Al fin solos, frente a frente. Yo con mis sueños, él con su ambición.Lo miro detenidamente, una sonrisa juega en sus labios- me desafía- la experiencia le da seguridad y nada teme; está acostumbrado, para mi será la primera vez.
Por una fracción de segundo, percibo el silencio a mi alrededor, penetra hasta la médula de los huesos. Gotas de sudor corren por mi piel.El corazón quiere salirse de mi pecho. Temo que él escuche su palpitar.
El temor ante el fracaso se agudiza, pero es tarde, ya no puedo retroceder; debo jugarme el todo por el todo. Es mi debut o mi despedida.
La tensión entre los dos se acrecienta.Observo un movimiento en sus manos- es un tic nervioso que lo delata- comprendo que su seguridad es ficticia; él también teme fracasar. Me tranquilizo, estamos de igual a igual.
Llega el momento decisivo. Fijamente nos miramos, calculando nuestro poder. De repente la sonrisa se borra de su rostro, alza los brazos, dobla las rodillas, balancea su cuerpo y espera. Yo humedezco los labios y respiro profundo. La emoción me agiganta dándome valor, entonces corro hacia él, voy al encuentro con mi destino.
En el estadio hay locura. Delirantes todos gritan mi primer gol de penalti.