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~En clase, todo el mundo se quejaba de lo mismo. Roberto, el repetidor, nos tenía a todos más que hartos de su chulería y de esos aires de superioridad con los que se paseaba delante de nosotros.
Cuando formaba parte del equipo contrario era fácil que te terminaras llevando alguna patada en la espinilla, el profesor de gimnasia solía hacer caso omiso o “no darse cuenta del incidente”, por lo que acababas como mínimo cojo.
Otras veces te llevabas alguna colleja solo por el mero hecho de haberlo mirado o haberle dicho que opinabas algo diferente a lo que él pensaba.
Debido a este comportamiento en la clase carecía de amigos, pero eso a él no parecía importarle mucho, disfrutaba mucho más haciéndonos la vida imposible a todos.
Durante el recreo acordamos en ir a darle las quejas al director pero este nos hizo casi el mismo caso que nos hacía nuestro profesor de gimnasia. Mientras las collejas o los tortazos fueran dados fuera del instituto ellos no podían actuar y cuando sí se producían en el interior del centro, nunca estaban mirando en ese momento.
No sé cómo tuve el coraje de ir a dar las quejas directamente a sus padres, pero alguien de nosotros tenía que hacerlo. Vivía en la misma urbanización que yo, a unos cinco adosados de mi casa, en la hilera de dúplex que había justo detrás de mi calle.
Después de tocar al timbre esperé pacientemente a que abrieran y al no obtener resultado volví a hacerlo sonar solo para cerciorarme que no había nadie con quien desahogarme.
Estaba a punto de darme la vuelta cabizbajo cuando la puerta principal del adosado se abrió y apareció el padre de Roberto poniéndose una sudadera.
-Hola, …¿Querías algo?
Era evidente en la expresión de su cara que lo había molestado en lo que fuera que estuviera haciendo, pero decidí que o era en ese momento o nadie le pararía los pies a ese subnormal que tenía por hijo.
-Hola, … vengo por Roberto.
-No, … mi hijo, no está aquí ahora… Tu eres el vecino que vive detrás de nosotros, …¿verdad?
-Sí, sí,… ya sé que no está Roberto. Verá,… es que quiero hablarles de él… No sé si me entiende.
-No,… no te entiendo, pero pasa anda.
Me esperó pacientemente en el porche del adosado mientras yo atravesaba el pequeño patio exterior. Lo miré durante unos segundos y encontré en su gesto una sonrisa agradable, al contrario que su hijo, que siempre me miraba con la misma cara de asco.
-Tú dirás-me dijo mientras cruzaba los brazos al llegar a su altura.
No esperaba eso y por lo menos hubiera deseado que al menos me invitara a entrar en su casa, pero por lo visto mi presencia allí seguía incomodándolo.
-¿No podemos hablar dentro?... Me gustaría hablar con su mujer también sobre este tema en cuestión… Además… ¡No me gustaría que Roberto supiera que he hablado con ustedes dos, y si me ve aquí,… bueno … se enfadaría mucho mas …no sé si me entiende!
-Sigo sin entenderte… pero vamos pasa.
Me senté donde me indicó, un pequeño sillón que quedaba a un lateral de una tele en la que aparecía congelada la imagen, tenía toda la pinta de ser de una película porno.
“¡Ahora tenía claro por qué había estado tan reticente a dejarme pasar!”
-Espero que no te importe,… estaba relajándome un poco después de un duro día de trabajo- Al sentarse en el sofá se recolocó la polla bajo el chándal.
En ese preciso instante me di cuenta de que no debía de llevar ropa interior bajo el mismo y que en ese momento tenía un pronunciado bulto bajo el raido chándal.
-¿Su mujer no está?...-Pregunté confuso.
-Noooooo- Me dijo mientras me miraba algo molesto
-Es que también quiero hablar con ella sobre este mismo tema…Si quiere puedo volver más tarde.- Me atreví a argumentar al ver que en ese preciso instante no era del todo bien recibido en esa casa.
-Sí, si quieres puedes esperar a que se canse de follar con el tío por el que nos ha dejado y … a que yo me reconcilie con ella. Entonces te aviso gustoso para que te pases otro día y lo vamos hablando los tres juntitos.
-No sabía que se hubieran separado- Dije yo con una cara que no le daba lugar a dudas de que no le estaba mintiendo.
-¡Se fue con otro hace un año y medio, asi que ya lo sabes!- Me contesto él mientras agarraba el mando del video y le daba al Play, para dejar que la película siguiera su curso.-¡Una buena puta, esta hecha si señor!
Dudé, si en esos momentos con ese último comentario,me hablaba de su esposa o de la imagen del televisor
En la pantalla apareció la imagen de una tía que agarraba un pollón descomunal. Intentaba metérselo en la boca para mamarlo mientras cabalgaba a otro tío que tumbado debajo de ella y con el rabo bien enchufado dentro de su coño no dejaba de gritar.
Se incorporó un poco para coger una lata de cerveza que había sobre la mesa, la tenía a medias y sobre está aparecerían unas dos o tres latas mas arrugadas y seguramente consumidas antes de que yo llegara.
-Lo siento,… si le he importunado me voy- Le dije mientras miraba de reojo a unos calzoncillos que había tirados sobre la mesa.
Estaban usados y era evidente que debían de ser los que ese hombre debía haber llevado puestos antes de empezar a “relajarse un poco” y que con las prisas al vestirse los había dejado olvidados allí.
-No, no te preocupes. Si ya estaba a punto de terminar de ver la peli, un poco más y me enganchas con toda la mano llena de lefa.
Mis ojos no se podían apartar del televisor donde esa tía gozaba o por lo menos fingía bastante bien. Se esmeraba en hacernos creer a los dos que le estaban pegando el polvo de su vida.
-Y bien… ¿qué era eso tan importante que querías decirme de mi hijo?
Era imposible no mirar a la pantalla, por eso comencé a hablar sin prestarle atención al padre de Roberto ni a su puta madre si es que en ese momento hubiera decidido entrar en el salón para ver si todavía su querido esposo estaba dispuesto a perdonarla después de haberse ido con otro.
-Es que verá… he venido a verle porque ya no sabemos a quién acudir. Roberto se mete con nosotros,… no para de decirnos cosas y algunas veces nos pega alguna colleja o algún empujón en el pasillo.
Hablaba sin la consistencia y la seguridad con la que lo había ensayado todo de camino hasta esa casa, pero es que las imágenes del televisor me habían descolocado por completo.
-¿Y qué quieres que haga yo?-Me preguntó mientras hablaba con la voz algo entrecortada.
Al mirarlo me lo encontré con los pantalones del chándal bajados hasta las rodillas y con un enorme pollón en la mano. El muy cabrón se había puesto a cascarse la paja conmigo allí presente.
Me volvió a descolocar y sin poder apartar los ojos de esa polla,… volví a decirle.- ¡Ya se lo he dicho quiero que hable con él, para que no nos moleste más!
Se había subido un poco la sudadera dejando que esa marcada y prieta barriga llena de vello quedara también al descubierto ante mis ávidos ojos. Me lo hubiera comido enterito allí mismo de no haber ido a lo que había ido.
-Apenas hablo con él,… y discutimos mucho. Ya sabes todos los adolescentes os comportáis igual. No creo que pueda ayudarte mucho- Me dijo mientras se la machaba con lentitud.
Esta vez sus ojos ya no estaban fijos en la pantalla, me estaba mirando a mí. Era como si esa paja que se estaba haciendo en el sofá de su casa me la estuviera dedicando.
-Entonces si no puede hacer nada será mejor que me vaya- Le dije yo sin querer levantarme todavía. Era la primera vez que veía en directo y totalmente lista para la acción una polla que no fuera la mía, por eso no quería irme aún.
Por suerte para mi ese semental pajillero que tenía a mi lado tampoco lo quería.
- Tiene que ser algo muy grave como para que te atrevas a venir hasta mi casa en lugar de ir a contárselo a los profesores.
-Es que a ellos ya se lo he contado pero no me hacen ni caso-Le reproché sin darme ni cuenta de cómo instintivamente me recolocaba mi propia polla ya bien dura bajo mi pantalón.
-¿Os… insulta?
-Si, si a todas horas. A mí no para de decirme cosas
-¿Qué cosas te dice?
-Ya sabe, señor, tonterías. Cosas de niños.
-No, no lo sé. ¿Has venido a contármelo? …Ya que estas aquí podrías decírmelo todo. ¿A ti que te dice?
-Tonterías.
-¿Quéeeeeee tonterías?-Me volvió a insistir.
-Me dice que soy un marica y un comepollas.- Agaché la cabeza muerto de vergüenza. Posiblemente el dirigirme a ese hombre de esa forma contándole lo que su hijo me decía, no había sido tan buena idea como pensaba desde un principio.
-¿Y lo eres?- Me preguntó mientras se soltaba el rabo y se quedaba mirándome fijamente. Con sus manos tiro de sus huevos hacía delante y la enorme polla fue arrastrada en esa dirección. El grueso y rojizo capullo me apuntó durante unos segundos de forma acusadora.
-No, no lo soy.- Le dije totalmente indignado.
-¿Alguna vez te has comido una polla?-Me miró divertido
-Nuuuuuncaaaaaaa- grité
-¿Entonces como puedes estar tan seguro de que no lo eres? …
-Porque lo se-Le dije mientras bajaba de nuevo la cabeza. Llevaba ya un rato sin apartar la vista de la enorme polla que calzaba ese tío y había llegado hasta a salivar.
-¿Te gustaría probar… con alguna?
-No, no, ...
-Como quieras pero mientras no lo pruebes ni tu, ... ni mi hijo podréis estar seguros de que no eres un comepollas
Se incorporó de un salto y esa dura y enorme polla vibró y danzó en el aire impregnando todavía más el ambiente con un intenso olor a macho. Se había levantado para agarrar un rollo de papel higiénico que había justo detrás de mí, en una estantería llena de libros que hasta esos momentos estaba a mis espaldas.
Tampoco le presté mucha atención al mueble porque en ningún momento mis ojos se apartaron de ese bamboleante nabo. El enorme peso de la sangre que lo alimentaba hacía que este se viera obligado a caer hacía abajo, pero el tronco de esa polla se resistía a dejarse vencer por la ley de la gravedad, vibró un par de veces, alzándose en el aire. A escasos veinte centímetros de mi boca, que abierta de par en par no salía de su asombro.
-No, … yo no quiero ...comer...pollas- Titubeé a decir
Realmente existían las pollas del mismo tamaño de las que salen en las películas. Esas con las que tanto me la había machacado fantaseando con que podría tocarlas, agarrarlas y hasta lamerlas de la misma forma en la que lo hacían las mujeres que se desencajaban la boca al intentar tragárselas.
-Así que has venido a verme porque Roberto te dice comepollas y marica
-Me dice esas cosas,… pero yo no lo soy.
-Entonces ... ¿Porqué me miras con esa cara de salido al rabo?
- Es muy grande, solo es eso-Le dije mientras me ponía aun mas rojo
-Pues, ... es toda una pena... porque con lo cachondo que estoy ahora mismo podía dejar que me la comieras un rato y … nadie… salvo nosotros dos solos …tendría porque enterarse.
-Es que yo no.
-Venga, chaval …¿de qué tienes miedo?...Puedes agarrármela le das un par de lametones y si no te gusta lo dejas.
Alcé la vista y me quede mirándolo. En una mano tenía el rollo de papel higiénico y en la otra se agarraba esa polla, descapullándola dejando que un hilillo de presemen se asomara en la punta de ese enorme y grueso capullo
No hice más que hacer un gesto afirmativo con la cabeza y antes de que pudiera darme cuenta ya tenía a esa enorme polla rozándome los labios.
Mis manos permanecían sobre mis piernas apretándomelas de forma nerviosa. Me empezaban a sudar cuando tenía a un adulto cerca y este hombre estaba más aun de lo que el recato le permitiría estar.
Ese chorreante nabo babeaba a escasos centímetros de mi abierta boca, cuando me la sacó después de un par de interminables segundos.
-¿Qué tal?- Me preguntó
-Bien.-Le contesté mirándolo fijamente a la cara. Ninguno de los dos éramos conscientes de que el vicio no nos dejaba pensar con claridad.
-¿Y si viene alguien?-Le pregunté mientras tragaba saliva saboreando el intenso sabor a polla que se había quedado en mi boca.
-¿Tú esperas a alguien?.-Me preguntó mientras me la volvía a enchufar en la boca
-No sé,… podría venir su hijo.-Me hubiera atrevido a decirle de no haber tenido la boca ocupada mamando su rabo.
-Roberto hoy tiene entrenamiento con los del equipo de futbol, así que tenemos todo el tiempo del mundo para que me sigas contando.-Me contestó al ver que era mejor que hablara él a que lo hiciera yo con la boca llena
Se retiró dejándome huérfano de polla durante unos segundos pero solo lo hizo para quitarse los pantalones del chándal en dos certeras patadas y quedarse totalmente en pelotas de cintura para abajo.
-¡Esta rica!... ¡y es súper gorda!- Le dije yo todo salido mientras recuperaba un poco el aliento.
-Me alegro de que te guste comerme el nabo.-Me volvió a decir mientras me la enchufaba y agarrándome de la cabeza comenzaba a follarme la boca.
Esas dos enormes piernas llenas de pelo me sirvieron de columna a las que agarrarme cuando ese miembro empinado se volvía a incrustar dentro de mi boca.
Chupaba cuando me lo pedía y abría la boca cuando me lo indicaba. Poco a poco iba engulléndome cada vez más dentro ese trozo de carne caliente …venoso… y duro.
Cuando me entraba una arcada me la sacaba y dejaba que relamiera las muchas babas que en esa polla se entremezclaban con sus efluvios de macho.
-Ahora lámeme los huevos un poco.
-Asiiii, … muy biennnn.
-Ahora vuelve a metértela en la boca.
-Asiii, … ah sí … que bueeeeeno.
Solo hablaba ese hombre puesto que yo tenía mucho que tragarme en esos momentos.
Lo primero mi orgullo y después ese descomunal nabo de veintitrés centímetros que me iba a desencajar las mandíbulas cuando me follaba la boca.
-¿Te gusta la lecheeeeee?- Me preguntó segundos antes de estallar
Esos huevos que me golpeaban en la barbilla empezaron a descargar lefa sobre mi cara, mientras el padre de Roberto se retorcía entre berridos.
No me importó verme manchado de esa forma por ese espeso y caliente semen. Era regado por la enorme polla que agitada por la curtida mano del padre de mi compañero de clase, descargaba de forma rítmica y violenta sobre mi rostro.
Pude entonces al verme liberado de mi tarea el atender por fin a mi endurecido rabo que no tardó en empezar a descargar sobre mi impoluta ropa. Era de los pocos en mi clase que todavía se empeñaba en vestir el uniforme reglamentario y me pareció el homenaje perfecto para un instituto, gracias al cual había gozado de una experiencia como esa.
š š š [Evaluación continua]
El padre de Roberto agarró los calzoncillos que había tirados sobre la mesa para limpiar con ellos la abundante y viscosa lefa que resbalaba por mi rostro.
-Hablare con mi hijo para que no te moleste más.
-Agradecí triunfante ese gentil gesto mientras recogía con el pegajoso y prestado calzoncillo los restos de semen en mi uniforme.
-No le dirás que he venido,… ¿verdad?-Le pregunté mientras me incorporaba para arreglarme un poco el tipo
-No, no.-Me contestó mientras caía totalmente rendido y en pelotas sobre el sofá.
-Tengo que irme.
-Muy bien,… te espero el martes que viene.
-El martes...¿Para qué?
-Tendrás que contarme si Roberto se sigue portando igual de mal,… ¿nooooo?
-Si si, claro…-Le dije mientras abandonaba la casa aun dudando
Un par de meses después de aquel lamentable incidente me dirigía hasta la casa de Roberto, pensativo. La bronca que acababa de tener con mi madre por atreverme a salir con el suelo nevado como estaba no había ayudado mucho, pero que quería. Era martes y necesitaba más que nunca mi ración de nabo.
Durante las visitas a esa casa había ido gozando de un aprendizaje continuo evaluado constantemente por ese experto macho semental.
-¡Cada día me la comes mejor!- Me había dicho los primeros martes para animarme, al ver como las constantes arcadas apenas me permitían gozar por completo de ese rabo dispuesto.
-Ahora que ya no necesitaba de su evaluación me esmeraba en cumplir con mi trabajo contarle las dos o tres tonterías que Roberto, su hijo había podido hacer durante la semana e irme para mi casa relamiéndome. Dejando que mi boca seca y pastosa me recordara que me acababa de comer la polla más dura y rica del barrio.
El sabor de su semen me encantaba hasta el punto de que no me bastaba con tragarme solo el suyo. Ese hombre me permitía hacer una cochinada previa. Dejaba que me pajeara delante de él y que al correrme embadurnara bien de semen su propia polla. Entonces me engullía esa durísima asta dejando que mi propio semen me alimentara, mientras esos dos gordos y peludos huevos iban preparando una descarga copiosa, amarga y pegajosa.
El sabor de mi semen era distinto al suyo, pero estaba rico. Él lo tenía más espeso y consistente, propio de un buen padre de familia que hacía semejante sacrificio por el propio bien de su hijo.
š š š [No esperaba visitas]
Toqué al timbre de su casa, helado de frio. Sabiendo, que tal vez haber salido con esa nevada que cubría todo el suelo de la urbanización no había sido una buena idea.
Pero esperé paciente aguantando el frio como un campeón.
Salió al portal con una bata y me miró extrañado.
Pronunció mi nombre y solo articulé a decir un tonto y sin sentido.
-Hoy es martes, …Sr
Llevaba todo el día encerrado en casa y necesitaba ese goloso desahogo. Mama había aprovechado la suspensión de las clases para obligarme a recoger y ordenar mi cuarto, por lo que ni siquiera me había podido pajear a gusto, bajo las sábanas como seguro habrían hecho mis compañeros de clase al verse privados, como yo, de la obligación de asistir al instituto.
-Claro pasa, … me dijo mientras pulsaba al portero permitiendo que la verja de metal se abriera sonoramente.
Los casi treinta centímetros de nieve que me impedían abrir la puerta fueron desplazados hacía un lado cuando ese hombre tiro de la puerta con fuerza. Había cruzado el nevado suelo del jardín en dos zancadas dejando que las profundas huellas de sus pies se marcaran en la nieve.
-Roberto ha vuelto a portarse mal.-Le dije al verlo dudando en si dejarme entrar sería una buena idea.
-Venga pasa y me lo cuentas dentro.
Como un zombi me acerque hasta la cocina extrayendo del frigorífico un par de latas de cerveza. Busqué en los armarios algo para picar y encontré una bolsa de pipas medio abierta que vacié en un plato.
Nada de eso era para mí, yo había ido hasta esa casa para comer polla, pero al padre de Roberto le gustaba ir picando algo mientras yo permanecía entre sus piernas amorrado a su duro pilón.
Comencé a desnudarme mientras le contaba como Roberto había contestado a la profesora de lengua de mala gana.
El solo se dejo hacer cuando abri la bata y desabroche su cinturón del pantalón vaquero. Me ayudo algo al levantar el culo, por lo que pude sacarle los pantalones y bajárselos hasta los tobillos. Su polla morcillona se resistía a ser la comida adecuada para una boca hambrienta como la mía, pero no pensaba volver a mi casa de vacío, quería hacerlo con el estomago lleno.
-No te esperaba, … hoyyyyy- Comenzó a hablar después de dar un profundo suspiro y dejar que su polla se fuera llenando de sangre.
Yo seguía sin hablar, solo quería comerme esa polla que me había vuelto un maricón perdido.
Atrás quedaban ya todos los remordimientos, lo había pensado mucho durante esos días y había decido pedírselo, pero el padre de Roberto sacó el tema antes de que yo lo hiciera.
-Como la última vez te fuiste llorando pensaba que no te volvería a ver.
Me saqué esa polla endurecida y empecé a relamerla como si fuera el más rico de los helados.
Me dolió mucho, lloré por eso, porque pensaba que me había pasado algo malo.
-¿y?
-Durante los siguientes días me seguía escociendo, pero creo que ya se ha curado.
Decidí omitir mas detalles como que a pesar de haber sido enculado a saco en el sofá me había terminado corriendo por segunda vez desde que hubiera entrado en esa casa. Que la primera vez lo había hecho al pajearme para lubricar con mi leche su polla y la segunda al ser enculado por ese rabo de enormes dimensiones.
También le oculté como al mirarme en el espejo del baño de mi casa y ver cómo me había quedado el ojete después de su exceso de hombría, me la había vuelto a machacar, mientras me abría el ano dejando que su viscosa leche se asomara al exterior.
Su semen me resbalaba por las piernas y mi polla estaba dura como una piedra. Mis dedos se metían en los sonrosados y rojizos pliegues de mi ano. Intentaban emular sin éxito los fuertes y violentos pollazos que me habían hecho gritar y retorcerme de gusto.
Veía reflejado en ese espejo mi culo abierto,… lo había hecho una polla,… y por suerte no había parado de follarme pese a que insistentemente le supliqué una vez tras otra que lo dejara.
El padre de roberto ajeno a mis pensamientos volvía a hablarme de nuevo mientras se iba apurando la segunda lata de cerveza.
-Me estaba contando alguna chorrada acerca de alguna cosa ocurrida en su trabajo. Solía hacerlo mientras se la comía. Yo era una especie de puta que le servía de desahogo, por eso me había seguido permitiendo entrar en su casa pese a que su hijo había dejado de darnos problemas.
-Si quieres podríamos intentarlo de nuevo.-Le dije mientras lo miraba suplicante.
-¿intentar el que?
-Bueno, … ya sabes. El metérmela… por el culo, … para ver que tal-Le dije mientras le pajeaba lentamente ese pollón bien duro y ensalivado.
-Con lo que chillaste y lloraste la última vez, … no creo que sea una buena idea.-Me dijo mientras me agarraba de la barbilla y me restregaba el grueso capullo entre los labios.
-Solo un poquito, cuando me metías solo la puntita me daba mucho gusto.
-¿y cuanto es ese poco?-Me preguntó sin dejar de mirarme con esos ojazos marrones llenos de vicio acariciando a la vez esa barba de dos días con la que solía pincharme en la cara cuando me besaba.
Le agarré de nuevo la polla, apreciando el grueso calibre y más o menos a ojo se la agarré a una altura que creía adecuada. Era más o menos la tercera parte de esa gruesa y venosa polla.
-Venga date la vuelta y ponte culo en pompa, …vamos a probar, pero como grites o te pongas a llorar te partiré la cara de una ostia.
Aguanté como un campeón, me mordí en un par de ocasiones el puño, pero no grité. Dejé que me la metiera y no me preocupé demasiado por si había cumplido o no con lo que le había pedido.
Estaba seguro de que me había clavado mucha mas polla de la parte previamente pactada, pero mis piernas se dejaron caer sobre el respaldo del sillón, me espatarré sobre ese mueble incomodo, dejando mi ojete expuesto. Asi fue como mi culo fue vencido por completo y esa polla se clavó hasta los huevos, ... sin gemidos, ... sin llantos
Su polla se movía lentamente con cierto miedo a que en cualquier momento mi boca empezara a expulsar berridos, pero no los hubo, solo había en mi cuerpo excitación y ganas de seguir siendo follado de esa forma.
-Los gritos que se escucharon instantes después no fueron míos. Roberto, el repetidor, nos miraba incrédulo, pensaba que aquello no podía ser cierto. El tampoco había ido al instituto como consecuencia de la nevada. Jugaba al ordenador encerrado en su cuarto, por eso su padre había estado tan reticente a dejarme entrar.
Poco podíamos hacer ya, nos había pillado en medio de una follada.
Viendo como su propio padre le reventaba el culo a pollazos a un niñato de su clase. Comenzó a negar con la cabeza.
Siempre quiso saber quien había sido el subnormal que había dado a su padre esa información, y ahora que lo tenía delante no podía ni siquiera creerlo.
Había decidido salir de su encierro para reprobarle a su padre el que no cogiera el teléfono, pese a que llevaba un rato sin dejar de sonar de forma insistente.
Lo descolgó el mismo, mientras esos dos salidos seguían mirándolo desde el sofá rojos de vergüenza.
Al otro lado, una madre preocupada preguntaba por su hijo.
-Está aquí, con nosotros- Dijo mientras se rascaba la cabeza pensativo.
La mujer le comunicó que llevaba más de veinte minutos nevando, y se ofreció a venir en mi búsqueda.
-Será mejor que no lo intente, señora. Le dijo mientras se acercaba hasta la ventana para mover la cortina y ver una violenta ventisca de nieve allí fuera.
-No lo hemos cogido antes porque estábamos jugando en la parte de arriba a la consola.- Seguía mintiendo con bastante soltura mientras nosotros dos lo mirábamos agradecidos.
-Puede quedarse aquí a dormir si no deja de nevar de esta forma. Le aseguro que cuidaremos de él…Señora… Si, si claro es mejor que no salga de aquí con este temporal.
Dejo con cuidado el teléfono sobre la mesa y se acerco hasta el sofá.
-Anda mariconazo ve a hablar con tu madre, intenta tranquilizarla porque esta de los nervios, … ya tendrás tiempo para que mi padre te de bien de rabo durante toda la tarde.-Me dijo en un susurro, mientras me guiñaba un ojo.
-Esta me la debes- Le dijo después a su padre mientras le daba un golpecito cariñoso en el pecho desnudo, antes de abandonar la habitación sin poder contener la risa.
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