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Mis relaciones eran complicadas, compartía mi vida sexual con dos jovencitos a los que les doblaba la edad. Eso sonaba interesante, pero se hacía complicado cuando uno de los amantes no sabía nada del otro y se complicaba aun más cuando los dos eran hermanos y vivían en la casa de al lado. Si me hubieran preguntado veinte años atrás, cuáles eran mis planes para cuando tuviera cuarenta y tantos años, habría respondido que tener una vida tranquila al lado del hombre que amaba. Ja,ja,ja,ja. Suena aburrido ¿no?
Lo cierto es que tenía una tranquila vida familiar, hasta que llegaban los fines de semana, mis hijos se iban con su padre y yo debía planificar horarios como si fuera una estación inglesa de trenes, en cierta forma me sentía como una, tenía unos trenes que entraban y salían de mi vida con mucha fuerza y vapor, llegaban llenos y se iban vacíos, pero lo mejor era que me dejaban una gran cantidad de vivencias llenas de placeres. Sólo que yo, en vez de llamarlos trenes los llamaba paquetes, mi Paquete Nuevo y mi Paquete Plus.
Después de ocho meses de relaciones desbocadas, el Paquete Nuevo se preparaba para irse a la Academia Militar, realmente lo iba a extrañar, eran muchas las horas de disfrute que me había brindado (y yo a él), pero era hora de continuar nuestros caminos, además, siempre quedaban los fines de semana. El Paquete Nuevo me ofreció un regalo de despedida, accedí gustosa a encontrarme con él en un centro comercial del centro de la ciudad. Cuando entramos a una sala de tattoos mi sorpresa fue mayúscula.
Sabes que no puedes hacerte un tatuaje –Le recordé
Yo no me voy a hacer un tattoo, te lo van a hacer a ti –Me respondió sin sonreír –Ese es mi regalo
Una carcajada limpia salió de mi boca, debo reconocer que me sorprendió, nunca hubiera pensado en algo así, el tatuaje, como todo lo prohibido, me provocaba morbo, tal vez por aquello de la crisis de la mediana edad ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Así que decidí aceptar de buen grado el particular regalo, después de poner mis propias condiciones: En un lugar que quedara oculto a la mirada de mis hijos, que fuera pequeño y, lo más importante, que lo escogiera yo ¿Qué tan doloroso podía ser?
En la recepción de la particular tienda, nos recibió un hombre grandote, como de 30 años, con el cabello castaño alborotado y una linda sonrisa, tenía los fuertes brazos llenos de bellos tatuajes de colores desde el codo hasta el hombro y un piercing en cada oreja. Era muy corpulento, pero no llegaba a gordo, sumamente simpático, vestía una franela blanca, un black jean roto y unas pesadas botas negras, tenía pinta de motorizado, eso me gustaba, no pude evitar mirar su paquete, que tenía un tamaño proporcional al resto de su cuerpo, era un Paquete XXL
¡Bendición! – Lo saludó el Paquete Nuevo respetuosamente, dándole la mano.
¡Dios te bendiga! – Le contestó sin dejar de sonreír, su sonrisa era igual a la del Paquete Plus, mi otro amante.
¡Ah! Son familia ¿tío, padrino, amigo muy cercano? El Paquete Nuevo nos presentó formalmente, era su tío, el hermano menor de su papá. El tío era el propietario de esa tienda y un excelente artista del tatuaje, estudió en Japón y fue aprendiz en Estados Unidos, cuando tuvo suficiente experiencia se devolvió para montar su propia tienda y se había convertido en el decano del tatuaje en mi ciudad, tenía varios aprendices a su cargo. Y yo iba a tener el "privilegio" de ser tatuada por él.
Nos pasó directamente a su "oficina", donde había una camilla con estribos, parecida a la de los ginecólogos, un pequeño escritorio, unos estantes llenos de libros de tatuajes, muchas fotos con tatuados en las paredes y el cómodo sofá negro donde nos sentamos. El Paquete XXL, no dejaba de mirarme, inmediatamente me puse a la defensiva e imaginé lo que pensaba: "¡Por qué mi sobrino andará tirando con esta vieja gorda?". Casi lo podía ver en su frente, mientras tanto él sonreía, nos brindó unas cervezas para relajar el momento, puso un concierto de Metallica en el pantalla plana y salió a atender a otros clientes.
A pesar de la rebeldía que podía representar un tatuaje, todo me parecía extremadamente formal, nos sentamos por más de una hora a mirar los libros de tatuajes que tenía en su tienda, mi tatuaje debía estar en una de mis nalgas para que mis hijos no lo vieran. Mirábamos muchos culos tatuados en las fotos, eso calentó a mi Paquete, quien comenzó a besarme el cuello, a acariciarme las piernas y a manosearme las tetas, mientras yo revisaba las fotos, pensar que en cualquier momento podía entrar el tío me calentó muchísimo, así que me uní a él.
Me quitó la panty sin quitarme la falda y comenzó a lamer mi totona gozosa, metió su lengua sin ningún preámbulo dentro de mi raja húmeda y comenzó a chupar enérgicamente, mientras, yo seguía tratando, absurdamente, de escoger un tatuaje. Cada chupada me excitaba muchísimo y su paquete de 21 cm ya estaba tan tieso que parecía que le iba a reventar el cierre del pantalón, se bajó el pantalón de un tirón, me quitó el libro, se montó sobre mi y metió su gruesa verga en mi raja mojada, metía y sacaba enérgicamente su webo, mientras yo lo presionaba con mis paredes vaginales, eso lo puso como loco, acelerando sus movimientos, jadeábamos en silencio para no levantar sospechas, me cogió allí mismo, sobre el cómodo sofá de la oficina de su tío.
Fue un rapidito por razones obvias, no queríamos ser descubiertos, pero fue un rapidito con mucho morbo y muy caliente por la adrenalina que corría por nuestros cuerpos, exhalamos nuestro último gemido en silencio. Terminamos y nos acomodamos justo a tiempo, pocos minutos después de nuestro rapidito llegó el tío y seguí escogiendo, pero ninguno me convencía, mi Paquete Nuevo se impacientaba, como siempre, pero su tío lo calmaba, mientras me echaba unas miradas que me parecieron cómplices, sin dejar de sonreírme. El tatuaje era para mi, no para él, le explicó. Cuando me cansé de mirar dibujos en la piel de otros, decidí imponerme.
Me gusta mucho la caratula del DVD de la película La Pared de Pink Floyd. –Expliqué
¿Cuál, la que tiene las flores copulando? –Me preguntó el Paquete XXL
Sí, esa ¿la conoces? – Respondí sonriendo aliviada
Claro, Pink Floyd es uno de mis grupos preferidos.
Quedamos, para disgusto del Paquete Nuevo, en que iría nuevamente a la tienda con el modelo del tatuaje que quería. Al despedirnos, el tío me tomó la mano de una forma diferente, muy cálida, con los ojos brillantes. Cuando salíamos de la oficina me di cuenta de que mi panty se quedaba abandonada a un ladito del sofá, pero era muy tarde para recogerla.
Estoy seguro de que te va a gustar mucho tu tattoo. – Me dijo el tío guiñándome un ojo.
El viernes siguiente me preparé para ir a mi sesión de tatuaje, era mi primer fin de semana libre desde que me junté en plan sexual con mis vecinitos los Paquetes, el Paquete Nuevo estaba en la Academia y el Paquete Plus fue a visitar a su mamá a otra ciudad, incluso, el padre de ambos paquetes, que me fisgoneaba cada vez que tiraba con alguno de sus hijos, había salido de la ciudad, estaba sola. Escogí muy bien mi ropa, sobre todo mi ropa interior, estaba exaltada, me sentía como si fuera a asistir a una cita amorosa, incluso me depilé y sentía mi totona fresca y livianita, lista para la acción pero ¿acaso podía haber acción con el tío Paquete XXL?
Llegué con mi DVD de La Pared, él me recibió con su amplia sonrisa, no me dio la mano, me besó en la mejilla, muy cerca de la boca. Nos metimos inmediatamente a su oficina, él ya había dibujado el motivo de mi tatuaje, seis flores entrelazadas por las ramas y unidas formando un triangulo, tres de las flores representaban una vagina y las otras tres un falo en plan de penetrarlas, era una imagen sugerente, bella y poderosa, que representaba la eterna danza sexual entre machos y hembras.
Tengo vodka, ron y cerveza. ¿Qué quieres beber? –Preguntó sonriendo
¿Tienes coca cola? – Él asintió –Dame un vodka con coca cola y mucho hielo porfa
Me sirvió lo que le pedí y él se sirvió una cerveza, me comentó que no conocía a nadie que tomara el vodka con coca cola. Luego puso el concierto de Pink Floyd en Berlín, buen fondo musical para lo que íbamos a hacer. Me indicó que me sentará en la camilla, donde quedaba ligeramente inclinada, que me pusiera cómoda mientras él arreglaba todo, se quitó la chaqueta negra de cuero y de la franela sin mangas aparecieron sus fuertes brazos tatuados con motivos japoneses a todo color, había olas, peces koi, montañas, flores de loto y, muy escondidas, algunas vaginas de diferentes tamaños y colores, era un diseño que parecía abigarrado pero que tenía un orden muy artístico.
Son algunas de las cucas que me he cogido en mi vida. –Me explicó riendo.
Me contagié de su risa, al contrario del Paquete Nuevo era muy risueño y siempre sonreía. Me recosté un momento, mientras el preparaba las agujas, las tintas y el papel transfer frente a mi, de cuando en cuando me veía se humedecía los labios y me sonreía. Cuando terminamos los tragos se levantó para servir otros, al tercer trago bien cargado comenzó la sesión.
Te puedes quitar las pantaletas –Me sugirió en voz ronca
Claro, me levanté me subí un poco la falda y me quité mis primorosas pantys de encaje blanco, pero él me sugirió que me quitara la falda también, dudé unos minutos.
Si te sientes más cómoda me puedo desnudar también …..
No, no es necesario, lo interrumpí rápidamente.
Pero se quitó la franela que dejó ver su pecho peludo de donde sobresalían sus pezones rosados con piercings, tenía unos fuertes pectorales que indicaban que hacía ejercicio, pero tenía pancita, que indicaba que le gustaba la cerveza, curiosamente no tenía tatuajes en su pecho, sólo uno grande en su espalda. Le obedecí al calor del vodka y de la calentura, su torso desnudo me excitó, él no me quitaba los ojos de encima. Me acosté boca abajo en la mesa y el zumbido de la maquina tomó el lugar, él se reclinó sobre mi rellena nalga izquierda, puso sus manos sobre ella y me la acarició lentamente llegando casi a mi culo ¿Qué pasó? me esperaba un pinchazo ¿dónde estaba?
No me gusta tatuar las nalgas y menos cuando son así, limpiecitas como las tuyas. –Se tomó un trago y continuó. – ¿Qué tal si tatuó tu pubis?
Pero todo eso no cabe en mi pubis, está bien que lo tenga gordo, pero …..
No, no tomaría un solo par de flores y ya, te la pondría a un lado y te dejaría algo del vello.
Lo que me explicó me interesó, admití que tenía razón, era más fácil que me vieran las nalgas a que me vieran la totona, así que acepté ¡Que locura! Yo, con un tatuaje en la totona, ja, ja, ja, ja, ja. Primero me sirvió otro trago, luego tomó una afeitadora nueva y la abrió delante de mí, tomó crema de afeitar de un estante y me miró sonriendo, todos sus movimientos eran calmados, tranquilos, pero, inexplicablemente sensuales. Me indicó que subiera las piernas a los estribos, dudé otra vez y él, sonriendo, se abrió el grueso cinturón de cuero, su paquete parecía más grande.
Sonreí y monté las piernas en los estribos, no quedaba completamente abierta, como en la consulta con el ginecólogo, pero mi totona quedaba completamente al aire, tanto que comencé a sentir frío. Me untó la crema de afeitar por el monte de Venus con delicadeza, ejerciendo una firme, pero suave presión, luego me pasó la maquinilla despacio, siempre sonriendo, se detuvo unos momentos, como hacen los artistas cuando ven el lienzo y luego, decidido, afeitó todo mi vello púbico, quedé peladita como una bebe, me sentí extrañamente liberada y me reí.
Él se unió a mi risa mientras me servía otro trago y destapaba otra cerveza, se sentó en su banco giratorio, se acercó a mi totona y comenzó la maquina a inyectar tinta de colores en mi piel, cuando limpiaba los restos de tinta lo hacía como amasando mis carnes, llegando hasta mi raja que ya estaba muy húmeda. Al principio, me dolió mucho ¡Que condenado dolor! Pero luego, la piel se fue durmiendo, como cuando te haces un raspón. Lo único que me molestaba era que aun llevaba puesto mi brassiere y el ruido de la maquina de tatuar, que sonaba muy parecido al taladro del dentista.
Después de no sé cuántos tragos me adormecí y dejé que el Paquete terminara su trabajo, sentía su mano acariciar de vez en cuando mi totona, con cada caricia una oleada de placer subía por mi abdomen y llegaba a mis tetas, mis pezones se estaban reventando allí aprisionados con el brassiere. El sonido de la maquina cesó de repente y ya nada más rasgó mi piel, en su lugar sentí unas manos callosas acariciar la parte interna de mis muslos hasta llegar a mi raja, el Paquete XXL acarició los alrededores de mi raja sin abrirla, sus manos subían hasta casi tocar el tatuaje y luego bajaban hasta casi tocar las nalgas.
Mi raja se mojaba a un ritmo vertiginoso yo gemía quedito sin abrir los ojos, pero acariciando mis tetas prisioneras. Él abrió un poco mis nalgas para llegar hasta mi culo, de repente sentí su lengua explorar tímidamente ese lugar de mi anatomía, pegué un respingo, pero no abrí los ojos, me concentré en mis sensaciones, él sólo se limitó a hundir su lengua cada vez más en mi culo, mientras una de sus manos acariciaba mis piernas, me abrí un poco más para facilitar su trabajo. Debo confesar algo, mi culo es virgen, mi marido intentó alguna vez que tuviéramos sexo anal, pero nunca pasamos del primer dedo, así que esa sensación llena de impulsos de placer me era desconocida.
Después de un rato, cuando mi raja estaba literalmente nadando en sus jugos, subió su lengua, me besó en el nieje, el espacio que queda entre la raja y el culo, no puede evitarlo, jadeé con fuerza, eso lo animó, escuché como se bajaba los pantalones, y esperé la penetración con ánimo, pero no ocurrió, en su lugar mi raja gozona recibió a su lengua exploradora, que tomó mi vagina por asalto, primero le dio un beso de lengua, como si fuera una boca ¡Uuumm, que delicia! Luego, sus manos se colocaron a ambos lados de la raja y presionaban suavemente mientras su lengua entraba y salía de mi raja, como si la estuviera penetrando.
Mi totona estaba enardecida y yo también, me movía con frenesí acompañando la penetración de su lengua, yo gemía cada vez más fuerte, expresando mi placer, me había quitado el brassiere dejando mis tetas al aire para acariciarlas libremente, después de un rato la lengua XXL tocó mi clítoris henchido de gozo, lo lamió por unos minutos lo que me llevó a acabar con un gran grito que expresaba toda la energía sexual acumulada en mi.
El Paquete XXL me besó suavemente el monte de Venus finalizando su labor. Abrí los ojos y lo vi de pie, desnudo, en toda su dimensión, pajeando su esplendida verga frente a mí como si lo hiciera en mi honor, sonreía gustoso y jadeó suavemente al acabar con un gran chorro de leche que cayó en una de mis rollizas piernas, luego se acercó, me besó una teta y por último la boca, besaba delicioso. Vi que su pene tenia un piercing, nunca había tenido sexo con un webo con piercing, definitivamente ese era el comienzo de mi gran amistad con el Paquete XXL.
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