Todo sucedió el verano pasado. Yo veraneaba en un pueblo de la costa como todos los años. Allí tenía muchísimos amigos y cada verano los veía a todos. Con mi condición sexual estaba satisfecho, ya que yo sabía que me iban las chicas, así que... En fin, que aquel verano conocí al hermano de un amigo mío que vivía un poco más debajo del norte de España (no quiero citar ciudades ni nombres de personas), y a partir de ahí nos llevamos de puta madre. Él tenía 14 años, y yo 19. Total, cuando mi grupo y yo apenas hacíamos algo, pues él y yo nos íbamos a la playa a bañarnos. En uno de esos días, empezamos a jugar en el agua, yo me subía encima de él... y esas tonterías. Total, que hasta que jugamos a una cosa en la que él metía su pie entre mis piernas y tenía que lograr soltar el pie de ellas. Así seguimos y a veces el turno lo seguía yo, pero cada vez noté que mi polla se iba poniendo más dura... A veces, no sé si porque él lo deseara o por descuido, tocaba mis pezones y eso hacía que me pusiera aún más cachondo. Total, que la cosa siguió ahí y no llegó a pasar nada más. Hasta que aquella misma noche sucedió algo que nos llevó a hacer algo más...

Mis amigos y yo, acompañados por el chico de la playa, nos fuimos a un bar de copas para jóvenes que hay en aquel el pueblo. Siempre cogíamos calimocho con 43, que está de vicio, y esa noche no iba a ser menos; total, que lo compramos, pedimos unos vasos pequeños (chupitos) y empezamos a jugar a un juego con un bote y 2 dados. Tal vez porque pedimos demasiada bebida, o porque bebí yo casi más que nadie... No sé, la cosa es que me puse un poco contentillo. Acabamos de beber y nos íbamos a marchar; pero no anduvimos ni 50 metros cuando un coche se nos acercó: era la amiga y el novio de mi mejor amiga. Todos se montaron en su coche y se dirigieron otra vez al bar de antes a tomar más calimocho. El hermano de mi amigo y yo nos quedamos afuera y no montamos en el coche porque ya no cabía ni una persona más. Total, que fuimos andando. Yo, a todo esto, llevaba un pedo de la ostia. Total, que entre tontería y tontería con ese chaval, acabamos detrás de un seto besándonos. Sabía lo que hacía, eso es evidente, porque me acuerdo de todo. Jamás había tenido ninguna relación homosexual ni se me había pasado por la cabeza el tenerla, ya que yo, por esos momentos tenía novia. La cosa es que nos besamos y él se apoyó contra un árbol ofreciéndome su culo para que lo penetrara. Yo ardía en deseos de hacerlo, pero el bar estaba demasiado cerca y mis amigos se habrían dado cuenta de nuestra ausencia al tardar tanto. Total, que la cosa acabó ahí y fuimos al bar. Cosa que aproveché para beber aún más, aunque mi estómago se negara a tragar más alcohol.

Seguimos jugando al juego de los dados, y entre tiro y tiro, advertí que el chico aquél, que estaba enfrente mío, me hacía señas para que nos fuéramos. Yo accedí y dije a mis amigos que me encontraba muy mal y que me iba a dar una vuelta. Un colega se ofreció a acompañarme, pero el chaval ese le dijo que ya me acompañaba él, ya que era el único que no bebía. Así que mi colega, sin ningún esfuerzo, se volvió a sentar y siguió jugando. Yo iba casi dando tumbos por todo el parque que hay al lado del bar, y el chico me seguía de cerca a un lado. Nos pusimos detrás de otro árbol, y ahí comenzó algo un poco más fuerte que lo de antes: me desabrochó el pantalón y empezó a hacerme una paja. Yo no llegué a correrme, simplemente porque estaba bastante borracho y porque tenía miedo de que nos descubrieran, cosa que hacía que no me concentrara en los meneos de su mano en mi pija. Le dije entre jadeos que quería penetrarle, así que me tumbé en el suelo y él se sentó encima mío, pero de espaldas. Le dolió, así que no conseguí penetrarle entero, pero aún así disfruté. Nos seguimos besando, hasta que fuimos al parque a un tren de madera que hay allí y empecé a lamerle la polla. Él al principio se resistía diciéndome que su polla era sagrada y que no quería que se la chupara, pero yo insistí tanto, que al final lo conseguí. Su polla era enana, pero sabrosa. La lamí con un gusto que aún hoy recuerdo. Su piel rozándome toda la lengua hizo que mi pija se pusiera más dura todavía. Yo seguía chupando, pero él me decía que parara. Le pregunté:
- ¿Te gusta? - Él me dijo que sí, a lo que yo respondí -. ¿Entonces por qué quieres que pare?
Así que seguí con mi faena, hasta que su prima gritó mi nombre. Él se subió el pantalón y nos fuimos los dos al bar en donde mi grupo aún seguía bebiendo. Los dos supimos disimular muy bien lo ocurrido.

A la noche siguiente nos fuimos de fiesta a un pueblo cercano en el que se puede ir por la playa o por arriba. Por la playa es mucho más corto, así que decidimos ir por allí. El hermano de mi amigo no hacía más que insistir en que quería enrollarse conmigo, pero yo le instaba a que se callara, ya que sólo ocurrió aquella noche y nada más. Total, que fuimos a las discotecas del pueblo de al lado y todo transcurrió con normalidad. Con las horas, yo, agobiado del ambiente del pub, decidí salirme de él e irme a dar un vuelta por la playa. Antes de hacer eso, se lo comuniqué a mis amigos; ellos estaban divirtiéndose demasiado como para acompañarme. El hermano de mi amigo aceptó hacerlo... En el camino le dije que nada de nada, a lo que él respondió con su silencio. Nos sentamos en un banco y él, sin hacer caso de lo que le dije antes de salir, empezó a tocarme el culo. Yo le agarraba la mano y le decía que no siguiera, pero él instaba en enrollarse conmigo. Pasado eso, llegó la hora de irse. Volvimos por donde habíamos venido, es decir, por la playa. Yo al lado del chaval. No pasó nada, pero la cosa es que él y yo nos quedamos atrás, ya que mis amigos corrían demasiado. Casi a punto de llegar a nuestro destino, el pive me suelta:
- Sólo quiero darte un beso.
Tanto insistió, que al final accedí. Fue un beso en la mejilla, nada más. Pero fue ese beso el que hizo que me pusiera como una fiera. Lo agarré y le besé en la boca deseando tenerle todo para mí. Él me dijo:
- ¿No decías que no querías enrollarte conmigo?
Yo respondí volviéndole a besar. Le deseaba, le amaba. Quería penetrarlo, fuera como fuera. Tampoco esa vez conseguí hacerlo, pero le volvía chupar la polla con muchísimo deseo. Él agarraba con sus manos mi cabeza y bombeaba mi cara contra su pija. Le hice que se pusiera de espaldas y, aunque tuviera puesto el pantalón, hice como que le penetraba. El chico me decía que no tenía clítoris, pero que si quería penetrarle, que se lo dijera. Yo le dije entre gemidos que sí, y él se bajó el pantalón. Pero tampoco en ese momento conseguí nada. Pero a mí me daba igual, yo le tenía, era todo para mí y agarraba mi polla con tanto deseo que jamás he sentido una paja como la que me hizo él con aquella mano tan joven. Cuando tomaba la iniciativa de besarme, lo hacía con tanto deseo y gemía cuando me besaba, que casi me corro sin que me hubieran tocado el miembro. Que placer sentir su lengua dentro de mi boca. Abríamos los labios y jugábamos con nuestros músculos sin parar; mi lengua recorría toda su boca y él, con nuestros labios juntados, gemía absolutamente de placer y gusto.

Cuando acabamos de hacerlo, él se fue a su casa y yo a la mía. La casualidad hizo que él se marchara a su pueblo al día siguiente y que no volveríamos a vernos hasta dentro de 15 días. 15 días que se me hicieron eternos y en los cuales yo escondía mis sentimientos a mis amigos, ligándome a la mayoría de las chicas que me presentaban mis colegas. Decir que ahora estoy con una chica y que esa chica me llena por completo y que nadie podrá sustituirla, ya que ese rollo de verano pasó una vez y se quedó en el olvido. Ahora estoy feliz con mi chica, y no la cambiaría ni por 1000 chicos.

Aún hay otra historia con ese mismo chico pasados los 15 días desde que se marchó. Fue un poco más fuerte, pero eso lo dejo para la historia siguiente...