Parecían dos enamorados caminando por la calle, tomados de las manos, riendo, disfrutando ese momento, deseando cada uno que el tiempo se detuviera en ese preciso instante, cuando al fin llegaron a la casa de Alejandro, Zulema abruptamente se detuvo y dijo no Alejandro por favor perdona pero creo que esto es un error, Alejandro la miró con la mirada más tierna y comprensible que Zulema jamás sintió, tranquila chiquita, no te preocupes todo saldrá bien, cree por favor en mí, tu mereces ser feliz, mereces ser valorada y amada, solo dejate llevar por tus sentimientos, por favor, ella accedió e ingresó en el departamento de Alejandro, sintió que el corazón se le salía por la garganta, Alejandro se le acercó lentamente y empezó a besarla, primero en la boca, después por el cuello, las orejas, las mejillas en fin, Zulema temblaba enterita sentía que se le aflojaban las piernas, el continuó con las caricias, acariciando su rostro, poco a poco bajó la mano hasta llegar a sus senos los cuales acarició muy suavemente, casi imperceptiblemente, Zulema sólo atinaba a acariciar la espalda de Alejandro cada ves con más fuerza y pasión, los besos se hacían apasionados sus lenguas se entrelazaban entre si, los gemidos y la respiración acelerada se acrecentaba entre ambos. Alejandro la recostó sobre su cama y empezó a quitarle la ropa, fue desprendiendo botón por botón, como deshojando una hermosa rosa, Zulema sentía que volaba, hasta que al fin quedó solo en ropa interior, Alejandro la miró de pies a cabeza y le dijo: eres la mujer más hermosa que he visto, que afortunado que soy al tenerte hoy aquí con migo, esas palabras hicieron que Zulema de rienda suelta a sus deseos sin ningún tipo de inhibición ni ataduras, desvistió a Alejandro el cual dejó ver su atlético cuerpo y varonil postura, Alejandro besó a Zulema de los pies hasta la cabeza si dejar ni un solo centímetro del cuerpo de ella sin ser besado, poco a poco fue quitando la ropa interior de ella hasta que la tuvo completamente desnuda, Zulema no podía aguantar más, sus gemidos de placer se hacían cada ves más intensos, solo pedía ser penetrada de una ves, Alejandro accedió y fue penetrándola al principio poco a poco, con movimientos rítmicos y bien calculados, mientras besaba y mordía con delicadeza los tiernos pezones de Zulema, ella acariciaba la espalda de él y besaba su cuello, los movimientos se intensificaron, cada ves más, Zulema dejó salir toda esa pasión acumulada por años, empezó a dar gritos de placer, llegando al orgasmo en varias oportunidades, como nunca antes había llegado, Alejandro seguía imprimiendo en el cuerpo de Zulema mucho placer con sus movimientos fuertes y bien programados, hasta que el también llegó a la eyaculación y ambos quedaron desnudos en la cama, sin hablar con palabras solo con la mirada y los pensamientos, ambos sabían que esto era solo el principio de un largo romance, lo que no sabían era como terminaría todo esto, solo estaban seguros de su amor y del deseo que ambos se tenían.