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Ella, La María

Ahí estuvo siempre. ¿Cómo llegó a casa? Acaso mi madre lo sepa.

María, hernosa mujer, tendría en esos entonces unos 20 años. Yo empezaba tranquilamente a despertar a los apetitos del alma y sobre todo del cuerpo. Las caritas de algunas niñas me parecían muy hermosas y en algunos ojitos generalmente concentraba mi alegre afán.

María me miraba y siempre parecía preocupada, especialmente por mí. ¿Qué tiene mi niño? Solía decirme y yo voluntariamente me acurrucaba en ella aspirando su olor a jabón de lavar, cloro y sábanas limpias. Todo este ritual de sensualidad era mi más lindo secreto. Sumido en su delantal y traspazado por la tibieza infinita de sus piernas, en donde ella jugaba con mi pelo, yo convertía mis ilusiones en jardines de colores.

Transcurrieron algunos meses, aquellos en que uno adquiere un adultismo innecesario en poco tiempo. Entonces aquellos arrumacos, se volvieron repentinamente, a los ojos de mi madre, muy sospechosos.
Probablemente habló con la María, la cuestión es que ya nunca permitió que me acurrucara nuevamente en su seno.

Sufrí, me dio rabia. Mi madre nunca fue muy tierna que digamos.
El tiempo siguió su curso y María reemplazo sus ternuras. Cada vez que me cruzaba en su camino me ponía sus manos en mi cabeza y me sonreía dulcemente.

Sin darme cuenta cumplía mis quince años. Empecé un pololeo bien bonito, sin embargo, todo vino con la velocidad de un rayo. La niña resultó bastante más avanzada en lides del amor y naturalmente mucho más madura. Cada encuentro se convertía en una orgía a dos en donde estaba prohibido desnudarse, dado el escaso tiempo del que disponíamos. Es decir, no se podía desaparecer por mucho rato. Todo era cuestión de intervalos. En cada descanso, quedaba cada vez más y más caliente.

Cuando volvía a casa, María me miraba y sonreía. Ella sabía lo que pasaba, pero ya no me atrevía a contárselo.

Un día cualquiera nos devolvieron a casa. Ese día no hice la cimarra, probablemente porque mis notas del último trimestre ne me ayudarían a salvarme olímpicamente de un castigo atroz. Trás cruzar el jardín y acariciar a mi perro, entré a casa. Había mucho silencio, sin saber por qué, el corazón me dió un vuelco. Me puse muy nervioso mientras pensaba que María podría encontrarse sola en casa. Atravesé salón, dormitorios, comedor y finalmente llegué a la cocina.

María sin advertir mi turbamiento, me apretó contra sí y me besó la cabeza.

- María, María dije.....¿estás sola?

- Si, me dijo sonriendo. Su mamá acaba de salir. Y usted ¿qué hace a esta hora en casa?

- Bueno es que... (el corazón se me agolpaba en la garganta) la verdad es que... no tuvimos clases y nos dijeron de regresar a nuestras casas..... ¿dónde fué mamá? ...¿va a llegar... luego?

- Lo noto nerviosito, ¿le pasó algo en el colegio?

- ¡No!... me apresuré a contestarle.... y me quedé más nervioso todavía, mientras que tranquilamente mi pene empezaba a endurecerse contra sus piernas.

- Me apartó dulcemente y me preguntó con gran ternura... ¿y éso? ¿qué le pasa?

- No sé Mariíta, cómo podría explicarte si yo mismo no tengo idea.

- No se preocupe mi niño, son cosas de su edad.

- ¿Qué cosas de mi edad?, quise saber. Me puedes explicar.

- No sé si deba me dijo al mismo tiempo que me apretaba contra ella.

- Me abracé a sus caderas y mi pene se hundió contra sus piernas, mientras repetía calladamente María, María.

- Me gustaría darte un beso le dije como en una suplica que viene con el corazón golpeándome el pecho. No me vayas a acusar ni te enojes conmigo agregué, mientras restregaba mi abultado pene contra sus deliciosas piernas.

- Está muy excitado, me dijo. Es necesario que se calme.

- Crées que es muy fácil, no hagas lo mismo que mi polola le supliqué de nuevo.

- Quée! Me dijo. ¿esa chiquilla? ¿qué le hace esa chiquilla?

- No le cuentes a nadie, le advertí.

Me aseguró que guardaría el secreto y aproveché para aumentar un poco la historia de nuestros alocados y furtivos encuentros.


- Me pide de abrir la boca y nos chupamos la lengua mientras ella deja caer sus manos para accidentalmente tocarme el pene. Luego se retira muy rápido, se ríe y hace como que no hubiése pasado nada. Luego va a la ventana, se asegura que no hay nadie cerca y me desabotona el marrueco y me pide de mostrale mi pene en erección, ella se separa lo suficiente para mirarlo bien y darme el tiempo por si alguien irrumpiera de improviso y poder reaccionar. De pronto, se acerca y me da un besito en la punta. Y otra vez se retira riendo. Está rico me dice... Luego me obliga a irme y no contarle a nadie. A mí me cuesta mucho guardármelo de nuevo, ella no entiende y parece gozar con la escena.
- Pobrecito mi niñito, dice Mará.....venga me dice tomándome de la mano....
- ¿dónde?.... no dónde esa chiquilla, agrego asustado.
- No pregunte, agrega dulcemente María y me dejo guíar....

Entramos al salón... silenciosamente nos acercamos a la ventana que da a la calle.

- Ya, mi niñito me dice. Mire bien atentamente por la ventana y que no venga nadie.... María me besa la cabeza mientras dirige suavemente sus manos y la acerca a mi pene. Con dulzura desabotona el marruecos y toma mi pene en sus manos. Parece como si quisiera masturbarme, sin embargo siento que se inclina tranquilamente, acerca su boquita y me da un besito. Luego acerca su boca a mi boca y me susurra al oído, este es el besito que me pidió, ¿se acuerda?. Yo siento su lenguita en mi boca e instintivamente éstas se confunden y me olvido mirar por la ventana. Un rato infinito yo chupo su boquita ella me toma por la cabeza y baja mi boca a la altura de sus senos. Los descubro mientras los recorro con mis manos y mi ansiedad. Los beso, sus pezoncitos parecen dos porotitos que beso con ternura increíble. María no deja de besarme la cabeza. De pronto ella se agacha y me besa mi penís, lo recorre con su lenguita y luego empieza a su rito de felación. La emoción es fuerte, el corazón parece quisiera saltarme del pecho. La agarro del pelo, se lo tiro con fuerza. Ella me pide acabar. De pronto siento todo el universo perderse en la boquita de María, ella sigue acariciandome y yo perdiéndome en los sueños más eróticos que nunca imaginé...
- Nadie tiene que saberlo me dijo.....
- Nadie le prometí.....
- Quise besarle su boquita nuevamente.
- Otra vez me dijo, ahora está en deuda conmigo....
- No comprendí qué quiso decir ni me atreví a preguntarle...


Pasaron los años. María nos dejó. Me casé, tuve hijo. Me separé, luego me divorcié... En fin....

Un día cualquiera, caminando por el sector Oriente de la ciudad me encontré de frente con María. Lucía hermosísima. Me sonrió con la misma dulzura de siempre, aunque esta vez la sentí sonrojarse. La miré con mucho cariño y el corazón volvió a dar un vuelco espectacular en mi pecho. Estábamos contentos, no hay duda. La acerqué contra mí y le dije al oído:
- te debo algo y me gustaría...
Me puso los dedos en la boca y me hizo callar.... Eran las tres de la tarde.... Nos tomamos de la mano.
- ¿Quieres acompañarme? le pregunté.
- Sí con gusto, me dijo...


Elegí un bonito hotel. Ya en el dormitorio le pedí que nos acercáramos a la venta. Nos reímos a carcajadas. Nos besamos tiernamente al principio y luego con una pasión desenfrenada. Levant su faldita y busqué su vulva hurgando suavemente en sus chiquititos calzones. Suavemente ésta se fue humedeciendo mientras mis dedos jugueteaban a la entrada de su vagina. María empezó a gemir suavemente. Le acerqué mi boca a su boca y nos besamos nuevamente con pasión. Nos mordimos, nos chupamos. Busqué desnudar sus senos, y empecé a recorrer su cuello con mi boca sedienta. De pronto mis boca devoraba sus pezones rosados y agigantados, como nuestro deseo. Bajé dulcemente por su cuerpo de diosa hasta su vagina y recorrí con mi lengua caliente hasta llegar a su clítoris. Desesperada acerca con fuerza mi cabeza contra su vulva, mis besos la estremecen y la enloquecen. De pronto se retuerce en espasmos de felicidad, mi boca empieza a subir por su cuerpo hasta teminar en su boca.

Nos dormimos plácidamente.

- ¿y ahora qué estámos pagados? me dice.
- María, ahora nadie me impedirá penetrarte.
- Mi niñito, sonríe María.

El cuento termina aquí. Hace 10 años que vivimos juntos y felices y nuestros contactos carnales empiezan siempre frenta a cualquier ventana.


Fin
Datos del Relato
  • Categoría: Primera Vez
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
lobo_ardiente
lobo_ardiente 18-05-2018 00:16:50

mjy bue relato, esta excelente, espero escribas más

Laura
invitado-Laura 07-06-2003 00:00:00

Que bien que narra usted....realmente dan ganas de tener una ventana bien cerca...digo yo...en caso de necesidad no??

Jorge
invitado-Jorge 05-06-2003 00:00:00

excelente cuento! me hizo recordar muchas cosas, algunas faltillas de ortografía, pero totalmente perdonables!!!!

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