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Categoría: Confesiones

EL PROBADOR

"Una excitante sesión de sexo oral con Gloria fue el comienzo de una gran historia de sexo en todas sus variantes."

 

El probador.

 

Casi sin proponérmelo llegué a una instancia ideal para hacer realidad la fantasía del probador. Gloria tomó las medidas de mi pantalón para hacerme el ruedo y fue deslizando su mano junto al metro por toda la pierna para ajustar el jean. Tenía una vista privilegiada: podía ver el escote generoso de Gloría mientras continuaba midiendo las piernas. Se me pasaron millones de imágenes por mi cabeza y no pude evitar una insipiente erección. Creo que ella se dio cuenta. Esbozó una sonrisa tímida y pícara al mismo tiempo.

     -Bueno, ya está – dijo. Podes cambiarte.

Fui al probador y comencé a cambiarme. Estaba con la mezcla exacta entre sonrojo y excitación. Pague la seña. Gloria me dijo que en tres días podía pasar a buscar la ropa.

 

A partir de allí no pude dejar de pensar en ella un segundo. No era un pensamiento de enamorado ni nada por el estilo. Aquella imagen en el probador me dejó aturdido y excitado. Gloria tenía algo más de treinta (yo recién había cumplido veintidós. Medía aproximadamente un metro sesenta, tenía los rulos castaños con algunos detalles rubios. Como ya lo dije, lo que más impresionaban eran sus generosos pechos. Siendo casi vecino (mi casa está a una cuadra y media del local) supuse que nos íbamos a ver seguido. Muchas veces cambiaba el camino para pasar por allí. Los primeros días nos poníamos a conversar de cualquier cosa, generalmente del clima. Hasta conseguir más confianza me entere que hacía unos meses se había separado del novio y estaba sola. Pensé un momento en invitarla a salir. Enseguida deseché la idea, kauqnue mi propuesta terminó siendo otra.

 

Lleve un saco que me quería hacerle algo en las mangas y un pantalón negro que quería angostar. Repetimos la escena de la primera vez que me tomó las medidas. Yo estaba ansioso, y esa ansiedad se devino en excitación. Gloria llegó con sus mediciones hasta centímetros de mi pubis. Desde arriba, en una inmejorable vista, tenía a sus tetas bamboleándose. Su escote era más amplio que la otra vez. Yo imaginaba a mi pija entre ellas. La erección no se hizo esperar.

 

¿Eso también lo voy a tener que medir?

No supe que contestar. Avergonzado pedí perdón.

 

-No, está bien bebe me dijo. No te preocupes.  Pero igual no me contestaste- dijo sonriendo.

 

Y, ya que estas con el centímetro aprovechá-  contesté más distendido.

-Esperame.

 

Salió apurada hacia la puerta y cambio el cartel. A partir de ese momento el local estaba cerrado. Volvió hacia el probar donde yo estaba con mi pantalón y mi erección incontrolable.

 

A ver, vamos a ver- dijo. No te puedo medir así con el pantalón bebe- me dijo

 

Sin perder tiempo me desabrocho el desabrocho el pantalón y el bóxer juntos. Mi pija salió disparada. Gloría sonrió. Tomó el centímetro y sus medidas correspondientes. Asintió con un gesto. No dio detalles de cuantos centímetros, pero dijo

  • Esta más que bien hermoso.

Y sin más comenzó a lamerme mi sexo. Lo hacía despacio. Solo con su lengua que paseaba por toda mi carne. Después de un buen rato de lamerla bien se la fue metiendo toda. Entraba y salía de su boca, casi al dejarla al borde del ahogo. Cuando se tomaba un pequeño respiro me masturbaba despacio, miraba sonriendo y me decía en voz baja y de manera muy sensual

  • Me encanta tu pija pendejo.

 

A todos los hombres les gusta escuchar eso, tanto igual que le digan te quiero.  La mamada que me hacía Gloria era de las mejores que tuve. Estábamos en una dimensión más porque teníamos el espejo en el pequeño probador y ver como se comía mi pija desde el espejo me excitaba muchísimo. En una pausa que hizo se sacó el corpiño y juntó sus tetas entre mi pija. La famosa cubana en esos pechos enormes era una fantasía que se me estaba haciendo realidad. Gloria ensalivó bien mi pija y yo comencé empecé a moverme casi al borde de la desesperación. Miraba al espejo y después miraba su sonrisa lasciva y me ponía aún más caliente. Ella con débiles gemidos empezó a pedirme que le acabe

  • Quiero tu lechita bebe decía.

No aguanté más y después de pajearme apenas, un chorro de mi semen se repartió entre la cara de Gloria y el espejo. Ni lerda ni perezosa empezó a lamer los restos de mi leche. Lo hacía como si fuera una actriz porno experimentada.

       Descansamos apenas un minuto. Ella se puso el corpiño y la blusa y se limpió los restos de mi lechita. Lo hizo rápido y sin decir una palabra hasta que me dijo que tenía que seguir trabajando. Me lo dijo seria y yo pensé que mi historia sexual con ella fue solamente ese momento.  

Cuando nos despedíamos y ella estaba volviendo a poner el cartel de Abierto  me susurró al oído.

  • Esto no va a quedar asi, pendejo.

   

        Continuará...

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