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Categoría: Masturbación

El placer de pajearme

Empecé a masturbarme hace años, porque había escuchado acerca de ello y un día pues me entró curiosidad y decidí hacerlo. Aquella primera vez lo hice en la soledad de mi cuarto, sobre mi cama.



La verdad es que lo hacía un poco instintivamente pues nunca lo había hecho y nadie me había dicho como hacerlo. Es así que empecé a bombear y estimular mi pene. A cada movimiento de mi mano sobre mi pene sentía como este se iba poniendo duro y así mismo sentía una sensación extraña que me recorría todo el cuerpo.



De pronto sentí como que me orinaba, mi pequeño cuerpo se estremeció y ante mi asombro vi como de mi pene salían disparados algunos chorros de semen.



La experiencia me gustó muchísimo pero a la vez no me esperaba que eso es lo que iba a pasar.



Pasé semanas muy asustado por lo ocurrido, hasta que un amigo me dijo que lo que había hecho era normal. Ufff que alivio sentí, ese día recuerdo haber regresado del colegio y haberme tirado en la cama para dejarme llevarme por el placer de estimular mi pene y sentir como la vida se me escapaba entre las piernas.



Los años pasaron, seguí creciendo y mis ganas y mi curiosidad por experimentar nuevas técnicas para masturbarme también.



Ahora además de bombear mi verga con la mano, opté por estimular la cabeza de esta con los dedos ensalivados, imaginando que alguna puta me la mamaba.



El placer era mayor una vez que empezaba a excitarme y las primeras gotas de liquidillo baboso y cristalino asomaban por el agujerillo de la cabeza de mi verga y se chorreaban dejando la cabeza muy húmeda.



Este liquido lo recogía con mis dedos y luego lo esparcía por toda la cabeza, estimulándome.



También encuentro muy placentero el probar mi liquido pre-seminal, casi siempre lo pruebo y cuando es bastante la cantidad me lo como.



Otra técnica que empecé a usar era agarrar mi almohada como si de una mujer se tratara y menearme con mucha pasión frotando mi verga contra esta muchas veces hasta correrme. Después ya tenía una almohada especial para esos menesteres, ya que la almohada terminaba hecho un asco.



A eso de los 17 años mi curiosidad y mi pasión por masturbarme iba en aumento. Aún cuando tenía novia y tenía relaciones, no me bastaba y necesitaba masturbarme. Siempre fui calentón desde pequeño.



En búsqueda de mas placer y morbo es que empecé a experimentar la estimulación anal mientras me masturbaba.



Al principio solo me limitaba a lubricarme bien el dedo con saliva y pasarlo por la raja del culo, masajeándolo un poco. Eso me producía mucho placer, pero llegó un momento en que eso no bastó.



Es así que un día me lubriqué muy bien mi dedo índice y ejerciendo una ligera presión fui introduciéndomelo por el agujerillo del culo.



Ummm, que exquisitez. Sentía como mi dedo se introducía lentamente y el agujero de mi culo se relajaba para dar cabida a todo mi dedo.



Estimulé mi interior con el dedo, inclusive llegué a estimularme la próstata y eso hacía que mi verga segregue mas liquido preseminal, palpite y se pusiera dura como un mástil.



En una ocasión en que me quedé solo en casa y estaba masturbándome, fue tal la calentura que quise experimentar nuevamente la estimulación del culo, pero esta vez necesitaba algo más. Es así que lo único que tenía a mano era una vela un tanto gruesa, la lubriqué muy bien y procedí igual que como hacía con mi dedo. Me sorprendió ver como mi culo se relajaba y la vela iba entrando con suma facilidad a través de los músculos de mi agujero. Por si acaso no soy gay, jamás he fantaseado con hombres. Lo de la estimulación anal lo hago por simple morbo, en búsqueda de mas placer pero nada más.



Cuando tuve más de la mitad de la vela en mi interior, la dejé allí y me ocupé de mi verga nuevamente. Para este entonces esta ya estaba sumamente mojada, por lo que empecé a movérmela con mucha energía.



A cada bajada y subida y dado lo húmedo que estaba mi pene, se producía un sonido húmedo, un chasquido que me excitaba montón.



Los huevos estaban sumamente colgados y dado que los tengo bastante grandes, ya imaginarán como saltaban al compás de cada jalada que le propinaba a mi verga.



Por fin sentí como los huevos se elevaban, señal de que la gran explosión estaba cerca.



Mi cuerpo se estremeció, deje escapar algunos gemidos y jadeos y mi verga disparó algunos chorros de tibio semen, que tuvieron como blanco mi pecho.



Desde entonces esto es lo que hago casi todos los días, mi pasión: masturbarme.


Datos del Relato
  • Categoría: Masturbación
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