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~Tsk. ¿Se puede saber por qué tengo que hacer yo esto? En fin… Que no se espere que lo haga con mucho respeto… ¿Qué pasa, peña? Este es el episodio especial de nochevieja de “El nuevo juguete del señorito”, soy Cristian, el nuevo mayordomo de la isla “Trush”. Resulta que hace unos meses un asqueroso niño rico me secuestró y me mantuvo como su perro durante varias semanas, pero al final por circunstancias que no contaré porque no me da la gana, y porque me la suda si lo sabéis o no, ahora soy su mayordomo y su… Ejem… ¡Bueno, que aquí está el puto relato! ¡A leer! ¿Eh? Una nota: “Si olvidas el mensaje del autor, te cortaré la…” ¡Eh! ¡Hijos de puta! ¡Leed el mensaje del autor!
“Bien, esta es mi sorpresa de navidad. Disculpad los modales de Cristian, pero él siempre ha sido así… Más de una persona me había pedido la vuelta de esta serie. Le tengo mucho cariño porque en su momento fue un exitazo. No puedo ofreceros una segunda temporada, al menos por ahora, pero espero contentaros con este especial. ¡Que lo disfrutéis!”
¿Qué miráis? Ah, que tengo que seguir presentando esta mierda. A ver, ahora… El correo del mierda este.
Si os apetece, podéis comentar a través de email a la dirección de correo: latumbadelenterrador@gmail.com
Pues ya está, peña. Leeros el relato o limpiaros el culo con él, me la suda, eso sí, como me gane una reprimenda de Luke por vuestra culpa os váis a cagar, así que mejor… ¡Leedlo!
El nuevo juguete del señorito
_______________
Un relato del Enterrador
Las navidades siempre fueron época de bonanza y plenitud para el señorito. Era el orgullo de su padre, así que le conseguía todo tipo de regalos, daba igual lo caros o difíciles de encontrar que fueran, el señorito siempre tenía lo que quería bajo el árbol. La felicidad se respiraba en esa casa durante la navidad, yo mismo, Gilbert, como mayordomo, recibía un extra de sueldo y algún que otro regalo de mi señor y señora.
Sin embargo, toda esa felicidad navideña dejó de existir cuando nos enviaron a la isla. Verán, el señor se enteró de que su hijo no era realmente hijo suyo y lo envió a una isla para tenerlo lejos. La primera navidad en la isla fue la última que celebró el señorito, él insistió en que no quería celebrarla, pero yo, como mayordomo, consideré que eso podría ayudarle. Qué error más grave cometí aquel día…
Para empezar, cuando en casi todo el mundo la navidad se celebra en invierno, nosotros nos encontrábamos en una isla del Pacífico sur, allí era verano. Y aunque no lo hubiera sido, debido a las extremas temperaturas, jamás hubiera nevado. El señorito estaba acostumbrado a tener navidades blancas.
-Gilbert…-dijo el señorito mirando la mesa.
-¿Sí, señor?-dije sirviéndole el tres de las cuatro.
-¿Por qué a pesar del calor que hace en esta isla, a pesar de la falta de nieve y del brillo profundo que el sol proyecta sobre mi piel… No puedo dejar de sentir frío?-dijo sin apartar la mirada de la mesa.
-Señor, no me sea exagerado… Estamos a cuarenta grados a la sombra-sonreí.
-Puede que el sol brille en esta monstruosa isla alejada de todo, pero ya no brilla en mi corazón. Mi corazón es ahora un páramo helado, frío, sin movimiento. No llueve, no nieva, no da el sol… Es un terreno vacío, oscuro, yermo…-dijo mirando al suelo.
-Señorito…-suspiré.
De repente un conejo saltó a la mesa, comenzó a olisquear los alimentos, así que me dispuse a espantarlo, pero el cuchillo que agarró el señorito se me adelantó. Fue una milésima de segundo, antes de darme cuenta, la aguja del cuchillo estaba clavada en la tripa del animal.
-¡S-señorito!-grité asustado.
-Dime, conejito…-dijo atrayendo al animal empalado a su cara-¿Qué sientes?
Me quedé paralizado viendo como aquel niño hablaba con un animal que se retorcía de dolor. La sangre se escurrió por el cuchillo y el señor, rápidamente se la llevó a la boca.
-Dicen que antes de morir sentimos frío… Dime, conejito… ¿Sientes lo mismo que yo… Ahora? ¿Concibes ese abismo de desesperación que yo siento? Dime… Conejito… ¿Sientes miedo? Yo siento miedo… ¿Pero sabes cuál es la diferencia? Yo voy a seguir sufriendo, voy a seguir muerto por dentro, pero tú no, tú vas a morir-sonrió de forma muy perturbadora-Te he provocado este dolor, pero te liberaré de él de la única forma posible… La muerte.
El conejo movía ligeramente la pata, apenas le quedaban fuerzas. De repente, la cara del señorito cambió a una expresión seria.
-¿Por qué?-unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas-¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¿Por qué?¡¿Por qué me miras asíiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!? ¡NO ME MIRES CON PENAAAAAAAAAAAAAA! ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
El señor gritaba con todas sus fuerzas, había perdido totalmente la cabeza. Intenté acercarme, pero mis pies no respondían, estaba paralizado de miedo. Ocurrió lo inevitable, hincó el cuchillo en el ojo de aquel pobre animal. El nervio óptico no se rompía, así que tiró violentamente, y la sangre salpicó toda su ropa.
-¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD!¡FELIZ NAVIDAD! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!-se rió el señorito.
Después vino el otro ojo. Se lo arrancó con furia, gritando a los cuatro vientos, pero justo cuando el conejo ya estaba sin ojos, el señor se calmó totalmente de forma automática.
-Gilbert, la mesa se ha ensuciado… Límpiala…-dijo serio.
-P-por supuesto, señor…-dije nervioso.
Por supuesto aquello me debía de haber servido de lección para no haber celebrado la cena de nochebuena, pero no fue así. Decidí celebrarla igualmente, ese mismo día, a las 22:00.
Preparé la mesa en el jardín porque a él siempre le gustaba comer allí, y le dejé solo mientras iba a por los cubiertos. La imagen que encontré al volver fue de las cosas más perturbadoras que he visto en mi vida. A lo largo y ancho de la mesa estaban sentados toda clase de animales en estado de putrefacción, muertos. El señorito sonreía presidiendo la mesa.
-¡Gilbert!-me dijo-¡Se quedan a cenar, así que trae un plato para cada uno!
-S-si, s-señor…-dije nervioso.
Traje un plato para cada uno de esos animales muertos, tal y como él me había ordenado.
-Ciertamente... No hay quien os entienda a los gatos-dijo el señor perro.
-¿Y eso por qué?-dijo el gato Cheshire sonriendo.
-Cuando os enfadáis, movéis la cola, y cuando estáis felices, gruñís-suspiró el señor perro-Deberíais ser más claros, como nosotros los perros.
-¡Bah, ¿qué sabrá un perro de biología?!-saltó la señora ardilla.
-Perdone, señorita ardilla, pero aquí donde me ven yo fui un caniado-dijo el perro bebiendo de su copa de vino.
-¿Caniado?-respondió el señor pájaro mordiendo el filete.
-Es una mezcla de “cánido” y graduado-dijo el señor perro.
-No me gusta meterme en política, no entiendo de eso-bostezó el gato de Cheshire.
-¡Shhh! ¿Es la hora del té?-dijo la liebre nerviosa.
-¡Calla! Es hora de dormir-dijo el lirón estirándose.
-Oigan, si se puede usar un lápiz a veces para borrar, ¿por qué no puedes usar una goma para escribir?-sentenció la señora gaviota pensativa.
-Basta…-dije aterrorizado.
-¿Qué le ocurre a tu mayordomo?-miraron al señorito.
-Si, eso, Gilbert… ¿Qué te pasa?-dijo sin mirarme, pero con una sonrisa triste.
-Señor… ¡Esos animales no están hablando! ¡Es usted poniendo voces! ¡Deténgase!-grité.
-Oye, Cheshire, ya sé que no tienes uñas, pero… ¿No podrías matar a este pingüino?-dijo el perro bebiendo más vino.
-Me temo que me sería imposible… Y no confundas al señorito, no hay ningún pingüino aquí, no te preocupes, no estás loco. Se refiere a tu mayordomo-sonrió le gato.
-¡Ah, me había asustado! ¡Jaajajajajajaja!-se rió el señorito.
Aquello… Aquello era… Horrible… Un montón de cadáveres de animales bajo la luna llena celebrando la nochebuena, cogidos de la mano… Bueno… Los que tenían algo parecido… Algunos eran simplemente cabezas.
-Disculpe que no le diga un par de cosas a su mayordomo, señorito, pero mi ceguera me lo impide-dijo el señor rana.
-¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡FELIZ NAVIDAD A TODOS, OS QUIERO!-gritó.
Dicho esto se subió a la mesa, y sin dejar de reír, se acercó a los cadáveres y comenzó a bailar con ellos, a darles besos, a reírse. La visión más horrible que jamás tendré. Algunos eran cadáveres recientes y le manchaban con su sangre. La cara del señorito, cubierta de la sangre de aquellos pobres animales, brilló toda la noche gracias a la luz de la luna llena.
Si le preguntan hoy en día sobre esta experiencia, probablemente no les responda, pues hay veces que su memoria eliminar las partes más traumáticas. Al día siguiente lo limpié todo y le dejé varios juguetes en el árbol. Como buen mayordomo nunca hablé de aquel asunto con nadie, y en aquella isla jamás se volvió a celebrar la navidad…
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Parte 1: Este mayordomo es un poligonero
-Señor oruga, me temo que ha fumado demasiado de esa pipa. Deje las sustancias de dudosa procedencia-dijo el dodo enfadado.
-Estoy perfectamente, por cierto… ¿Quién… Eres… TÚ?-dijo la oruga echando el humo sobre los demás.
-Oh, esto es absurdo… ¿Podríais comportaros? Vais a despertar a la reina roja, y ya sabéis el mal genio que tiene…-suspiró el gato Cheshire.
-La que tiene mal genio es la reina de corazones, la reina roja es un poco mandona, pero nada más-dijo el dodo recolocándose el monóculo.
-¡Qué escándalo! ¡Ni siquiera conoces a la realeza, gato de Cheshire!-gritó la liebre enfadada.
-Como os digo siempre, no me interesa la política…-dijo el gato lamiéndose la zarpa.
-En fin, continuemos con nuestro debate. ¿Debería Cristian quitarse el piercing de la nariz y el del labio?-sentenció el dodo golpeando la mesa con un mazo.
Suspiré. Otra vez estaba jugando con esos peluches amariconados… ¡Y encima me hacía partícipe de sus juegos de criajo molesto!
-¿Usted qué opina, señorito?-señaló el dodo al señorito, que presidía la mesa.
-Ejem… Creo que los piercing le dan un toque de malote irresistible, eso no se puede negar-dijo serio.
-(Gracias, pero son MIS piercings, tu opinión puedes metértela por el culo)-pensé para mí.
-Sin embargo…-recalcó el señorito-Son demasiados. En el labio, en la nariz... Y uno en el pezón. Personalmente opino que la cara es un santuario, y no debe esconderse por nada del mundo.
-(Habló el que no miró a su mayordomo a los ojos en años…)-suspiré.
-Mmm… ¿Algo que decir, señor Cristian?-dijo el dodo decidido.
-Tsk. Esto es una gilipollez, para empezar… Yo nunca he dicho que vaya a hacer caso de lo que decidas en este debate, y además, ¡estás poniendo voz a un peluche para hablar conmigo! ¡¿Crees que así te tomaré en serio?!-grité cabreado.
-Seguro que es impotente, porque siempre está de mala leche…-dijo el gato de Cheshire riéndose.
-¡¿Qué has dicho, gato con cara de fumeta?! (Oh, no… Le acabo de hablar al gato… ¡Su locura es contagiosa!)-pensé preocupado.
-Pasemos al siguiente asunto-dijo el dodo.
-Pero si no hemos decidido nada... -dije cruzando los brazos.
-Señor Cristian, ¿ha visto usted algún debate en el que, una vez finalizado, se decida algo?-dijo el dodo.
-¿Se puede saber por qué te sigo el juego?-dije cansado.
-Lo siguiente-dijo el dodo-El asunto del traje de mayordomo. ¿Qué les ha parecido?
-¿Un macarra trajeado? ¡Que me aspen si lo veo bien! El hábito no hace al monje. Aunque bien es cierto que los monjes suelen confeccionarse su propia ropa, y por tanto, el monje sí hace al hábito…-dijo la oruga.
-Me das dolor de cabeza…-dije mirando a Luke.
-¿Y al señorito, qué le parece?-dijo el gato sonriendo.
-No hay nada que estilice más a un hombre que un buen traje. Es perfecto, maravilloso. Le queda genial, a pesar de su aspecto de chico malo, el traje no le quita un ápice de ello. Está guapo, elegante, ¿y por qué no decirlo? ¡Buenorro!-dijo Luke emocionado.
-Bien-dijo el dodo-Y ahora…
Decidí pasar de esa mierda. Me encendí un cigarro y me coloqué a un lado de la mesa, no quería participar en ese debate de locos, bueno, de loco, solo era uno… Espera… ¿Un debate de uno? ¡Bah! Me encendí el cigarrillo y lo estuve observando un rato. Como en esta mierda de isla nunca hay nada que hacer, supongo que él se entretiene con sus fiestas de peluches.
Todos los días a las 16:00 tengo que tener preparada la mesa del jardín con té y pastas inglesas, para que el criajo coma con sus peluches en sus debates… Le daba una calada tras otra al pitillo para intentar evadirme un poco de la vida de mayordomo que ahora me tocaba vivir… Luke me miraba de vez en cuando, su mirada atenta y curiosa me recordaba a la de un crío… Bueno, es normal, solo tiene 15 años…
Si, yo tengo 17, pero soy muy maduro para mi edad, ¡y si dices que no lo soy te parto todos los dientes y ya verás como lo dices! De todas formas, jamás pensé que la vida de mayordomo fuera tan dura…
Un mayordomo que se precie tiene que levantarse al menos una hora antes que su amo. Hay que prepararle el desayuno. Cuando mi madre me preparaba tortilla de marihuana me decía que la cocina era un arte… Cuánta razón tenía… Tuve que hacerme poco a poco a la cocina. Al principio…
-Hala, ahí tienes, huevos fritos-dije llevándole la bandeja a la cama.
-¡Jaja! ¡Muchas gracias!-sonrió.
Levanté la tapa esa de plata que tienen los platos de los ricos y vio mis huevos, no penséis mal…
-A-a-ah… No es por nada, p-pero… ¿Los huevos no suelen ser blancos? Porque estos son más negros que el carbón…-dijo nervioso.
-¿Eh? Ah, eso no pasa nada. Le da sabor-sonreí.
-Vale…-dijo cogiéndolo con el cuchillo.
Le pegó un bocado y estuvo enfermo durante un mes… Ese día aprendí varias cosas como mayordomo, que había un botón en la cocina que regulaba la temperatura a la que había que calentar, y que tenía que cuidar muy bien del crío, porque al llamar a un médico desde esta isla, tarda varios días en llegar… Y se me podía haber muerto perfectamente…
Después de preparar el desayuno, un mayordomo acompaña a su amo hasta el salón, donde este se encarga de su ocio, en el caso de Luke, leer (un coñazo de crío…). Después se marcha a realizar sus tareas, que no son pocas, y más si es el único criado de la casa… Limpiar, hacer la colada, revisar que la mansión esté siempre en perfecto estado, ordenar las cosas que su amo deje tiradas, etc. En resumen, ser mayordomo es… Es… ¡UNA PUTA MIERDA!
-Es la hora del baño, Cristian-me dijo Luke mientras me terminaba el pitillo.
-Joder… ¿Ya es la hora?-dije cansado.
-¡Sí!-sonrió.
Este tío era radiante cuando sonreía… Y eso podía agotar a cualquiera…
-¿Me has preparado el patito?-dijo con una amplia sonrisa.
-Si…-tiré la colilla al suelo y la pisé.
-Gracias a mí puedes fumar, ¿eh?-dijo alzando una ceja.
Era verdad… Las cosas que consumimos en la isla... La comida, el champú, los detergentes, todo eso provenía de fuera. Lo traían los dos barcos que pasaban por aquí. El de las 11:00 y el de las 23:00. Luke me dijo que si llamaba podía pedir lo que quisiera, así que les pedí que me trajeran cigarrillos todos los días. Lo único bueno de vivir aquí es que todo salia gratis. Bueno, “gratis”... ¡Lo pagaba con mi trabajo!
Se metió en la bañera feliz como unas castañuelas.
-Oye-dijo mirándome atentamente
-¿Qué quieres?-dije enjabonándole las piernas.
Si, es que encima al criajo lo tenía que bañar yo…
-Te has vuelto muy dócil desde que eres mayordomo-sonrió.
Era verdad… Mis cambios de humor eran cada vez menores, era cierto que me cabreaba de vez en cuando, pero… Desde que tenía un objetivo en la vida… Estaba más tranquilo. Cuidar a ese enano… Ese era mi objetivo en la vida.
-Será tu imaginación…-suspiré-A propósito, ¡¿por qué demonios tengo que bañarte yo?!-grité malhumorado-(Aunque lo que más me sorprende no es que me lo pidieras, es que yo lo aceptara sin rechistar).
-¿Mmm? Ah, pues muy fácil. Siempre me han bañado, no sé hacerlo solo… Desde que tengo memoria o me bañaban las criadas de la mansión o Gilbert-dijo pensativo.
-Espera… ¡¿Ese viejo canoso te ha visto en bolas?!-grité indignado.
-Puff… Montones de veces… Creo que se conoce mi cuerpo mejor que yo-dijo haciendo sonar el pato de goma.
-Tsk… ¿No habrá habido nada entre tú y él, ¡verdad?!-dije fuera de mí.
-Uh… ¿Estás celoso?-sonrió.
-¡¿Por qué iba a estar yo celoso de un viejo?!-dije colorado.
-Mmm… A decir verdad, una vez en el faro…-dijo haciendo memoria.
-¡¿Que qué?!-grité furioso.
-¡Jajajajaja! Deberías verte la cara, es bro-ma-dijo sacándome la lengua-Yo solo te quiero a ti, tonto.
Dicho esto, me jaló de la corbata y acercando su cara a la mía, me dio un beso en la mejilla.
-¿Vas a follarme esta noche?-dijo sin ningún tipo de reparo.
-¿Esta noche? Estoy hecho polvo…-suspiré.
Infló los mofletes, pero luego suspiró.
-Está bien…-dijo apenado-Pero que sepas que me has puesto muy cachondo ahí fuera… No hay nada más excitante que un hombre con un pitillo en la boca.
-Eres todavía un criajo para fijarte en lo que te pone o no-sonreí.
-¡Oye, ¿esa es forma de hablarle a tu amo?!-dijo inflando los mofletes.
-Vale, vale-me reí mientras lo seguía bañando.
La verdad es que a pesar de todas las mierdas que tenía que aguantar de mayordomo estaba muy feliz de mi nueva vida. Ya no era un delincuente, ya no era una mala persona… Ahora tenía a alguien que me había llevado por el buen camino.
-A propósito…-dije mientras lo secaba-No sabemos nada del mundo exterior, no tenemos ni tele, ni periódico… Ni nada…
-El mundo exterior no se interesa por mí, ¿por qué iba yo a interesarme por él?-bostezó.
Pero estaría bien al menos saber en qué día vivimos…-suspiré.
-Está bien, Cristian. Si quieres pediré que traigan el periódico todos los días en el barco de las 11, ¿te parece?-sonrió.
-Sí-sonreí.
-Tendré que pedir uno español, si no tú no lo vas a poder leer… Ah… A pesar de lo que odio los periódicos españoles… ¿Te parece bien uno de sudamérica? Me fío más de lo que digan-dijo pensativo.
-¡No! ¡De mi país!-dije indignado.
-Pues nada, así será-dijo frotándose los ojos.
-Vaya, parece que alguien tiene sueño… Pareces un bebé-se rió.
-No sería un bebé si me follaras esta noche-dijo irritado.
-A dormir, chaval-sonreí.
Lo llevé a la cama y lo cubrí con la sábana.
-Buenas noches, Luke-le di un beso en la frente.
-¡No soy tu hijo o algo así, pégame ahora mismo un morreo que me levante la polla de un espasmo!-gritó.
-Lo que tú digas, “criajo”-eché a andar hacia la puerta.
-¡Espera, Cristian! Quédate aquí… Hasta que me duerma…-dijo Luke tímidamente.
Sonreí y le miré con ternura.
-Je… Y una mierda-sonreí ampliamente-Hala, a dormir, enano.
Cerré la puerta tras de mí y oí sus quejas, pero no les presté atención. Después de todo el día de un mayordomo siempre termina mucho después que el de su señor…
-Bueno… Será mejor que comience con los preparativos para mañana…-dije perdiéndome en aquel oscuro pasillo estirándome.
_____________________________________
Y hasta aquí llega la mierda esta. Si os ha molado, ya sabéis, a comentar. A ver si tenemos éxito otra vez y podemos tener una serie más larga, que apenas tuvimos protagonismo la otra vez… En fin, el gilipollas del autor quiere decir algo:
“Este especial se dividirá en dos partes, puesto que así puedo corregir si he cometido algún error antes de publicar la segunda parte, que es la realmente importante. Este relato es para que sepáis qué ha sido de la vida de estos dos desde el final de la serie. Si véis algún error de argumento, decídmelo. Me he vuelto a leer los relatos originales, pero claro, algo se me puede pasar.
OS SALUDA
EL ENTERRADOR”
Pues ya está. La parte dos será publicada lo antes posible, el objetivo es el día 31, pero a ver cómo se dan las cosas. Leednos más, que así nos suben el sueldo y podré dejar esto de ser un triste mayordomo a político brasileño rodeados de brasileñas buenorras... Y aquí un avance. ¡Que os den! Digo… Adiós.
-¡¿30 de diciembre?! ¡¿Ves?! ¡Nos hemos perdido la navidad por no estar atentos a los calendarios!
-¿Navidad? No me interesa. Tú no puedes comprarme regalos caros.
-¡Serás superficial!
-Qué le vamos a hacer…
-Pues al menos la nochevieja la tendremos que celebrar…
-Odio la navidad. No quiero cenas.
-La habrá porque me sale a mi de los huevos, ¿está claro? Ya me estás cabreando.
-Eso ya lo veremos…
-Tsk… (No se merece que le compre un regalo… Y aunque se lo mereciera… ¿Cómo se lo iba a comprar?)
El nuevo juguete del señorito: Especial nochevieja
Parte 2: Una nochevieja en el país de las maravillas
-¿Qué dices, señor dodo? ¿Que mate a Cristian? Jiji… ¡JAJAJAJAJAJA!
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