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Rosa me ha llamado, ya han vuelto del viaje de novios y quiere que quede con ellos para ver las fotos, saben que me encanta hablar de viajes, han estado en Puerto Rico y seguro que tienen mucho que contar. Por una parte me encantará verles pero por otra, después de lo que ocurrió con Raúl el día de la boda me da miedo, pudor, no se.
Llego al piso que se han comprado en una urbanización en el ensanche nuevo de la ciudad. Llamo a la puerta y no tardan nada en abrirme, llevo una botella de vino blanco, abre él, Raúl, me lanza una de sus sonrisas, me quedo petrificado, no se que decir, este niño me mata.
¿Que tal Pedro? – Me dice, y me da un abrazo que me descuadra más aún. Aparece Rosa que sale de la cocina y me abraza dándome dos besos – Perdona primo, te saludo y te dejo que tengo comida en el fuego y no quiero que se me queme, Raúl enséñale la casa – lo dice como dando una orden, Raúl y yo nos reímos – Se nota quien a tomado posesión del mando de la casa eh – dice y vuelve a sonreír.
Me coje de la mano como un niño nervioso y me lleva al salón. Nos miramos, lo que en un principio ha sido un acto reflejo sin importancia, en milésimas de segundos se transforma en algo más, mucho más. Se le apaga la sonrisa, levanta la ceja derecha, me suelta, se ha quedado como mudo, quiere decir algo banal y no le sale – ¿Dejo aquí el vino?, conviene que este fresquito, creo que es mejor que lo metamos en el frigorífico – digo yo mas hábil para salir del paso.
Terminamos la cena, el ambiente es relajado aunque Raúl esta serio, parece que ese pequeño contacto de manos le hubiese hecho recordar algo que su mente hubiera borrado. Imagino qué, por supuesto el magnifico regalo que me hizo el día de su boda. Noto que se siente avergonzado, Rosa también nota que le pasa algo.
Acabamos de repasar todas las fotos, las de la boda, las del viaje y hasta alguna que confiesan que no se las deberían enseñar a nadie, de ellos dos en la habitación en ropa interior, en una a mi prima se le ve un pezón pero no me deja verla bien por que inmediatamente me la quita, nos reímos todos, parece que a Raúl se le ha pasado la tristeza. En otra sale Raúl tirado en la cama boca abajo, esta desnudo pero la sábana le tapa las nalgas casi por entero, no así un lateral que es el que deja entrever dicha desnudez – ¿No sabía que me hubieses hecho esta foto? – Si, te la hice mientras dormías, estas muy guapo, ¿verdad Pedro? – Contengo mis babas ante la foto, no quiero parecer un salido, Raúl esta guapísimo, tiene cara de ángel, veo el vello de sus piernas y la marca del moreno que se ve en el trozo de nalga desnuda. Estoy teniendo una erección, menos mal que el pantalón es ancho y el slip ajustado con lo que lo disimularé bien.
Tengo que ir al baño – me levanto, pero no recuerdo que puerta es, mientras mi prima retira las fotos y las guarda en un cajón Raúl me acompaña hasta la misma puerta y mientras abro me doy cuenta que su mirada está fija en mi paquete pero la retira en el instante que enciendo la luz. Hemos tomado un par de copas mientras veíamos las fotos y creo que están haciendo efecto, me mira y sonríe. En el baño intento que la erección baje a la vez que meo, parece que lo consigo
Es tarde, tengo que irme así que me empiezo a despedir, la noche ha estado bien, mi prima un encanto y Raúl… que decir de él, es el hombre perfecto. Quedamos en vernos pronto, les invito a ir a mi casa en un par de semanas.
Ya en la calle, entro en el coche mientras la parejita me mira desde el balcón. Al arrancar el coche algo pasa, no funciona, por mas que lo intento no va, maldita sea, Raúl pregunta si pasa algo, le digo que no arranca y al minuto están los dos abajo intentando ayudarme. Por mas que probamos no hay manera, el coche no funciona – De esta no pasa, me compro otro, estoy harto de trasto este – digo yo muy ofuscado y dándole patadas de rabia. Raúl empieza a reírse y Rosa le acompaña al instante, yo les recrimino por su falta de tacto pero ellos se ríen aún mas, al final no puedo evitar seguirles ante lo ridículo de la situación.
Si tuviésemos otra cama te podrías quedar a dormir aquí – dice Rosa – Siempre queda el sofá – Contesta Raúl – De ninguna manera, ahora mismo llamo a un taxi y todo solucionado – y saco el móvil dispuesto a llamar a uno. De repente Rosa dice – ¿Y por que no te acerca Raúl?, venga si, mientras yo recojo la casa un poco que te lleve en su coche – y dicho y hecho, en dos minutos ya estamos los dos en su coche.
Durante el viaje ninguno de los dos decimos nada, solo de vez en cuando nos miramos. No vivo muy lejos con lo que en cinco minutos estamos en la puerta de mi casa. Me despido dándole las gracias por acercarme, me sonríe y dice – ¿No me invitas a tomar la última en tu casa? - Me deja mudo, nos miramos, él y yo sabemos lo que ocurrirá si le invito. En dos segundos pienso en mil cosas, sobre todo en Rosa pero a su marido parece no importarle, me acuerdo de la escena el día de su boda, de lo apetecible que está Raúl y de las ganas de hacerle mío… ¿Qué hago?
Todo ha pasado, Raúl sale por la puerta, no se ha despedido, solo se ha vestido y se va. Apenas 30 minutos antes subíamos por las escaleras del portal, iba detrás de mí y me ha tocado el culo. Al entrar en casa no me ha dado tiempo a cerrar la puerta cuando me ha dado la vuelta, me ha cogido la cara y me ha besado en la boca pegando su cuerpo al mío, sus manos me han quitado la camisa, su lengua me ha lamido el cuello.
Me costó unos minutos reaccionar, tanto tiempo soñando con algo así que me parecía imposible que pudiese estar pasando. Le saqué la camiseta del pantalón y bruscamente se la quité dejando su torso desnudo, con habilidad le desabroché el vaquero y se lo fui bajando mientras su lengua buscaba mis pezones, yo aún con la camisa medio puesta.
Paramos un segundo, lo suficiente para quitarnos los pantalones, su bulto estaba hinchado, el bóxer ajustado que lleva no podía disimularlo, me puse de rodillas y se lo bajé rápidamente, cerré los ojos y olí, es lo que me hacía falta para cerrar también mi mente y olvidarme de todo lo que no fuese aquella verga, aquel cuerpo. El olor que tienen las pollas erectas, mezcla de orín, de semen y de sudor. Noté como sus manos cogieron mi cabeza, noté su deseo par a que me la metiese en la boca, y lo hice, de un trago introduje la mitad de aquella verga, escuché como gimió y noté como se dobló hacia delante fruto de un espasmo debido al placer que todo esto le daba.
Me puse de pie, no le dije nada pero él intuyó que le tocaba comer. Fue bajando por mi abdomen besando, lamiendo o mordisqueando cada centímetro de piel que se fue encontrando. Ya de frente a mi polla me miró a la cara y la miró a ella, su respiración era acelerada, acercó la nariz a mi vello y aspiro el olor, me hizo cosquillas. Sacó la lengua y recorrió la tranca hasta llegar al glande. No lo sabía seguro pero creo que era su primera vez aún así se porto bien, la falta de experiencia la suplió con el deseo.
Sentí como mi polla estaba dentro de su boca y el calor de su garganta la cubría. Me estaba dando mucho placer, tenerle allí de rodillas, lamiéndomela era todo un sueño hecho realidad pero yo quería aún más.
Le puse en el reposabrazos del sofá y le tumbé hacia delante, le abrí bien las piernas, me agaché y le lamí bien toda la raja hasta llegar al agujero, su esfínter estaba duro, le pase la lengua despacito, esperando que cediese y al cabo de pocos segundos así fue, en un pequeño descuido noté como cesó la contracción y pude metérsela. Oí un leve gemido de su boca. Le cogí las nalgas con las dos manos, los dedos gordos de las dos manos quedaron cerca del agujero así que le metí uno y después otro alternativamente, las piernas le cedieron, parecía estar muerto, era la señal, era el momento.
Le abrí de nuevo las piernas, él estaba con los ojos cerrados, no quería ver lo que le iba a pasar aunque lo sabía de sobra, había subido para eso. Al sentir mi polla acariciando sus nalgas se agarró con las manos a un cojín, cuando sintió como me la colocaba para traspasarle se lo llevó a la boca y lo mordió, se puso tenso. Tuve que besarle en la espalda para que se relajase.
Metí mi verga poco a poco en su interior, no quería hacerle daño, se quejó aunque el movimiento de sus caderas me indicaba que siguiese. Me agaché sobre él para facilitar el trabajo, mi polla estaba tan tiesa que era imposible mantenerme de pie. Poco a poco empecé el vaivén. Raúl se mordía el labio para ocultar sus gemidos, vi como se le escapaba alguna lágrima.
Estaba tan caliente que me fui dentro de él en pocos minutos. Le saqué la polla y le di la vuelta, levanté sus piernas, y le volví a lamer el agujero ahora chorreante de leche. Comí sus huevos y le hice una mamada con mi boca llena de semen, conseguí que se corriera y entonces si que gimió de verdad, casi gritó.
Al terminar me senté en el sofá mientras él, desnudo, iba hacia el baño, le caía aún leche por las piernas, su hermoso culo se contoneaba y eso me puso muy caliente. Al salir no dijo nada, simplemente se vistió y se fue.
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