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El muro del placer

~~Acababa de recoger a mi novia como todos los fines de semana, subimos a mi coche y como cualquier pareja de novios nos besábamos, ella llevaba un vestido de color azul celeste muy corto dejando ver sus hermosas piernas, que por estar sentada en el asiento aun subía más su faldita, por la mitad de sus muslos, también lucía un exuberante escote, dibujando unos senos duros y firmes, de tamaño mediano, se podía adivinar a la perfección su esbelta figura, que era admirada por todo a aquel hombre que la miraba e incluso de alguna mujer, a ella le molestaba las miradas lascibas de algún macho descarado, pero a mi me excitaba ver, como levantaba pasiones.

 Yo llevaba puesto una camisa de seda verde muy desabrochada dejando ver mi pecho atlético y unos pantalones tejanos.

 Como otros fines de semana, mientras charlábamos y yo conducía, busqué un lugar para nuestro nidito de amor, me acordé que de pequeño a veces jugaba en un lugar solitario, que además era precioso y romántico porque por esos parajes no solía ir nadie, me dirigí allí sin decirle nada a ella, para darle una sorpresa que seguro le encantaría.

 Yo estaba impaciente y excitado, por fin de lejos divisé el faro, un faro enorme que servía de referencia a los barcos que nabegaban por esos mares.

 Llegamos al lugar, el faro altísimo, un acantilado en el que podíamos escuchar el sonido de las olas chocar contra las rocas, un prado muy verde, y unos muros en ruinas, muestras de que en ese lugar nuestros antepasados habían construido no se para que fin, pero que servían de cobijo a mi coche aparcando cerca de el.

 Precioso y digno de las mejores postales.

 Todavía era de día, pues seria como las 5 de la tarde aproximadamente, el lugar era perfecto para nuestras intenciones, estar solos lejos de la multitud, tranquilos y poder hacer lo que nos apeteciera, hacia calor, y una brisa del mar muy agradable, aquello era muy romántico, después de charlar un rato dentro del coche y escuchando música romántica de fondo que emitía mi equipo de música, comencé ha acariciar sus muslos suaves y sedosos, con mi otra mano sus cabellos largos, rubios y ondulados, los cuales desprendían un aroma embriagador, todavía un poco mojado de su ultima reciente ducha.

 Pero cual fue mi sorpresa al escuchar detrás del muro, un chasquido como si una vasija hubiera caído al suelo, yo no dije nada para no asustarla, el coche estaba aparcado de el lado del copiloto paralelo a este muro, con lo cual ella estaba de espaldas a el, yo observaba mientras la besaba y acariciaba, que estaba pasando detrás de ese muro, vi como una de las piedras del muro era retirada muy despacio, dejando un agujero que aunque muy pequeño lo suficientemente grande para poder observarnos a placer y algo que se movía detrás de estas ruinas, imaginé que seria algún mirón, que quería vernos como mi novia y yo disfrutamos de nuestras caricias.

 Aquello en lugar de molestarme, me excitó todavía más, no se porque razón, pero así fue,

 Mis besos se convertían en más apasionados, mi respiración se aceleraba más y mi corazón retumbaba en mi pecho. mis manos tocaban con más lujuria, yo seguía observando el agujero del muro y efectibamente alguien estaba detrás de el, no se quien podía ser, solo veía algo moverse y alguna sombra.

 Tumbé el asiento y conseguí voltearla para que ella quedara enfrente del muro y nuestro mirón la pudiera ver mejor, ella me notaba excitadisimo lo que a la vez ella se excitaba más, sus pezones se podía observar que ya estaban durisimos atraves de la fina tela de su vestido, ya que carecia de sujetador, le bajé lentamente los tirantes y yo buscaba la postura ideal para que nuestro observador se deleitara con la imagén de sus bonitos senos, me temblaban las manos, sospesé su pecho derecho ya desnudo y acaricié su pezón no muy grande y oscuro, lo estiraba, lo enrroscaba muy levemente, ella cerraba los ojos y el sonido de su respiración cada vez era más intenso combirtiendose en leves gemidos, saqué mi lengua y la dirigí a esos sabrosos pezones, los absorbía, los chupaba, los mordía alternado uno y otro, una y otra vez, volví a escuchar otro chasquido detrás del muro, ella abrió los ojos pero seguía sin darse cuenta de lo que estaba pasando, imaginé que quien fuera el que nos estaba observando ya se estaría masturbando con nuestra exbición.

 Hacia mucha calor, nuestros cuerpos estaban sudoroso, ella me quitó la camisa, yo levanté la diminuta falda de su vestido hasta su cintura dejando su tanga rosa al descubierto que transparentaba la rajita de su coñito, la besé y aparté el tanga a un lado, pero dudaba que nuestro mirón pudiera verlo.

 Abrí la puerta de mi coche, para dar una mejor visión a nuestro expectador, ella cada vez se sorprendía más, pero no le desagradaba mi juego perverso.

 Ella confiada porque el muro de piedras nos tapaba de alguna mirada indiscreta supuestamente, y a mi me excitaba cada vez más que nos obsevaran en nuestro acto lujurioso, dándonos más libertad en nuestros movimientos y más frescor a nuestros cuerpos envueltos por la brisa marina.

 Le separé las piernas, para que su raja se abriera por completo, mostrando sus labios vaginales, le acariciaba todos los sus pliegues con mis habiles dedos, su tacto era exquisito mezclado con su ardor y su húmedad que hacían que mis dedos brillaran, muestra de su excitación y calentura,

 Le separaba cada vez más la fina tela de su tanga rosa, que ya estaba empapado de sus jugos vaginales, me molestaba la fina prenda, pero a la vez hacia que esos momentos fueran más morbosos, cada vez que lo estiraba para apartarlo de su cueva, se introducía la tira de hilo dental por la raja de su culo, probocandole mayor placer, posaba la palma de mi mano tapando por completo su caliente coño, que frotaba con desesperación y maestría, mi dedo corazón jugaba incansable con su inchado, sonrrosado y dilatado clítoris y de vez en cuando resbalaba sin problema por el interior de su chorreante gruta, mis labios besaban su abdomen, mi lengua salia de mi boca para lamer sus duros pezones, sus gemidos cada vez más sonoros, me animaban a seguir con este juego, me sujetaba mi cabeza aferrándola con más fuerza sobre su cuerpo, saqué mi dedo juguetón y lo llevé a su boca para introducirlo dentro de esta, ella lo chupaba como si de una polla se tratara y pasaba mi lengua sobre la suya para saborearlo yo también, noté su mano en mi avultado paquete, para liberar mi duro pene, ya por aquel entonces manchaba mi pantalón con mis líquidos preseminales, dando muestras de mi excitación, los testículos me dolían por el recalentón que aquella situación me probocaba, sentí su mano urgar entre mis piernas y el tacto suave de la palma de su mano femenina abrazar mi verga dura y venosa, solo consiguió desabrochar la cremallera y mi glande más rojo de lo habitual, asomaba por fin al exterior notando la frescor de la brisa, detrás del muro cada vez se escuchaba más ruido, pensé que quizás habría mas de un espectador, pero en aquel momento no me importaba y ella o no lo escuchó o " le de daba igual."

 Bajó su lengua a mi glande mientras me masturbaba incómodamente, notaba su lengua caliente como lo lamia con mucha delicadeza, y sus cabellos dorados me producían cosquillas sobre mis muslos, como pude me bajé mis tejanos y mis boxer de color negro con rallas rojas, este movimiento probocó que mi polla se introdujera en su boca probocandole unas leves arcadas, chupaba y chupaba con desesperación, su mano acariciaba mis testículos, mientras una las mías sobaban sus tetas y la otra apartaba su largo cabellos para poder ver como mi verga desaparecía dentro de su boca, y nuestro mirón lo viera mejor, en ese momento me sentía como un actor porno buscando las posiciones correctas para una buenas tomas.

 Ella estaba lujuriosa, despeinada, con su vestido en la cintura, su carmín manchaba mi verga, su rimel corrido por a ver soltado alguna lágrima de alguna arcada involuntaria que le produjo mi verga dentro de su boca, que deboraba con pasión, parecía una autentica puta, mi mano derecha acarició su espalda, para después buscar sus glúteos, como pude estiré el hilo de su tanga con fuerza rompiéndolo sin piedad, ella gritó pero no protestó, mi dedo buscó el orificio de su ano, buscó la postura adecuada lebantando su pompis, para que mis manos tocaran a placer todo lo que se ponía a su alcance.

 Ahora me tocaba a mi beberme su dulce néctar, paseaba mi lengua por su monte de venus dibujando su nombre, fuy bajando con precisión a sus pliegues vaginales, mi lengua recorría cada milímetro de aquel sabroso manjar, uno de mis dedos urgaba en la entrada de su ano, sin llegar a penetrarlo, mi lengua seguía explorando aquella gruta y soltaba manantiales de ricos flujos, por fin rocé su clítoris, el cual mas inchado no podía estar, lo lamía, lo chupaba. lo absorbía, el baile de mi lengua juguetona no cesaba, y sus gemidos se combirtieron en gritos, gritos de placer, que seguro llegaban a los oídos de nuestro mirón.

 Sin saber como, ella ya estaba encima de mí cabalgando con locura insertada en mi dura verga, la cual no podía contener por más tiempo, le chupe las tetas y le sujete para que se estuviera quieta, para hacer durar ese placer durante más tiempo. mi polla palpitaba dentro de ella, sus flujos resbalaban de su interior.

 Ella siguio cabalgando asta acerme explotar dentro de su coño, inundandolo de leche, su coño ardia y sus gritos no cesaban, su cuerpo se arqueó, mientras me estiraba del pelo, tuvo un prolongado orgasmo, dejó caer su cuerpo sobre el mio, extasiada, me miraba y me besada con dulzura, nuestros corazones volvieron a la latir con normalidad, lo mismo que nuestras respiraciones, pero se podia escuchar que detras de aquel muro una respiración agitada que pronto cesó.

 Vi como esa sombra del agujero del muro se retiró dejando pasar la luz solar sobre el, escuché pequeños sonidos de vasijas otra vez, suponiendo que nuestro mirón se marchaba complacido.

 Estuvimos un rato abrazados escuchando música, con los ojos cerrados y sin mediar palabra, no se si ella se dio cuenta de la presencia de nuestro espectador, pero no me atrevía a decírselo, lo que si se, es que nos encantó esa experiencia y que repetiriamos en más ocasiones en nuestro muro del placer.

 Nunca supe quien era esa persona que sin verla me probocó tanto placer y que me inició a una nueva faceta de mi vida.

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