~~Hacía
algún tiempo que mantenía una relación con un
compañero de trabajo pero de otra ciudad. Nos veíamos,
bien cuando él venía aquí, bien cuando yo tenía
que ir a su ciudad.
En este caso era yo la que viajaba, era un viaje de negocios así
que me habían reservado avión y hotel a través
de la empresa. Nada
más llegar fui a resolver los asuntos que me habían
llevado allí en principio, y luego me fui al hotel. Habíamos
quedado allí, pero sin plan fijo. Así que me limité
a ponerme cómoda y esperar a que viniera.
Pasó un rato en el que me debí quedar dormida, hasta
que picaron a la puerta de la habitación. Cuando entró,
tras cerrar la puerta, nos besamos allí mismo apasionadamente.
Venía cansado, después de la tensión del duro
día laboral, así que decidimos pedir algo para cenar
en la habitación y pasar tranquilamente la velada allí.
Le
preparé el baño para que se relajara, un baño
espumoso y con sales, y mientras el se quedaba en la bañera,
yo esperé a que trajeran la cena fría que habíamos
pedido.
Una vez que subieron la cena a la habitación, fui hacia el
cuarto de baño, con dos copas de cava, ofreciéndole
una y dejando la otra apoyada en el mármol de la bañera.
Me desnude y me metí en la bañera. Me
estiré apoyando mi espalda contra su pecho, sus piernas rodeando
las mías, sus brazos alrededor de mi cuerpo. Así nos
quedamos un rato, con los ojos cerrados, disfrutando del relax, hasta
que noté sus manos acariciando mis pechos, dibujando círculos
alrededor de mis pezones. Inmediatamente mis pezones reaccionaron
endureciéndose. Él mojó su dedo en el cava y
lo pasó por mis labios, a lo que respondí lamiéndolo
suavemente. Pero
pasó algo inusitado, no nos habíamos dado cuenta de
cerrar el agua, y primero la espuma y luego el agua de la bañera
empezaron a desbordarse y a caer hacia el suelo. Nos miramos, y todavía
algo confusos ambos nos pusimos a reír, saliendo de la bañera,
e intentando que el desastre no llegara a más cerrando el agua
y recogiendo la que había caído con una toalla. Después
nos secamos, yo me puse una bata y el una toalla alrededor de su cintura,
y pensamos que lo mejor era cenar. Nos
fuimos hacia el carro donde nos habían dejado la cena y lo
llevamos hacia un sofá que había al fondo de la habitación.
Y aun riendo por el percance de la bañera nos pusimos a cenar.
No tardamos mucho, y después me dijo si aquella noche le quería
complacer. Le dije que sí sin pensarlo un momento. Se
levantó y cogiendo mi mano me ayudó a levantarme, tirando
de mí suavemente hacia la cama. Me pidió que me tumbara,
y sacó algo de su chaqueta que dejó en la mesita. Me
besó dulcemente mientras me quitaba la bata, y cuando me quise
dar cuenta, ataba mis manos con unas tiras de gasa que era lo que
había sacado de su chaqueta. El
solo echo de estar allí, atada, desnuda ante él, me
excitó. Se levantó y trajo una copa de cava, dejando
caer el dorado líquido por mis labios, y seguidamente bebiendo
de mí. El roce de sus labios me hizo estremecer. Él
volvió a levantar la copa y dejó caer cava está
vez sobre mis pechos. El contacto del frío líquido con
mi piel me hizo temblar, pero antes de que me pudiera quejar o pensar
su lengua estaba lamiendo mis pezones, y esta vez temblé pero
no de frío. Aquellas caricias por supuesto me gustaban, pero
en aquella situación, atada, sin poder devolverle sus caricias,
sin poder moverme o guiarle, todavía me resultaban más
excitantes. Él
no paró, esta vez dejó caer lo poco que quedaba de cava
en la copa justo en mi vientre. El líquido empezó a
deslizarse hacia mis ingles. El recorrido era rápido, yo notaba
como se acercaba a mi vello, y cuanto menos espacio quedaba, aún
menos quería que hubiera. Pero antes de que pudiera seguir
pensando, noté como sus labios recorrían el camino desde
mi vientre donde había empezado a caer el cava, bajando hasta
llegar a mi raja. Noté como su lengua se habría camino
entre mis piernas que hasta aquel momento permanecían cerradas.
Las abrí justo en el momento que su lengua empezaba a moverse
arriba y abajo por mis labios. Me habría encantado apretar
su cabeza contra mí, pero estaba atada y aquello todavía
me ponía más cachonda. Su lengua, serpenteaba en mi
coño, húmedo por el deseo, notaba como introducía
su lengua en mi vagina. mmmm. . como volvía a salir para
recorrer de arriba abajo mi sexo, desde mi vello hasta mi culo. Él
sabía como me tenía, estaba a su merced, sin poder moverme,
sin poder dominar mi placer. En
ese momento subió hacia la cabecera rozando todo mi cuerpo
a su paso con su polla. Acarició mi vientre, llegando a uno
de mis pezones, y frotándose contra el. Aquello era más
de lo que yo podía aguantar, tenía su polla en mi teta,
pero yo la quería en mi boca. Se lo dije, pero él parecía
no oírme, se deleitaba, rozando suavemente mi pezón.
Hasta que pude notar como su pene se dirigía hacia mi canalillo
y subía por mi cuello. Allí estaba, me había
oído, llegaba mi recompensa. Pero antes de que pudiera reaccionar,
noté su mano jugueteando en mi clítoris. Mmmm. lo
frotaba, lo apretaba, y yo era puro fuego. Había cerrado los
ojos para disfrutar de aquella nueva caricia, cuando note ligeramente
la humedad de su capullo en mis labios. Aquello fue increíble.
Seguí con los ojos cerrados, esperando el momento en que su
polla entrara en mi boca, pero seguía notando un suave roce,
así que abrí la boca y saque mi lengua. Empecé
a lamer, ansiosa, igual que si chupara un helado, noté como
mi coño ardía por aquel nuevo placer y por las continuas
caricias de su dedo sobre mi clítoris, noté también
como su polla endurecía al contacto de mi lengua.
Aquella sensación de no poder meter toda su verga en mi boca
era increíble. Intentaba tirar todo lo que podía de
mis ataduras para llegar más, pero lo único que conseguía
era seguir lamiendo su capullo con mi lengua. Notaba por su dureza
que él estaba tan excitado como yo. Tanto
que no tardó en estar metiendo su dura polla en mi mojado coño.
Había sido una embestida sin piedad. Pero a esas alturas ya
no había contemplaciones. Los dos estábamos completamente
entregados al placer. Le rodeé con mis piernas su cintura,
para atraerlo, no dejarlo escapar, y mi respuesta fue rápida,
ya que en ese mismo momento me corrí. Pero él seguía
moviéndose, haciendo que mi cuerpo deseara más todavía.
Me cogió los pies y los levantó poniéndolos encima
de sus hombros.Así todavía notaba mas como su polla
se clavaba en el interior de mi vagina. Mi cuerpo temblaba, anunciando
que no tardaría en volver a explotar. Los dos gemíamos,
y nos movíamos. Hasta que en el mismo momento en que yo le
decía que me volvía a correr él sacó su
polla y noté como su leche caliente caía sobre mis tetas.
Me vino a la mente, el momento en el que había dejado caer
el cava ahí mismo, y yo había notado la frialdad del
líquido. Ahora todo era calor; el calor y fuego de mi cuerpo,
el calor que notaba que recorría su cuerpo, y la calidez de
su valioso líquido pegajoso mojando mis tetas. Subió
hasta la cabecera para desatarme, mientras su polla quedaba a la altura
de mi boca, cosa que no desperdicié, abriéndola y atrapándola,
notando su relajación por la eyaculación, pero aun así
notando como el contacto de mi boca le hacia estremecer. Una vez desatada,
se acercó y nos dimos un largo beso. Tuvimos
que volver a ducharnos, para después acostarnos desnudos, y
descansando abrazados, nuestros pies entrelazados, caer en un profundo