Estabamos en aquel cuarto, a media luz, donde la redondez de su cuerpo se insinuaba bello y sensual.
Las curvas de sus caderas, semejando una guitarra recortada contra la cama y sus piernas blancas,
firmes y torneadas son mis mejores recuerdos.
Ella representaba mi ideal de mujer, lo que siempre he buscado, esa exquisita forma de pera , de su cuerpo, su suavidad agradable en la piel, y sus vellos dorados que amontonados morian entre sus piernas.
Lo mejor de todo fue sentir sus pechos, delicados, blancos como el marmol y tan pequeños
que casi se me escapaban de las manos.
Tener su cuerpo tan cerca del mio, montada en mis piernas tan cerca como para ser penetrada fue lo
mas hermoso, ella recatada desviaba la mirada a un costado, mientras yo la besaba tierna y lentamente, acariciandola con ternura al pasar mis labios por todo su cuerpo, aspirando su perfume con pasion, disfrutando cada momento el placer de estar unido a ella.
Me resulto muy duro tener que dejarla, tuve que
hacer un gran esfuerzo, ir contra mi voluntad y mi deseo, pero esa es la ley de los amantes,
de los amores imposibles, enamorado del amor,
sufriendo el drama aceptado por anticipado.
Ahora la recuerdo con nostalgia, hace meses que la conozco, me asombra que esta relacion dure tanto, me pregunto hasta donde llegaremos, aunque esto prefiero que quede como una pregunta sin respuesta.