Trabajando el muchacho la jardinería como el corte de la hierba que esta altísima por tantas lluvias interminables y precipitadas por el trastorno abrupto como alterado y a consecuencia del fenómeno climático que abatió a la república en estos meses que han transcurrido, Blanc vigilándolo como atendiendo algo la limpieza de la mesa de centro como del mueble de la televisión y del equipo de sonido, pasándole trapo el polvo que tiene visible sobre la superficie de la vidriera como de las tablillas y del sobre exterior del mismo mueble, volteando los ojos momentáneamente viéndolo sin camisa el sudor que le baja como le recorre todos los ángulos de su belleza anatomía masculino con unos ojos algo fascinados como deleitados también conmocionados hasta hilarantes ante el trofeo de la musculatura igualmente las formas generosas y atléticas llamativas de sus hombros, antebrazos, muslos, piernas, trasero, espalda y de su rostro. Alisándose con la mano derecha su cabellera con leves lamidas que se da en sus labios la propia Blanc que no puede aguantar ni resistirse ante tanta tentación viril y presencial pensando e inclusive diciéndose le estoy siendo infiel y traicionando con la mirada a otro hombre sola en casa en ausencia de mi esposo querido, al reírse un poco que se dice en la mente sino lo sabe, ni se entera, ni se lo demuestro ni tampoco le falta el respeto no ha pasado nada aquí continuando normal como siempre.
Saliendo con una bandeja que tiene un juego de naranja natural servido en un vaso grande con mucho hielo por el calor sofocante hasta bárbaro también increíble además apropiado finalmente fastidioso que le habla la misma Blanc, sonriéndole con una sobriedad además brillándoles los dos ojos negros transparentados que le tira una miradita sin parar de arriba hacia abajo al mismo muchacho que la bandeja la tiene delante de su falda jeans dándose unos leves manotazos al abanicarse con la otra mano en su cara al soplar un poco con la boca al regresar adentro de la casa a continuar el quehacer de limpieza hogareña.
Echando la ropa sucia en la lavadora que esta llenándose y al cabo de unos instantes comienza a lavar, está Blanc sobándose su vagina y vientre con la falda jeans puesta con una pierna doblada apoyada al muro de la lavandería moviendo y volteada hacia atrás caída a la espalda con sus ojos cerrados apasionándose como imaginándose igualmente saboreándose el bistec del chulo muchacho que le hace la jardinería y la limpieza en casa, agarrándose como apretándose el seno derecho con todas las fuerzas nacientes de su interior también con una firmeza única en el deseo evocado por la miradas que le tira fascinada la misma Blanc que no lo puede apartar de sus pensamientos cuándo le llega por llamada de ella.
Descansando y reposando en el sillón de la sala tiene unos reverentes sueños en que lo tiene a sus pies, en que le masaje el tobillo y el pie con las botas puestas en que la llena de besos al subir por las pantorrillas avanzando dulce como suculenta también riquísima y por supuesto, apasionadísimo por las entrepiernas al corrérsele la falda jeans al descubrirle su fino como pequeñísimo hasta diminuto hilo dental que se lo besa totalmente desde las mismas ingles y sobre su clítoris. Continua con sus dos manos subiendo por la cintura divisando divinamente su estomago llegando a sus pechos y quedando en su cuello besándola en ambos lados con las dos manos sujetando y agarrando como acariciando las mejillas de Blanc, desabrochándole la camisa se la deja abierta campantemente al llenarla de besos en el brasier al agarrarle un seno en que tiene jadeando irreversiblemente a la misma Blanc constante y sonante en ese interludio gozado igualmente vivido a plenitud con un frenesí inexplicable hasta para ella.
Acostada de lado le da ternura y besad eras en sus piernas subiendo por sus glúteos al meterle la lengua en su ano y rabo encontrándola riquísima, apetitosa, enardecida, arrecha, erecta, excitada, babeada, derretida, floja corporal y físicamente a la merced de este; siguiéndole el juego se deslumbra al pasarle con una frotada con ambas manos desde los hombros por los antebrazos alcanzando las manos, de ahí sigue el tour con tal naturalidad aferran té e indómitamente por la cintura al no perderse ninguna perspectiva viril bajando por los muslos sin olvidarse de las nalgas sigue por las entrepiernas llegando triunfadora a las rodillas en que la sujeta como fuera el mango de la palanca de cambio de su automóvil, luego por las pantorrillas y espinillas finalmente oliéndole los pies.
De pronto escucha la voz llamándola de lejos del muchacho despertándose Blanc viendo que le dice ya termine todo señora puedo pasar a la lavandería a asearme y cambiarme, en eso Blanc se para le dice con todo gusto pasa que bien te quedo el jardín y la podada de las veraneras como el corte de la misma hierba buscando el dinero para pagarle.