Agitada y nerviosa ayudé a Juanito a acomodarse el pantalón. Nos incorporamos rapidamente y yo aún turbada fingí estar buscando algo en los lavaderos...¡uuuff! ¡Justo a tiempo!
-¿Que tal vecina, se le perdió algo?-Preguntó una de las vecinas.
-¡E-este n-no!-Respondí entre confundida y furiosa- Creí haber dejado aquí el detergente pero
parece que no...Le preguntaba a Juan pero ya ven que él no da mucha información; en fin ¡Hasta luego vecinas!.
Volví a mi casa con un revoltijo de emociones: coraje por no haber podido terminar aquello; Alivio por no haber sido descubierta en una situación mas comprometedora y una excitación que no pude saciar y aún alborotaba mis sentidos.
Estaba poniendome los calzones resignada, cuando una respiracion agitada me hizo volverme sobresaltada...¡ERA EL LOQUITO! que me había seguido y entró sin hacer ruido. Salí rapido a ver si alguien lo habia visto entrar y al ver que no fué así, cerré por dentro. Esta vez NADIE iba a impedirme terminar mi cometido.
Volvi al lado del chico y él me abrazó desesperado, enseguida se apartó de mi y bajandose el pantalon nuevamente me dió a entender como pudo que queria que se lo siguiera mamando, a lo que respondí:-¡No mi cielo, ahora me toca a mí! Lo recosté en la vieja cama y lo desnudé totalmente, su pene seguia imponente, así que de un tirón me despojé del vestido y volví a montarlo. Como no deseaba una nueva interrupción lo puse en la entrada de mi gruta y me hundí de un tirón en aquella estaca...-¡Aaaagh!-Un intenso dolor me inundó las entrañas. En realidad la lujuria que tenía no me permitió pensar en esos momentos que, en verdad yo nunca me había metido una tan grande. Intenté zafarme para comenzar de nuevo con mas calma pero él no me lo permitió; Sus manos se aferraron a mis caderas y me atrajeron mas a su cuerpo. El dolor poco a poco fué cesando transformandose en placer...un inevitable orgasmo me sacudió desde adentro, mi cuerpo temblaba como nunca antes y los golpes de la cama en la pared seguramente se escuchaban por toda la vecindad...Pero eso no me importaba, para mi, el mundo en esos momentos era el largo y duro pene de Juanito. Terminamos al mismo tiempo y yo quedé como muerta sobre el pecho de mi delgado y joven amante. Cuando recobré el aliento, le ayudé a asearse y no sin antes ver que no había nadie afuera lo despedí en la puerta.
No hubo palabras...No hicimos cita... No fué necesario. Solamente que ahora ya nadie ve a Juanito rondar por los lavaderos...¡Seguramente ya tiene un mejor lugar a donde ir todos los dias...de 8 a 9 de la mañana!



FIN