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El placer del mote

~~En la clase había una chica que la llamaban la pava, algunos decían que por que era tonta, pero yo pronto descubrí la verdadera razón, esa chica era una garganta profunda y engullía los carajos como un verdadero pavo. Era más bien feucha, delgada y con pocas tetas. Yo soy Arturo y tengo una minga tremenda, como de veintidos centímetros en plena erección, mis amigos me llaman arturito el burrito o el topito .
 Durante un tremendo botellón conseguí ligarme a Margarita la pava. Fuimos en mi coche todo pedos hasta las afueras de la ciudad. Aparqué en una zona obscura y después de un rato de charla y besitos, fuimos al grano.
 Ella se inclinó contra mí, su mano bajó, y me abrió la bragueta, al tocar mi cipote dijo:
 ¡Dios!, Eres un superdotado, ¡qué polla más grande y larga!. Tengo que verla más de cerca.
 Me cogió de la mano y me sacó del coche, como la noche era muy calurosa nos tendimos sobre una manta y mi cipote quedó apuntando al cielo. Me sacó los pantalones y me bajó los calzoncillos, no dijo nada pero sacó su lengua para empezar por lamerme el agujero del capullo, poco a poco su cálida lengua jugueteó con toda mi picha hasta chupar mis cojones.
 Son como pelotas de tenis, grandes y pesadas me dijo mientras las ahuecó y mimó. Su curiosidad continuó hasta acariciarme el ojete con un dedo. ¡Hummm! gimió, Esto es un desafío, he mamado cipotes más largos que el tuyo, pero nunca tan gordo y cabezón como este. Le pregunté si podría con él y ella me dijo:
 Bien, una vez que me meta todo este aparato en la garganta, haré que se corra directo a mi estómago. Al escucharla decir estas cosas gemí con placer y me dispuse a dejarme hacer. Margarita estaba ansiosa por empezar a chuparmela. Pronto puso sus labios sobre mi verga y abrió su boca tan ampliamente como pudo, el hueso de su mandíbula podía verse sobresaliendo contra sus mejillas.
 Poco a poco se la fue metiendo, haciendo un sonido gutural que venía de su boca abierta, podía ver bajo la luna llena las ristras de su saliva saliendo de sus labios y mojando mis testículos. Poco a poco mi estaca comenzaba a desaparecer en su insaciable boca.
 Su boca se movía lenta pero constantemente, poco a poco se la iba engullendo. Apenas podía creerlo pero ahora sus labios chocaban contra mis cojones. Ella parecía disfrutar, y más aún cuando la metí la mano bajo su braga, la muy cerda estaba mojada y yo creo que se había corrido, le daba placer mamar pollas. Yo estaba que me corría cuando ella se la sacaba de su boca para volversela a meter hasta la garganta, era tan bueno que podía sentir mi lefa caliente removiéndose en mis cojones.
 Ella tenía un control soberbio sobre la respiración, se la metía hasta el fondo y pasaba allí unos segundos sin respirar, cuando yo pensaba que se iba a ahogar se la sacaba, cogía aire y seguía con la penetración bucal. Yo pensaba, la próxima vez que mi cipote que vaya abajo en su garganta. estallaré. Intentaba contenerme pero ella estaba ansiosa por sacarme toda la leche y que su estómago se llenara de ella. Sus manos refregaron el dorso de mis muslos, y, aunque estaba ansiosa por bombear su dedo dentro de mi culo mientras me la chupaba, resistió la tentación, pues sabía que eso sería el fin para que mi leche se escapara a chorretones. Realmente ella sabia como hacer el amor al cipote con su boca.
 Después de llenar sus pulmones con aire, su cabeza entró en mí, hacia abajo, hacia abajo, no parando hasta que su labio superior chocó contra mis pelotas monstruosas y su labio más inferior lo sentía en mi vientre.
 Mi cuerpo explotó, y me agité a un ritmo frenético moviendo mis caderas y haciendo que mi picha se incrustara aun más en su garganta. Ella se movió más y más rápido sacándosela solo para respirar. Goterones de saliva y precorrida corrían por sus mejillas lubricándolo todo. Era como follar locamente un coño, sus labios hacían gran ruido cuando chocaban contra mis pelotas y tripa. Mi cuerpo se agitaba como poseído y ella seguía mamando más y más rápido. Cuando me metió un dedo por el ojete estallé. Ella lo supo y aunque se encontraba casi medio ahogada y con los labios dilatados no se cortó un pelo.
 Intenté avisarla pero ella no se retiró y eso que sabía que iba a ser muy abundante el chorro de leche que iba a volar hasta su estómago.
 El primer chorro parecía que nunca iba a terminar, ella se la sacó para no ahogarse y se quedó con la boca abierta y la lengua fuera. Cuando el primer chorro terminó se la metió hasta el fondo de nuevo. Inmediatamente la lefa la llenó y desbordó su boca. Brotó fuera de sus labios y explotó hasta llegar a su nariz, ojos y frente, incluso los goterones cubrieron parte de su pelo. Margarita estaba feliz, nunca había recibido una descarga tan grande de leche, era dulce, una crema lechera muy rica que la cubría y llenaba de calor su estómago.
 Margarita no paró sino que se puso a lengüetearme la polla en círculos. Fue untándome la tripa con mi propio semen, así como mis pelotas. Yo estaba en la gloria y mi picha no daba muestras de bajar. La muy guarra entonces me puso las manos sobre las nalgas, para levantármelas mientras me abría de piernas, con una mano empezó a menear mi lubricada polla mientras su cabeza se hundía entre mi escroto para realizarme un auténtico beso negro. Me empalmé de nuevo como un burro mientras su viscosa lengua penetraba vigorosamente en mi ajustado ojete. Pensé que para Margarita no era suficiente tanta leche y me sumergí en un mar de placer mientras ahora ella me chupaba las pelotas y masajeaba mi próstata con un largo dedo follador.
 Bonito, gordo, cipote grueso y largo. . perfecto. para mi viciosa boca.
 Ella me la volvió a chupar, me ordeñó y ordeñó y me ordeñó, arriba, abajo, arriba, abajo, arriba, ¡abajo hasta el fondo!. . hasta que comencé a sentir el estremecimiento familiar en mis pelotas pesadas.
 Esta vez la muy hambrienta se tragó todo mi esperma, que fue directo a su estómago sin desperdiciar ni una gota. Mi cuerpo quedó derrumbado sobre la manta, mi pecho se levantaba intentando aspirar el aire que me faltaba mientras mi corazón latía aceleradamente. Fue el mejor orgasmo de mi vida.
 Margarita estaba feliz de haber podido con mi gran picha, y de haberse tragado mis dos corridas hasta el fondo. Hablamos un rato, yo estaba muy cansado y apenas tuve fuerzas para llevarla a su casa. Hemos quedado para esta noche, ella me ha pedido que esté una semana sin correrme, estoy deseando que llegue la noche para que Margarita la pava se trague mi cipote.

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