Se aproximaba la hora .Pedro nervioso y excitado prepara su campo de batalla. Se adentra en su dormitorio y apaga las luces. Se deja de caer lentamente en la butaca al pie de la ventana a la misma vez que siente que ese ritual lo atrapa cada día.
El amplio ventanal da a un patio interior, ese patio que es su ojo indiscreto. Fue por casualidad hace ya unos meses, como cada noche cuando su mujer se iba hacia su trabajo, se sentía solo y abrumado. Se sentó en ese mismo sitio y como por arte de magia al mirar hacia la ventana de enfrente la vio. Era Elena la amiga de su mujer y vecina .Estaba en el dormitorio ,la vio de espaldas, quitándose el sujetador. Lenta muy lentamente, parecía que su exhibición gustaba Mario, su marido. Este estaba sentado en la cama, mirándola atentamente .La luz del pasillo, entraba directamente hacia el ángulo donde se encontraban.
Veía sus curvas sinuosas, delante de el y un escalofríos invadió su cuerpo. Nunca había mirado a la mujer con ojos de deseo pero a partir de ese instante seria distinto. La deseaba cada noche, cada segundo.
Conocía sus secretos y sus gustos. Solo le faltaba oír sus gemidos y esas palabras que decía al oído del maldito Mario.
Sentado esperaba su llegada, notaba como su miembro se excitaba solo con pensar en verla de nuevo hacer el amor.

-rinnnng..........ring.-sonó el teléfono.

-Siiiiiiii? Dígame.-se encontró diciendo casi con rabia.

-¿Que te pasa cariño?.Pareces enfadado.-oyó a su mujer decirle al otro lado .Llamaba para darte las buenas noches.

-Te echo de menos Julia. Te necesito aquí a mi lado.-Le respondía roncamente.

-Lo se amor mío. A mi también me gustaría estar contigo. Mañana será, a las cinco estoy hay. Duerme y sueña conmigo. Te quiero.

Cada noche sentía como si verdaderamente estuviese engañándola. Como si cuando regresaba y la buscaba desesperadamente estuviese haciendo el amor con otra mujer.
Jamás podría imaginar Julia que cuando ella llegaba, cerraba sus ojos y veía a Elena su amiga, su vecina.
Utilizaba su cuerpo pero era a la otra a quien poseía. Que cuando le cogía su cabeza y la llevaba a su miembro excitado, era lo mismo que había visto hacer a Mario .Le encantaba sentir los pechos excitados en su pene. Moviéndose lentamente por el y notando la calidez y la dureza de sus pezones.
Era perversión , pero jamás en su vida había sentido tanto y de igual manera.
Miraba como Julia algunas veces lo miraba divertida. Le encantaban esos juego y sobretodo sentir la excitación de Pedro.
Le encantaba sentir su lengua húmeda en su sexo como si estuviese hambriento.Los espejos del armario le devolvía la imagen de los dos y la del deseo.
Pedro la había puesto de rodillas y el, en pie en el borde de la cama, casi parecía que la amenazaba .Veía su sexo enorme y duro como se dirigía hacia ella .En un breve segundo paso de mirarlo a sentirlo dentro. Calor, dolor, deseo todo se unía, formándose un pellizco en su vientre.
Mientras la agarraba por la cintura notaba los vaivenes de Pedro dentro de ella. Era como un animal, era su hombre el que sentía en ella. Era ese Pedro que desde hacia un tiempo parecía un desconocido para ella. Pero le gustaba, y la excitaba enormemente verlo casi sin control.
El hombre seguía jugando dentro de ella, casi sin dejar espacio a nada mas. Ella jadeaba y miraba hacia el armario.
Mientras Pedro con los ojos cerrados sentía como vivía lo que miraba horas antes. Poseía a Elena con desesperación. Penetraba a Elena. Amaba a Elena.