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Alguna vez me llamaste onírico y, efectivamente, lo soy, así que si me lo permites comenzaré por decirte que el sitio dónde siento con mayor intensidad el brillo de tu alma es en mis sueños… podría preguntarte si quieres que te relate lo que siento, pero conociendo tu respuesta omito la pregunta y te narraré con detalle esas noches. Antes, te diré que como tú soy un ser muy visual. Otro día cambiando los canales del televisor llegué a una película de la que no sé el nombre pero trataba de un hombre enfermo enamorado de un ángel (personificado por una rubia), estoy seguro que esa película no te hubiera gustado como a mi no me gustó pero tuve la suerte de llegar a ella en el momento en que el ángel en cuestión tomaba un baño en un bosque y esa imagen si que es encantadora, ella desnuda en el lago extiende sus alas mientras las luz penetra entre las copas de los árboles. Es sólo una imagen y muy difuminada por el pudor puritano del cineasta que buscaba una clasificación familiar para su filme.
Un segundo antecedente es ese orgasmo maravilloso que nació en tu corazón y que te llevó a la certeza del amor divino, justo en el clímax sexual. Estas dos cosas aparecieron en pasos y modificaron mis sueños de día en día. Pero como quiero que te des una idea completa de lo que siento, no te lo relataré como sucedió sino toda la historia como la recuerdo:
Comenzó un par de noches después de ese día, y podría decirte que es maravilloso por que no ha terminado, aunque no cerca de mi cuerpo puedo aún sentir palpitar mi pene en tu alma. Perdona la personalización pero cuando me refiera al Ángel estoy hablando de ti. Así que vi llegar al ángel (a ti) agitando suavemente las alas (las dos) en medio de un bruma sin fin, pero un bruma clara, luminosa, plagada de polvo de estrellas… el ángel (¿se puede decir la ángel?), era morena, de pelo negro y quebrado, esbelta, estaba desnuda, bella, con los ojos brillantes de amor y el cuerpo tenso de deseo. Sus alas, de plata, dulcemente le permitían flotar a discreción en la niebla de ayeres, pero flotaba sin esfuerzo. Buscaba con la mirada, y al toque de sus dedos la bruma se abrían en realidades, en flores, en bosques, en aves, en mares… en un momento toco con ambas manos un remolino de bruma y de el surgió, del corazón hacia fuera, un hombre desnudo, y sorprendido seguramente de que un paso mas en su andar cotidiano, que pudo haber sido cualquiera y quedar en sólo un paso, le llevara a flotar como en un mar de susurros, en medio de la nada con una ángel, con mirada de fuego ámbar, los dos desnudos, sin tiempo contemplándose lentamente flotando en órbitas convergentes… pero sobre todo, de haber sentido el cálido roce de sus manos desde el interior de su corazón pasando por sus viseras todas... amando ya sin remedio, pero con la luz danzando en medio del pecho.
Podría seguir describiendo los detalles, creo que ya captaste la idea… de inmediato comenzaron a besarse, a palparse, sin mediar palabras… no era necesario. No leí la historia del ángel, pero sé que dentro del hombre todo era pasión y deseo. En un momento determinado por su fuego ella agitó fuertemente las alas y subió más o menos un metro sobre la cabeza de él, ambos cuerpos se mostraban excitados, la entrada de su vagina estaba muy húmeda y casi se podría decir que goteaba…
Imagina al hombre, flotando sólo en medio de la bruma, sin un punto de apoyo con los músculos tensos los ojos brillantes y el pene erecto… flotando y lentamente girando… mirando al ángel, tan cerca y tan inalcanzable… ella, al tiempo, mirándolo con un amor infinito y, si ello es posible, con un deseo superior, eones mayor que el infinito…
Tomó él uno de esos pies de deseo expuesto, impulsado solo por sus labios apoyados en la carne añorada, que sabía a fuego, a sal, a fuerza, se deslizó flotando hacia arriba internándose entre las piernas, buscando la fuente del elixir del gozó que fluía de ese bosque eterno. Finalmente, arribó y sintiendo la calidez y la humedad, aspirando ese olor inconfundible de una mujer amando, bebió lentamente primero y después con vehemencia de aquel río dulce y profundo. Ella ángel, miraba con ojos verdes de fuego, azules y profundos de océano en llamas oscuras, suspiraba primero y dejaba al elegido saciar su sed al tiempo que ella encendía la bruma en fuegos fatuos y espuma de plata. Gemía, al tiempo que el río acrecentaba su cauce… y la espuma se trocaba en olas de magma cayendo en un mar en calma, el vapor azotaba sus rostros, humedecía sus cuerpos, el calor penetraba en sus carnes. La lengua humana recorrió los labios divinos, mordía el capullo oculto que explotaba en rosas, avanzaba a la caverna de luz y en la entraña anhelada. Sobrevino una tempestad que agitó por momentos la bruma un tornado intenso que arrancaba del fondo de los gemidos que brotaban en torrente de los labios de oro, los cuerpos amando giraban, el hombre esmeraba la acción de sus labios, la diosa gozaba y temblaba, el viento circundaba los gemidos y detonaba en orgasmos con olor a musgo y a bosques arrasados por el meteoro violento.
La explosión líquida, destilado de amores, llenó el rostro anhelante de dicha, y sintió que su fuerza renació con la primera bendición de ese clímax de vientos…
Tomo con sus manos las manos de su amante y lo acerco subiendo hasta quedar labio a labio, aún con el sabor de su cauce en la lengua… ella lo besó profundamente, enredados en un abrazó sin forma, cuerpo a cuerpo, con la lentitud del viento suave columpiando las copas de sus dos bosques encontrados después de vencer al desierto. Descendió besando el cuerpo masculino, cada forma, cada marca, hasta llegar al cetro mismo que había escogido como reina. Lo beso, y lo encaminó a conocer el interior de su boca ardiente, lentamente comenzó a chuparlo extrayendo de el todo cuanto dentro de si atesoraba, el furor de la tempestad se concentraba en aquel macho que gemía.
Él flotaba sostenido sólo de su falo por ese beso eterno, con el cuerpo tenso y la fuerza escapando de sus músculos… gemía, con la fuerza de la cascada y finalmente se rindió al placer de desbordó llenando el cáliz que lo besaba, inundo de él la sonrisa de su ángel de gloria.
Se separaron, pudo verla con la cabeza inclinada hacia atrás y su cuerpo brillante, las alas desplegadas al máximo, extendida y tensa, rojiza como explotando en los poros de deseo, y feliz, disfrutando aún el dulce trago del ser de su amor vuelto espesa esencia de hombre.
Rió dulcemente, moviendo lentamente sus alas, fue describiendo una espiral concéntrica dirigida hacia él, a cada circunvolución la materia de la bruma estallaba en silencio generando una luz profunda, densa y sutil… en poco tiempo ellos estaban inmersos en esa luz suave, en una esfera. La luz y la visón renovaron el vigor, la espada brillo a la luz buscando el espacio que naturalmente era suyo antes de haber nacido…
Despacio, reverencialmente, ella nuevamente se acercó al cuerpo de su amante y así, se posó sobre su pene dejando que la penetrara profundamente…el himen etéreo se rasgó indoloro, incruento, aunando placer al contacto primero con un mortal apéndice. Él la besó supo la gracia otorgada… por un momento todo fue paz y quietud, él dentro de ella y ella sosteniéndolo es ese abrazó infinito… Comenzó a besar lo pezones de esos pechos vastos, saboreando la piel dulce y salada, regocijó su alma con los suspiros gemidos y gritos que expulsó de sus labios angélicos, atesoró el movimiento que iniciaba en las caderas, disfruto el calor húmedo y el fuego que escurría a sus piernas. El silencio montó complicidad sólo vibraban los cuerpos y gritaban los sexos en ese entrar y salir, con el sonar de piedras que se pierden en la profundidad de un lago azul, infinito
Después exploto el deseo, ambos se movían frenéticamente buscando extraer más placer de aquel abrazo, ambos buscaban dar más a quien tanto les daba, ambos se fundían en un solo ser y la luz que los rodeaba cambiaba súbitamente de tonos de intensidades de colores.
La imagen que se me presentaba es como la un observador externo que de alguna manera podía volar cerca y lejos de la pareja fijarse en los detalles o sólo contemplar el conjunto, según su capricho. Así que podía ver la penetración desde cerca como se fundían las carnes y los jugos de ella lo bañaban y le daban más gozo, o ver los labios de él besando apasionadamente los pezones angélicos, succionando, mordiendo, chupando… contemplar los rostros extáticos, brillantes, gozosos.
Los músculos se tensaban, las espaldas se arqueaban… el ritmo crecía. En un fulgor de complicidad, el sacó su ser del interior de fuego y ella voló dándole la espalda, el se enfiló y apoyando sus manos el nacimiento de cada una de sus alas, la penetró analmente… Ella otorgó su segunda gracia… El universo tembló con el crujir de montañas, el rostro de ella se contrajo en una mueca de placer indecible, él arremetía con fuerza, con pasión, y su cuerpo se tensaba cada vez más, los dos temblaban de placer mientras que la luz que los rodeaba comenzó a emitir un sonido brillante, dulce y enérgico… no se podía saber si esa nueva música seguía el ritmo de sus cuerpos o era completamente al contrario. El tremor de la tierra se hizo presente, el cuerpo divino temblaba con la furia de un terremoto, el río volvía a ser caudaloso, los pezones se endurecieron como el corazón de la tierra, la boca se abrió y gritó con el placer de un volcán que crea montañas en su orgasmo magmático. El grito del macho se confundió superando el estruendo y dejó sembrada en la entraña amada su esencia blanca e hirviente.
Ella volvió a reunirse de besando los labios que la transportaron más allá de las fronteras del mundo, trascurrió un tiempo con él abrazando su cuerpo. Él, con una fuerza que creció en cada orgasmo, entró nuevamente en la vagina que goteaba de amor lechoso, nuevamente comenzaron a girar libremente, el ritmo de la acometidas se incrementó y el rostro de ella brillaba con más luz, de sus ojos brotaban lágrimas de gozó, se besaron en los labios… la luz que los circundaba se tornó en fibras deslumbrantes que los ceñían suavemente pero con firmeza, como si el universo no quisiera privarse del placer que se anticipaba… el la abrazó con las manos en la cintura, mientras que las piernas de ella lo rodeaban fuertemente…él descargó toda la fuerza de su vida en una eyaculación profunda, densa, espesa… agotó su fuerza en espasmos, con los músculos tensos, sujeto a la cintura perfecta, mirando al infinito… gozando… cuando el primer simiente de hombre tocó el interior de su cuerpo, la mujer amada describió una arco de dicha con su espalda brillante, quedando sus cuerpos separados en un ángulo recto. Ella desplegó totalmente sus alas, y exploto en un orgasmo luminoso, inveterado, que brillaba desde el interior de su pecho y la hacia ver etérea, con una luz intensa, en una explosión de fuego… sus ojos lloraban… al tiempo tenía el más grande placer que haya en vidas de ángel, descargó todo su ser en un clímax eterno, vertió sus jugos al rededor de ese cuerpo habitante de su alma y su cuerpo… los cuerpos estaban en tensión extrema, tiraron atrás sus cabezas hacia atrás y recibieron la luz que atravesaba sus cuerpos. Es ese momento ambos pudieron oír con claridad extrema el sonido musical de las estrellas, los mundos, los vivientes y los hombres fundidos en una gran armonía universal que se nutría y se sincronizaba con el poder inefable de esa explosión orgásmica.
La explosión del orgasmo fue tan extrema… que él regresó al presente (sin poder decir a cuál presente, ni de que tiempo), se encontró sólo, desnudo y feliz en medio de un callejón, muchos curiosos se reunían en torno a su vista, decían que había caído en un rayo, pero daba lo mismo… sentía en su espalda, aunque los demás no lo podían ver el nacimiento de un ala. Y eso le decía que probablemente en otro lugar del mundo también hubiera caído un rayo, que trajera a una mujer desnuda y hermosa. Su vida era ahora su búsqueda… sabía que ella era feliz por que sus corazones vibraban al mismo ritmo e indicaban el rumbo a sus pasos. Sólo tenía que seguir el viento que brotaba de dentro y susurraba la dicha del segundo encuentro. Así desnudo, como estaba, se levantó y comenzó a andar siguiendo el rumbo que marcaba la vibración de su corazón, buscando una tormenta eléctrica… lo vieron partir, maltrecho por la caída pero con el rostro feliz y la mirada brillante. Alguien le dio un manto, que cubrió su cuerpo y secó el sudor que aún caía en gruesas gotas.
Comprenderás que este sueño es un sueño dormido y un sueño despierto, no quiero decir más… espero que en la simbología esté la respuesta que buscabas y que es ahora ya parte de mi vida.
Por ahora me voy, pero te digo que te agradezco todo esto por que gracias a ti viví este sueño y redacté esta cuartilla que me han hecho disfrutar y gozar nuevamente como hacia mucho que no lo hacía.
Te quiero como a un ángel… (tu me entiendes)
PS. Este es un relato respuesta, pero puede responder muchas palabras. Lo comparto porque siento que se expande y lo pide… Si lo lees preciosa, sabes que es tuyo antes que de nadie…
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