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El trastero

Hoy toca zafarrancho y como siempre que me pongo a ordenar comienzo por el trastero, lo cual me lleva a preguntarme para que guardo nada allí si al siguiente viaje lo acabare tirando a la basura, en fin cosas del ser humano supongo.



Tras el desayuno me pongo el pantalón de chándal y una camiseta ni siquiera me molesto en ponerme ropa interior, total el trastero esta justo encima de mi piso, malo sería que hubiese de cruzarme con los vecinos.  Me aprovisiono de lo necesario para pasar hay arriba toda la mañana, las llaves, el tabaco, un botellín de agua que en esta época el trastero parece un hervidero. Subo las pocas escaleras que me separan de mi destino, en el piso de los trasteros hay seis puertas, detrás de cada una de ellos están los trasteros de cuatro vecinos, solo una está entornada, el resto permanecen cerradas lo cual parece querer decir que estaré casi solo hay arriba. La puerta entornada es la anterior a la mía por lo que pasando de largo abro la que corresponde accediendo al pasillo en el cual están los cuatro trasteros. Al abrir el correspondiente cuarto una bocanada de aire ardiendo sale de su interior, es como si me hubiesen dado una bofetada, llevaba días sin subir y el calor se ha concentrado de tal modo que se hace irrespirable. Ante esta situación no me decido a traspasar la puerta de entrada y espero unos minutos en el pasillo común fumando el primer cigarrillo del día, el silencio del lugar deja paso a un extraño sonido que no alcanzo a identificar, aguzando el oído voy pasando por las otras tres puertas cerradas esperando averiguar de dónde proviene pero no acierto a averiguar el origen, por momentos el sonido cesa para después volver con más ímpetu si cabe, ahora estoy seguro que sea lo que sea procede de la otra habitación de trasteros, la que encontré abierta al subir.



Saliendo al pasillo me acerco de manera sigilosa (ni yo sé el por qué, que estoy escuchando no pensando en atracar un banco) a la puerta entornada, como suponía los sonidos proceden de su interior, en ese instante procedo a hacer un recuento mental de que vecinos tienen hay su trastero, pero no soy perfecto yo que sé dónde tienen los trasteros los vecinos, en fin el sonido se hace nítido es como una respiración fuerte, pesada, decido llegar al final de esta historia y volver a mis tareas, así que armado de valor entro al cuarto y me dirijo a la puerta del fondo que es la única abierta. La estampa que me encuentro es increíble, taponando la puerta de entrada hay una montonera de cajas, algunas abiertas veo que contienen libros de texto, alzando la vista hacia el interior del trastero veo una silueta femenina dándome la espalda, aun no me ha visto, es lo que tiene ser tan sigiloso, ella es la responsable del sonido en cuestión, resopla como si le fuese la vida en ello. Doy los buenos días tratando de llamar su atención sin matarla de un infarto por asustarla y girándose queda ante mi la visión mas erótica que se pueda imaginar.



Una mujer preciosa con una larga melena morena, que quizás pensando como yo subió al trastero con ropa cómoda pues solo lleva una camisola típica de verano y de estar por casa que le llega a medio muslo. El calor le ha hecho una buena faena pues al sudar dicha prenda ha quedado totalmente pegada a su pecho y a su vientre dejando poco a la imaginación, No la identifico con ninguna cara conocida por lo que doy por sentado que es la nueva vecina del 4ª, tras el flash producido por esta maravillosa visión, me digno a preguntar si está bien, (Jesús esta frase tan simple fue como abrir la caja de pandora) las lágrimas brotaron de esos perfectos ojos negros al instante. El motivo es obvio y está a la vista, las cajas apiladas se cayeron impidiendo a esta preciosa mujer salir del trastero, entre pucheros me hace saber que lleva un par de horas intentando sin éxito apartar las pesadas cajas y salir, la tranquilizo como buenamente puedo, los primero es hidratarla pues para tener así de pegada la camisola ha tenido que perder la mitad del agua corporal, la paso mi botella de agua, pero la distancia que nos separa es mucha y al estirarse y agacharse hacia delante el escote de la camisola se ahueca dejando ante mi atónita mirada el más perfecto par de senos jamás vistos por mí, se ve que al igual que yo decidió dejar la ropa interior en casa. Perdido en su pecho, en esos segundos que duro su exposición me olvide por completo de su situación y mi sexo creció hasta abultar muy considerablemente la tela liviana de mi chándal, al levantar la vista tras dejar mi botella en sus manos descubrí sus ojos clavados en mi incomoda erección, apurado por la situación decidí enfriar el ambiente y le dije que se sentase al fondo sobre una de las cajas mientras yo apartaba las que impedían su salida. Poco a poco fui haciendo nuevas torres con todas las cajas que iba levantando, al finalizar mi tarea solo que en trastero ajeno quede al fin a un metro escaso de mi dulce visión, que me miraba atentamente de arriba abajo deteniéndose en mis partes nobles, donde la erección no había disminuido un ápice pese a haber movido quien sabe los kilos de libros que esta mujer tenía en el trastero.



Nuestras miradas se cruzaron y quedaron fusionadas, cuando pensaba algo ocurrente para despedirme y salir de allí como alma que lleva el diablo fue ella la que hablo.



—Gracias estaba desesperada, soy claustrofóbica y ya me faltaba el aire, Me llamo Mosi y soy la nueva vecina del cuarto.



Tras la presentación hablamos unos instantes de cosas banales, instantes suficientes para que la erección que abultaba mi pantalón, desapareciese, hecho que al parecer ella también percibió, pues de sus encantadores labios salió una frase que no esperaba oír.



—Parece que ya te relajaste tras el esfuerzo.



Frase hecha señalando mi entrepierna y logrando sacarme los colores por lo inesperada, echo que le hizo gracia a Mosi pues estallo en carcajadas al tiempo que sentada como estaba abría sus piernas en un ángulo increíble dejando ante mi atónita mirada la perfección de sus muslos abiertos y ascendiendo hasta el vértice de los mismos apreciar un sexo perfectamente depilado cuyos labios parecían decir bésame. Encontrarme ese tesoro ante mis ojos hizo que mi sexo nuevamente se desplegase esta vez aun con mayor intensidad, esta desconocida ya me había proporcionado dos erecciones en una sola mañana. Ella se apercibió de la nueva situación de mi sexo pues dejando de reír cogió entre sus manos los bordes inferiores de su camisola agitándolos intentando darse aire con el vuelo de la prenda dejando ver ahora si ahora no un pubis totalmente rasurado y hasta su ombligo tal era la efusividad de sus movimientos.



—Parece que vuelve a hacer demasiado calor —dijo Mosi, esta vez la risa dejo paso a un gesto sumamente erótico cuando paso su lengua por sus labios, con una mirada picara y un gesto con la mano me invito a acercarme, lentamente paso a paso llegue hasta ella quien mirándome a los ojos me pregunto si se me ocurría como podría ella agradecerme el haberla sacado de su prisión.



Vaya si sabía cómo podía agradecerme, pero todo lo ocurrido me había dejado mudo, me cogió de mi mano y de un leve tirón me situó en medio de sus piernas abiertas, al dejar de abanicarse había dejado la prenda subida de tal modo que su sexo quedaba completamente a mi vista, la erección encerrada en mis pantalones se tornaba dolorosa y cual medico con su paciente ella procedió a bajarme lentamente el pantalón lo suficiente para que mi sexo saliera como un resorte del pantalón quedando a escasos centímetros de su aterciopelada boca, incluso creí notar su aliento cuando tomando mi mimbro en su mano retiro lentamente la piel que cubre su cabeza dejando a su vista la humedad que brotaba del glande fruto de la excitación del momento. Sin dejar de mirarme a los ojos y sin mediar más palabras se inclinó levemente haciendo desaparecer mi sexo en la boca más cálida que jamás este haya visitado, su lengua parecía envolver todo el glande pasando por el frenillo donde hizo una leve parada para una vez que cogió aire introducirse en su totalidad mi sexo en su boca, dándome el mejor sexo oral jamás experimentado hasta la fecha. En cada entrada de mi erecto sexo en su boca alcanzaba mayor profundidad, llegando al fondo de su garganta.  Mientas disfrutaba de este placer sin igual mi mano se adentró entre sus muslos hasta llegar a los labios inflamados de su sexo, tras acariciarlos y sentir su calor los abrí con mis dedos y pude jugar con su húmedo interior, penetrando con dos de mis dedos tan profundamente como pude, ella tenía los ojos en blanco presa del momento y del trabajo de mis dedos profanando tan húmeda hendidura y excitando un clítoris bastante desarrollado cosa que me encanto aún más si cabe. Todo en ella era perfecto, no estaría soñando.



No, no era un sueño, la mano que tenía libre la coloco en la base de mi sexo cubriendo con ella al mismo tiempo los testículos, que inflamados y a punto de expulsar su carga agradecieron sus caricias.  Quizás notando lo próximo de mi orgasmo, quizás notando la proximidad del suyo saco mi sexo de su boca, un hilo de saliva quedo suspendido de mi sexo, de un tirón bajo mis pantalones hasta los pies para después sacármelos, levantándose me hizo ocupar su lugar y tras sacarse la camisola y dándome la espalda procedió a sentarse sobre mí, con su mano dirigió mi erección contra los labios abiertos cual flor de su sexo ávido de recibirme para de un solo empujón penetrarse profundamente hasta hacer chocar sus nalgas divinas con mi pubis. Sus fluidos corrían por mi sexo empapándome de ella, el aroma del sexo mezclado con el calor me asfixiaba, sus fuertes contracciones que apretaban el tallo de mi sexo me hicieron participe de su orgasmo, cabalgándome cual amazona estallo en gemidos inundándome aún más si cabe, corriéndose con una violencia por mi desconocida. No por ello dejo de subir y bajar adherida a mi sexo, es como si ese orgasmo hubiera sido el preludio de otros muchos, cortos, pero igual de intensos. Al fin atrape entre mis manos sus magníficos pechos, y pude acariciar la dureza de sus pezones, hecho que la produjo un nuevo estertor y un orgasmo final que si los anteriores me habían sorprendido este me dejo atónito pues fue tal la cantidad de flujo que salió de su sexo que me inundo y ese flujo ardiente me hizo estallar en un orgasmo como nunca antes, mi sexo comenzó a latir y cuatro potentes estallidos llenaron de semen su rosado interior…



Creo que de ahora en adelante me haré adicto a colocar trasteros.


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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