Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Relato
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Relato
Categoría: Infidelidad

El maestro de obras

Hola, pues iniciaré este relato sin tantos preámbulos. Pues resulta que somos un matrimonio yo cuento con 35 años y mi esposo un poco mayor que yo; pues para comenzar debo decirles que ya tiene casi 9 meses que estamos construyendo nuestra casa, por lo que han desfilado albañiles por todos lados durante ese tiempo, pero a mí me ha llegado a atraer el maestro de la obra, no es que sea guapo, ni mucho menos, pero tiene algo que me llama la atención; como somos un matrimonio maduro en ideas, y fantaseamos en el sexo, le he llegado a comentar a mi esposo esa atracción que tengo hacia ese maestro de obra.

Cada vez que le comento a mi esposo él se excita mucho con la idea de que yo pueda tener sexo con él, me ha aconsejado de mil maneras la forma de podérmelo ligar y tener por lo menos un buen faje con él, aunque eso de podérmelo ligar es un decir, pues intuyo que le atraigo por algunos piropos y comentarios aislados que él me ha dicho cuando llegamos a platicar, pero a mí me da mucha pena de lo que él pudiera pensar de mí, aunque he de confesar que la idea de podérmelo tirar no me desagrada en lo más mínimo.

Si uno de los consejos que mi marido me ha dicho es que mis pantaletitas (que generalmente son transparentes) las cuelgue en la azotea donde él está laborando completamente extendidas como se colgaría cualquier calzón, pero me da mucha pena, pero mi marido dice que eso les excita mucho a los hombres, poder contemplar a placer la lencería de una mujer. La cosa es un tanto excitante, pues casi siempre estoy sola con el maestro en la casa, pues a la fecha sólo está trabajando él y no hay más albañiles, mi marido siempre está en el trabajo y sólo llega a comer y a la hora de la cena, así que tengo el tiempo suficiente para poder tener algo con el maestro, y ya hasta mi marido me dio su consentimiento para poder coger con él sin ningún problema de que mi marido se enoje, eso es algo que le pone un poco de más cachondería al asunto, ya con permiso, y yo con mis temores, jajaja, qué ironía, ¿verdad?

Bueno, pues resulta que un sábado mi marido invitó al maestro de la obra para dialogar algunos puntos que debían ser considerados para que la construcción de nuestra casa se hiciera de la mejor manera, así que el maestro llegó un sábado por la noche a eso de las 10:00 pm. Lo hicimos pasar, pues a mí me interesaba escuchar los puntos a los que se llegaban del acuerdo sobre la obra; así estuvimos dialogando por espacio de media hora, cuando mi marido nos invitó un trago de tequila, a los que todos sin reprochar aceptamos muy gustosos. Después de acordar todos los puntos, seguimos con charlas triviales, y cada vez más copitas de tequila. A medida que pasaba la noche la charla se hacía más amena, y mi esposo ya estaba demostrando que ya le estaban haciendo efecto los tequilas, en cambio al maestro no se le notaba tanto, yo no había tomado tantos tragos como ellos, pero si lo suficiente como para sentirme bastante animada, durante la conversación estábamos sentados en los sillones de nuestra sala, yo con mi esposo en uno de los sillones y el maestro estaba sentado frente a nosotros. Con el alcohol a mi esposo le empezó a subir un poco la calentura, así que de repente me abrazaba y daba algunos besos delante de nuestro invitado y como ustedes podrán imaginar lo hacía poner bastante nervioso a nuestro invitado, pues como me encontraba sentada frente a él con mis piernas cruzadas y una que otra separación de estas mismas cuando mi marido me jalaba para darme alguno que otro beso, pues supongo que lo tenían más que nervioso, y si a eso sumábamos la vista de mis pechos cada vez que me agachaba para servir otro trago u ofrecerle la bandeja con galletas o picadillos que había preparado, eran de imaginar las tremendas ganas que tendría de regresar a su casa y desquitarse con su esposa.

Debo decir que yo esperaba que ése sábado mi esposo y yo tuviéramos una muy buena sesión de sexo como acostumbrábamos cada semana o cada quince días, por lo que por fuera me vestí muy normalita, con una falta corta, pero sólo arriba de la rodilla, una blusa un tanto escotada, pero no de mal gusto, pero por dentro era yo otra, pues había elegido un conjunto de pantaletitas que mi marido me había comprado hacía poco, el cual consistía de una pantaletita tipo bikini de color lila totalmente transparente, y un brasier al mismo tono con transparencias que hacían que mis pezones se transparentaran a través de la tela que parecía tul, también elegí un panty liguero pues sé que a mi esposo le fascina hacerme el amor con panty medias puestas o con ligueros, así que decidí por una combinación de ambos y porté un panty liguero en color negro de lycra, por lo que notarán que yo me sentía por dentro muy sexy.

Bueno, pues retomando el relato, debo decirles que con el paso del tiempo y los tragos mi esposo pasó a un estado de total borrachera, lo que me llevó a tomar la determinación de acostarlo y después dar por terminada la reunión, le dije esto al maestro quien de inmediato comprendió la situación y se ofreció para ayudarme a acostar a mi esposo pues era imposible que yo sola lo pudiera llevar hasta la cama. Tomamos entre los dos a mi esposo y lo llevamos hasta el dormitorio, lo dejamos tendido sobre la cama y me ayudó a acomodarlo para meterlo dentro de la cama, Con mi preocupación de ese momento de poder acostar a mi esposo no me había dado cuenta que el maestro había resultado tan beneficiado con todos los movimientos que había tenido que hacer, pues mi falda se había subido a mi cintura y sin duda pudo apreciar muy bien los poco segundos en que pudo ver mi pantaletita, y el panty liguero pues de inmediato me bajé la falda y eso sin contar la vista de mis pechos cuando estaba agachada tapando a mi esposo.

Luego que terminamos de acostar a mi esposo llegamos a la sala para despedirnos, pero antes le ofrecí un último trago antes de que regresara a su casa, mientras conversábamos y tomábamos el último trago me fijé que él no quitaba sus ojos de mi cuerpo, lo cual por efecto también del alcohol estaba empezando a excitarme un poco, en cuanto terminamos el trago lo acompañé a la puerta para que regresara a su casa, pero cuando estábamos en la puerta sin haberla abierto aún y para despedirnos nos quedamos mirándonos a los ojos un par de segundos, los suficientes para decidirme a darle un beso en sus labios y esperar su reacción, pues de antemano sabía que él era muy respetuoso y jamás él daría el primer paso.

Más que reacción lo que pasó en él fue una especie de transformación, pues de inmediato me apretó contra su cuerpo y pegó nuevamente sus labios a los míos transformándose en un verdadero pulpo, pues sus manos comenzaron rápidamente a recorrer mi cuerpo y tocarme por todos lados, mientras nuestras bocas permanecían pegadas en un largo beso muy suave, pero a la vez muy sensual.

Yo en mi interior pensaba que ese era el momento que tanto estaba yo deseando y que no iba a desaprovecharlo, y ya que había planeado tener sexo con mi esposo esa noche, pues como él ya estaba fuera de combate, y aunado a que ya tenía el consentimiento de mi marido para poder hacer lo que más me complaciera con nuestro maestro estrella, y viendo que iba vestida para la batalla, pues no dudé ni tantito en dejarme hacer por él todo lo que ambos quisiéramos para saciar ese rico calorcito que de vez en cuando nos da a las mujeres al tener a un hombre nuevo y que nos atrae enfrente de uno. Yo respondí a sus caricias con mis gemidos, lo que indicaba que esa noche algo más que lo que estábamos haciendo en la puerta de la casa iba a suceder; me encontraba ya bastante excitada con el alcohol y las caricias de nuestro ahora amigo que de inmediato lo llevé al sillón de la sala para continuar lo que ya habíamos empezado y no podía de ninguna manera quedar así no más.

Yo seguía gimiendo mientras habría su camisa y seguía besándolo, era indescriptible la calentura que me dio el sentir sus manos ásperas pero cuidadas de un trabajador que sabe cuidar su cuerpo, el sentir esos pechos varoniles llenos de músculos rígidos generados por amplias jornadas de trabajo, ese cuerpo de hombre rudo, pero a la vez de un hombre que sabe cuidar su apariencia física, así luego pasé mi mano por sobre su pantalón y encontré su sexo totalmente erecto, él recorría mi espalda con sus manos y mis gemidos comenzaron a ser más fuertes, entonces pensé que mi esposo podría llegar a oírnos pero eso me excitó en sobre manera, pero supongo que él que desconoce de nuestro acuerdo entre mi esposo y yo, se puso un tanto nervioso pues hizo el mismo comentario que yo había pensado, así que lo tomé de la mano y lo llevé a uno de los dormitorios que aún estaban en obra negra, ahí mi marido con toda intención había colocado un catre por si alguna vez se presentaba el momento es ésa zona de la casa, cuan agradecida estuve por su preocupación de ponerme todo a la mano para que yo gozara como una loca ya fuera esa noche o en algún otro día.

Así que apenas entramos y de inmediato coloqué la colchoneta del catre sobre el suelo , él me sujetó de un brazo y me atrajo hacia él, nos besamos mientras él nuevamente demostrando sus habilidades con las mujeres me despojó de mi falda y mi blusa, quedando sólo en esa ropa interior tan cachonda que mi marido me había comprado y que ya describí, luego yo lo empujé sobre la colchoneta y le bajé los pantalones mientras lo besaba y chupaba por todas partes, el apretaba mis pechos muy fuerte lo que aumentaba el volumen de mis gemidos, cuando terminé de bajar su calzoncillo me dediqué a la tarea de recorrer con mi lengua su sexo, pasé mi lengua por los lados, luego lo recorría de la punta hasta los testículos, hasta que por fin lo metí en mi boca; esa textura tan suave de su miembro en mis labios me produjo una contracción en mi clítoris que estuve a punto de venirme, pues el sentir ese líquido que le humedecía a él por la excitación en la que lo tenía yo, eso era algo indescriptible.

Seguí chupando y succionando lo que logró que a punto estuviera de venirse en mi boca, por lo que se separó, pues me confesó que quería aguantarme mucho rato, para poderme gozar pues nunca había tenido la oportunidad de estar con una mujer tan hermosa y caliente como yo, eso me halagó de sobre manera, y le agradecí dicho piropo con un beso muy apasionado que duró como diez minutos, mientras nos besábamos podía sentir su miembro rozar mi clítoris, posteriormente continuó besando mi cuello y hábilmente me volteo para besar mi cuello y mi nuca, y de vez en cuando mis oídos con su lengua, metiéndola de forma muy sutil, ahora ya podía sentir su verga rozar mis nalgas y de vez en cuando la empujaba sobre mi culo, debo decir que en ese momento yo ya me encontraba en un éxtasis inimaginable, entregada al placer que ese hombre me estaba dando, disfrutando centímetro a centímetro su cuerpo, y minuto a minuto cada segundo lo quería grabar en mi memoria, era un momento cachondísimo.

Entonces él me giró encima de la colchoneta y comenzó a dar besos en el resto de mi cuerpo, y se dedicó a chupar mis pechos, yo gemía de placer mientras pegaba su cuerpo al mío, dejando que su cabeza se perdiera entre mis pechos, siguió bajando lentamente, palpando con su lengua cada parte de mi cuerpo hasta llegar a mi ombligo, entonces ahora era yo quien tenía mi primer orgasmo, el cual no contuve, pues esa noche estaba decidida a tener los orgasmos que la pasión requiriera, éste llegó acompañado de un grito que seguramente hubiera despertado a mi esposo si este no hubiera estado durmiendo tan borracho. Empezó a besar los lados de mi sexo, recorría con su lengua los bordes de mi pantaleta, mientras yo le pedía que me lo metiera, luego levantó mis piernas y empezó lentamente hacer a un lado mi panty pues se notaba que no quería despojarme de esa ropa, pues supongo lo excitaba más aún, mientras yo seguía esperando que me lo metiera, él pasó su lengua por encima de mis labios vaginales, yo no aguantaba más y llegué a mi segundo orgasmo, esta vez no grité como la vez anterior, pero tomé su cabeza con mis manos y la hundí en mi sexo.

Metió su lengua muy adentro de mi sexo y siguió chupando mi clítoris, recorría lentamente de mi clítoris hacia mi culo pasando por ese puente que los separa a ambos, yo sentía morir de tanto placer que me estaba dando ese hombre tan rudo y yo le pedía que lo hiciera un poco más rápido, para poder llegar a mi tercer orgasmo, mi clítoris se encontraba totalmente hinchado, y cada vez que él chupaba yo me retorcía de placer, mi sexo se encontraba totalmente mojado, llegó a meter la puta de su lengua en mi culito, eso fue lo que originó mi siguiente orgasmo, acompañado de un gemido, apreté mis piernas aprisionando su cabeza contra mi sexo, le jalé de los cabellos, gritaba de pasión, lo empujé hacia arriba para que quedara encima de mí y separé mis piernas para que pudiera penetrarme, pero él sabía muy bien lo que hacía y entonces comenzó a pasar su pene por encima de mi vagina rozándola suavemente, mi desesperación por sentirlo dentro de mí era tanta que entonces le di vuelta quedando ahora yo encima, y me senté sobre él, dejando que su verga se metiera completamente dentro de mí, sentí un alivio tal al sentir que ya tenía ese miembro cogiéndome y luego de cabalgar un rato mientras su pene entraba y salía de mi cuerpo y sus manos amasaban mis pechos, de momento acariciaba mis pecho con una mano y con la otra se dedicaba a acariciarme las nalgas, cuando me percaté un dedo de su mano estaba abriéndose camino por mi culito, eso fue el clímax total, pude sentir como los dos terminaríamos al mismo tiempo nuestros orgasmos.

Nos quedamos tendidos un rato sobre la colchoneta, habíamos estado casi una hora y media teniendo sexo exquisito, y él todavía tenía que regresar a su casa, así que nos levantamos, nos acariciamos, me contempló de pies a cabeza, nuevamente nos besamos y acariciamos, se notaba que él no quería retirarse hasta que comprendió que era hora de irse, y que desde luego podríamos volvernos a tener en un futuro no muy lejano, pues la obra de construcción continuaría, así que nos vestimos, dándome de vez en cuando una agarradita de pompis, o de panochita mientras yo me ponía mi falda y mi blusa, claro estaba que le había gustado demasiado, pero ya habría tiempo de sobra para podernos gozar nuevamente, así que lo acompañé a la puerta, esta vez la despedida fue un simple beso en la mejilla, señal más que suficiente para que él comprendiera que eso significaba que lo nuestro no había acabado ahí.

Luego que él se fue, me metí a la ducha para luego ir a dormir al lado de mi esposo, cual sería mi sorpresa de encontrármelo a él con la verga completamente parada y casi en sus cinco sentidos y completamente despierto, de inmediato comprendí que fingir la borrachera había sido sólo una treta para que me quedara con nuestro maestro estrella a solas y ocurriera lo que debía ocurrir, él me contó que nos espió casi todo el tiempo y que su excitación fue tal que se masturbó y vino en tres ocasiones, desde luego comprendió que yo estaría ya a esas alturas demasiado cansada y rozada de mi sexo, así que no hizo por cogerme, sólo platicamos de lo acontecido nos cachondeamos con las manos y dormimos, no platicamos de que si podría haber una segunda vez, pero entendido estaba que yo estando a solas casi todo el tiempo con él durante el día, eso se tendría que dar por mera inercia, y desde luego porque yo lo permitiría pues me fascinó la forma en que me lo hizo que lo volvería a repetir tantas veces fuera necesario para calmar esa calentura que nuestro maestro me despertó.

Datos del Relato
  • Categoría: Infidelidad
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 1509
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.144.93.34

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Relatos: 38.472
»Autores Activos: 2.275
»Total Comentarios: 11.905
»Total Votos: 512.064
»Total Envios 21.926
»Total Lecturas 105.323.149