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Noche de invierno de 2016.
La habitación estaba iluminada por el fuego de la chimenea. Las paredes eran de piedra. Echados sobre una gran alfombra oriental, desnudos, y con música de Bach de fondo, estaba Pedro, un joven de complexión atlética, acariciando las tetas de Rosana, una joven rubia, bella y con el cuerpo de una Diosa...
Pedro besó a Rosana en el cuello. Mordisqueó los lóbulos de sus orejas, buscó sus labios y se comenzaron a besar. Rosana le chupaba la lengua, le daba la suya a chupar y después se comían la boca...
Rosana cogió con su mano el falo de Pedro, un falo de 20 centímetros. Mojó su mano con la aguadilla que salía de él, y lo comenzó a masturbar, muy suavemente.
-¿Te gusta así, cariño?
-Sí, amor.
Pedro cogió con sus manos las tetas de Rosana, y magreándolas, chupó un pezón y lo mordisqueó... Al poner su boca sobre el otro pezón bajó una mano al sexo depilado y mojado de su hermana, le metió dos dedos y la masturbó.
-¿Voy bien, cielo?
-Sí, cari.
La lengua de Pedro adoraba aquellas grandes tetas con grandes pezones y rosadas areolas... se posaba sobre los pezones erectos, giraba sobre ellos hasta aplastarlos y luego mamaba con la ayuda de los labios.
-Me gustaría darme la vuelta, corazón -le dijo Rosana a Pedro,
Pedro le quitó los dedos del sexo. Rosana cogió la mano de Pedro, llevó los dos dedos a la boca y saboreó su flujo. Besó a su hermano y después se dio la vuelta.
Pedro le rascó la espalda. Después le besó el cuello mientras su polla erecta se frotaba con el ojete del culo en pompa, culo que se movía en torno a ella. Le metió la puntita muy lentamente y muy lentamente se la sacó. Bajó besando y pasando la lengua por la espina dorsal hasta llegar a las nalgas. Se las abrió con las dos manos, pasó la lengua por el periné y el ojete...
-¿Te gusta, bomboncito?
-Me encanta, campeón.
Pedro nalgueó a su hermana. Volvió a abrir las nalgas y le metió la punta de la lengua en el ojete. Rosana le folló la lengua con el culo. La volvió a nalguear. Rosana comenzó a gemir. Eran gemidos pre orgasmo.
-¿Quieres correrte así, caramelito?
-Sí, pero con tu polla, cosita.
Rosana se puso a cuatro patas. Pedro se encendió más de lo que estaba al ver como el ojete de su hermana, esperando que su polla hiciese hueco dentro de él, se contraía hacia dentro y hacia fuera. Se la restregó. Empujó un poquito y con la excitación que tenía Rosana le entró hasta el fondo como si fuese en el chochito. Pedro le folló el culo hasta que...
-¡¡Me llevas al cielo, ángel mío!!
Rosana jadeaba como una zorra, y como una zorra se corrió dejando la alfombra para la tintorería.
Rosana, cuando acabó de correrse, limpió con sus bragas el flujo que mojara la alfombra, después cogió la polla de Pedro con la mano, se la llevó a la boca y comenzó a mamar. Sabía lo que hacía. Comenzó lamiendo y chupando los huevos, después fue subiendo con su lengua hasta llegar al glande. Lo chupó y acto seguido lo metió en la boca hasta casi tocar los huevos con sus labios... Le hizo mil y una filigrana hasta que vio que el futuro conde se iba a correr.
-¿Quieres correrte así, cielito?
-Sí, pero comiéndote el chocho.
Rosana se dio la vuelta para hacer el 69. Le puso el coño en la boca y se la siguió chupando.
Pedro lamía y succionaba el clítoris de su hermana. Metía la punta de la lengua en su cuevita y en su ojete, cuando ella se lo daba... Rosana, sin manos, chupaba el glande de su hermano buscando que se corriera, pero, de repente, dejó de chupar, puso su cabeza sobre una de las piernas de Pedro, y le dijo:
-¡¡Me corro otra vez, alma mía, me corro otra vez!!
El chochito de Rosana al correrse echó jugo suficiente para llenar una copa, y esa copa se la bebió el hermano entre sensuales gemidos y estremecimientos de la hermana.
Al acabar de correrse su hermana, Pedro, la besó. Rosana estaba exhausta.
-Hoy vas a tener que subir tú, yogurín -le dijo Rosana a Pedro.
Pedro la volvió a besar en los labios. Volvió a lamer, chupar y mamar tetas y pezones. Fue bajando. Besó y acarició su ombligo con la punta de la lengua. Llegó al chochito. Besó el clítoris. Le lamió y chupó los labios inferiores. Metió y sacó varias veces la lengua de su cuevita. Hizo lo mismo con el ojete. Pasó la lengua desde el periné hasta el clítoris más de una docena de veces. Por último se detuvo en el clítoris. Lo lamió de abajo arriba, hacia los lados y haciendo el remolino. Sintió de nuevo los gemidos de su hermana.
-¿Subes o te la meto, bomboncito?
-Subo, cari, subo.
Rosana, que ya estaba otra vez caliente como una perra. Cabalgó a su hermano. Tetazas al viento, tetazas que subían y bajaban... hasta que su hermano, con los huevos llenos de flujo vaginal y viendo que su hermana estaba a punto, le dio la vuelta y se puso encima de ella para volver a hacer que se corriera, pero Rosana, esta vez, no quería correrse sola. Al empezar a correrse le metió un dedo en el ojete a su hermano, y Pedro, sin poder evitarlo, le llenó el chochito de leche.
Al terminar, le dijo Pedro a Rosana:
-Buen polvo el de hoy, princesa.
-El de mañana será mejor, príncipe mío.
Kiko.
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