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~Fue cuando Efraín comenzó a reírse, y me dijo. No te creas que me he olvidado de tu cumpleaños, lo que sucede, es que te tengo una sorpresa, y si adivinas lo que es más rápido te la doy. Yo comencé a nombrar una gran lista de cosas, y nada que acertaba, hasta que mi marido, me dijo. Te voy a ayudar, es algo que tú siempre has anhelado, y que en ocasiones se te ha escapado el decírmelo. Es algo vivo, y no es de aquí, digo de nuestro país, ni de ninguna parte de Europa.
Al escucharlo darme todas esas pistas, lo único que se me vino a mente fue, un negro. Si un negro, y no es que yo sea racista, ni nada por el estilo, pero desde hace tiempo, he tenido la fantasía de acostarme con un negro africano. Quizás por lo mucho que hablan de ellos, quizás por lo exótico, pero lo más probable es que sea que siempre he escuchado que todos tienen unas tremendas vergas, aparte de que son incansables.
Seguramente se sorprenderán al ver lo que yo escribo, pero la relación entre mi marido y yo es bien abierta, tanto que no tan solo sé que en ocasiones a Efraín le gusta serme infiel, pero no con mujeres, sino con otros hombres, asumiendo una pasiva posición. Quizás para otras mujeres, eso sea aparte de escandaloso, también sea algo sumamente sucio, indecente, peligroso. Por aquello de las enfermedades, y extremadamente pervertido. Pero como yo no puedo tener hijos, de alguna manera me debo divertir, ya que yo también por mi parte le soy infiel, pero con ambos sexos.
Además mi marido me cuenta con lujo de detalles todo lo que le hacen de la misma manera que yo se lo cuento a él. Pero regresando al momento en que yo trataba de adivinar cuál era mi regalo, y le dije que era un negro, Efraín mostró una gran sonrisa de triunfo. Y levantándose de la mesa salió hasta la puerta principal, y tras abrirla dejó entrar a un fornido hombre negro, de simpático rostro, y corpulento cuerpo. Al verlo me quedé asombrada, no pensé jamás que mi esposo pusiera mucha atención a las fantasías mías.
No es por nada, pero yo soy blanca, rubia de ojos azules, así que se podrán imaginar la cara de sorpresa cuando vi que ese enorme tipo, atravesaba la sala dirigiéndose de manera bien resuelta hacia mí. Efraín se medio hizo a un lado y me dijo, es todo tuyo, has con él lo que tú gustes. Yo de verdad no lo podía creer, y en medio de mi alegría, de momento como que me provocó tener la verga de ese tipo dentro de mi boca, por lo que de inmediato, le solté el pantalón y se lo bajé frente a mi esposo, quien no dejaba de verme reflejando una gran alegría en su rostro.
Lo cierto es que aquel tipo cargaba entre sus piernas un buen pedazo de carne, como dice mi marido cuando se refiere a los que lo penetran a él. Yo que no me había dado ni un trago esa noche me sentí como borracha pero de sexo, por lo que apenas pude dirigí mi boca a su morado glande, y sin misericordia alguna me dediqué a mamar aquella venosa verga que mi esposo me había traído, para mi solita.
Por un buen y largo rato me di gusto chupa que chupa, mama, que mama, hasta que ese sabroso cosquilleo que en ocasiones siento entre mis piernas comenzó a hacerse presente. Fue cuando retirando esa sabrosa verga de mi boca le dije a su dueño, que deseaba quitarme toda la ropa. Y en el mismo comedor donde nos encontrábamos apenas terminé de desnudarme por completo, él se paró frente a mí, y me enterró divinamente por mi coño su tremenda verga.
Quizás yo estaba más que excitada, pero me pareció que era la verga más sabrosa que nunca antes mi coño hubiera probado, y lo mejor de todo era que ese tipo era incansable. Seguimos y seguimos, hasta que yo no pudiendo aguantar más disfruté de un salvaje orgasmo, como hacía mucho tiempo no disfrutaba.
En cierto momento pensé que ya todo había terminado, pero me equivoqué, ya que mi amante de regalo, separó mis piernas, y sin importarle que su semen brotaba de mi coño, se dedicó a darme una insólita mamada. La que disfruté como una verdadera loca. Yo entre todas las cosas que me hizo, creo que la que más disfruté fue la sabrosa mamada de coño que me dio, ya después que él se retiró, mi esposo me ayudó a llegar tal y como estaba a nuestra cama, y apenas me acostó boca abajo, lo sentí como de manera viciosa me penetró por el culo.
Desde ahora voy a comenzar a decirle a mi marido que tengo la fantasía de acostarme con dos o tres hombres a la vez, a ver qué pasa en mi próximo cumpleaños…
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