~
La verdad el simple hecho de que acaricien, besen o introduzcan suavemente un dedo en mi ano me enloquece, hace que mi sangre hierva…

Al principio creo que como para todas las personas que practicamos el sexo anal es doloroso y para mí también lo fue…

Tuve una pareja con la que empecé a practicar el sexo anal pero como dije anteriormente fue tortuoso para mí la entrada y la salida, a tal punto que si en algún momento se salía, por más excitación y ganas que tuviera no lo dejaba meter nuevamente… mi 1 vez fue algo rico, no lo niego, lo disfruté bastante pero al finalizar y ver la sábana como quedó y el sólo hecho que el agua me rozara hizo que me echara para atrás y dejara de intentar practicarlo hasta que conocí a quien es hoy mi esposo, marido, amante y amigo…

Él es una persona delgada pero con un miembro sexual espectacular (Gracias a Dios siempre me han tocado bien dotados) y con unas manos grandes como me suelen gustar a mi… después de intentar en mi anterior relación por todos los medios el sexo anal le tenía miedo y pánico… a pesar de que el otro era un muy buen amante por lo experimentado, Fabio, mi pareja actual ha hecho que el sexo para mí sea diferente… No tenía orgasmos muy fluidos a no ser de que me masturbaran, ahora es otra cosa… me vengo con gran facilidad… en especial cuando empieza a jugar con mi hoyito escondido…

Fabio, después de tanto “rogarme” por él (mi ano) decidí entregárselo con un poco de susto que les queda a las personas después de una no muy buena experiencia…

Empezó obviamente a excitarme; a besarme los oídos y el cuello, uno de mis puntos más débiles, (en sí, creo que mi cuerpo todo es débil ante una buena caricia…) seguía recorriendo mi espalda y con sus manos grandes y de hombre fuerte me acariciaba sin dejar de juguetear con su lengua… yo estaba estremecida por el contacto de su piel, de sus manos, de su lengua, tan sólo de su calor corporal y seguía bajando lentamente hasta bajar a mis muslos… no tocó mi ano aún como lo haría otra persona a quien no le importas… su lengua navegó en mi piel trigueña de mis muslos a mis pies y se devolvió mientras buscaba mi vagina que encontró húmeda por el contacto de nuestra piel…

Como estaba de espaldas, buscó la manera más cómoda para él de hacerme sexo oral, jugueteó con su lengua, con sus dedos, succionaba mi clítoris haciéndome subir al cielo y dejarme allá por un buen rato…

Cuando al fin se decidió a ir por mi hoyito yo estaba lo suficientemente excitada como para estar nerviosa y jugó con él, lo lamió, intentó penetrarme con su lengua y me hacía gemir de placer… subió por mis pechos para darme un beso y muy delicadamente intentó penetrarme, yo con dolor y excitación busqué la manera más fácil de que me penetrara y me ubiqué de medio lado y así poco a poco fue entrando hasta que tocó la pared mas profunda de mi ano y me hizo ver estrellitas de placer y un poco de dolor… el dolor poco a poco fue disminuyendo hasta tal punto que le pedía casi a gritos que más duro por favor!!! El orgasmo que tuvimos fue brutal, el mío porque me excita demasiado eso y verlo muy caliente a él y el de él por el hecho de que estaba bien apretado (aún, por si las moscas) y por verme tan excitada a mi…

La verdad, no se si fue por la excitación que tenía o por el tacto tan suave que tuvo él conmigo que no sangré y el miedo que tenía de practicar con él el sexo anal desapareció… Ahora que ya está mi ano mas acostumbrado, lo practicamos las veces en que “Ana” como le llamamos a mi vagina le cede el turno a mi hoyito calentón.