podría entrar más, el dolor era insoportable, tape mi cara con mi brazo, se me derramaron las lágrimas, el dolor, la presión de su miembro abriéndose espacio en mi vagina era algo que no podía considerar como placentero, luego empezó a sacarlo suavemente, y a introducirlo de nuevo muy despacio, varias veces hasta que el dolor insoportable empezó a desaparecer y se convirtió en placer, con dolor un dolor rico, me llenaba por completo, y comenzó a moverse lentamente, estuvimos así mucho tiempo mientras él jugaba con mi clítoris con sus dedos, bajaba y succionaba mis pechos, me besaba, y el vaivén fue despacio, doloroso y placentero al mismo tiempo. Después sentí que una oleada de placer llegaba, un viaje a otra dimensión donde el sonido desaparecía, el dolor de iba y nada me preocupaba al mismo tiempo que el gruñía descargando su semen caliente a presión dentro de mí, ardía y se sentía delicioso al mismo tiempo.



Después el siguió estimulando mi clítoris y metiendo sus dedos en mi vagina hasta hacerme explotar en un segundo orgasmo más despreocupado que el primero, volvió a penetrarme lentamente pero sin pausas hasta llegar al fondo, después me pidió que me pusiera boca abajo, metió unas almohadas bajo mi vientre y mi trasero quedaba al aire, me lamió hasta casi volverme loca de placer y cuando sentía que estaba cerca, paraba, después puso su pene en la entrada de mi vagina, y comenzó a frotarlo desde mi clítoris hasta el ano una y otra vez hasta que ya no pudo más y me penetro firme, sin espacios ni pausas, de una sola estocada lenta pero profunda, comenzó a moverse mientras me besaba en los labios, desesperado, jadeante, mordiendo mis labios, apretando mi pecho con fuerza y pellizcando mi pezón casi al límite, en ese momento sentí que mi viaje al limbo empezaba el mordió mi hombro y también empezó con su descarga al mismo tiempo que mi vagina empezaba con contracciones, apretando más su pene, exprimiéndolo, mientras él se clavaba lo más profundo que mi cuerpo le permitía, no quiso moverse, dejo su pene un largo rato dentro de mi hasta que perdió la rigidez por completo, aun así tenía buen tamaño, estábamos acostados de costado, como dos cucharas, me besó, le devolví el beso con pasión mientras mi mano iba a parar a su hermoso trasero, y poco a poco empezó a recobrar su tamaño, y su posición pues empezó a introducirlo, sin dolor, ya que recobró la erección por completo el dolor regresó, ese dolor rico pero irritante, movía mis caderas hacia adelante y hacia atrás al compás de las suyas, hundiéndose dentro de mí y al mismo tiempo frotando mi clítoris, el vaivén era delicioso, sentir todo su cuerpo detrás del mío, su abrazo posesivo, exigente me gustaba, mi vagina comenzó a contraerse de nuevo y mi boleto al país del placer estaba listo, el al sentir esto comenzó con estocadas más agresivas, más profundas, su pene chocaba una y otra vez con mi cérvix hasta que lo hundió de un golpe, un dolor sordo e intenso me recorrió y con él llegó mi orgasmo, deje de respirar, no sé cuánto tiempo duré así, pero fue maravilloso, me sentí plena, llena por completo con el dentro de mí, me sentí mujer.



Nos levantamos el semen escurría por mis piernas antes de meternos a la ducha, el sonrío ampliamente, cínico, perverso y satisfecho.



Ese día quedamos exhaustos.



Continuará...


Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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