Hola, me llamo Tania voy a relatarles lo que nos pasó en Huatulco, Oaxaca. Ahí ocurrió mi primera experiencia de intercambio. Jamás imaginé que fuese a disfrutar tanto ver a mi esposo hacer el amor con otra mujer, mientras otro hombre me lo hacía a mí.
Bien, esta es la historia 100% real que compartí con Calixto: Mi esposo Julio, obtuvo un reconocimiento por el desempeño en su trabajo. Consistió en un viaje con todo pagado para cuatro personas, cuatro noches y cinco días en un hotel de Huatulco. Aún no tenemos hijos, ya que apenas hace dos años nos casamos, después de terminar nuestros estudios de maestría. No quisimos desperdiciar el premio, por lo que acordamos invitar a Emilio y Venus. Un compañero de la universidad de Julio. Ellos están casados desde hace ocho años, sin hijos por la esterilidad de Emilio según me dijo Venus. Viajé muy emocionada pues desde la luna de miel no habíamos visitado el mar. Me sentía muy cachonda, imaginé tener unas buenas encerronas de sexo con mi marido, como las que tuvimos en el viaje de bodas.
Yo había tratado poco a Venus, en el trayecto a Huatulco, me di cuenta que congeniáramos muy bien. Nos enteramos que el hotel es chico, con menos de treinta habitaciones. Por esto, pensamos que sería un hotel modesto. Sin embargo, nos quedamos asombrados por la elegancia del hotel y la villa que nos dieron. Era una habitación con dos grandes recamaras que se comunican a la suite, con una sensacional vista al mar. Además tenía una terraza con una alberca y un jacuzzi exclusivos para la villa. Una sala y comedor con vista a la alberca y mar. Los baños también eran de lujo, espaciosos. Cambiamos de opinión respecto al premio, cuatro noches y cinco días en un lugar así, con todo ese lujo, realmente no lo esperábamos.
Tan pronto llegamos nos fuimos a la playa. Yo vestí un bikini moderno de una sola pieza muy sexy. Venus vistió un bikini de dos piezas muy corto. Lucimos sin pudor nuestros cuerpos, porque la playa estaba casi desierta. Julio se quedó con un short y Emilio con una truza de licra muy ajustada. Ahí me fijé en los detalles de los cuerpos de nuestros acompañantes. Venus es un poco más bajita que yo, de cara bonita, piel apiñonada y buen cuerpo con tetas realmente grandes. Con ese traje de baño, era imposible verla sin echar un vistazo a sus pechos. Con sus movimientos, lo corto del bikini, a veces se podían ver sus oscuras areolas. En contraste, yo mido 1.68 soy blanca con pelo castaño claro, de ojos almendrados. Llegué tarde a la repartición de tetas y me tocaron unas pequeñas, en cambio, me recompensaron con el trasero. Soy poseedora de unos glúteos más grandes de lo normal y bien formados, los tengo firmes gracias al ejercicio del gimnasio. Estoy en una lucha constante contra la horrible celulitis. En la escuela fui la envidia de mis compañeras por tener unas nalgas tan pronunciadas y paradas. Julio, mi marido, es alto muy delgado, moreno, con pelo canoso. Noté que su principal diferencia con Emilio, no es que él sea un poco gordito, sino en el tamaño del pene. A través de la truza de licra se le notaba claramente su gordo miembro, evidentemente más largo que el de mi marido. Traté de adivinar el tamaño de esa cosa estando erecta, nomás de pensarlo, me dio escalofrío. Yo creo que todos juzgamos nuestros cuerpos, al menos mi marido sí. Varias veces lo vi mirar, con la baba en la boca, las tetotas de Venus.
Todo el día en la playa trascurrió normal. Nadamos y jugamos todos en el mar, nos echábamos agua, todos contra todos. Tuve la impresión de que Julio la aventaba a Venus sobre las tetas, y no a la cara, como lo hacíamos la mayoría. Con el agua, los pezones se le transparentaban mucho. Le di el beneficio de la duda y pensé que solo era calentura mía. Yo tenía cierta urgencia de salir de la playa. Ya quería darle una buena cogida a mi Julio. Por fin, cenamos y ya empezando la noche, regresamos a la villa. Nos despedimos y cada pareja se dirigió a su habitación.
Tan pronto cerramos la puerta, nos abrazamos y besamos apasionadamente. Julio me llevó inmediatamente a la cama, me dio una mamada de tetas como nunca lo había hecho. Introdujo casi toda una teta en su boca y con su lengua me acarició mi pezón, repitió lo mismo con la otra teta, produciéndome algo de dolor. Seguro que lo hizo pensando en las tetotas de Venus. Ni siquiera me comió mi conchita, cosa que hace muy bien. Yo por mi lado, pensé lo que sentiría si tuviera dentro la vergota de Emilio. Esa noche Julio estaba diferente, muy caliente igual que yo. Nos dimos una buena cogida, ya hacia tiempo que no lo hacíamos de esa manera. Por supuesto que lo gocé mucho. Después de bañarnos, volvimos a la cama y comenzamos a conversar. Hablamos del premio, del viaje, y por de cómo la estábamos pasando. El celebró que me llevara bien con Venus. En eso, me preguntó si el día siguiente vestiría el bikini amarillo tipo tanga. Le pedí explicarme por qué su pregunta. Esto es lo que me dijo:
- Es que seré la envidia de hombres por tener la mujer más bella del mundo.
- ¿Tú crees? – le contesté con otra pregunta.
- ¡Claro! ¡Mira nada más que trasero tan rico tienes! – me animó.
- Pero como que me falta ‘pechonalidad’, ¿no crees? – dije tomando mis pechitos.
- ¡No, así estas bien! Ni tan chicos, ni tan grandes como los de…..-ya no habló, se dio cuenta de su indiscreción.
- Como los de Venus - le ayudé a mencionarla.
- Mjjjjjm – tragó saliva - discúlpame no quise decir…….
- No hay nada de malo- le interrumpí – pues es verdad, las tiene grandes.
- Pero es que…… ¿Qué vas a pensar?...
- Nada hombre, no voy a pensar nada, si no creas que no me di cuenta que se te caía la baba mirándole las tetas.
- ¿Me viste? – se sorprendió.
- Sí, hombre, no te preocupes. ¿Te gustaría que yo tuviera esas tetas?- le pregunté de sopetón.
- ¡Tania! ¡Que cosas dices!
- No, de verdad, contéstame ¿Cómo me vería con sus tetas? – me levanté de la cama. Me erguí con mis manos en la cintura sacando el pecho, y di una vuelta.
- Con ese trasero tan grande y esas tetotas, Tania, te verías muy exuberante – me dijo. Pude ver también su reacción en su pene.
- ¿Te gustaría verle las tetas a Venus? – fui al grano.
- ¿Por qué me preguntas eso? – se sorprendió.
- ¿Te gustaría sí o no?
- Creo que sí, ¡Sí me gustaría!
- Pues mañana haré que te las enseñe – le prometí.
- ¿Tú? ¿Cómo? – dijo intrigado.
- Pues no se como, pero yo me encargo de eso – le respondí.
- ¿Y su marido? ¿Tú crees que Emilio lo va ha permitir?
- Bueno, creo que si yo le enseño mis tetas a él, no tendrá por que molestarse.
- ¿Y si te las quiere tocar? – dijo muy emocionado.
- Mejor – le dije- entonces tú se las tendrás que agarrar a Venus.
- ¿Permitirías que te las agarrara Emilio?
- Solo con la condición de que tú se las toques a ella. Quiero complacerte – le dije – si quieres verle las tetas a Venus, yo te ayudo.
Pude ver como su pene se había parado nuevamente. Ya no dijo nada, se quedó pensando. Yo me fui encima de el, ofreciéndole mis tetitas.
– Bésalas - le dije – como si fueran las de Venus.
Julio volvió a mamar mis pechos, tal como lo había hecho la vez anterior. Imaginé que Julio le mamaba los pechos a Venus y el solo pensarlo, me calentó muchísimo. Yo me subí sobre su pene, y lo introduje en mi vagina imaginando que era la vergota de Emilio. Cogimos muy rico otra vez. Yo me vine dos veces seguidas. Hacia tiempo que no me venía así.
El día siguiente me levanté más cachonda de lo habitual. Me rasuré un poco más el pubis dejando solo una línea de vello, que apenas sería cubierta por la tanga. Sentí mi sexo muy sensible, ni idea tenía yo de lo que ocurriría ese día. Desayunamos los cuatro en la terraza de la villa y cerca del mediodía preparamos una hielera con bebidas ‘caribe cooler’ y nos fuimos a la playa. Al quitarnos los pareos, ahí mostramos, Venus y yo, nuestros cuerpos con los vaporosos bikinis. Venus vistió un traje de dos piezas muy corto, de tela delgada. Sus tetas se veían majestuosas. Mi tanga, es de esas que se amarra a los lados de la cadera, con la tela muy estrecha que llega hasta cerca del ombligo por delante, mientras que en la parte trasera, tiene un pequeño triangulo de donde se desprenden los tirantes y una cinta muy delgada que cubre el trasero. Emilio alabó los cuerpos de ambas. Evidentemente se refirió al mío, pues a su mujer la ve desnuda. Eso hizo que mi cachondez aumentara. Tendimos las toallas bajo la sombrilla. Julio corrió a sumirse al mar. Emilio se recostó junto a su mujer. Y yo a un lado de ellos. Venus, acostada bocabajo, pidió a su marido que le untara bronceador. Me percaté que Emilio se hincó al lado de ella frente a mí. Puse la toalla de Julio en mi nuca y fingí quedar dormida. A través de los lentes polarizados, noté que Emilio veía con insistencia mi cuerpo. Hice como que me acomodaba mi bikini, jalándolo con la mano lo suficiente, para que Emilio pudiera ver mis tetas. Poco después, acomodé la tanga, igual, dejé que viera todo el vello de mi pubis. Me di cuenta de su cara de sorpresa. Poco después, vi a dos tipos caminado sobre la playa, pasarían cerca de nosotros, entonces decidí acostarme bocabajo. Para esto me hinqué, con mi espalda hacia el mar, agachándome y levantando mi cadera justo cuando los tipos pasaban frente a nosotros. Los tipos, prácticamente se pararon para admirar mi culo, cubierto únicamente con la diminuta tira de la tanga, apuntando hacia ellos. Por supuesto que esto no pasó desapercibido para Emilio. Yo recuperé la postura, dando un bostezo, fingiendo indiferencia de todo, y me acosté bocabajo. Emilio inmediatamente se levantó y fue al mar. Me pareció ver que tenía una erección tremenda. ¡Que bultote se le notaba en su truza!
Minutos más tarde llegaron juntos Julio y Emilio. Para esto, Venus y yo habíamos tomado ya la tercer caribe cooler. Le pedí a Julio untarme bronceador. Me dijo que había acordado con Emilio ir a trotar por la playa, se disculpó y pidió de favor a Venus ponerme el bronceador. Ellos se alejaron trotando. Venus derramó el líquido en mi espalda y hombros, esparciéndolo con suavidad. Al llegar a mi cintura, en tono de broma, elogió el tamaño de mi trasero. Yo correspondí diciéndole lo grande que son sus tetas. Seguimos platicando de nuestros atributos físicos y como los cuidamos, etc. Después me pidió jurar que si me ofendía, por el comentario que haría a continuación, sería mejor olvidarlo. Yo le aseguré que se sintiera en libertad para hablar. Me confesó algo que aumentó mi calentura:
- Fíjate que anoche, en la cama, Emilio me trató de forma especial, le dio un trato diferente a mis glúteos, los agarró, magulló, y dio nalgadas como nunca lo había hecho. Creo que el tamaño de tus caderas lo alteró.
- ¿En serio? ¿Tú crees? – me interesó el asunto.
- Nunca lo había hecho, siempre se la pasa entretenido con mis tetas, y ahora ni las peló – dijo un poco afligida.
- Ya entiendo, como siempre las tiene a su disposición- le dije. En cambio no has visto a Julio como se le cae la baba con tus pechos.
- ¡La verdad no! ¡Te juro que no me he dado cuenta! ¡Estoy tan acostumbrada que todos miren mis tetas¡
- En serio, yo conozco bien a Julio, y creo que se esta fijando en algo de lo que adolece en casa. Jajajajajaja.
- Lo mismo le pasa a Emilio, jajajajajaja, jajajajajaja- las dos reímos con ganas.
- Oye Venus, ahora júrame lo mismo que me hiciste jurar – le dije poniéndome un poco seria.
- Ha ver, dímelo. Lo juro – dijo levantando solemnemente su mano.
- ¿Estarías dispuesta a enseñarle tus pechos a mi marido? – le dije sin vacilar.
- ¿Qué? ¿Qué dices?
- Lo que escuchaste. Estarías dispuesta – se hizo un pequeño silencio.
- ¿Tú permitirías que él las viera? – me preguntó Venus.
- Sí, ¿Por qué no?
- ¿No te molestarías? ¿En serio? – dijo incrédula.
- No, para nada. Sí aceptas, yo le enseñaría mis nalgas a Emilio – le propuse. Se quedó callada, pensativa.
- Es que…..no se…… creo que a Emilio no le gustaría solo mirarlas….
- Esta bien – le contesté muy rápido - que me las agarre, pero tú dejaras que Julio toqué tus tetas.
- No se, no se – decía meditabunda. - ¿Y si no están de acuerdo ellos? – preguntó preocupada.
- ¿Tú crees que no les gustaría hacer eso a ellos?
- Claro que les gustaría, pero…..- se quedó dudando.
- ¿De veras crees que tu marido no se molestará que Emilio te agarre tus nalgas?
- ¡No! Si él te toca tus pechos, así ya dejará de mirarte – traté de convencerla
- Bueno…-dijo aún indecisa - …..yo acepto. Pero…..
- Ningún pero. Piensa en lo cachondo que se pondrán y lo bien que la pasaremos en la noche.
- A eso iba ¿Y si se ponen muy cachondos y quieren hacer algo más que agarrar?
- Pues nosotras pondríamos el límite – le dije muy segura.
- ¡Ay Tania, es que mis tetas son muy sensibles!
- No creo que ellos quieras llegar a mas. ¿No crees? – le dije muy segura.
- ¡Ay Tania! ¡A ver que pasa! Ya me puse nerviosa, mira como sudan mis manos.
Yo estaba igual, nada más que me sudaba la conchita. La sentí muy húmeda con un cosquilleo intenso. Nada más de pensar que mi esposo le tocaría las tetas a otra mujer que yo le enseñaría mis nalgas a otro hombre, me puso realmente caliente. Mientras nuestros esposos llegaron, nos tomamos otras dos botellas de licor. Me sentía un poco mareada, ya que no acostumbro beber alcohol, pero a la vez emocionada. Cuando ellos regresaron fueron a nadar un poco en el mar, luego les propusimos regresar al hotel.
Ahí en la alberca de la villa comenzamos a jugar a tirarnos agua en la cara. Después de un rato les propuse que los hombres nos cargaran en los hombros, en tanto Venus y yo nos aventábamos agua, quien cayese sería la perdedora de la competencia. Así lo hicimos, cayendo yo en varias ocasiones, en otras era Venus quien caía. El juego se fue haciendo más de contacto, Venus y yo nos empujábamos mutuamente, tratando de hacer perder el equilibrio una a la otra. Entre risas, juego y alboroto con el agua, de manera muy discreta, removí el top de Venus. Sus tetas quedaron al aire. Al tratar de cubrirse, perdió el equilibrio y cayó junto con Emilio. Todos reímos, en especial Julio celebraba mi hazaña. Emilio sin esperar a que Venus se acomodara su top la cargó en hombros incitándola a que quitara el mío. Yo solo sentí caer mi cuerpo en el agua, cuando me incorporé Venus alzaba en su mano mi top como si fuese un trofeo. Por el alcohol yo me sentía desinhibida. Ellos se fueron al otro lado de la alberca. Yo pedí a Julio que me cargara pues debía tumbar a Venus.
Continuamos jugando sin ponernos el top de los bikinis, en eso Venus propuso que cambiáramos de parejas. Tanto Julio como Emilio estuvieron de acuerdo. Yo me dirigí a un extremo de la alberca, sentándome en la orilla. Emilio se acercó a mí, para cargarme en sus hombros. Mientras él se acercaba, yo abrí mis piernas y acomodé mi tanga, moviéndola lo suficiente para mostrarle mi sexo a Emilio. Yo mantuve mi vista agachada, pero me percaté que Emilio había visto mi intimidad. Sin decir nada, él se volteó para que yo pusiera mis muslos sobre sus hombros. Así lo hice, al acomodarme, restregué mi sexo contra su nuca. No se si Emilio se dio cuenta, él solo tomó mis piernas sujetándolas para no caer y avanzó en dirección de Julio y Venus. Mi esposo, con Venus en hombros, caminaba con una sonrisa de oreja a oreja, por el movimiento al caminar, algunas veces las tetas de Venus golpeaban en su cabeza. Venus y yo forcejeamos hasta que ambas caímos. Para no regresar a la orilla, Julio pidió a Venus pararse con las piernas abiertas, él se sumergiría incorporándose con ella en sus hombros. Emilio dijo que hiciéramos lo mismo. Ellos se sumergieron, Venus y yo intercambiamos miradas y sonrisas de complicidad, ella estaba igual de desinhibida que yo. Abrí mis piernas, con mi mano jalé la tanga dejando completamente descubierto mi sexo. No se si Emilio lo vio debajo del agua. El solo hecho de pensar en la posibilidad, aceleró mi pulso y mi calentura ya era muy difícil de esconder. Mientras nos empujamos, Venus logró aflojar uno de los nudos de mi tanga. La siguiente vez que Emilio me cargó en sus hombros, yo desaté el otro tirante de mi tanga. Cuando el me levantó, no se en que momento, mi tanga cayó. Nadie se percató de que me estaba cargando desnuda, solo hasta que nos incorporamos, después de que perdimos el equilibrio, mi tanga apareció flotando. Julio reclamó diciendo que no era justo que Venus quedara con su bikini. Sin dar más tiempo a nada, le grité que me ayudara a quitárselo. Yo me abalancé sobre Venus mientras Julio trataba de sujetarle los brazos. Emilio solo reía divertido. Venus movía su cuerpo, entre risas, impidiendo que le quitáramos su bikini. Julio un tanto descarado le agarraba sus tetas pretendiendo sujetar sus brazos. Nos llevó poco tiempo remover su bikini. En cuanto nos repusimos, Venus dijo que no era justo que nada mas nosotras estuviéramos desnudas, les exigió que se quitaran su traje de baño. El primero en hacerlo fue mi marido, después Emilio. Se hizo un silencio especial, tenso y erótico. Al menos para mi lo fue. Yo me acerqué a mi marido para abrazarlo, Venus hizo lo mismo.
- ¿Y ahora qué? – preguntó Julio.
- Vayamos al jacuzzi – les propuse.
Venus y Emilio asentaron con la cabeza, dieron vuelta y salieron de la alberca tenían a unos metros el jacuzzi. Yo miré sus cuerpos desnudos por atrás, únicamente logré ver parcialmente los testículos de Emilio. Nosotros salimos por un lado de la alberca. Le pedí a Julio que fuera por más bebidas al frigobar.
Me dirigí al jacuzzi, Venus y Emilio se encontraban dentro. Los pechos de ella estaban por encima del agua. Yo caminé contorneando mi cuerpo, luciéndome para llamar la atención de Emilio. Ellos parecieron decirse algo en secreto.
– Cuenten el chisme – les dije.
– No es nada – contestó rápidamente Emilio.
– Me estaba diciendo que tienes la cadera muy grande – lo delató Venus.
– No se comparan con el tamaño de tus tetas ¡son gigantes! – les comenté.
– ¿De qué hablan? – interrumpió Julio quien llegó con una botella de champaña.
La plática derivó en hablar de los físicos de gente famosa, como Leonardo Di-caprio. Ben Affleck, Demi More, J Lo, Pamela Andersson, etc. El champaña aumentó el efecto del alcohol, yo me sentía muy, muy cachonda. Todos estábamos sentados dentro del jacuzzi, intentaba ver el pene de Emilio, sin mucho éxito porque el tenía sus piernas encogidas. Decidí hacer el primer movimiento.
- Pero las ‘boobies’ de Pamela son artificiales – les dije – en cambio las de Venus son naturales.
- ¡Eso sí! – respondió Venus – balanceado sus tetas. Noté como los ojos de Julio casi se le salían al verle su pecho a Venus.
- ¿O te las operaste? – le pregunté.
- ¡Para nada! ¡Siéntelas! - sin dejarme reaccionar Venus tomó mi mano y la llevó a su pecho. Yo la toqué con cuidado, pellizcándola suavemente para sentir su textura.
- ¡Que firmes las tienes! – dije continuando las caricias.
Julio y Emilio se quedaron observando como acariciaba yo las tetas de Venus, yo sentí que el ambiente se había abierto completamente al erotismo. Tomé la mano de Julio y la puse sobre una teta de Venus.
– Siéntela – le pedí.
Emilio abrió los labios queriendo protestar. Yo tomé su mano y la deposite sobre uno de mis pechos.
– Tu siente los míos - le dije, tratando de evitar sus protestas.
- ¡Que tetas tan bonitas tiene tu esposa! – habló Julio.
- Son grandes ¿verdad?– le respondió Emilio.
- Sí, definitivamente son grandes – dijo Julio agarrando con sus manos ambos pechos.
- En cambio – dijo Venus con voz sugerente – Tania tiene unos glúteos enormes. ¿Le das permiso a mi esposo que se los acaricie?
Julio regresó a verme, yo le dije con mi mirada que él tenía la respuesta.
- Sí, se los puede tocar, si ella quiere – le contestó mi marido.
Al escuchar la respuesta, me puse de pie, de espaldas a Emilio, dejándole mis nalgas a su disposición. Emilio inmediatamente llevó sus manos a mis glúteos, sobándolas con ayuda del agua que escurría. Julio se colocó frente a Venus para poder acariciar sus pechos con más comodidad. Miré a Venus quien tenía los ojos casi cerrados. Seguro que estaba tan caliente como yo.
- ¿Me permites que les de un beso? – preguntó Julio.
- Solo si tú me dejas hacer lo mismo – respondió Emilio.
- ¡Claro! – dijo Julio dirigiendo su boca a los pechos de Venus.
Emilio comenzó a darme pequeños besitos en mis nalgas. Miré a Julio, él no le estaba besando los pechos a Venus, se los estaba mamando. Ver como mi marido le chupaba y mordisqueaba sus pezones a Venus me hicieron perder la cabeza. Sentí unas ganas enormes de querer tener sexo. Abrí mis piernas y con mis manos separé las nalgas, ofreciéndole mi intimidad a Emilio. Su primer beso lo sentí en mi anito, luego en mi conchita. Después su lengua cambio a sus labios y me lamió toda. Le puso especial atención a mi culito, nunca me habían hecho eso, fue riquísimo. Luego con sus manos separó mis nalgas y estiró su lengua tratando de meterla en mi vagina. Yo no resistí más, mi orgasmo llegó tremendo. Moví mi cadera, al ritmo que mi orgasmo lo pedía. Lo hacia en silencio, pero no aguanté, un fuerte gemido anunció que me estaba viniendo. Con mis ojos semicerrados observé como Julio se separó de los pechos de Venus volteando a verme sorprendido. Ella quien había observado toda mi acción con su marido, aprovechó para sentarse sobre el jacuzzi con las piernas abiertas. Ahí observé completo el sexo de Venus, sus labios vaginales grandes y abiertos parecían alas de mariposa. Con mi mano sobre la cabeza de Julio, impedí que se levantara y lo empujé dirigiéndolo a Venus. En cuanto mi marido vio a Venus en esa posición, desistió de todo, dirigiéndose directamente a mamarle su concha. Ella tan pronto sintió la boca de Julio, luego luego comenzó a suspirar y gemir muy fuerte. Yo se que Julio es muy bueno en el sexo oral, por lo que Venus debió gozarlo realmente. No dejó de gritar y suspirar con la mamada que le estaba dando mi marido. Por mi lado, lo que deseaba era sentir dentro el palote de Emilio. Tomé a Emilio de la mano, invitándolo a pararse.
– Ven – le dije – dejémoslos solos.
Me salí del jacuzzi, dirigiéndome adentro de la villa. Nos paramos en la sala, desde ahí volteamos a ver al jacuzzi, cuando escuchamos a Venus decir con desesperación:
- ¡Métela! ¡Métela ya!
Vimos de espaldas a Julio, hincado en el jacuzzi, en medio de las piernas de Venus. Por sus movimientos, nos dimos cuenta que acomodó su pene para cogérsela. Yo jalé la cara de Emilio hacia mí, le di un beso muy profundo, al momento que Venus exclamó: ¡Así, así! Eso fue lo último que escuché de Venus y mi esposo. Pensé en disfrutar a Emilio, me prendí de sus labios, él me tomó primero por el talle, fue bajando sus manos hasta agarrar mis nalgas. Pude sentir su palote bien parado en mi vientre. Nada más de imaginar que me cogería esa cosota, mis piernas me temblaron. Me agaché con intención de mamarle su pene, pero Emilio no me dejó. Me voltió de espaldas y empujó suavemente hacia el sofá. Entendí que me quería coger. Coloqué mis rodillas separadas en la orilla del sofá, mis brazos los descansé en el respaldo del sillón y levanté mi cola lo más que pude. Cerré mis ojos esperando ser penetrada. Sentí las manos de Emilio separar un poco mis nalgas, seguido de su cosota que hacia intentos de meterse en mi vagina. ¡Uuuuuffffff! ¡Que rico sentí! A los pocos intentos entró toda. Emilio puso sus manos sobre mis nalgas, las empujaba hacia delante y yo sentía como salía su pene por completo, después jalaba mi cadera hacia él, mientras me enterraba todo su cosota. ¡Que llena me sentía! Abrí mis piernas lo más que pude. El comenzó a hablarme lo mucho que le gustaban mis nalgas, mientras las acariciaba, sin dejar de meter y sacar su palo.
- ¡Que ricas nalgas, Tania! ¡Como me gustan! – me decía dándome unos empujones muy fuertes con su miembro - ¡No sabes como deseaba cogerte!
- ¡Hazme lo que quieras! – le respondí, pasando mi mano por en medio de mis piernas para tocarle sus testículos.
Emilio puso el pie izquierdo sobre el sofá y pasó su brazo derecho por debajo de mi vientre, enredó mi cabello en su otra mano jalando mi cabeza hacia él, poco a poco incrementó la velocidad con que me cogía. Cuando me la clavaba rapidísimo, ya no supe que pasó debido al fuerte orgasmo que me provocó. Aunque normalmente me vengo sin hacer mucho ruido, esta vez aullaba de placer por la cogida que me estaba dando Emilio. No se cuantas veces me vine, fueron varias, una tras otra. Me regresaron a la realidad los quejidos de Emilio cuando sacó su verga de mi concha. Sentí como sus espermas calientes se estrellaron en mis nalgas y culo, él con sus manos los esparcía por todas mis nalgas. Voltié mi rostro para verle, estaba masturbando su palote para que eyaculara más. Otro chorro de semen cayó en mi sexo y ano. Emilio metió su dedo medio en mi vagina, y trató de meter su dedo índice en mi culo. Me provocó un poco de dolor, quise retirar su mano de ahí. Emilio entonces con su semen lubricó mi ano, y poco a poco suavemente por fin logró meter los dos dedos por completo. Los comenzó a meter y sacar, con esto, alcancé otro orgasmo, el cual se ahogó en mis adentros. Fue la primera vez que mi trasero era penetrado. La sensación de tener algo dentro del ano y vagina me gustó mucho.
Emilio se sentó en el sofá junto a mí, volvimos nuestra atención hacia Julio y Venus. El se encontraba sentado en la orilla del jacuzzi, Venus gimiendo y gritando montada sobre él, con las piernas completamente abiertas y sus brazos detenidos del cuello de mi marido. La cadera de Venus se movía a velocidad increíble con toda la verga de Julio dentro de ella. Julio estiró sus piernas y buscó los pechos de Venos con su boca, haciendo las muecas características de cuando eyacula. Emilio y yo nos quedamos sin palabras, viendo la cogidota que se estaban dando. Venus movió muy lento su cadera, pero los músculos de sus nalgas dejaban ver que lo hacia con gran fuerza, exprimiendo el palo de mi marido. El alarido largo de mi esposo nos indicó que estaba eyaculando dentro de Venus.
Cuando terminaron de coger, Venus se quedó colgada del cuello de Julio. Mi marido reaccionó y me buscó. Desde la sala le saludé con mi mano. Se fueron a sentar junto con nosotros sin decir nada. Emilio fue el primero en preguntar algo:
- ¿Lo disfrutaron?
- ¡Sí! – contestó Julio sin vacilar.
- ¿Y ustedes? – preguntó Venus.
- ¡Igual que ustedes! – le respondí.
Todos reímos, no había nada más que decir. Les propuse tomar una ducha. Los cuatro nos metimos a un mismo bañó. Hablamos de lo ocurrido, aclarando que no había celos por parte de nadie. Reímos e hicimos muchas bromas al respecto. Enjabonamos nuestros cuerpos, Venus y yo bañamos a los dos alternadamente, ellos hicieron lo mismo con nosotras.
Julio y yo fuimos los primeros en salir del baño. Desde nuestra habitación Julio los llamó a reunirse con nosotros. Llegaron encontrándonos descansando desnudos en la cama king size. Se despojaron de las toallas y Venus ocupó el centro junto a mí. Ella y yo quedamos bien acostadas con la espalda en la cama, ellos quedaron acostados de lado, frente uno a otro, en los extremos de la cama. Volvimos a tocar lo bien que la habíamos pasado, era evidente que todos queríamos más acción. Al menos yo sí, todavía no apagaba por completo mi calentura. Esta vez fue Venus quien inició todo:
- Tania eres muy afortunada al tener tan buen amante.
- ¡Eso le he dicho muchas veces!– respondió muy rápido mi marido.
- Pues sí, no me puedo quejar – le contesté – también Emilio sabe hacer lo suyo.
- ¡Ya parenle! – dijo Emilio – que me van a volver a calentar.
Venus le contestó dándole un beso en la boca. Julio y yo nos quedamos en silencio observándolos. Venus siguió besándole, comenzó a acariciar sus tetas y separó sus piernas moviendo su cadera muy sensualmente.
Julio me dijo al oido en voz muy bajita:
- Mira que concha tan grande tiene Venus- refiriéndose a sus labios vaginales que en verdad eran grandes.
- También Emilio tiene el pene grande, ¿no crees? - Le contesté en el mismo tono de voz.
- Sí, si es grande. ¿Y te lo metió todo? – me preguntó muy curioso.
Ya no le contesté porque Venus separó su boca de Emilio, dirigiéndose a mí.
- ¿Dejas que tu marido me coma otra vez mi concha? – dijo tocando su sexo con su mano.
- Si el quiere, adelante ¡No hay problema! – le contesté.
Julio no dijo nada, se movió lentamente hacia ella. Yo me hice hacia el lugar donde estaba Julio dándole más espacio a Venus, quien ocupó el centro de la cama. Emilio se quedó estático, viendo como su mujer abría las piernas para recibir la boca de mi marido. Yo también me quedé inmóvil, observando como la lengua de mi marido se acercaba al sexo de Venus. Cerré mis ojos muy fuerte por la calentura que me llegó de golpe. Cuando los abrí, mis dedos ya entraban y salían de mi vagina masturbándome. Mi vista recorría junto con la lengua de Julio los labios vaginales de Venus. Sentí un placer que no puedo describir al mirar como mi marido le comía su sexo a otra mujer. En silencio llegó mi orgasmo que disfruté mucho, mucho, mucho. Nunca imaginé que me excitara tanto observar a mi marido haciendo el amor con Venus. Mi estado de excitación era extremo. Vi a Emilio quien tampoco perdía detallé de lo que pasaba con su mujer. El acariciaba la frente de Venus, acomodándole el cabello hacia atrás, con la otra mano le masajeaba sus grandes tetas. Yo no recuerdo escuchar los gritos que sin duda ella daba, solo recuerdo su cara con expresiones de placer y el abrir y cerrar de su boca. Mi mente esta ocupada en observar como mi marido le mamaba su sexo. Recargué mi espalda sobre la cabecera de la cama, acariciando mis tetas y mi sexo. Julio se incorporó, su pene estaba erecto de un tamaño que nunca le había visto. Se acomodó entre las piernas de Venus y de un solo movimiento la penetró. Al ver como mi esposo se cogía a Venus, puse saliva en los dedos de mi mano y froté mi clítoris hasta que exhalé mucho aire cuando se desencadenó otro orgasmo muy intenso. Acaricie mi clítoris sin dejar de ver como el pene de Julio desaparecía por completo entre los labios vaginales de Venus. Tuve un deseo enorme de coger.
- ¡Ven Emilio, ven! – le llamé.
Agaché mi cabeza sobre la cama junto a Venus, separando mis piernas y levantando mi culo para ser cogida por él. Emilio se colocó detrás de mí, paso su mano o su verga varias veces por mi sexo. Después introdujo su miembro con mucha facilidad. En cuanto sentí todo su palote adentro, abracé a Venus. Ella detuvo un poco sus gemidos, me miró y se dio cuenta que su esposo me cogía por atrás, ella también me abrazó. Así nos quedamos hasta que Emilio metió su dedo en mi colita, esa sensación de llenura hizo que buscara la boca de Venus con desesperación. Ella me correspondió y nos besamos largamente mientras yo le acariciaba sus tetas. Mi lengua entraba y salía de boca, ella me la mordía y chupaba muy suavemente. Sus gemidos, que se convirtieron en gritos, hicieron que rompiéramos nuestro beso. Ella se estaba viniendo, yo me dirigí a mamar una de sus tetas. Sus gritos cortos se hicieron muy frecuentes, sentí como su cuerpo temblaba por su orgasmo.
- ¡Échamelos adentro! ¡Por favor adentro! – dijo Venus entre su excitación.
Moví mi cara vara ver a mi marido, por los gestos de su rostro supe que estaba eyaculando. El saber que se estaba viniendo dentro de Venus disparó mi orgasmo. Moví mis caderas rapidísimo, subiendo y bajando, Emilio sacó su dedo de mi ano, y puso sus manos en mi cintura, me dejó adentro toda su vergota.
- ¡También los quiero dentro! – dije dirigiéndome a Emilio.
- ¡Claro mamacita! ¡Lo que quieras! – me contestó.
Emilio se puso de pie sobre la cama, casi en cuclillas sin moverse, por mis movimientos yo era la que sacaba o metía en mi vagina su miembro. Yo estaba en un estado nuevo para mí, parecía que mi orgasmo no tenía fin, me venia una y otra vez. Ya no pude estar en silencio, gemí tan fuerte cuando Emilio me dio una clavada con su palo muy profunda y sentí su semen depositarse en mis adentros. No resistí su empujón y caí sobre la cama, esto hizo que el pene quedara fuera de mi conchita, escurriendo semen sobre mis nalgas. Emilio se agachó, haciendo intentos de metérmelo nuevamente, solo logró que su semen quedara fuera de mi sexo. Al terminar de vaciar su esperma, Emilio se recostó junto a mí, acariciando mis nalgas y embarrándoles el semen. Voltié a ver a Venus y Julio, ellos estaban recostados observando como Emilio y yo terminamos.
Nos quedamos descansando los cuatro. Acordamos prepararnos para ir a cenar y bailar. Así lo hicimos. Mi vida sexual cambio con ese viaje. No se si les vuelva a contar otra experiencia. Por supuesto que esos días en Huatulco nunca se nos olvidaran. Casi nueve meses después nació Emilito, el hijo de Venus. Es tres meses mayor que su hermanita Tatiana, mi hija. Tal vez algún día les digamos que en verdad son hermanos. Gracias Calixto por compartir tus consejos y puntos de vista. Tania.
SI ES REAL ESTABA BIEN EXPLICADO DEJA POCO A LA IMAGINACION