Un día al llegar del trabajo me encontré a mi marido en la cama bien encuerado y con su verga bien parada, me estaba esperando con ansia, al verlo así y como yo no digo que no a las cogida que el sabe darme, me le eché encima y comenzamos a cogernos, cuando terminamos los dos bien cansados y con su leche saliéndose de mi raja.
-¡Guau! Y ¿a que se debe este recibimiento? No es que me queje, al contrario me gusto.
-¿Sabes? es que hoy, vi a la vecina en el jardín de atrás y su perro se la cogió, los dos a plena vista.
-¡Ay si!
-En serio, ella muy contenta se dejó coger por el y no solamente eso sino que se la mamo también.
-¿En serio? ¿Y fue eso lo que te calentó? No te creo.
-¿Oye tu te dejarías coger por un perro?
-¿Estás loco?

Y fueron pasando los días, ese comentario de mi marido me bailaba en la cabeza, muchas veces traté de ver y comprobar si era cierto lo que me dijo mi marido pero no logré ver nada.

Estos vecinos, el cual teníamos muy buena amistad, ya eran mayores, ella era gordita pero de muy buen ver y el aun era atractivo.

Como a las dos semanas, llegó ella para pedirnos que si podíamos cuidar al perro ya que saldrían de viaje y no podían llevárselo y nosotros le dijimos que si, metimos al perro y todo el día el no me dejaba en paz, en todo momento metía su hocico en medio de mis piernas, yo lo apartaba de mi pero el seguía y por mas que quería apartarlo no lo lograba.

Ya por la noche, mi marido después de dejar al animal en la sala, ya acostados y desnudos nos disponíamos a tener una buena noche de sexo, el me estaba mamando los pechos con una mano en mi raja y yo le agarraba su verga dura, estábamos los dos muy ocupados con nuestros cuerpos cuando de pronto los dos asustados brincamos, el perro había brincado a nuestra cama, después del susto, mi marido lo tomó para sacarlo de la recámara pero el no se dejaba y se acercaba a mi, yo seguía desnuda viendo como mi marido luchaba con el perro, hasta que molesto le mostró los dientes enojado, entonces lo dejó mi marido, de inmediato el perro se dejó ir a mi y se fue directo a mi raja, yo cerré las piernas pero el animal con su fuerza me hizo abrirlas, yo le gritaba para que se fuera, pero no me hacía caso, trate de cubrir mi raja con mis manos pero fue inútil el perro era muy fuerte, sentía su lengua áspera y cuando encontró un hueco en mis manos, sentí su lengua en mi clítoris y me dio un escalofrió de placer, como ya andaba bien caliente y sentir eso lo deje hacer. Comencé a sentir su lengua, me daba un placer nunca sentido y cuando menos me di cuenta tenía agarrada la cabeza del animal bien pegada a mi raja para que me diera ese placer, mi marido sentado a un lado de nosotros nos veía, el trato de acercar su verga a mi boca, pero no pude mamársela ya que no paraba de mover mi cabeza de un lado al otro por lo que estaba sintiendo, así con la lengua del animal tuve una serie de orgasmos y el animal me chupaba mis jugos, seguro se cansó el animal y se acostó a un lado de mi, babeando y respirando agitado.

Con mi marido acostado, me puse de rodillas y le comencé a mamar la verga, cuando sentí al animal que se me subía y su verga buscaba mi hoyo, sus patas me raspaban la espalda y como no me gusta el dolor, me movía para bajarlo, entonces se le ocurrió a mi marido ponerle unos calcetines de el para protegerme ya así, el se acostó para que yo siguiera mamándole y el perro se subió otra ves encima de mi, buscaba mi entrada pero no le atinaba, metí una mano por debajo de mi cuerpo y se la agarré, al tomarla en mi mano la sentí grande y gorda, me la puse en la entrada y de un golpe me la metió toda, yo grité de dolor pero también de placer, dejé que el animal me cogiera y me dediqué a la verga de mi marido, sentía la verga del animal entrar y salir y yo metí de nuevo la mano y me acariciaba mi raja. Cuando el animal me dio la última metida sentí de como se hinchaba y sentí una bola crecer dentro de mi raja y al mismo tiempo sentí su leche caliente en mi raja. Yo convulsionaba de placer y por primera ves me metí la verga de mi marido toda en la boca y deje que me los diera y se la chupé hasta que se ablandó, mientras el animal, trataba se sacar su verga de mi raja, pero no se podía, estaba tan hinchada que al tratar de sacarla me dolía, hasta que por fin sola se salió, el perro se separó y acostado en la cama se lamía su miembro, yo adolorida de mi raja, lo veía, mi marido detrás de mi me acariciaba, el perro después de limpiarse salio del cuarto y nos quedamos solos mi marido y yo.

-¿Qué paso, no que nunca te dejarías coger por un animal?
-Bueno una nunca sabe.

Al día siguiente, al levantarme, el perro me saludó brincando y saltando, yo aun seguía desnuda ya que cuando estamos solos yo nunca uso nada, el animal gustoso de verme, se paraba y me lamía la cara, yo lo tome de la cabeza y acerque su hocico hacia mis pechos y el me daba lengüetazos, me esposó se levanto mi marido y así me encontró, así como estaba podía sentir su verga crecer y me tocaba mi raja, yo se la tome y se la comencé a acariciar y cuando menos lo pensé me encontré de rodillas y el perro detrás de mi, de nuevo quería cogerme, mi marido se reía por lo que veía, el animal quería encontrar mi raja pero no le atinaba, se acerco mi marido y tomándosela con una mano la apunto y sentí como una punzada de nuevo cuando me entro toda, pero no tenia control, y se salía a cada momento, yo trataba de no moverme y cuando la tuve adentro deje que el se moviera y sentí su verga de nuevo hincharse y explotar dentro de mi.
Durante el fin de semana que lo tuvimos me cogió cinco veces, así que el domingo por la noche me encontraba tan cansada y adolorida que al día siguiente no fui a trabajar.

Desde ese día le he rogado a mi marido que quiero que compre un perro.
El me dijo que lo haría, mientras cuando queremos de nuevo hacerlo no tenemos más que pedírselo a los vecinos.