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El tocador de música

El tocador de música

Hermosa canción escuche parado en medio de la sala. Los gritos dispersos retumbaban toda la casa y se estrellaban entre las paredes. Cada canción seguida por el sonido.
- Supongo que pronto callara – dije.

¡Atención!! Alguien toca la puerta.

¿Pero quién es este que elige tiempo de amor para ir de visita? ¿Y por que no usa el llamador en vez de producir ese desagradable sonido? Pero déjemelo pasar. Ah aquí viene.

- Buen día señor - dije - Hermosa canción.

- ¿Hermosa? ¡Terrible!
- ¿Esta angustiado el señor? Le ruego tome asiento junto al tocador de música.
- Por nada del mundo.

El extraño estaba en el centro de la sala. Sus ojos hundidos estaban rodeados por enorme ojera y bastante retirado del tocador.

- Señor – dije - Tengo el honor de recibirlo en casa le ruego tome asiento junto al tocador de música quiero que escuche el sonido. Le agradara. Tengo que agradecer su visita en casa. Escuche el tocador señor esta sonando.
Mientras hablaba el extraño me miraba con angustia y dolor.
- Vamos señor, siéntese necesita escuchar música. ¿Que le pasa?
Coloque dos sillas junto al tocador para que escuchara con mas claridad el sonido pero sin hacer caso a mi solicitud y siempre de pie en medio de la sala el extraño me mira y dice.
- Señor disculpe pero en vez de aceptar su invitación a sentarme junto al tocador yo le advierto que lo mejor que puede hacer usted es aceptar la mía y pararse a mi lado junto a mi soledad.
- Señor Júpiter – dije – escuchando el sonido que tocaba el tocador. Estoy mejor que bien en este lugar.
- ¿Entonces usted es completamente ignorante para no saber que la parte mas odiada de su tocador de música son las bocinas?
- En efecto – respondí – alejándome un poco mas del desconocido.

El señor tenia el rostro de angustia por lo que mostro satisfacción al explicar el éxito de su advertencia. Tiempo después volví acércame al tocador y me pare en atención orgullosamente.
- En nombre de Dios – dijo el desconocido – Aléjese del tocador. ¿no sabe que el circuito eléctrico puede interrumpirse? Apague el tocador de música ¡se lo ruego! ¡se lo suplico!
- ¡Júpiter! – exclame –No recibo órdenes de extraño en mi propia casa.
- Usted esta enfermo – Dijo – y no me llame por ese nombre.

- ¿De donde viene? Si busca el refugio de mi tocador, bienvenido pero si viene por algún negocio dígalo abiertamente. ¿Quién es usted?
- Soy un infeliz – dijo el extraño - mi especialidad es ser humillado por todos. ¿lo ha invadido la angustia alguna vez? La música no se detiene ante nada. No se existe el dolor.

- Hábleme de su origen señor.
- Viajo por todo el mundo en busca de sonido - dijo- Tiene usted un tocador maravilloso.
- ¿Como podría yo dejar de escucharlo?

- El toma corriente no. El sonido.
- ¿De que le sirve viajar por todo el mundo? – pregunte.
- Necesito el tocador de música pero para eso tiene que desconectarlo del flujo eléctrico.

- No se moleste señor, ese sonido es bastante fuerte como para ser escuchado por todo.
- Mi tocador se escucha mejor es único y verdadero ¡obsérvelo! Podemos cambiar.
- Su grandeza me lude Júpiter.
- La música se vuelve afónica, el sonido se acerca más al cuerpo y al alma.
- ¿Que hace? – dije al ver el desconocido dirigiéndose a la puerta trasera.

- ¡Ahí esta! – exclamo - a meno de un kilometro en algún sitio de ese bosque esta el objeto que me condujo hasta aquí.
- El bosque - dije- ¿Vino usted hasta mí a través del bosque?

- Es música – dijo el extraño.
- Debería ser medico, sin embargo es usted cobarde y miedoso.
- En efecto – dijo el extraño en medio de angustia. Soy especialista en sonido. Observe mi tocador podemos cambiar.
- Hermoso – dije - hasta me atrevo arrebatárselo.
- ¿Entonces por que no me presta el suyo? – dijo el extraño.

- ¿razones?- pregunte.

- Escuche las canciones. las paredes tiemblan. La casa. La casa. Acérquese a mí.
- ¿Razone? – volví a preguntar.
- Acérquese por favor – dijo el extraño.
- Señor Júpiter sea bueno y dígame cuales son las razones para considerar esta sala un lugar de amor. Precisamente ese lugar donde esta usted parado en atención.
Recuerdo que mi tocador tocaba con fuerza la música que considero cristiana mientras que el extraño angustiado replico.
- Su casa es una casa de amor. De manera que si camino más escuchare su tocador de música más fuerte -Y recuerde- prosiguió el extraño - este tipo de sonido atraviesa la tierra. ¿comprende? Venga desconecte el flujo eléctrico del tocador de música.
- Usted me ha inspirado confianza- dije al extraño.

- ¿Que ha dicho?
- Dijo que a veces el sonido atraviesa la tierra.
- En efecto – dijo el extraño- Es medicina para los enfermos.

- ¿Medicina para los enfermo? - pregunte.
- Escúchela una y otra vez. Me angustia.
- ¡Canalla! ¡Impío! -Dije al extraño mientras su rostro se desvanecía en medio de la sala. Solo quiere escuchar aquellos que no puede escuchar.
Su rostro amenazante ennegreció. Las ojeras se agrandaron alrededor de su ojo. Se arrojo sobre mí llevando sus manos a sus oídos. Los partí en tres, lo tire al piso, lo pise. Pero a pesar de haberlo cortado en tres pedazos todavía habita esta tierra continua escuchando y mirando tiempos de amor.
Datos del Relato
  • Categoría: Sadomaso
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