Los 15 días habían transcurrido y supe que él ya había regresado cuando sonó mi móvil: era él. Me dijo que ya había llegado. Le dije que cuando quisiera que me pasaba a verle antes de salir por la noche con mis amigos. Me dijo que de acuerdo, que me esperaba en tal sitio. Así que quedé con él y nos vimos en el sitio en el que acordamos vernos. Yo iba fumando un cigarro y entonces fue cuando me topé con él de frente. Me preguntó que si le daba un cigarro. Cogí el paquete y le ofrecí uno. Sus padres no sabían que fumaba, por lo que siempre llevaba en el bolsillo un paquete de chicles. Le pregunté que qué íbamos a hacer, porque dentro de hora y media me tenía que marchar que había quedado con mis colegas para salir de fiesta. Él, ni corto ni perezoso, me propuso que nos enrolláramos. Yo no me sorprendí, así que accedí gustosamente a ello.

Nos fuimos a un rincón de la playa en la que no había nadie. Serían más o menos las 22:30 de la noche, así que comprenderán que en la playa apenas no había nadie. Fuimos cuidadosos en elegir el sitio para poder enrollarnos, ya que temíamos que nos pillara la gente que paseara a esas horas por la playa o por cualquier rincón cercano; así que optamos por un sitio cerca de la playa, discreto y aislado para entregarnos allí el uno al otro. Nos sentamos en la arena y él cogió las riendas cuando agarró mi cabeza con su mano y me acercó sus labios a los suyos. Entonces se volvió a repetir el jugueteo de lenguas de hace 15 días. Él era muy morboso, así que cogió un chicle, se lo metió en la boca y me dijo:
- Nos besamos y nos intercambiamos el chicle en mitad de los besos.
Me dio tanto morbo que no pude esperar más y le dije que lo hiciera. Agarró un chicle, se lo llevó a la boca, empezó a mascarlo y nos besamos. En esos momentos, él pasó el chicle a mi boca, yo jugué con él dentro de ella y se lo volví a pasar. Así estuvimos unos 5 minutos, hasta que yo me cansé y le dije:
- Dejémonos del puto chicle y besémonos de verdad.
Y así pasó... Pero el besar ya nos aburría y queríamos llegar a algo más. Así que puse mi mano en su pantalón y toqué su picha flácida que se notaba que quería salir a la luz y sentir el calor de una boca. No la hice esperar más... Le bajé el pantalón y empecé a chupársela mientras él se llevaba las manos a los pezones y empezaba a pellizcárselos y a gemir. Después de chuparle yo la polla, el pive hizo una cosa que a lo mejor se arrepintió de no haberla llevado a cabo la primera vez que nos enrollamos: llevar mi polla a su boca.

Me bajó la cremallera de mis vaqueros y sacó mi polla, que de lo dura que estaba le costaba salir a la luz. Me dijo que le ayudara, que él solo no podía sacarla; así que la tuve que sacar yo mismo. La agarró con una mano, agachó la cabeza y se la metió toda entera en la boca. Yo, por aquella época, era virgen y jamás había sentido el calor de la saliva en mi miembro erecto. El placer era inmenso; sólo deseaba poder llegar al orgasmo. El movimiento de su lengua hizo que el placer fuera el doble. La sacaba de su boca y lamía mi capullo con sus labios y su lengua. Recorría todo ella con deseo y hasta él se la meneaba mientras me la chupaba a mí. Al cabo de un rato, dejó mi polla tranquila, se puso frente a mí, apoyando sus rodillas en mis piernas y me besó con deseo y placer gesticulando gemidos en cada movimiento de lengua que hacíamos. Yo, que ya estaba en pleno éxtasis, lo llevé debajo de un muro... Él de pies y yo frente a él. Le subí la camiseta y le chupé los pezones. El pive no hacía más que agarrarme la cabeza con las dos manos y gritar de gusto. Le pajeaba al mismo tiempo, así que el placer se multiplicaba por demás. Volví a chupársela y volvía a agarrarme la cabeza con las manos para llevar el ritmo que él quería en la mamada.

El placer que sentíamos los dos era tal, que llegamos a un punto en el que el chaval me agarraba el culo y me levantaba contra su polla como si ahora fuera él el que quisiera montarme. Una vez más le dije que quería penetrarle; me senté en el suelo, se bajó por completo los pantalones, y de espaldas a mí agarró mi polla llevándosela al agujero de su culo mientras poco a poco el chico iba bajando más y más. Pero esta vez seguí sin lograr mi objetivo, aunque conseguí que mi capullo entrara en su culo. Se podía haber logrado más, pero en cuanto él sintió la cabeza de mi polla dentro de sí, se levantó y dijo que no quería más porque le dolía. Así que, ya que mi objetivo había fracasado, le dije que por lo menos me volviera a chupar la pija, ya que me había dado mucho gusto y quería rpetir. Él, sin rechistar, hizo lo que le ordené y me la volvió a chupar. En esos momentos yo estaba de pie y él debajo de mí de rodillas chupándomela. Me hacía después una paja mientras decía:
- ¡Escupe, escupe! - decía eso refiriéndose a mi polla, ya que el nene quería que me corriera en su cara. Y eso fue lo que pasó... Sabía que nadie podía descubrirnos ahora, así que puse toda mi concentración en llegar al orgasmo, hasta que lo conseguí y mi leche salpicó toda su cara.

Después le supliqué que me la limpiara, a lo que él accedió gustosamente. Después de eso, ya los dos estábamos cansados; y sin darnos cuenta, ya casi la hora y media había pasado, así que lo acompañé a casa y me despedí de él como un amigo: sin beso ni nada de eso, sólo diciéndonos adiós.

Le volví a ver más veces en aquel verano, pero jamás nos volvimos a enrollar. Si este verano vuelvo a veranear en aquel sitio, lo más seguro es que nos volvamos a encontar. Puede que pasemos de todo y no hablemos del pasado, pero si vuelve a ocurrir lo del verano pasado, está claro que no voy a decir que no, aunque tenga novia. Ella jamás se enterará de ello...