Una noche de esas en que crees que no te pasará nada interesante, en la que deseas que algo diferente suceda, en una noche como cualquiera de esas me ocurrió lo más interesante y placentero de mi vida... si te interesa saber lo que me ocurrió sigue leyendo y espero tu opinión.
Cristel y yo somos amigas desde hace varios años, nos conocimos en la secundaria y seguimos juntas hasta terminar la universidad; salíamos juntas, platicábamos, ibamos de compras, en fin, disfrutábamos de la vida una con la otra, pero como suele suceder las cosas que hacíamos ya nos parecían monótonas y aburridas; así que un día Cristel me propuso hacer algo diferente, una amiga suya era bisexual y conocía un bar en el centro de la ciudad donde iban muchas lesbianas "sensuales y atractivas" como ella las describió; Cristel y yo no lo dudamos, por fin algo diferente se presentba ante nosotras, nos vestimos lo más provocadoramente posible y nos aventuramos a lo desconocido.
Al llegar al bar nos recibió una mujer alta, rubia, ojos claros, pechugona y muy pompudita al dejarnos entrar noté que me veía mis nalguitas, ya que un pedacito de ellas se dejaba ver por el filo de la minifalda blanca que llevaba puesta, claro que mi tanguita negra también pudo haberla provocado. El bar era un tanto oscuro y en verdad que muchas bellezas bailaban y se frotaban una con la otra en la pista de baile, Cristel y yo nos empezamos a excitar al ver tantos senos pegados unos con otros. Tomamos unos cuantos tragos: "sexo en la playa", deliciosos y dulces; ya estábamos un poco pasadas de copas cuando una chica alta, delgada, cabello largo medio rizado, pelirroja, con unos senos bien formados y formidables brincaban en su caminar hacia nosotras, podía verle los pezones bien levantados a través de su ombliguera escotada y las piernas carnosas aceitadas dirijirse a las mías, se contoneaba al caminar, sentí deseos de lamerle el arete que llevaba en el ombligo, su ojos eran enormes y de un verde hipnotizador y sus labios eran tan deliciosos que sólo me los podía imaginar entre mis piernas. Cuando finalmente se acercó a mi oído dijo: "Hola, preciosa, ¿quieres bailar conmigo?, tu amiga nos puede acompañar", miré a Cristel que ya estaba tomándome de la mano para acercárnos a la pista de baile. Así, comenzamos a bailar despacio, sensual y caliente entre las tres, aquella pelirroja nos tocaba constantemente a Cristel y a mi, nos rozaba con su nalgas y con sus senos, nos lamía el cuello y las orejas, y a cada movimiento que ella hacía Cristel y yo no exitábamos más; yo ya no podía con el deseo de acariciar a alguien y de sentir cosquillitas en mi vaginita, así que sin pensarlo tomé de la cintura a Cristel mientras la pelirroja se frotaba contra mi espalda, Cristel me miró confusa unos segundos pero despues colocó su mano derecha en mi cuello y me acercó a sus labios. Nos besamos cálida y apasionadamente, me encantó sentir su lengüita húmeda en mi boca, me excitaba tanto su besar que comenzé a cariciar su espalda y su cintura de forma desenfrenada, ella hizo lo mismo conmigo y sentí que unas manos me apretaban los senos, era la pelirroja que también tocaba los de Cristel; así, en el centro de la pista de baile comenzamos a cariciar nuestros cuerpos entre las tres, sentía las miradas sobre nosotras, sentía que muchas morían de placer al vernos, sentía su deseo de ser tocadas y acariciadas como nosotras lo estábamos haciendo. Al pasar varios minutos, sentí cómo mi clítoris anhelaba ser estimulado, mis pezones estaban muy rígidos y duros, mis suspiros comenzaron a ser intensos gemidos sofocados por la música del lugar, sentía como la sangre me ardía de deseo en las venas, ya no podía más, quería un orgasmo, quería a Cristel entre mis piernas y quería la entrepierna deliciosa y jugosa de aquella provocadora pelirroja. Pero esa historia se cuentará después...
De solo leer tu cuento ya estoy algo mojada. Sigue escribiendo