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El Parador

Aprovechando que este fin de semana es más largo porque el lunes es festivo, decidimos irnos a un parador. Elegimos uno que esta en un castillo en mitad de una ciudad medieval, queremos a  hacer un poco de turismo cultural y educativo. Llegamos el viernes por la noche, es tan bonito, todo de piedra, los pasillos tienen el techo de cristal y se aprecian las estrellas y la luna, está decorado con tapices, estandartes y armaduras. Nos registramos y vamos hacia nuestra habitación; para llegar tenemos que dar un buen paseo, es como ir por un pequeño laberinto de estrechos pasillos, todas las habitaciones están en la primera planta, al igual que el restaurante.



– Mañana nos dedicaremos a explorar –me dices–.



Nuestra habitación es muy espaciosa, tiene una cama de matrimonio con dosel, totalmente medieval, el armario empotrado tiene puertas de madera tallada, la tele se oculta en un mueble  con puertas a juego con el armario, dos sillones estilo trono con una pequeña mesita en medio; la ventana tiene barrotes y se cierra con una puertecilla de madera, todo de acuerdo con la decoración que imaginas en un castillo medieval y el baño grande, todo en mármol blanco, con una bañera en la que cabemos los dos.



Deshacemos las maletas,  ponemos la tele, te sientas en uno de los sillones, yo me subo encima de la cama y empiezo a saltar, como una niña traviesa, tú me realizas fotos, en la tele están poniendo una película antigua, Nueve semanas y media, justo en ese momento la escena es la del striptease,  paro de saltar, tú dejas de hacer fotos, empiezo a imitar la escena, me contoneo  al ritmo de la música, voy subiendo despacio el vestido, me lo quito, te lo tiro, tú lo recoges, ahora estoy en ropa interior –bragas y sujetador en tonos fucsias y negros– avanzo hacia uno de los postes de la cama, paso una de mis piernas por el poste, agarrándome mientras me inclino hacia atrás, me vuelvo a levantar y me agarro con las manos al poste, intento imitar los movimientos que se hacen en las barras de striptease, mientras tú no paras de mirarme y deleitarte con lo que ves.



Cuando la música para, me bajo de la cama, subo encima de ti, empiezo a besarte, me acaricias la espalda, me desabrochas el sujetador, me lo quitas, te quito la camiseta,  me besas el cuello, mis pezones rozan tu pecho, bajas hasta uno de ellos, besas el pezón, lo lames, lo chupeteas, te lo metes en la boca, mientras pasas una de tus manos por encima de mis bragas, las tocas, están húmedas, me sigues acariciando, pasando tus dedos por la tela, cambias al otro pecho, te acaricio la espalda, te rozo con las uñas y sigo el camino de la columna vertebral, te beso la frente, metes uno de tus dedos por debajo de las bragas, lo sacas empapado, lo llevas a tu boca, lo chupas, me lo das a mí, lo beso, lo chupeteo, gimes.



Me levanto, me agacho y te ayudo a quitarte los pantalones, tu polla está bastante erecta aprisionada en los bóxer,  te los quito, tu polla salta de alegría por su liberación, la saludo con la mano, la beso para darle la bienvenida, primero el glande, desciendo por el tronco llegando a tus testículos, los lamo, me los meto en la boca, los absorbo, agarras con fuerza los brazos del sillón, mi lengua los acaricia, te encanta que te los chupe, asciendo de nuevo por el tronco hasta el glande, lamo la punta, la absorbo, está llena de líquido preseminal, mi lengua la acaricia dulcemente, me gusta tu sabor, me la meto por completo en la boca, me llega hasta el fondo, la saco, vuelvo a metérmela, tú realizas pequeñas embestidas, yo las acompaso con mi boca, me aprieto fuerte a ti, me llega hasta el fondo de la garganta, me agarras por el pelo, me embistes para que llegue más adentro si cabe, es casi asfixiante, mi lengua toca tu polla mientras sale.



Me tiras del pelo hacia arriba, nos miramos, nuestros ojos están llenos de pasión y placer, me levanto y te beso, me quito las bragas, me coloco encima de ti, restriegas tu polla en mi coño y la pasas lentamente entre mi ano y mi coño, la sitúas a la entrada de mi coño y desciendo penetrándome con ella, estamos abrazados, empiezo a subir y bajar, la postura es incómoda, así que te levantas conmigo penetrada y abrazada a tí con mis brazos y piernas, me llevas a la cama, despacio, nos tumbamos, me penetras y empiezas a moverte suavemente, yo te doy un azote en el culo para que te muevas más rápido, tú me sonríes, te mueves como quiero, nuestros gemidos se hacen más fuertes.



Te das la vuelta con habilidad para no salirte de mí, ahora yo estoy encima, me acaricias los pechos, yo te cabalgo, me gusta estar así, tu polla se desliza dentro de mi vagina, me inclino hacia atrás apoyando mis manos en la cama, para que me roces el punto g, me derrito de placer, empiezo a moverme más rápido, los dos nos movemos al unísono, noto como me voy a correr, me agarro fuerte a las sábanas, empiezo a correrme, hummmmmmmmmmmmmmmm, que placer, me inclino hacia delante, quedando tumbada contra tu pecho, tú me agarras y me abrazas, me embistes suavemente, y me susurras al oído



– Yo también me voy a correr, lo voy hacer dentro de ti, mientras vuelves a cabalgarme.



Inclino la cabeza en señal de aprobación, me levanto y vuelvo a  cabalgarte, me urges a que sea más rápida, me embistes y te quedas quieto, te estás corriendo, me muevo muy suavemente, contrayendo mi vagina para aumentar tu placer, me mordisqueas una mano, me dejo caer en la cama, nos abrazamos y nos dormimos.



Por la mañana salimos a desayunar y a visitar la ciudad, pasamos prácticamente todo el día paseando entre las calles adoquinadas y visitando una pequeña feria medieval, hace bastante calor, yo llevo puesto un vestido corto de tirantas, con tela de gasa, floreado, tú llevas unos pantalones bermudas y una camiseta. Después de comer nos vamos al parador a echarnos una siesta y refrescarnos con una buena ducha, cuando estamos en el pequeño laberinto que lleva a las habitaciones, descubrimos una estrecha escalera de piedra, el hueco es tan pequeño que solo se puede ascender de uno en uno.



– No creo que debamos subir, seguramente este prohibido –me dices–.



– Cobarde, no hay ninguna señal que lo indique, ¿Dónde está tu espíritu aventurero? además no hay nadie a estas horas, si nos pillan diremos que nos hemos perdido.



Me adelanto y comienzo a subir los escalones, tú me sigues; mientras subo contoneo mis caderas de una forma provocativa, tú respondes pegándote más a mí y acariciándome el culo; seguimos ascendiendo, cuando llegamos al final resulta ser una de las torres del castillo. Las vistas son impresionantes, se ve todo el pueblo, me aproximo a una de las almenas y comienzo a hacer fotos, te acercas por detrás, me sigues acariciando el culo, metes la mano por debajo de la falda del vestido y lo levantas mientras subes tu mano acariciándome los muslos, subes y bajas suavemente, hasta que llegas a mis bragas, me acaricias por encima, las haces a un lado, metes tus dedos, los pasas por mi coño, de un lado al otro, compruebas que esta mojado, sigues moviéndolos, yo me apoyo en la pared de piedra.



– Nos van a ver –te digo–.



– ¿Dónde está tu espíritu aventurero? Además, no haberme provocado subiendo de esa forma la escalera.



Te agachas, te metes debajo del vestido, me bajas y me quitas las bragas, me inclino para dejarte más fácil el acceso, empiezas a lamerme el coño, tu lengua pasa por los pliegues de los labios vaginales, me mordisqueas el clítoris, entre gemido y gemido me agarro mas fuerte a la almena, tu lengua penetra por mi vagina, ¡qué placer!, mi respiración es agitada, me penetras con los dedos, continúas durante  un rato, cuando me voy a correr, paras, me giro un poco mosqueada, me sonríes y señalas tu polla, que está totalmente erecta en los bermudas, la sacas, no llevas bóxer, me doy la vuelta mirando a la pared, me levantas el vestido, restriegas tu polla en mi coño y me penetras desde atrás, comienzas a embestirme, yo contemplo  el pueblo debajo nuestro, nadie aparentemente por las calles, por el calor, por la hora, no lo se; pienso que cualquiera podría ver como follamos en lo alto del torreón, esto hace que me dé más morbo y que disfrute más, tus embestidas son fuertes y rápidas, dentro, fuera,  el morbo nos tiene muy calientes, silenciamos nuestros gemidos para no ser descubiertos, el placer es más profundo, te agarras a mis pechos, me inclino un poco más hacia adelante, para mejorar la postura, la fricción hace que vuelva a tener ganas de correrme, noto como me voy inundando a medida que me voy corriendo, qué bueno…, tú sigues embistiéndome hasta que paras, te agarras muy fuerte a mí y te corres, me llenas con tu semen…



Nos recomponemos como podemos, te metes mis bragas en el bolsillo y descendemos por la escalera, noto como tu semen se desliza por mis muslos, la sensación de ir sin las bragas, notando la fricción de mis muslos con mi coño, mis fluidos mezclados con los tuyos, hacen que me vaya calentando más y más…


Datos del Relato
  • Categoría: Hetero
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