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El profesor del cursillo

~~Hola a todos: Os voy a contar
 la historia que me sucedió hace un año y terminó
 con una crisis psicológica que tenía.
 Mi nombre es Susana y vivo en Barcelona. Tengo 38 años y he tenido
 problemas tanto laborales (estaba parada) como familiares por problemas
 de salud de mi padre, que la verdad estaban haciendo mella en mi.
 Soy una chica de 1,65, delgada con los ojos marrones y los pecho algo
 pequeños. El caso es que me llamaron de la oficina del paro para
 un curso de ofimática de 400 horas. Ya había hecho algún
 otro curso y no sirvió de mucho, pero como no podía quedarme
 todo el día metida en casa y no me salía empleo, pues
 lo acepté.
 Yo he tenido algunas experiencias con otras parejas pero siempre terminaron
 bastante mal.
 Bueno, en el curso había buenos compañeros, mas bien compañeras
 por que solo había un alumno y trece alumnas, y se fue generando
 un clima agradable de aprendizaje. A lo largo del curso tuvimos varios
 profesores, pero hubo uno que nos dio la mayoría del temario.
 Era un chico de 30 años aproximadamente, bastante normal, pero
 con una sonrisa encantadora que poco a poco fue gustándome.
 Las otras alumnas y yo a veces le involucrábamos en conversaciones
 picantes cuando hacíamos descansos, le preguntábamos si
 tenía novia, y alguna vez por fantasías eróticas.
 Él se ponía colorado al principio y nos sonreía,
 pero más adelante, cuando el curso iba finalizando, tomó
 confianza y nos contó que una de sus mayores fantasías
 era hacérselo con una chica de colegio. ¿No querrás
 decir con alumnas, no? Por que creo que eso es lo que somos. No me
 importaría, pero solo es una fantasía – Replicó
 el profesor volviéndose a poner colorado como al principio del
 curso y lanzando una risita forzada.
 El curso se acababa y decidimos ir a una cena de despedida, así
 que decidimos ir a cenar a un restaurante y después a bailar
 salsa a una discoteca que hay en Carrer de Roselló. En la cena
 bebimos bastante, y no dejamos que la copa del profesor estuviera vacía
 nunca.
 Cuando llegamos a la discoteca todas estábamos bastante excitadas
 por el alcohol y nos pusimos a bailar con él y el otro alumno.
 Cuando baile con él, tenía una erección bastante
 buena, y la lambada que pusieron sirvió para ponerle peor. Recuerdo
 que empezamos a susurrarnos cosas al oído y yo le dije que era
 el profesor más atractivo que me había dado clase, y que
 bailaba fenomenal a pesar de la bebida. Nuestras miradas se cruzaron,
 pero esa noche no pasó nada.
 A lo largo de los meses siguientes nos llamamos varias veces y quedamos
 ya él y yo solos, para ir al cine o ir a cenar. Él me
 dijo que tenía novia y que la relación no iba nada bien.
 Pero aunque me trataba bastante bien e incluso me acompañaba
 a casa, yo empecé a pensar que no le atraía por que no
 sucedía nada más que una relación de amistad.
 Pasaron los meses y la relación se enfrió bastante, tanto
 que yo me olvidé de él.
 Un día después de seis meses, me llamó y quedamos
 para comer. La comida fue bastante entretenida y me comentó hacer
 una excursión de un día a la playa, a un sitio que no
 estuviera muy lejos, a lo cual accedí gustosa.
 A la semana me llamó y me dijo que fuéramos a Cambrils,
 un sábado, pero que dijera en casa que dormía fuera. Así
 lo hice, preparé la mejor ropa y un bikini muy pequeño
 y a la hora señalada estaba en casa esperando su llamada.
 A las doce bajé vestida con una falda corta y una camiseta top
 que me había comprado en el corte inglés para la ocasión.
 Él me esperaba en un BMW blanco y me abrió la puerta del
 copiloto para que yo entrara. Muy amable, ¡nunca me habían
 abierto una puerta en un coche! le dije.
 En poco tiempo llegamos al hotel Cambrils Princess entre Cambrils y
 Salou.
 El hotel era bastante bueno y las habitaciones muy confortables. En
 seguida nos fuimos a comer al restaurante del hotel y él me dijo
 que si me gustaría jugar al juego de los sentidos. ¿Qué
 es eso, un juego de cartas? – le dije, ingenua de mi. Es un juego
 en el que hay que adivinar que sientes con los ojos vendados.
 Aquello me parecía excitante, y como era algo nuevo, le comenté
 que me gustaría jugar un poco. Nada más terminar un delicioso
 tiramisú, subimos a la habitación y pusimos el cartel
 de no molestar.
 Él sacó pañuelo de seda negro y me vendó
 los ojos. ¿Ves algo? me dijo con voz profunda. No, no veo
 nada de nada – le contesté.
 Me cogió de la mano y me colocó de pie frente a la cama.
 Ahora vengo – Me susurró al oído.
 Aquella situación era nueva para mi y la verdad es que estaba
 un poco nerviosa por que no sabía que es lo que me podía
 hacer. Perder el sentido de la vista te deja un poco indefensa y más
 en aquellas circunstancias.
 Oí sus pasos dirigiéndose hacia mi, y sus palabras que
 me decián:
 Tienes que adivinar que es lo que voy a ponerte en los labios.
 Me sentí en tendión, y ansiosa por que el objeto que iba
 a sentir no llegaba. La verdad es que pensé que podía
 ser algún objeto de esos que te inmoviliza la boca o algo así,
 y no me hacía mucha gracia, pero me iba a dejar hacer de todas
 maneras.
 Por fin llegó una cosa fría a mis labios. Mi primer instinto
 fue retirarlos, pero él me tranquilizó con algunas frases.
 Deje abrir la boca y el objeto frio y blando se introdujo en ella.
 ¿Sabes ya que es?
 Está blandito – le dije lamiéndolo con la lengua.
 Puedes morderlo si quieres – Mordí aquello y salió
 un sabor que me dio la pista definitiva. ¡Una fresa! exclamé.
 Si, buena alumna.
 Bueno, ahora viene la segunda prueba: La resistencia. – me dijo
 al oído.
 ¿Qué sería eso de la resistencia? Me estaba empezando
 a gustar el juego.
 Al principio no notaba nada, pero luego noté que se había
 colocado enfrente muy cerca de mi, aunque no me tocaba. Empecé
 a notar su respiración cerca muy cerca de mi cara, de un lado
 a otro, como intentando darme un beso. Yo incliné la cara hacia
 delante facilitando el beso que llevaba tantos meses deseando, pero
 él se fue hacia atrás para evitarlo. tienes que resistir,
 Susana, estate quieta. Me susurró.
 Yo estaba empezando a excitarme y notaba como él se situaba detrás
 ahora para seguir con la tortura. Me dio un leve toque con su paquete
 en mi culo y yo solté un gemido. Buena chica –
¡No puedo más! – le dije.
 Bien pasemos a la tercera fase. Me dijo.
 Entonces me dio la vuelta, para situarme de pie dando la espalda a la
 cama.
 No tenía ni idea de cual iba a ser su siguiente movimiento pero
 notaba una excitación tremenda. Entonces empecé a notar
 una lengua por el interior del muslo. Él se había sentado
 en la cama y estaba haciendo las delicias de cualquier mujer. Si subir
 mi corta falda, se internó por dentro de mis piernas, metiendo
 la cabeza entre ellas. ¡ahhhah! Me vas a matar. .
 Yo abrí ligeramente las piernas para facilitar la maniobra.
 El lamía mi conejito por encima de mis bragas y la excitación
 era tal que mis piernas empezaron a temblar.
 Me subió la falda hasta la cintura dejando mis braguitas tanga
 al descubierto. Noto tus bragas mojadas con mi lengua y no es mi saliva
 Me dijo.
 Yo solo pude responder con un leve gemido de aprobación.
 Noté entonces como me bajó las bragas hasta la mitad de
 los muslo dejando así mi sexo al descubierto. Pensé entonces
 que iba a lamerlo ricamente, y solo de pensarlo estaba excitadísima.
 Para mi sorpresa su siguiente movimiento se dirigió a mi culo,
 lamiendo y metiendo con fruición su lengua que me hizo temblar
 y casi caerme. ¡aaaahhhaahh que rico! – grité para
 todo el hotel y parte de Cambrils.
 Nunca me habían hecho eso y por eso estaba pensando dónde
 estuve yo todos estos años perdiéndomelo.
 El no despegaba su lengua mientras acariciaba mis labios y después
 mi clítoris con mucha dulzura. ahhh sigue, por favor.
 Cuando ya podía notar mis jugos resbalando por mi pierna, se
 levantó y puso su verga apoyada en mi culo. Noté inmediatamente
 que estaba desnudo por completo. Por favor sigue, no te pares ahora
 Le supliqué mientras frotaba mi culo en su verga. Está
 bien – dijo secamente mientras me empujaba encima de la cama quedando
 boca arriba.
 Se tumbó sobre mi y terminó de quitarme las bragas y la
 camiseta mientras jugaba con su verga rozando mi clítoris y con
 su mano masajeaba mis teitas bajo el sujetador. Vamos, no seas malo
 por favor – le dije mientras veía estrellas de placer rondando
 la oscuridad de mi venda.
 Empezó a urgar mi boca con sus dedos índice y anular y
 yo sorbía desesperada enseñando toda la desesperación
 y pasión que llevaba dentro.
 Sacó sus dedos y en un hábil movimiento me dio un beso
 profundo en mi boca mientras con los dedos mojados acariciaba el clítoris
 y me metía su verga por fin de un golpe y hasta lo más
 profundo de mis entrañas. AAAAAhhhhhhhhhh!!! Que bueno eres
 cabrón, ah, ah. Ya estaba corriéndome a borbotones, sin
 haber sabido nunca que yo podía correrme de esa manera en 38
 años de malas relaciones. Aaahhhh!!!!!
 Sigue, sigue, no pares – le gritaba.
 Después de correrme de esa manera bestial, él siguió
 follandome como nunca lo habían hecho antes, y con la mano libre
 que le quedaba metió dos dedos en mi lubricado culo que hacía
 tiempo que lo venía pidiendo.
 Después de cabalgar en esa postura me vino el segundo orgasmo
 que me dejó las piernas temblando, y entonces él metió
 su verga en mi agujerito deseoso, para acto seguido correrse dentro
 de mi, terminando así su faena.¡Menudo torero! Pensé
 yo.
 Me quedé en el cielo de la habitación flotando durante
 al menos quince minutos perdida en el espacio y en el tiempo, mientras
 él dormía, para después bañarnos y cambiarnos
 para seguir el día en una cena muy erótica.

Datos del Relato
  • Categoría: Varios
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