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Voy a contar otra aventura especial que me ha ocurrido recientemente. Soy una mujer de 42 años, mido 166, peso 62 kgs, tengo curvas, morena, pechos pequeños y no estoy ni delgada ni gordita. Él se llama Carlos tiene 19 años, delgado, mide 172, moreno, pesará aproximadamente 60 kgs, no es muy guapo pero tampoco feo. Tiene cara de empollón como se decía en mi época y no ha tenido muchas experiencias sexuales hasta ahora.
Carlos es el chico que trabaja en la tienda de ultramarinos de mi barrio. La típica tienda que tiene de todo. El chico se ocupa de llevar el pan a los clientes de la zona y otras cosas si se piden. A mí los fines de semana como no trabajo me sube el pan a eso de las 11 y media de la mañana.
Como soy muy exhibicionista en muchas ocasiones le he abierto en camisón, en toalla, etc…
Me encanta como se corta cuando le recibo así pero también como mira. Ya nos conocemos de tiempo. Me le he imaginado muchas veces masturbándose recordando cómo me ha visto. Yo de vez en cuando le llamo guapo, qué jovencito eres, qué mono, etc…
El caso es que un día pensé en ponerle más nervioso y cuando llegó le pregunté si sabía de ordenadores porque tenía un problema.
_ Buenas vengo a traerle el pan. Me dijo.
_ Buenos días Carlos. Oye tu que eres joven. ¿Sabes de ordenadores?. Le pregunté.
_ Un poquito.
Por cierto, ese día le recibí en toalla, una toalla que me tapaba desde los pechos hasta medio muslo. Estaba nerviosísimo.
_ Es que quiero copiar un cd y no sé. (Mentira… jaja)
_ Yo le ayudo. Cuando quiera vengo.
_ ¿Podría ser ahora?
_ Claro.
Le invité a pasar. Estaba nervioso.
Se sentó frente al ordenador y lo arrancamos.
Me senté en una silla al lado de él. Cruce las piernas y la toalla enseñaba todo mi muslo. Incluso se podía ver un poco de mi coño.
Miraba disimuladamente pero estaba tembloroso.
_ Un chico así necesito yo para mi casa. Imagina solita sin un hombre. Bueno… no podría tener yo a alguien tan joven. Ya soy una carroza.
_ No se crea. Me dijo tembloroso.
_ Uyyy, no me digas. ¿Tú estarías conmigo?
_ Bueno, ejem, yo no he dicho eso.
_ Ves palabrería. Ya no estoy como antes. No soy una jovencita. Si lo entiendo.
_ Está muy bien.
_ Siii, de verdad, estoy buena, dirías?
_ Si, dijo cortado.
_ Qué ilusión. Dime Carlos a ti te gustaría estar con una mujer como yo?
_ Bueno yooo. Verá, es que….
_ No verdad, dilo no te preocupes es una cosa entre nosotros.
_ Pues no voy a mentirla. Para mí sería un sueño.
_ Nooo, de verdad, un sueño. Suena tan bonito. De verdad para ti sería un sueño estar con una mujer como yo. Ya cuarentona. Qué ilusión.
_ Si me dijo.
_ Pues a mí me haría ilusión estar con un chico tan joven. Le dije mientras le acaricié el brazo.
Se puso nerviosísimo y no dijo nada.
_ Carlos te voy a hacer una pregunta, le dije. ¿Te gustaría verme desnuda y aprovecharte de mí?
Hubo un silencio.
_ No, verdad. Tranquilo. No te peocupes le comenté.
_ No señora, me gustaría mucho pero no se ofenda es que… entienda…
_ Ofenderme, noooo. Es una cosa entre nosotros y no puede salir de aquí. Sólo hoy. Mira.
Me levanté y dejé caer la toalla. Me vio desnuda. Cortado pero miraba. Estaba de pie, completamente desnuda. No paraba de mirarme los pechos y mi coñito peludito además he de reconocer que ese día no lo tenía muy recortadito. Es lo que pasa cuando surgen las cosas de improviso.
_ Ufff señora…
_ ¿Te gusta Carlos?
_ Ufff si… es que…
_ Trae le dije mientras le cogía la mano y se la puse en mi pecho.
Se quedó quieto, no movía la mano. Estaba paralizado.
_ Venga Carlos, ¿qué quieres que lo haga yo por ti?
Carlos se incorporó y comenzó a acariciarme los pechos. No tenía experiencia y se notaba. Me tocaba ahora con las dos manos. Le cogí una y la bajé hasta mi culo.
_ Tócame, aprovecha.
Podía distinguir el bulto de su paquete en los vaqueros. O eso me imaginaba yo.
_ ¿Te gusta?
_ Muchísimo.
_ ¿Has estado con una mujer tan madura alguna vez?
_ No. Si casi no tengo experiencia.
Yo eso me lo imaginaba porque tenía una cara de empollón. Con sus gafas de metal y su forma de vestir. Vamos que no iba rompiendo corazones.
_ Espera, vamos a ponernos en igualdad de condiciones.
Le levanté de la silla. Le puse de pie. Le desabroché la camisa despacio. Le abrí la camisa y se la quité.
Bajé la mano por su estómago hasta sus pantalones. Desabroché el cinturón, luego el botón del vaquero. Estaba quieto. Respiraba fuerte y rápido. Con mis dedos, enganché la cremallera y la bajé muy despacio. Aparté el pantalón y se lo bajé hasta los pies. Le quité las zapatillas de deporte. Los calcetines. Por fin pude quitarle los pantalones. Llevaba ahora solamente puesto un calzoncillo prieto que mostraba un bulto.
_ Carlos qué animado estás.
_ Si, alcanzó a decirme.
_ Le bajé el calzón y se lo quité. Salió disparada su polla. De un tamaño medio pero graciosa. No tenía hecha la circuncisión pero tenía medio descapullada la polla.
Cuando le retiré el calzón. Subí mi mano por su pierna hasta sus huevos. Estaban duros. Alcancé su verga con mi mano y le bajé la piel descapullando el glande.
Tenía la cara desencajada y respiraba muy rápido.
_ Mira, le dije, de la excitación está soltando una gotita de líquido preseminal. Me acerqué y pase la lengua llevándome la gota para mi boca.
Luego pase mi lengua por sus testículos y subí a lo largo de su verga hasta alcanzar de nuevo el glande. Sólo con la lengua.
Me levanté y acerqué mi boca a la suya. Nos besamos. Primero con los labios y luego con la lengua. Mientras puse su mano en mi coño para que tocara. Mientras le besaba.
De pronto, se retiró y me dijo:
_ Un segundoooooo.
Mientras se tapaba la polla con la mano y la sujetaba comenzó a eyacular tímidamente esperma. Se empapó su mano e incluso su muslo.
_ Lo siento me dijo.
_ No lo sientas. Si es un cumplido. Te pongo tanto que te has corrido rapidísimo.
_ Si, me dijo. Tiene algo para limpiarme.
_ Si le dije.
Me puse de cuclillas y le cogí su mano mojada. Pasé mi lengua en su palma y entre sus dedos atrapando el esperma en mi boca. Podía notar como le excitaba eso. Después pasé mi lengua por su muslo atrapando cada residuo de esperma.
Una vez limpio, me incorporé.
_ Ven Carlos.
Le cogí de la mano y le llevé hasta mi dormitorio. Quité la colcha y me tumbé boca arriba. Abrí mis piernas y él lo entendió.
Se puso sobre mi coño y comenzó a lamerme el coño. No sabía demasiado porque no atacaba los puntos más importantes. Me lamia los labios vaginales pero no el clítoris. Le dirigí. Le sujeté con mis manos y le dirigí. Le dije que atrapara el clítoris con sus labios, que succionara, que pasara la lengua por allí. Que me la metiera en el coño y que atrapara con toda su boca mi coño.
Comencé a empaparme mucho y notaba como tenía mojada su cara con mi excitación. AL fijarme pude ver que ya estaba de nuevo empalmado.
Le puse en postura de 69 y le comí su polla. Estaba dura. Atrapaba en mi boca su glande, le rodeaba con mi lengua el capullo y me tragaba su polla. Le lamía los huevos y él mientras e comía el coño y las piernas porque atacaba mucho a mis piernas. Se atrevió a meterme un dedo dentro.
_ Carlos, le dije. Ahora quiero que me la metas antes de que te corras. Estaba excitadísima y a punto.
_ No tengo profilácticos señora, me dijo.
_ No te preocupes le dije.
Le tumbé en la cama bocarriba. Me senté encima y me puse su polla a las puertas de mi vagina. La introduje despacio, muy despacio mientras veía la cara de placer que ponía.
Me la metí hasta el fondo. Comencé a moverme en círculos con la polla bien dentro. Mis jugos resbalaban por sus testículos, lo podía notar.
Cada movimiento mío en círculos o hacia dentro le hacía gemir y yo también gemía. Le besé de nuevo en la boca.
Me besaba frenéticamente mientras le cabalgaba.
_ Señora me parece que ya… aaaah
Comenzó a correrse dentro de mí. Noté como me inundaba el coño de esperma.
Gimió como loco con su verga bien dentro. Como me quedaba poco le dije que no la sacara.
Continué como poseída con su polla dentro. Me venía el orgasmo y comencé a agitarme mientras le besaba. Grité de placer y me dejé caer sobre él.
Al sacarla salió un chorro de esperma blanco del coño y tenía todas sus partes impregnadas de esperma de cuando le cabalgaba.
Le invité a ducharse y así lo hizo. Al salir estaba tan cortado que tenía prisa por irse.
_ Carlos esto ha sido un lapsus y queda entre nosotros.
_ No se preocupe.
_ Dame un beso. Le di un beso en los labios de despedida. Miré por la mirilla y salió.
Mentira esto no ha sido un lapsus y no ha sido la única vez. Lo hemos repetido y pienso que seguiremos repitiendo aunque, eso sí, de vez en cuando.
Ya contaré otros momentos con Carlos.
Espero os haya gustado, a mi desde luego si.
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