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Categoría: Maduras

El recambio que ella necesitaba

Encarna, regentaba una pequeña tienda. Era una tienda, de venta de piezas para reparación de electrodomésticos. No era una tienda muy concurrida, principalmente concurrida por personas que arreglaban los electrodomésticos y poco más, pero le daba para vivir y para cuando necesitaba operarios en la tienda, para contratarlos.



 



Tenía 2 hijos, aunque ambos ya se habían establecido con sus novias en otros lados, lo que hacía que viviese sola y de vez en cuando pudiese ir de ligue alguna que otra noche, a por algún hombre joven o mayor, eso no le importaba.



Encarna era muy guapa. Tenía unos 50 años, muy pasados. Vestía siempre arreglada, con ropa, de vez en cuando ajustada, lo que a veces le dejaba marcando las carnes que le habían entrado. Tenía unos pechos, de tamaño medio, algo grandes, pero caídos, aunque no mucho.



En su tienda, eventualmente trabajaba un jóven. Hacía de vez en cuando trabajos, repartiendo publicidad, o cuando ella, iba a veces a ver a sus hijos, se quedaba al cargo de la tienda y para cuando necesitaba ayuda para hacer los inventarios. A él le venían bien, unos dineros de vez en cuando, no era mucho, pero aún le daba para tener un poco de dinero fresco, que siempre venía bien. Además a ella, también le gustaba tener a gente trabajando con ella, ya que ver a alguien joven con ella, no le molestaba demasiado.



Los días, pasaban, pero hasta que llegó el día, que cambiaría todo.



Un día de trabajo, el estaba colocando unas cajas en el pequeño almacén de la tienda, mientras ella, pasó al lado. Ella le rozó el culo, aunque el no lo notó, ya que estaba, bastante metido en su trabajo ordenando las cosas, ya que quería irse pronto.



A ella le gustó. Le gustó el poder, tocar un culo joven. Pero tampoco le dio mucha importancia.



Al día siguiente, ella estaba en el pequeño baño de la tienda. Se estaba cambiando la blusa que tenía, ya que la había manchado un poco. En ese momento, cuando ella, estaba en sujetador; un precioso sujetador rojo, de lencería fina, el chico entró por la puerta. Él no sabía que ella, estaba en el baño y ella tampoco escuchó la puerta, hasta que se encontró con el chico mirando con cara boquiabierta y ella, ajustándose el sujetador. Pidió disculpas, aunque a ella le gustó ver como le miraban, ya que a pesar de su edad, estaba muy buena.



Rápidamente lo llamó. Él le volvió a pedir perdón. Se sentía mal, por no haber llamado a la puerta y por verla a ella. Ella le dijo que no pasaba nada, que le podría haber pasado a ella, cuando él estuviese dentro. Sin embargo, le pidió una cosa, que si alguna vez volvía a pasar que se le quedase mirando, ya que a ella le gustaba. El chico, no sabía que decir, aunque tampoco le importaba, ya que por aquellas, épocas estaba pasando un mal tiempo sexual y ver unos pechos, aunque fueran algo caídos, tampoco le iba a decir que no.



Los días pasaron, y él tuvo que ir al baño a cambiar el agua al canario. Ella sabía que él estaba en el baño, por lo que entró sin llamar, para cojerlo en el momento. Él se quedó con cara de tonto, al verla.



Rápidamente sus manos, fueron hacia su soldado, que estaba comenzando a meterse en el pantalón de nuevo. Se la cogió con las manos, y comenzó a chuparla. La comenzó a chupar, suavemente, como quien come un helado. Chupadas suaves, lametones, sobre sus testículos y chupadas fuertes. Se notaba que ella, lo necesitaba, ya que desde que había quedado viuda, hacía unos años, a penas había podido saborear de nuevo el sexo. Él no decía nada. Solo disfrutaba. De vez en cuando, agarraba la cabeza de ella, para ir empujando la cabeza de ella, para que la comiera hasta el fondo. El no tuvo más remedio que correrse. Se corrió en el water, aunque a ella, no le importaría que se corriera sobre su boca.



En cuanto acabó, sus el comenzó a quitarse la ropa, mientras ella, se iba quitando su ropa. Se quedaron desnudos, mientras el la iba besando. Le iba besando su cuello, con olor a perfume de fresa e iba bajando poco a poco, hasta llegar a sus pechos. Estaban en su punto. Estaban suaves, y con los pezones, empezando a ponerse erectos. Sin embargo seguía bajando. Le iba besando, su pequeña tripa, hasta que llegó a su tesoro. Era algo peludo, aunque a él no le importaba demasiado.



Ella le cogío su soldado y la introdujo en su tesoro, mientras poco a poco, ella comenzaba a gemir y él le comenzaba a dar fuerte. Le gustaba eso, de sentir algo joven en su interior. Ella cerraba los ojos, pero él le sabía dar bien. Le daba justo en el lugar exacto, lo que provocó que en el suelo, donde estaban haciéndolo, no les importara lo frío que estaba, ya que con lo calientes que estaban los dos, el sudor salía a chorros.



Estuvieron durante largo rato, pero él no lo pudo aguantar y tuvo que correrse. Esta vez, ella le pidió que se corriera dentro, ya que le daba igual, ya que era estéril. Él se corrió dentro de ella, hasta quedar ambos exhaustos, de todo lo que habían echo.



Ella le pidió una última cosa, que le diese por el culo. A él le daba mucho miedo, ya que nunca había dado por el culo a ninguna mujer. Ella le dijo, que si tenía miedo, que se pusiese un condón y así lo hizo.



Comenzó dándole, despacio, poco a poco, mientras ella le decía que escupiera un poco sobre su ano, para lubricar la entrada. Así lo hizo. Empezó poco a poco, mientras con sus manos, iba agarrándose a sus pechos. Los agarraba con fuerza, mientras que le seguía dando por el culo, pero cada vez más fuerte, pero llegó un momento en el que tuvo que parar, porque a ambos a penas le quedaban fuerzas. Había pasado más de media hora desde que habían comenzado. Ya estaba anocheciendo y ya tenían que haber cerrado, pero lo único que hicieron fue estar sobre el frío suelo, mirando al techo, intentando descansar de todo el trabajo que habían hecho.



Lo que habían acabado de hacer, era acoso sexual en el trabajo, pero a ninguno de los dos le importaba, por lo bien que lo habían pasado y porque de vez en cuando, lo hacían. No cabe decir, que el chico dejó de ser trabajador eventual, para trabajar más a menudo en la tienda.


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