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El misterio de Ángela.

A Lorenzo, su joven esposa Ángela le da las vueltas, le ofrece todo lo que pide y más, pero luego se busca sus propios consuelos porque es mucha hembra para él. Mujer de sangre caliente y espíritu revoltoso se pone brava con muy poco, se humedece con facilidad y en esas no piensa mucho, se deja llevar, se sube la falda y los deja hacer. No son muchos, los suficientes para tener enganches de continuo. Tiene un esposo guapo, joven, bueno, trabajador, enamorado y que valora mucho sus magníficas cualidades y sobre todo sus encuentros maritales. Ella le lleva al límite en ellos y durante unos días le cuesta superar el desgaste, espacios en los que trabaja con denuedo en las faenas del campo. Esos espacios los aprovecha Ángela para solazarse con quien se atreve traspasar sus límites en la finca. Éstos, incluso los amplia y cuando el esposo esta en un lado se la ve en el otro, siempre dispuesta a dejarse coger. Los interesados no tienen que darle muchas vueltas a la cabeza, ella se manifiesta bien y sólo tienen que estar atentos para afrontar la situación con decisión. No encuentran más obstáculo que ellos mismos. Han aprendido a respetarse las zonas, incluso el orden y consecuencia. De tal forma, que ella los elige de forma caprichosa y atendiendo que busca en cada ocasión. Con cada uno juega a su antojo, además, los premia con algún extraordinario determinadas actitudes. Al terminar la semana cumple con el elegido, a veces de forma económica, otras emocional, las más de reconocimiento. Lo hace a través del esposo, a quien advierte que debe ampliar el sobre o tener un detalle o unas palabras de aliento con fulano, por esta o aquella razón (siempre tiene un motivo razonable). De esta forma ha conseguido tener un harén en su finca en donde ella es la única sultana. Todos saben hacer valer sus méritos y ponen lo mejor de sí para tener a la señora contenta.

Juan Manuel, es el hermano pequeño de Lorenzo, Aparejador y hombre de ciudad nunca estuvo por la labor de la finca, salvo para pedir cuenta de sus resultados y llevarse a casa lo que le viene en gana, además de algún dinero extra en cada cosecha. Desde hace algún tiempo anda encorajinado con su esposa, dice que es demasiado remilgada y él tiene cultura de campo. Ahora se presenta cuando tiene problemas conyugales y se queda a dormir en la finca, en la que tiene asignada su habitación de siempre. 

En cada una de estas ocasiones crea el consiguiente aspaviento, nada es igual con un intruso que merodea con libertad y con la sensación de poderío que lo hacer el Sr. Aparejador. Cambia por completo su mundo, los alicientes a los que les lleva ella se ven condicionados y limitados. Cuando la ven aparecer con sus caderas amplias y sus movimientos de clara cachondez, no saben si podrán disfrutarla o seguir en sus respectivas faenas. Para ella es aún peor, los ve enardecidos, siente sus bajadas de humedad y se le reciente todo. Cuando está así, no es persona de pensar mucho y enseguida busca la ocasión propicia y se desfoga. Pero sale sin encontrar ese punto álgido que antes alcanzaba.

Esta última vez, Juan Manuel, ya lleva quince días de fijo, hace sus horarios de trabajo y se presenta a una hora de la tarde en la que todos sueñan con levantar la falda de la señora y poner pistón y ganas. Cuando llega el cuatro por cuatro del señorito empiezan los suspiros de ella y los juramentos y maldiciones del resto. Salvo de Lorenzo, que lo deja todo para conversar con su hermano en un deseo de aprender todo lo que él sabe demás. No pinta bien, Lorenzo y Juan Manuel, juntos dando vueltas y dando risotadas porque a todos perturban.

Juan Manuel se mueve por la casa grande más que como un invitado especial como el propio dueño a pesar de poseer sólo un treinta por ciento de la finca. Hay que añadir que posee además, el encanto de sus cuarenta años, un físico extraordinario y un hermoso colgajo que no esconde con la debida compostura. Algo de lo que acaba apercibiéndose su cachonda cuñada. Para ella, lo que al principio resultaba un verdadero problema, esto es, su estancia aquí, desde hace unos días, justo desde que se lo descubrió, empieza a ser un aliciente nuevo y un verdadero acicate en su vida. Le obliga a venir a comer al mediodía, le agasaja con platos que sabe de su predilección, lo llena de mimos. Le está llevando a una necesidad de volver a casa que nunca antes sintió en la suya propia. Los hermanos a diario se enzarzan en largas conversaciones y ella les acompaña, cada vez más guapa, más insinuosa y más sedienta del joven. La sobremesa se desarrolla sin límites, el cuerpo de él echado hacia atrás mostrando encantos que ella conoce, la llevan a roces, a colocarse en posturas provocativas, pero siempre de una aparente ingenuidad. Juan Manuel no quiere irse de aquí, se encuentra como nunca antes, pero últimamente sigue con la mirada en cada ocasión el hermoso culo de su cuñada, la busca cuando se agacha y muestra su mollete espléndido, comienza a incorporarla en sus deseos más íntimos y reservados. Se folla a su secretaria, a dos amigas y compañeras de carrera, le salen a diario compromisos con clientas y conocidas, pero tiene una única obsesión, meter su polla en ese hueco mágico que ella le muestra con una absoluta normalidad, como si se tratara de una hermana en confianza. Salvo Lorenzo que sigue follando tal cual y dejándose vaciar al completo, todos los hombres de este harén moderno están en vigilia y todos saben por quién, menos los dos hermanos que cada uno por su lado tienen perdido el sentido de la orientación. 

Esta mañana han aparecido en escena una pareja de la guardia civil, Alfonso Osorio y Juan Aguado, y no lo hacen por propia voluntad, el cuerpo sin vida de doña Ángela Sepúlveda Aceves, ha aparecido hace unas horas a unos cincuenta metros de la casa, la falda levantada, sin bragas y un fuerte golpe en la frente que le ha causado una muerte instantánea. Durante más de una hora se pasan dando vueltas alrededor de la difunta buscando un detalle, un punto de apoyo, pero los ojos se les van una y otra vez a aquel descubierto mollete con encanto. Ni tan siquiera sin vida deja de provocar e insinuarse. Dos días lleva la guardia civil indagando en la finca, por su parte en la casa cuartel están con los interrogatorios y cada vez tienen más datos y menos motivos para el crimen. Cada uno declara estar donde debía, menos ella, que representa el punto discordante y difícil de encuadrar en un mundo cerrado de hombres. Cómo pueden entender que ella aquí hacía de hombre y ellos eran sus juguetes sexuales. Las cábalas son otras, buscan al machista perverso que intentó violarla y luego la asesinó para no ser imputado, pero el forense le ha encontrado semen de cuatro de los presentes, son consecutivos y sin violencia.
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