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~-Entonces, ¿Te lo corto como siempre?
-Sí Matilde, como otras veces, ya sabes, me pasas la máquina al 4 por los lados y por detrás. El flequillo lo dejas tal cual.
-Tal vez debería pasarte el 3 para que te aguante más, a saber cuando podré cortártelo de nuevo...
-Si es que estás tremenda eh, ¿De cuánto dices que estás ya?
-De 7 meses, se me va a hacer larguísimo hasta el 6 de Abril que es cuando me han dicho que salgo de cuentas.
-Pues viéndote la barriga parece que estés ya para que te metan en la sala de partos...
-Bueno, es que te recuerdo que espero mellizos...Mi "Antoñito" se las gasta así...-dijo con una sonrisa algo pícara mientras seguía pasándome la máquina por la nuca
Matilde y yo nos conocíamos desde el instituto, llegamos a entablar una buena amistad, luego ambos nos perdimos las pista hasta que hace 1 año por casualidades de la vida se mudó con su marido y su hija mayor al 2º B, 2 plantas por debajo de mi piso. Fue toda una sorpresa el día que nos encontramos en el ascensor y nos dimos cuenta que éramos vecinos. Rápidamente y recuperando parte del tiempo perdido nos pusimos al día, así fue como me enteré que se había casado hacía 6 años con Antonio y que tenían una hija. También me hizo saber que al final nunca ejerció la carrera de magisterio y que se dedicaba a la peluquería a domicilio. Desde entonces una vez al mes solía subir a casa y en menos de media hora me dejaba "niquelao".
-Bueno, esto ya casi está- dijo Matilde, dando los últimos retoques. - ¿Te gusta?
-Sí, está muy bien, justo como lo quería. -le contesté.
-Pues nada me bajo para casa que tengo que preparar la comida que hoy me dijo Antonio que comería en casa y la verdad es que...miedo me da.- dejó caer con cierta voz de resignación.
-¿Y eso? , ¿A qué te refieres?
-Nada, nada...- me contestó intentando cerrar el tema, para después añadir - Nada tío, es que últimamente mi marido me tiene cantidad de agobiada, me persigue todo el día por la casa y no sé da cuenta que a mi ahora mismo no me apetece hacer nada con él. Pero el tío erre que erre. La última vez que lo hicimos hará ya hace un mes y me hizo cantidad de daño, como encima el niño anda bien servido...
Yo escuchaba atentamente a mi peluquera sorprendido por tan íntima confesión, ya que aunque éramos viejos conocidos no habíamos recuperado aún la confianza de antaño. Me pilló tan descolocado que no sabía bien que responderle y ella continuó.
-Tío es que no me lo quito de encima ni con agua hirviendo, estoy cocinando y se me refriega por detrás, empiezo a ver la tele y empieza a sobarme por debajo de la manta y en la cama ya ni te cuento, tiene más manos que un pulpo...No le recuerdo tan salido ni cuando empezamos con 20 años.
-Pues no sé tía, tal vez podíais jugar" sin tener que llegar a "hacerlo" y así quedar contentos los 2.
-Ufff, no me hables, eso ya lo intenté, pero entre las náuseas que yo tengo y lo que te digo que tiene él ahí abajo...al final...
-¿No me digas qué...?
-Sí hijo, sí, vomité -dijo ella sin dejar acabarme la frase. -Fue un desastre. Perdona que te cuente todo esto, pero es que ando realmente agobiada, cada día más y a él lo veo cada vez más irascible. Cualquier finde se busca una guarra que le dé, lo que no le dan en casa...Estoy preocupada sabes...
-¿Y no tiene algo él donde pueda focalizar esa energía? Quiero decir algún hobby o deporte en el que desconecte...-pregunté yo sin mucha convicción.
-Sí el fútbol. Le encanta. Precisamente cada vez que juega el Madrid se va al bar a verlo, o eso me dice él, como en casa no tenemos tele de pago...Oye, por cierto, ¿Tú no tenías el plus me dijiste?- dijo afirmándolo más que preguntándolo.
Vi venir a mi amiga Matilde en sexta y sin freno...
-Hazme ese favor te lo pido, te cortaré el pelo gratis si quieres durante todo un año, pero deja que vaya Antonio a tú casa a ver los partidos, de verdad que para mí sería una tranquilidad saber que está aquí arriba y por lo menos el rato que pase aquí, me deja tranquilita a mí...
-Mati, no es por no hacerte el favor, pero yo es que muchos fines de semana no estoy.-comenté en un tono que daba a entender claramente que no estaba por la labor.
-Bueno, pues al menos los que estés. Antonio es muy campechano, por eso no te agobies, es buena gente.
-No sé tía, a lo mejor es él quién no quiere venir.-dejé caer intentando quemar mi último cartucho
-Uy que va, por eso no te preocupes, que de eso ya me encargo yo. -contestó taxativa ¿A ti te gusta el fútbol, no?- me preguntó dando por hecho que sí.
-Yo es que soy más de patinaje artístico, con su doble axel y su triple salchow...- dije yo acabando mis palabras en un hilo de voz.
Matilde ignoró totalmente mis últimas palabras y después de darme un par de besos, mil gracias y no querer cobrarme por sus servicios, dejó mi casa recordándome que el próximo sábado el Real Madrid jugaba en el "Sánchez Pizjuán" a las 18h.
No entendía como había podido caer en una situación tan kafkiana y además en tan solo 10 minutos. Matilde definitivamente se equivocó de profesión. Debería haber sido vendedora de seguros y no peluquera y a estas horas yo tendría hecha mi póliza hogar, otra de vida y una más de accidentes.
Pasó el resto de la semana sin más y el sábado a las seis menos cinco, puntual como un reloj suizo, tenía al marido de Matilde al otro lado de la puerta.
-Hola vecino, soy Antonio, el marido de la peluquera.
-Sí, hola, te estaba esperando. Apunto está de empezar el partido.
-Muchas gracias por decirle a mi mujer que suba a ver el fútbol aquí siempre que quiera. Te lo agradezco un montón. Mira, he traído unas cervezas mientras vemos a Ronaldo...Hoy ganamos fijo. -dicho lo cual traspuso hasta mi sofá y se sentó a la par que golpeaba con su mano el asiento de al lado y añadía - ¡Vamos vecino, siéntate aquí, que empieza ya!
Antonio vivía los partidos de forma bastante intensa, pude comprobarlo recién empezado el encuentro...
-¡¡¡Será hijo puta el árbitro, pues no ha pitado falta!!! , ¿Y el Bale?, ¿Pero quieres correr "matao"? , El Ancelotti no se entera esta tarde...
Y así perla tras perla, me pareció especialmente gracioso cuando soltó:
-¡Vaya paquete el Benzema!
Entre gritos, improperios de todos los tipos y demás lindezas llegamos al descanso después de habernos bebido un par de cervezas cada uno...
-Oye, lo tienes muy guapo el piso, mola mucho. ¿Vives solo, no?
-Sí.
-Ya me ha comentado mi mujer, ya.
Como los comentarios que le hiciera su mujer fueran tan exactos como el de subirse a ver el fútbol siempre que quisiera...Me acordé de mi amiga Mati y sólo me venía una frase a la cabeza: ¡Qué hija de puta!
-Yo trabajo en DHL de repartidor ¿Y tú? ¿A qué te dedicas vecino? iniciando así una conversación que me pilló por sorpresa.
-Pues escribo, soy escritor.
-¿Y eso da para vivir?
-Bueno ahí ando, pendiente de algunas editoriales donde he enviado trabajos.
-¿Y qué escribes?-preguntó curioso el marido de Mati
-De todo un poco, novela policíaca, ciencia ficción, costumbrista, histórica, incluso relatos porno-eróticos...para plasmar alguna que otra fantasía...-concluí travieso por ver como reaccionaba
-No jodas, pues pásame algo que me interesa...
-¿De novela costumbrista?- pregunté aumentando mi travesura
-No, coño no, bueno que sí quieres también, pero me refería a eso que escribes porno...
-Ah, pues si tienes Internet, entra en la web todorelatos.com y busca "La Oferta" y el próximo día ya me cuentas si te ha gustado.-contesté sabedor de que Antonio, cuando lo leyera, o no volvía por mi casa o venía ya curado de espantos.
-Todorelatos, "La Oferta"-dijo como intentando memorizarlo...Vale, espero que no se me olvide, que últimamente llevo una vida muy triste, como tengo la parienta "preñá" hasta la boca...
-Sí ya sé, vamos, quiero decir, que me lo imagino.
-¿Oye y tú de qué equipo eres? Con tanta cháchara no te lo he preguntado.
-Yo...pues...-miré al otro lado de mi salón intentando buscar una respuesta convincente y tropecé con un póster de las "Casas Colgadas"- ¡Del Cuenca!
-¡Hostia del Cuenca! ¿Pero si juegan en 2ª B no? ¡Qué masoca!
-Sí, pero yo tenía de pequeño un tío en Cuenca y me aficioné -le contesté de la forma más absurda e inverosímil que he dicho en mi vida.
Se reanudó el segundo tiempo y Cristiano acabó marcando 2 goles que Antonio celebró gritando y pasando su brazo derecho por encima de mi cuello. Su olor corporal a colonia masculina invadió mis fosas nasales. Sin querer, reparé por primera vez en él: unos 38-40 años pelo negro corto, ojos castaños y barba de 3 días. No era un hombre guapo, quizá la boca era su punto más destacable, tenía los labios bastante gruesos y bien definidos y una sonrisa bonita. Tampoco diría que era feo, era...un tío más, de esos que te cruzas en la calle.
Le calculé 1,80 m de estatura y unos 80 kg, no era flaco, tampoco gordo, nuevamente la vulgaridad era la nota dominante en su físico. Vestía un chándal "Adidas", del Madrid como no, que cuando se levantó a celebrar los goles marcaba de forma prominente su hombría, no pude evitar recordar las palabras de mi peluquera tan explícitas acerca de su generosa dotación.
-Bueno, entonces hasta el sábado que viene escritor.
-Sí, aquí estaré. Chao.- Y tras cerrar la puerta, di dos vueltas a la llave mientras no podía evitar decir: ¡Madre de Dios, qué personaje!
Nuevamente la semana transcurrió sin altibajos. Tampoco coincidí en ningún momento con Mati o Antonio. Llegó el sábado tarde y allí estaba de nuevo el marido de la peluquera.
Una vez más se repitió el ritual de la semana anterior, el saludo pertinente, las cervezas, los improperios varios y la llegada al descanso. También, como la vez anterior, fue el momento que aprovechó Antonio para entablar conversación.
-¿Oye, sabes qué? Entré en la web esa que me dijiste y me leí tu relato.
-¿Ah sí? -pregunté sin saber a que atenerme -¿Y te gustó?
-Mucho, bueno te soy sincero, me salté muchos trozos, pero cuando había "chicha" me lo leía de "pe a pa"...
-Bueno, normal, lo hace mucha gente, al fin y al cabo es una página de relatos eróticos, pero agradezco tu sinceridad.
-No veas el Juliancito, se follaba a toda tía buena que pillaba...Si te digo la verdad yo pensaba que solo una peli porno te ponía cachondo, pero no veas como me puso el relatito con todas las cosas que le hacían al Julián ese...Y eso que no me concentré bien en la lectura porqué mi hija no paraba de entrar y salir del salón...-Y dándome un codazo añadió con voz socarrona -Tuve que refugiarme en el baño y cuando me miré el cimbrel, tenía las venas como las del cuello de un "cantaor" de flamenco...Iba a aliviarme, pero de nuevo mi hija me interrumpió porqué quería entrar a bañarse. No veas que calentón pillé, pero la Mati me tiene a 2 velas...
A mí las palabras de Antonio ya me estaban poniendo bastante cachondo, tener a un tío hetero algo garrulo en mi casa contándote esas cosas, salido como el pico de una plancha y encima dotado de una más que generosa herramienta era más de lo que podía soportar. Decidí dar un paso más a ver por donde me salía el marido calentorro...
-¿Entonces dices que en general te gustó mi relato?
-Sí, sí, hombre a decir verdad, me parece difícil que un tío al que le ofrecen esa pasta se haga tanto de rogar, por muy macho que sea. ¡Qué quieres que te diga! Yo habría aceptado por mucho menos, aunque bueno yo no estoy tan bueno como el protagonista...
-¿Y por cuánto habrías aceptado tú?
-Pues no sé...¿5.000? No sé, tendría que verme en la situación. A día de hoy, por ejemplo, yo creo que si encontrara alguien que me la coma medio en condiciones, aceptaría por nada porqué voy que echo humo...-dijo mientras recolocaba su paquete con la mano.
Tras esa confesión, me di cuenta que tenía a Antonio a tiro de piedra y cuando ya iba a ofrecerme como ese "alguien", me sorprendió nuevamente con sus inquisitivas cuestiones.
-¿Y en qué andas ahora? ¿Estás escribiendo algún relato nuevo?
Éste no sabía con quién hablaba, pero se iba a enterar en breve, decidí entrar a muerte y que pasara lo que tuviera que pasar antes de que se reanudara el partido.
-No, pero tengo un par de ideas que andan rondándome la cabeza. Una de ellas creo que podría gustar bastante a los lectores habituales de todorelatos, se trata de la historia de un tío con una tranca de campeonato que anda desesperado por meterla en caliente ya que su mujer hace semanas que no deja que la folle. De echo, los sábados por la tarde para quedarse tranquila, lo envía a ver el fútbol a casa de un vecino, vecino que también anda bastante desesperado por llevarse un buen tarugo a la boca que sacie su sed. Lo que pasa que llegados a éste punto siempre me atasco y no sé como continuar el relato. ¿Tú cómo lo seguirías Antonio?, ¿Se te ocurre algo que hile bien?- le pregunté mirándole fijamente
Antonio retiró la vista de la pantalla y tragando saliva dijo:
-Bu, bueno... Yo seguiría con algo así como que si el vecino le promete al casado que la comida de polla que le hiciera quedaría para siempre entre ellos y no saldría de esas 4 paredes, entonces se la ofrecería gustoso y estaría encantado de que se la chupase.
-Una buena continuación, sin duda. Y confirmada la más absoluta discreción por parte del vecino, ¿Cómo desarrollarías tú la escena de esa mamada para que resultara lo más cachonda posible?
-Pues algo tal que así.
Y a la par que pronunciaba esas últimas palabras, Antonio, olvidó el partido, se incorporó del sofá y se plantó frente a mí a bajando su chándal y sus slips hasta la rodilla a la vez que sujetándose su ya abultado rabo me decía:
-Hazme lo que le hacían a Julián.
Tener a Antonio allí plantado con su cimbrel a 10 cm de mi cara me puso perraco perdido. Saber que ese pollón andaba hacía semanas loco por descargar y que pertenecía a un marido necesitado de mimos y atenciones, era más de lo que podía soñar. Matilde era una mentirosa y una fresca del copón y me había colocado a su marido de la forma más descarada, pero una cosa era cierta, Antonio tenía un obús de primera entre las piernas, no me extrañaba que le hiciera daño cuando la penetraba. Era larga y sobre todo terriblemente gruesa. La sopesé entre mis manos, estaba ardiendo, la sentí crecer y comencé a besar la cabeza que lucía espléndida y amoratada. Solo sentir mi lengua en su capullo hizo a soltar a Antonio los primeros gemidos entrecortados. Éste no me dura ni un asalto pensé. Le pedí que se sentara en el sofá y se relajara, había que disfrutarlo por su parte y por la mía. Coloqué un cd de Sade y los primeros acordes de "No Ordinary love" sonaron en el salón.
-¿No querrás seducirme con esta musiquilla?- preguntó mientras se acariciaba la polla.
Y mirando su imagen con toda esa artillería apuntando al techo le contesté:
-No, no creo que haga falta que te seduzcan. Tú ya estás más que preparado para lo que venga.
Y mientras decía esas palabras saqué del cajón del mueble un metro de los que utilizan en las sastrerías y le dije:
-Perdona, pero ésto hay que medirlo.
El infló su pecho lleno de orgullo y me contestó:
-Venga, mídemela..
Le metí 2 buenas sacudidas a su rabo, tampoco Antonio necesitaba más, y su tranca alcanzó su máximo esplendor. Manipulé el metro a lo largo y lo ancho de su inhiesta verga: 20 de largo por 15,1 de circunferencia. Brutal. El chico no tendría muchas entendederas, pero joder con un miembro así entre sus piernas a quién coño le importa. A Matilde no, desde luego. Y a mí, mucho menos.
Sin más preámbulos, empecé a deslizar mi lengua por toda la longitud de aquella ardiente y fabulosa polla, Antonio vino enseguida con su mano a marcar el ritmo en mi cabeza, pero cortésmente la quité. Aún no, le dije. De momento iba a ser yo quién llevara la iniciativa en esa felación. Me deleité con sus pelotas, bastante gordas también por cierto, las mojé y ensalivé durante largos minutos mientras oía a mi compañero quejarse entre susurros. Repasé de nuevo su tallo y lamí su pelambrera justo por encima de la raíz, para continuar colmando de besos todo el tronco y detenerme en el capullo, que también besé, lamí y succioné. Parecía que a Antonio se le había congelado el falo, nunca había visto nada tan rígido, ese chaval tenía verdadera necesidad y yo era su alma de la caridad que iba a ayudarle en tan angustioso trance. Finalmente la introduje en mi boca no sin esfuerzo, dada su anchura, y chupé gustoso hasta donde pude metérmela.
-Chupa, chupa -oía que me decía -Dios que bueno, lo haces mucho mejor que mi mujer. No pares tío. Que ganas tenía...
Y no era yo quién iba a llevarle la contraria, así que continué engullendo aquella fenomenal estaca mientras mi vecino seguía retorciéndose de gusto en mi sofá con sus calzoncillos en los tobillos. Me avisó que se corría y me detuve, aquello tenía que durar más, no fuera que Antonio no volviera por mi casa, así que cuando se acercaba su orgasmo yo bajaba el ritmo y volvía a ensalivar sus huevos mientras él se tomaba un respiro. A lo tonto, a lo tonto, aquel jueguecito nos llevó 45 min. lo sé porqué el árbitro había ya pitado el final del partido y yo seguía con la chorra de Antonio en mi boca, me dolía la mandíbula de tanto tragar y tragar. Miré la cara de Antonio, estaba como un tomate.
-No me putees más. ¡Dale tío!¡ Necesito soltarlo ya!
Entonces agarré sus manos, las acerqué a mi pelo y le guiñé un ojo. Lo entendió a la perfección. Se asió a mi cabeza como si fuera el manillar de una moto y me dijo: -Te voy a perforar la boca. Prepárate.
Yo creo que después de casi una hora chupando aquel pedazo de carne lo estaba más que de sobras. Antonio bombeó como un poseso, fue por poco tiempo, pero de una forma animal, violenta. El estar sentado no le impidió mover su culo arriba y abajo intentando penetrar con su nabo en lo más hondo de mi boca.
-Aaaarrrgggg...aaarrrgggg. ¡¡¡Ahí la tienes!!! ¡¡¡Toda para tí!!!
Y noté como en mi paladar se estrellaban uno tras otro varios chorros de espesa lefa .
-¡Trágatelo! Quiero que te lo tragues. Nunca me lo han hecho. Estoy limpio. Solo follo con mi mujer.
-Me notaba la boca llenísima pues la abstinencia y el juego de "tú te corres, yo me paro" había provocado una eyaculación bestial. Saqué la polla de mi boca, mientras enseñaba mi lengua blanca a Antonio y la golpeaba con la punta de su capullo. Cerré mis labios y engullí toda la descarga que me había echado. Amargaba como el demonio. A pesar de tragarla toda, notaba aún en mi lengua su espesura y sabor agridulce.
-Bueno será mejor que me vaya- dijo aún con la respiración algo agitada -¿Por dónde cae el baño?
-Aquella puerta de la izquierda.
Tras unos breves minutos que supongo dedicaría a vaciar la vejiga salió del baño y se dirigió hacia la puerta de salida. La verdad es que en éstos casos y más con un hetero nunca sabes si va a haber una segunda vez, así que de forma no muy convencida le dije:
-Hasta el sábado.
-No -me contestó lacónico
Bueno, pues aquí se acabó la historia del repartidor de mercancías me dije a mí mismo.
-Mejor el miércoles, hay copa del rey. Madrid-Albacete, un buen partido.
Que hijo de la gran puta pensé para mí.
Y así fue como durante las últimas semanas de embarazo de Matilde, su señor esposo se hizo adicto a mi boca y yo a su cipote, a su cipote y al MARCA, que compraba de forma asidua para diseñar mi agenda semanal en función de los partidos del Madrid.
Champions, Copa del Rey y Liga, lo "jugábamos" todo, Antonio no faltó a casa ni un solo partido, acabé comprobando que era un jodido semental que estaba listo a todas horas. Jamás hubo penetración propiamente dicha, tampoco lo deseábamos ninguno, sin embargo no nos quedó variante de mamada por hacer: sentado, estirado, de pie, con la cabeza colgando del sofá para tragármela entera(cosa que logré en un par de ocasiones y después de varias arcadas), a mi ritmo, al suyo, suave, bombeando, follando la boca en plan salvaje, poniéndome la cara de leche como un mapa, tragándomelo...Me conocía la polla de Antonio mejor que la mía. Y él estaba encantado, las cosas como son. En ningún momento cayó en todas esas comeduras de olla que se hacen algunos heteros cuando disfrutan a saco de la mamada de un tío, nada de eso. El estaba calentorro como el palo de un churrero y como su mujer no estaba por la labor, descargaba sus "tensiones" en su vecino del cuarto, lo disfrutaba y vuelta para casa. Él se dedicaba a ver al Madrid 90 min. y yo me dedicaba a su entrepierna los 90 del partido más los 15 del descanso.
Conforme pasaban las semana la confianza entre nosotros crecía, yo sabía lo que más le ponía y él se explayaba más en sus palabras guarras y en sus fantasías.
Me comentaba muchas veces lo dura que se le ponía cuando iba en la furgoneta y recordaba lo bien que la chupaba o lo bien que lo pasó un miércoles en el que apareció todo rasurado: polla, huevos y pubis.
-¿Y eso? -pregunté sorprendido.
-Es para que no te molesten los pelos cuando te tragues la nata- me contestó mientras sacaba 2 botes de una bolsa. Y nos fundimos los 2 botes.
Especial recuerdo tengo yo del día Valencia-Madrid y no por el partido que hizo Isco, sino por las 3 descargas que me soltó Antonio en la puta boca en menos de 90 minutos. Aquel día entró lleno a casa, pero se fue seco como una uva pausa y yo tuve agujetas 2 días en la mandíbula, pero todos contentos.
Antonio era un tío curioso en el sexo, por lo menos para las mamadas, que era la variante que yo conocía, él nunca se tocaba la polla, me dejaba a mí hacer todas las evoluciones pertinentes, solo cuando empujaba de verdad, se dedicaba a sujetarme la cabeza con sus manos y metérmela a saco en la boca bombeando como un salvaje, pero si no, era yo quién se encargaba de lamer, chupar, succionar, pajear y manipular de todas las maneras posibles aquel badajo impresionante.
Pero como todo en la vida, siempre hay un principio y un final. Y el nuestro llegó con el alumbramiento de los mellizos que se produjo tal y como estaba previsto a principios del mes de Abril. Me acerqué a la clínica, conocí a los bebés y felicité a los padres. Matilde me dio las gracias por todo y me dijo en voz baja que por fin Antonio la había dejado tranquila éstas últimas semanas.
Abandoné la habitación de la clínica no sin antes echar un último vistazo al siempre prominente paquete de Antonio y pensar las horas y horas que me había pasado ahí amorrado.
Volví a mi rutina habitual en los días siguientes. Sin comerlo ni beberlo tenía un relato para contar, sin demasiada sustancia, ni adornos, ni sentimientos, sin lo que me gusta a mi plasmar, pero de los que luego, para sorpresa de uno, se llena con 20.000 visitas...Pues nada vamos a darle a la gente lo que quiere...
Sentado en mi escritorio y homenajeando a Patrice Leconte me dispuse a escibir el que sería mi nuevo relato: "El marido de la peluquera". Acabando estaba de escribir el título, cuando sonó el timbre de la puerta.
Miré por la mirilla y vi a Antonio con su uniforme de DHL, abrí la puerta y el marido de la peluquera me soltó mientras recolocaba su voluminoso paquete:
-La Mati me ha dicho que tenemos que respetar la "cuarentena" por lo menos un mes. Me paso mañana que hay semis de la Copa del Rey.
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