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EL VIEJO DEL MONTE

EL VIEJO DEL MONTE

 

En aquellos días éramos muy jovencitos. Recuerdo que en la ciudad donde vivía había muchos baldíos en medio de los barrios y entre nuestro barrio y otro había una especie de selva, que nadie sabe porque estaba ahí, pero estaba y además en medio de ese monte lleno de yuyos, arboles de paraíso y eucaliptus había una casita. Todo el mundo sabía que allí vivía don Juancho Lemata.

En ese monte solíamos pasar tardes enteras. Se podía uno esconder, cazar pájaros, cuando andábamos con las gomeras colgadas al cuello. En síntesis cuando éramos unos salvajes. Inconscientes. Sin preocupaciones de ningún tipo, salvo el de ir a la escuela al otro día. No mucho más que eso.

En aquel año en que sucedió lo que voy a relatar, recién empezaban las vacaciones de verano. No habían llegado las fiestas aún. Y yo de mañana cerca al mediodía estaba muy aburrido porque la banda de gente que andaba conmigo aun no había despertado.

Así que solo me interne el aquel monte tupido y que olía a verde fresco. Aroma de flores, perfume dulzón.

Allí andaba yo observando las mariposas de muchos colores, pájaros alegres que recibían el día de sol pleno. Crepitaban al pisar las ramas secas esparcidas por el suelo. Todo era un verde sensacional. Me movía con total soltura dueño del lugar, así me sentía, y todos nos sentíamos así.

Silbaba suavemente, andando con mis pantaloncitos cortos y una remera que ya debía ser tirada porque no le serviría a nadie, rota y agujereada por todas partes, zapatillas gastadas, desteñidas, de última.

De pronto una figura me esperaba en el vado de un caminito que usábamos para andar. Era el viejo Juancho. Alto, fornido, de cabellera renegrida, brazos fuertes. Me miraba con cierta simpatía, lo habíamos cruzado muchas veces y jamás nos había tratado mal.

El hombre tenía un poco de leña en sus brazos fuertes.

__Hola don Juancho__ salude yo por decir algo

__Como estas chiquillo, ¿te has perdido?

__No, no, ando paseando, de aburrimiento nomas…__ los ojos del viejo Juancho eran vivaces, marrones, oscuros.

__Si quieres puedes ayudarme a juntar leña__ sugirió y la verdad que no me molesto en lo más mínimo así que empecé  recoger palos que andaban por allí, y cuando mis brazos ya no dieron mas, nos encaminamos a su casita.

__Tu sabes que hace mucho vivo aquí

__Si don Juancho… ¿y usted no tiene mujer?

__No nunca, siempre solterón y sin apuro, ja ja ja __ se rio con ganas aquel hombre que al lado mío parecía un Goliat, al menos la idea que me hacía yo en ese entonces de Goliat.

__¿Y tú tienes alguna noviecita?

__No, que va, para nada…__ sentí que me puse muy colorado, aunque no supe el motivo. La verdad que las chicas no me interesaban de una manera loca, como deberían haberme gustado en aquellas épocas, no pensaba mucho en eso, pero esa pregunta hizo que pensara en un segundo que me gustaba mucho estar con los chicos, casi que no necesitaba más nada, los varones eran mi mundo, con ellos me sentía a gusto y no sé porque sentí la necesidad de explicarlo de algún modo.

__La verdad es que me siento mejor rodeado de varones…mi mundo es con los varones…__ dije sin saber muy bien lo que confesaba.

__Pero que interesante…mira…mira__ entramos en la casita, donde el sol se filtraba por una ventana, la luz era increíble. Era un lugar cálido y muy bien ordenado, limpio, pulcro.

Deje las ramas en un costado que allí había para tal fin.

__Uso esta leña para cocinar…es mas iba a hacer un mate cocido ¿quieres?__ pregunto don Juancho, quitándose la camiseta que llevaba puesta y mostrando un pecho fuerte, grande, con unos pezones hinchados y en punta. Lo mire y me pareció muy lindo. Una punzada me dio en el estomago.

Afuera de la casita un jarrito ennegrecido enseguida dio frutos a un rico mate cocido humeante que  aquel hombre me ofreció en una taza de lata. Nos sentamos en un banquito cada uno, que tenia para tal fin.

__Tal vez te gustaría con leche…bah…para la próxima…__ dijo el viejo en un tono pícaro que ese día no me di cuenta

__Esta bien don Juancho, esta rico igual__ luego de que tome el mate cocido tuve que irme porque mi madre estaría preocupada.

Al otro día me interne en el monte a la misma hora más o menos del día anterior. Encontré al viejo don Juancho sentado en el banquito del día anterior.

__Hola viniste muchachito ¿Cómo estás?

__Bien don Juancho y usted…

__Acá andamos pasándola solo nomas…

__Y bueno acá vengo a hacerle compañía si a  usted no le molesta…

__Claro que no…me ayudaras a buscar leña…

__Claro, claro…__ y nos internamos a unos metros de la casita. No se veía absolutamente nada hacia las calles que circundaban el lugar, si alguien pasaba por la calle no se enteraban que andaban dos personas buscando o haciendo cualquier cosa.

__Espera espera…__ en un momento el viejo hablo así y bajándose el pantalón bermuda que llevaba saco una enorme serpiente y  tomándola con las dos manos se puso a mear con un chorro fuerte y abundante, no pude sacar la vista de aquel hermoso monstruo.

__Lo siento, espero no te moleste, pero no aguantaba más…tú no quieres hacer lo mismo aquí nadie nos ve…__ la verdad que me vinieron ganas al instante y saqué mi pija y me puse a mear yo también. El viejo no dejo de notar que no podía quitar la vista de aquel hermoso pedazo de carne.

__¿Te gusta lo que ves muchachito?__ dijo con sorna sabiendo la respuesta

__Nunca había visto una tan grande…__ dije con sorpresa y verdad

__Puedes mirarla un poco más si quieres…__ dijo el viejo Juancho sacudiendo el pedazo, brillaba por las gotas de pis. Note que se había puesto un poco más hinchada, al menos eso me pareció. Sin darme cuenta deje colgando mi propio miembro fuera del pantalón corto.

__Tus amiguitos no la tienen así ¿verdad?

__ ¿Tan grande?...  claro que no…quizá la de mi tío…

__ ¿Se la viste a tu tío?¿el te la mostro?¿O lo espiaste?

__Lo seguí un día hasta el baño y no se dio cuenta de que miraba…

__Que pequeño pillo eres eh…me gusta tu compañía__ dijo el viejo acariciando mi cabello lacio, fino, suelto al viento. Mi cuerpo estaba cada vez más vibrante. Caliente. El viejo Juancho tomo una de mis manos, casi sin que me diera cuenta y la poso sobre su machete recio. Era una verga encantadora. La acaricie casi como un acto reflejo, luego me di cuenta y me gusto, seguí apretando aquella manija, note que el viejo empezó a gruñir, a gemir, y mi propia pija empezó a ponerse dura, como a veces se ponía cuando jugábamos a las escondidas con los amigos y nos tocábamos jugando y no tanto.

__Sabes que esto…que haces…a un hombre le gusta…ahhh siii mucho, mucho, lo haces tan bien cariño…

__ ¿Le gusta de verdad?

__Siii… ¿a ti no?

__Si, si me gusta…

__Se nota también…mira como esta tu pene creciendo y poniéndose duro…a ver algo hay que hacer con el…__ dijo y estirando su mano alcanzo mi dura pija, pequeña, pero dura, mi cuerpo se sintió tambalear, apreté el machete con más fuerza, impulsado por los tremendos escalofríos que sentía ante las caricias de aquel hombre.

Más era el ardor que yo sentía y más fuerte apretaba la serpiente de don Juancho. La movía con una velocidad que desconocía en mí. Al pasar unos minutos que no puedo precisar cuántos, me convulsione, sabía que escupiría mi leche y así fue, sobre la mano fuerte de don Juancho que también empezó a sacudirse, a temblar y a largar abundante cantidad de leche, quedamos con las vergas chorreando. Yo estaba como en un sueño.  El viejo Juancho respiraba de manera desordenada y agitada. Mis sienes estaban a punto de explotar, aquella experiencia me desbordaba de emoción y calentura.

Guarde mi pija dentro del short y casi conmovido Salí corriendo del lugar. No sabiendo bien, como seguiría todo aquello. Esa misma tarde recordando la poronga del viejo Juancho me hice una brutal paja, hundiendo mis dedos en mi culo y acabando como una perra caliente y enloquecida.

Al día siguiente regrese, no pudiendo controlarme. No niego que quise resistirme pero la sangre es mucho más fuerte.

Golpee la puerta porque parecía que nadie había en el lugar. Abrió la puerta el viejo Juancho completamente desnudo.

__Me acabo de bañar…pasa…pasa… pensé que no te vería otra vez…__ vi sus bolas gordas colgando, sabrosas, las nalgas del viejo con algunas marcas, cicatrices.

__Me gusta que vengas…__ yo no podía quitar mis ojos de su cuerpo desnudo, de su pedazo de carne colgando entre sus piernas, sus bolas rebotando, sus pezones parados, erguidos.

__ ¿La quieres?__ dijo tomándose la serpiente que buscaba ya ponerse dura. Venosa. Potente. Yo seguía como hipnotizado por aquel pedazo, el viejo se sentó al borde de la cama que tenía allí y yo enfermo de fiebre toque su pedazo, lo busque y lo empecé a tocar y a acariciar, de rodillas acerqué mi cara. Olía a fresco, a perfume, a jabón, pase la lengua atrevido, mi corazón y mis sienes estaban por explotar de la calentura, era un juguete perfecto para mí, mi pija ardía y se endurecía de manera alocada y furiosa, mi culito latía, pulsaba. El viejo Juancho empezó a gemir, porque mi boca ya se tragaba su pedazo, de manera descarada, pero muy caliente. La saliva pronto lo baño, y se formo una especie de crema gelatinosa, por mi baba pegajosa y abundante.

__Ohhh chiquillo que boquita sabrosa tienes…eres un demonio chupador…no sabía que te gustarían tanto las vergas…ahhh, así, así, aprendes rápido, eso me gusta, sigue…__ recitaba el viejo Juancho mientras yo pasaba mi lengua por sus enormes bolas, gordas, duras, llenas de pelos grises.

__Ahhh deberías, quitarte tu ropita, quieres…___ deje la amenazante vergota del viejo. Dura, parada era imponente. Un grosor inquietante, y de unos 23 centímetros, calcule rápidamente, aunque ya no importaba si era grande o chica hubiese gozado de igual manera como estaba gozando de todo aquello. Mi corazón no dejaba de galopar, por aquella experiencia que nunca había tenido.

Quite mis ropas dejando mi joven cuerpo desnudo delante de aquel hombre viejo con una poronga ahí nomas de mi, parada  y largando pequeñas gotas de líquido seminal.

Don Juancho me observaba con ojos perversos y brillantes por la calentura obviamente. A él le gustaba lo que veía, yo nunca había pensado que le seria atractivo a los hombres. Nunca me había fijado en mi cuerpo, el viejo me hizo girar despacio y  con mi culo apuntando a él, acaricio mis nalgas, tosió, trago saliva.

__Nunca te han dicho que tienes un culito muy lindo, parecido al de una chica, ohhh si es muy lindo….__ y apretó y pellizco mis nalgas, mi verga en tanto, se ponía más dura, mi cuerpo era todo hormigueo. Metió sus dedos dentro de mis nalgas y rozo levemente mi agujerito, era la primera vez que alguien hacia algo así, temblé, y gemí.

__Ohhh eres virgen, nunca te han tocado así ¿no?__ pregunto aquel viejo ladino

__No, no, pero me gusta tanto…__ dije en un suspiro con la cabeza mareada de pasión y gusto. El viejo entonces hundió un dedo intentando entrar en mi culito cerrado. Mi verga se sacudió mucho mas, vibrando, el viejo dejo el intento y volvió a girarme y esta vez sacudió mi verga, la acaricio, la movió, pajeandome suavemente, dulcemente. Pero de pronto la dejo y se acomodo para que yo volviera a tragar su pedazo que no se movía de lo duro que estaba.

__Ven, cólmelo, despacio, quiero que te tomes mi leche, despacio, ahhh, así, así, abre esa boca, trágalo, así, ¿te gusta bebe?...eres un demonio, no vas a poder vivir sin una verga en la boca, a partir de hoy, será tu vicio chiquillo, corazón, y serás un buen mamador…ohhh siii___ yo tragaba y tragaba, jugaba con aquel pedazo, escuchaba al viejo rumiar y gruñir, se tensaba, y sus músculos parecían a punto de reventar. Llevaba una de mis manos hasta sus bolas para que las tocara, las masajeara, luego me llevaba esa mano a sus pezones erectos, parados, muy duros, me hacia pellizcarlos hasta cierto punto, el viejo gemía fuertemente. Mi boca mamaba, buscando que el viejo estallara y me desbordara. De vez en cuando don Juancho volvía a tratar de entrar en mi trasero con sus dedos, poco a poco notaba que lo estaba logrando. Me iba abriendo aunque en principio no me daba cuenta. Tampoco me di cuenta en aquel primer día en que descubría como me gustarían las pijas, cuando el viejo tenso todo su cuerpo y empezó a llenarme la boca con su leche abundante, chorros interminables, pronto tuve que abrir la boca y dejar escapar los chorros, porque corría el riesgo de ahogarme, con aquella abundante acabada, entre gritos y gruñidos de aquel sabroso viejo, que me estaba enseñado los caminos del placer.

___Ahhh me has hecho acabar como perro, eres muy putita, te gusto la mamada que me diste, lo note, pero dímelo…__ casi pedía el viejo Juancho

__Siii me ha gustado, cuenta leche tenias acumulada…me ha gustado tragar lo que me has dado, no sabes… lo que no sabía era que me gustaría tanto tener una verga en la boca…

__A partir de ahora la vas a necesitar siempre y ni hablar cuando la tragues con tu culito, ven aquí, ven…__ dijo don Juancho y tomando mi cara entre sus manos la acerco a su boca y nos besamos pérfidamente, salvajemente, perdidamente.

Aquel hombre viejo estaba muy necesitado de afecto, de caricias, de relaciones humanas. Mientras nos besábamos chocando nuestras lenguas, el viejo metía dos dedos en mi culito que lanzaba llamas. La poronga de don Juancho todavía semi dormida y gruesa caía sobre unos de sus muslos. Nos fuimos acostando en la cama de aquel viejo lujurioso. Entre caricias, arrumacos, don Juancho me incentivo a que chupara sus pezones, los bese y los lamí, los fui mojando con mi saliva, prontamente note que eso lo volvía loco, porque su tranca empezaba a cobrar vida otra vez. Nuevamente se detuvo con mis pelotas y mi verga que chorreaba jugos casi sin tocarme. Solo pasaba los dedos y yo sentía que acabaría allí mismo, es lo que el viejo don Juancho buscaba, quería hacerme acabar, solo pasaba sus dedos, solo rozaba la cabeza de mi pija, y yo me apretaba mas y mas con mis dientes, mi lengua, mi boca a los pezones del pecho fuerte de aquel macho que me hacia gozar como su hembra.

Largue leche por todos los costados, el viejo del monte sonreía de placer, mis lloriqueos de gozo hacían que su machete creciera furioso otra vez, no creía que yo pudiera poner así a un hombre. Entonces el hombre maduro, el macho, me hizo acostar boca abajo, abrió mis nalgas y con su lengua llego a mi anillo, y allí el mundo cambio para siempre, su lengua escarbo a gusto, se tomo todo el tiempo del mundo, logro abrir mi agujero, escupió varias veces dentro, metió un dedo, allí lo sentí, luego metió otro más, eran dedos gordos, gruesos, mi ser todo palpitaba, tan caliente, tan ardiente, metía su lengua y su nariz en mi ojete que chorreaba baba y calentura por todos los poros. Note que me ponía duro prontamente. Sentía mi verga crecer, la calentura era feroz. Todo me daba vueltas por el placer que sentía, que aquel macho me hacía sentir, su boca parecía meterse dentro de mi culo aun cerrado, sin conocer carne de macho. Mi verga pulsaba, se endurecía, era un fierro caliente, con su lengua de vez en cuando repasaba mis bolas aun cargadas de miel. Don Juancho sabía lo que hacía, me volvía loco, sus chupadas eran feroces, me tenía en cuatro patas, yo estaba entregado, caliente, quería que metiera su pedazo dentro de mí, pero lo que no sabía es que aquello no iba a ocurrir ese día. No sabía que me dejaría calentito, hirviendo como una brasa roja, volcánica, que desearía volver, que mi cabeza casi explotaría deseando el pedazo de aquel macho. Hundió otro dedo mas, haciendo que estallara en leche nuevamente, mordiendo mi nuca y rozando mis nalgas con su pedazo endurecido. Mordiendo mis orejas, poniéndome en un estado de tremenda excitación. De insospechada necesidad de ser penetrado, como ni en sueños húmedos sentí.

El viejo Juancho se apretó contra mis nalgas con su dureza, se restregó en mi cuerpo sacado, apretaba mis pechitos re contra duros, alzados, erguidos, besaba mi cuello. Lo chupaba, ejerciendo presión con su pedazo babeante, era un abrazo poderoso. Sus caricias me volvían loco. Me tenía a sus pies, bajo su pedazo de carne. Hacia todos los movimientos de penetración pero sobre mi piel, sobre mis nalgas, sin siquiera meterse dentro de las nalgas, y de pronto me chorreo de leche. Su semen corrió por mi piel, dejándome al borde del colapso. Se desinflo sobre mi espalda, y luego nos fuimos acomodando uno al lado del otro.

__La verdad que me has hecho muy feliz, hacia tanto que no estaba con un chiquillo como tu…tan caliente y predispuesto…tan lindo y con una cola feroz, muy preciosa…

__A mi me ha gustado…

__Mejor y vas a volver…seguro…lo vas a necesitar…__ pasaron unos minutos y tuve que levantarme de la cama, lavarme un poco, y regresar a casa, porque mis padres se preocuparían y tendría problemas.

Salude a don Juancho con un estridente beso en la boca. El viejo quedo mirándome apoyado desnudo en la puerta. Mi cabeza giraba enloquecida, mi cuerpo caliente. Esa noche soñé con que don Juancho me cogía una y otra vez, entraba en mi culo, me hacia gritar de dolor y de placer.

Esa noche me masturbe dos veces, metiendo mis dedos en mi cola, con un poco de crema entraron fácilmente, además de la calentura tremenda que tenía, me dormí muy tarde, desnudo y alzado.

Un par de días después, regrese al monte. Temblando de calentura y emoción. Quería que don Juancho me hiciera suyo de una vez. No aguantaba más, quería ser poseído por ese macho.

Era la hora de la siesta. Había podido escapar de casa sin ser visto porque se habían ido al club y yo con la excusa de que me sentía mal pude quedarme. Apenas se fue mi familia estaba emprendiendo mi salida al monte.

Llegue a casa de don Juancho, no hacía mucho calor. El sol estaba alto, pero entre los abundantes arboles apenas pasaban los rayos.

Escuche que nada se escuchaba. Todo era silencio. Algunos pájaros sonaban en la tarde acompañadas por chicharras. Golpee suave una vez y espere. Golpee otra vez. Recordé que don Juancho me había dicho que cuando llegara a su casa entrara nomas. Tome el picaporte y abrí. Lo vi despatarrado en la cama, desnudo, con su poderoso mástil en reposo, no pude más que calentarme a mil en minutos. Avance obnubilado por ese pedazo de carne. Me había llevado una crema, además de tener mi ojete ya con crema, preparado, sin ropa interior solo un short y una remera musculosa. Me quite todo velozmente y me acosté al lado de aquel macho que me volaba la cabeza y los sentidos. Acaricie los brazos, y los muslos del macho para luego llegar al pedazo, pasaba los dedos por esa serpiente que enseguida fue cobrando vida. El viejo se movió, pero seguía dormido, tal vez en un sueño. Vi sus pezones y no pude resistir el hecho de empezar a mamar esos gruesos granos calientes. Agarre mas fuerte su verga y con la mano libre empecé a meter un dedo en mi culo sediento y luego otro y luego otro, finalmente don Juancho abrió los ojos y creyó que soñaba, unos momentos no sabía si era realidad o ficción que yo estuviera disfrutando de su cuerpo al rojo vivo.

__Ohh cachorro…eres tu…te dije que volverías por mas…eres un puton rabioso y eso me encanta…__ la boca de don Juancho fue invadida por la mía, mi lengua se metió hasta el fondo, nos babeamos bien babeados, su poronga se despertó totalmente, y la desee adentro de inmediato, el reemplazo mis dedos por los suyos, empecé a gemir y lloriquear como putita, como lo que era, como lo que sería para aquel macho viejo.

Me puso de costado, me puso un poco mas de crema, su garrote hervía y mi cola mucho más, de costado así como estaba llevo su pedazo a mi entrada, sentí la cabezota pujando por entrar, resbalo y di un respingo, un gran dolor me invadió, lloriquee un poco más, el gruñía, la saco, y volvió a intentar, entro más fácil aquella cabezota resbaladiza y grande, luego atravesó otro pliegue de mi túnel, delire de dolor agudo, el seguía dentro de mi empujando, despacio, mordía mi cuello y apretaba mis pezones, mi cabeza daba vueltas, el placer comenzó a llegar poco a poco. Me inflame mas y mas, de vértigo, dolor y sin razón. La poronga seguía su curso, hundiéndose sin remedio en mi cuerpo, poseyéndome, mis gemidos y lloriqueos aumentaban ahora por el placer que significaba estar siendo penetrado de esa forma

__La tienes toda adentro cachorro, putita, ahhh, es tan estrecho y cerrado tu culito, que bien me aprietas, ahhhh___ con voz ronca me decía al oído el macho viejo. Gruñía taladrándome sin piedad.

__Ahhh don Juancho me gusta tanto que me coja, ahhh si si, es tan lindo...

__Gime zorrita…soy tu macho, te voy a coger hasta que ruegues que pare…llora cariño, la tienes toda para ti…ahhh me calientas tanto…te voy a acabar, te voy a llenar el culazo que tienes de leche…__ don  Juancho, el viejo del monte no pudo aguantar mucho tiempo con la leche en sus bolas y me lleno el culo por primera vez, me sentí, completamente satisfecho mientras mi verga lanzaba chorros de semen en las sabanas de la cama. Quedamos abrazados, don Juancho no me sacaba la vergota de mi culo partido, me besaba los hombros y me susurraba cosas sucias al oído, tratándome como la puta que soy.

Al rato su pedazo de carne reacciono  e hizo que lo cabalgara. Aun me dolía el ojete, cuando la metía, pero mi cola, mi agujero se ensanchaba y se estiraba cada vez más. Sin acabar me subió a su pecho y me chupo la pija hasta hacerme acabar entre grititos y lloriqueos de perra que gozaba como loca. Me había convertido en la puta del viejo macho aquel. Luego me siguió cogiendo hasta que me volvió a llenar con su leche abundante.

A partir de aquel día, de aquella tarde al menos iba al monte dos veces  en la semana. El verano ardía. Estaba a pleno y yo estaba enloquecido con aquel garrote que se hundía en mis carnes emputecidas. Soñaba con el viejo, me desvivía por hacerlo gozar.

Mis amigos vieron el extraño cambio que yo había experimentado. Mi hermano también, ya que era parte de la pandilla.

Un atardecer me perdí en el follaje del monte, llegue a la casita del viejo que andaba por su patio desnudo con su pedazo bamboleante, haciendo alarde. Mis babas cayeron al instante, nos saludamos con un breve besito en los labios y prontamente estuve de rodillas mamando aquel pedazo de locos.

Entre las ramas de los arboles casi de noche, mi hermano junto a el flaco Bote y Pepino quedaron absortos viendo lo que yo hacía con aquel macho. Sus cuerpos tan calientes como el mío empezaron a tener raras sensaciones y no pudieron evitar que sus pijas se alzaran y empezaran a tocarse, primero solos y luego entre ellos, mientras veían como yo me comía semejante pedazo.

__No digas nada, no te exaltes pero…ahhh…parece que tenemos publico__ me dijo muy risueño el viejo

__Queeee__ exclame dejando la poronga bambolear y saltar al aire. Mire hacia donde señalo don Juancho. Agucé mi vista que en esos tiempos era muy buena y los vi

__Diles que vengan__ dijo el viejo y mi cabeza exploto de desquicio lujurioso.

Me acerque veloz a ellos y no pudieron escapar

__Hermanito tu, Flaco y Pepino que vergüenza…me han espiado…y creo que les gusto lo que vieron ya que están semi desnudos en el monte, don Juancho quiere conocerlos, vengan putas, vengan que van a gozar…__ me siguieron hasta donde estaba don Juancho sonriendo, desnudo y con su palanca a semi despertar. Se le había aflojado un poco con todo el revuelo de los mirones.

__Ellos son mis amigos Flaco Bote y Pepino y este es mi hermano don Juancho

__Hola, hola, se estaban divirtiendo, son mirones, pero veo que tienen sus vergas alzadas, les gustaba lo que veían… ¿quieren probar lo que su amigo?...no se arrepentirán es más les gustara mucho….__ dijo don Juancho tomando su serpiente y moviéndola de un lado a otro, enseguida fue poniéndose como piedra.

Yo me acerque a mi macho un poco celoso voy a decirlo porque como estaban las cosas sabía que iba a compartirlo.

Acaricie su poronga alzada, goteando líquido gomoso. Estaba muy caliente mi cola volaba. Me quite la ropa delante de todos.

__Vamos amigos desnúdense de una vez…vengan a compartir este bocado…__ les dije y Pepino vino corriendo a la miel, sospechaba de sus inclinaciones pero aquí quedaron demostradas al instante, no dudo en ponerse de rodillas y empezar a besar y lamer la chota de don Juancho que empezó a suspirar levemente mientras se acariciaba sus pezones.

Mi hermanito y el Flaco dudaron un momento, pero pronto cedieron a la tentación de semejante garrote y empezaron a compartir el pedazo generoso de don Juancho, al que le brillaban los ojitos de pervertido. Las bolas del viejo macho eran besadas y mojadas por las bocas hambrientas, yo con la pija como estaca me coloque detrás de don Juancho y hurgue entre sus nalgas hasta meter mi lengua en su agujero, los gritos del macho se hicieron oír, gozaba de manera desquiciada.

No sé cuanto duro todo aquello. Pero pronto don Juancho me ensartó mostrando a todos como me gustaba tener ese pedazo dentro de mi túnel. Dolió mucho menos que la vez primera, mi estuche se estaba acomodando al pedazo de mi macho.

Antes de acabar saco su poronga de mi ojete y los baño a todos los demás con los chorros de semen, todos recibieron una porción de leche, nunca vi a los chicos tan calientes como aquella vez, todos se chuparon entre ellos, se lamieron los culos incluso Flaco en un momento se la metió a mi hermanito y luego a Pepino. Les lleno el culo con su leche, todo se transformo en un bacanal orgiástico y don Juancho fue el promotor de todo aquello.

Volvimos todos los días de aquel verano. A veces uno solo, otras dos, otra los tres y siempre nos fuimos atendidos por aquel semental que fue el viejo del monte.

Hoy paso por el lugar y solo lo veo al monte  en mi imaginación, ya nada existe de todo aquello, el progreso arraso con todo.

Después de aquel verano furioso y caliente todo empezó a cambiar, de un día para el otro don Juancho se fue para siempre de la ciudad y nunca lo volví a ver.

Con nuestros amigos seguimos con distintas aventuras con hombres maduros, pero nada fue igual. El viejo del monte fue único y el que me inicio en mi gusto por los machos maduros.-
Datos del Relato
  • Autor: MARIO
  • Código: 67831
  • Fecha: 02-04-2024
  • Categoría: Gays
  • Media: 9
  • Votos: 1
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  • Lecturas: 2985
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