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EL GRUMETE 5
Dormía profundamente cuando sentí unas manos que me acariciaban el cuerpo desnudo. No sabía ni donde estaba. Solo recibía como de lejos señales en mi cuerpo de que estaba siendo acariciado y por manos y dedos que conocía muy bien. Que tenía guardado en un rincón de la memoria sensitiva.
Las manos eran frotadas por mis muslos. Por mis nalgas. Al llegar allí las apretaba y las sobaba de manera sensual y a la vez arrebatada. Sentía como la respiración de mi amante ocasional iba aumentando de velocidad, de ritmo, de temperatura.
Yo me hacía el dormido. Los dedos buscaron mi ojete. Lo arremolinaron. Intentaron entrar en el. Lo rozaron. Lo frotaron. Fueron humedecidos y volvieron a atacar. Ahora entraron. Mi calentura también iba en aumento. Mi verga chocaba contra mi estómago.
Los huevos estaban hinchados.
__¡No sabes cuanto extrañé este ojete!!__ dijo la voz del Capitán.
__¡¡Parece que no tanto!!__ dije yo dándome un giro y quedando con la cara de frente. Mi pija en mástil. Dura. Alzada.
__¡No hay nadie allí afuera que tenga este hermoso culito que tu tienes!!
__¿Ni siquiera las rameritas que fuiste a ver?
__Ni siquiera ellas. ¡¡Tu tienes un culito privilegiado y lo usas tan bien!!__ diciendo así se abalanzo sobre mi boca y cruzó su lengua sin preámbulos. Abriendo al máximo la caverna. Tomo la vara que yo blandía y la masajeo. Apretó mis bolas. Mientras no dejaba de besarme.
Note que estaba desnudo. Su vergaza rozaba mis piernas. Seguía masturbándome y a la vez apretujaba mis pelotas. Nos besábamos ardientemente. Yo acariciaba su pecho. Pellizcaba sus tetillas en punta. El Capitán Mollé gemía.
Daba suspiros suaves, para luego hacerlos sonar mas fuerte. Su boca seguía pegada a la mía. Por algunos instantes la dejaba y volvía a atacarme. Sin soltar mi verga. La blandía de un lado a otro la movía para un lado y para otro.
Saltaba como elástica. Suavemente se fue bajando por mi cuello. Mordiendo. Lamiendo. Chupando. Luego paso por mi pecho. Beso y mordisqueó las tetillas. Las lamió. Mi calentura era infinita. Beso mi ombligo. Hurgó con su lengua. Allí estuvo un rato deleitándose.
Atrapó al fin mi pija. Se la metió a la boca. La beso. La paso por su cara. Despacio. Dándose tiempo. Sentía que la olía. Extasiándose por completo en ese menester. La volvía a mamar. Su saliva bañaba aquel instrumento. Pasaba su lengua a lo largo. La rodeaba como queriendo comerla. Mis gemidos aceleraban sus chupadas. Bajo por mis bolas lamiendo. Se detenía breves instantes. Y luego volvía a tragar mi pija que a esas alturas estaba para estallar. Yo acariciaba los cabellos de aquel hombre que me hacía gozar como una perra en celo. Me arrastraba a los confines del placer. Con sus dedos gentiles bordeaba mi anillo caliente. Lo hundía allí. Hacía que me retorciera como un animal. Mis gritos iban en aumento. En tanto el mamaba mi verga cada vez mas dura e inflamada.
__¿Te gusta mi cachorro??
__¡Oh si si Capitán siii a siga siga!!
__¡Vas a darme tu lechita!!¡¡Vas a darle la lechita a tu Capitán!!!__ mientras el hombre decía esto tragaba mi pistón afiebrado. Rojo de fuego. Lo amasaba. Lo dejaba un momento. Sin tocarlo. Solo jugando con su boca. Con la lengua. El brillo de mi herramienta iluminaba.
Fui gritando mientras salpicaba con mi líquido todo alrededor. El Capitán metía la verga a lo profundo de su boca. Yo largaba y largaba y el tragó hasta lo que mas pudo.
Quedé un momento como en un desmayo de tanto placer. La boca del Capitán seguí recogiendo hasta las últimas gotas de blanca leche.
El hombre volvió a subir por mi cuerpo. Colocándose a mi costado besó mi boca. Saboree mi propio sabor. Con mis manos atrapé su serpiente. Alzada. Apuntando hacia el cielo. Me abrazaba. Sus bolas redondas y golosas estaban llenas. Jugosas. Las tantee. Las sopese. Las sobe fervientemente. Las adoré. Los gemidos del Capitán me ponían como loco. Chupaba su lengua. Nuestras salivas iban y venían en nuestras bocas mojadas. Húmedas. Alzadas. El se levanto de pronto y yo sin moverme prácticamente fui asaltado con la poronga del hombre en mi boca. La metió allí. Empecé a tragarla. Con las manos la ayudaba a entrar y salir. De paso tocaba sus bolas magnánimas. Hermosas. Lamía con pasión aquellas bolsas de miel.
Apoyando sus rodillas en la cama, el Capitán se alzo un con mi lengua pude llegar a su agujero oscuro. Lo rocé. El dio un respingo. Su tranca sobresaltada se movía como un muñeco con vida propia. Mi lengua se clavó definitivamente en el agujero del Capitán. Gimoteo. Se revolvió. Se retorció sobre mi. El abrió sus nalgas entregándome el anillo. Me regodee. Daba como saltos en tanto mi lengua lo cogía.
Volví a abrazar aquella pijota con mis labios. Se hinchaba alocada.
Aceleraba su penetración en mi caverna bucal. Pensé que ya largaría su semilla. Pero no se contuvo. Sentía que esa poderosa pijota se inflaba dentro de mi boca. La sacaba y la lamía. Como si fuera un rico helado. Por fin la saco de mi boca.
Me giro. Me besó la nuca y mordió mis orejas. Mi pija se erguía otra vez. La sentía dura. Pero mas inflamada y dura estaba la tranca de el Capitán.
Fue pasando la lengua por mi espalda. Hasta que llegó a mis nalgas. Las acarició. Las fue lamiendo. Ora mordiendo. Ora chupando. Besando. Las fu abriendo. Metió la lengua en mi hendija vibrante. El estilete hacia figuras en mi aro . lo rodeaba. Daba lengüetazos certeros a su alrededor. Luego lo hundía de lleno. Se iba abriendo. Se dilataba. El hombre lo besaba. Lo acariciaba. Mis gemidos se alzaban a cada instante. Me chupaba el culo como nadie lo había hecho hasta ese momento.
Mordía mis nalgas. Me besaba la carne. Se aferraba a mi piel el Capitán parecía haber estado en abstinencia total.
Como sea me colocó en cuatro patas. Despacio fue acercando su herramienta en mi entrada entregada. La cabeza de su chota se fue para adentro sin demasiado trabajo. Suspiré. Gemí. Me moví. Caliente. Sentí su poronga entrando. El se aferraba a mi pecho. Luego a mis caderas. Se abrazaba a mi. Seguía penetrando. Me serruchaba yendo y viniendo. Apretaba mis tetillas y mordía mi nuca. Yo me extasiaba sintiendo su pedazo dentro de mi. Casi que me sentaba sobre el. Giraba mi cabeza y besaba su boca. Luego volvía a la posición y me volvía a coger a buen ritmo.
___¡¡¡Ahhhh!¡¡Como amo este culo tuyo!!¡¡Ahhhh!!!__ gruñía aquel hombre. En tanto me taladraba. Mi anillo se convulsionaba. Se sentía pleno. La mano del Capitán agarró mi verga que estaba nuevamente dura. Levantada.
Mis gemidos se ahogaban con la boca y la saliva de aquel hombre salvaje. Su vergota me cogía deliciosamente. Mi culo estaba bien abierto para el.
Sus estocadas hacían que me relamiera de placer y lujuria. Lentamente me fue llenando el culo con su leche espesa. Sus poderosas manos se aferraron a mis caderas fuertes. Así prendido y mordiendo mi cuello, los escupitajos colmaban mi canal sediento de pija y leche.
El Capitán cayó sobre mi espalda. Aún sentía su poderoso miembro clavado en mi interior. Besaba mi nuca y las orejas. Casi desmayado de gusto. Agitado. Yo sentía que mi culo rebalsado arrojaba lentamente su líquido fuera de mi cola.
__¡Ahhh!!¡¡Como me haces gozar muchacho!!¡¡Eres un volcán hermoso!!!
__¡Tu me deshaces el orto Capitán!!__ dije aplastado contra las sábanas. Su tremenda estaca parecía respirar en mi túnel. El hombre lamía mis lóbulos. Apenas se movía.
__¿Me extrañaste? ¿Extrañaste a tu macho?
__¡Claro señor!!!__ conteste….
__¡Hummm creo que mientes!!
__¿Porqué dices eso?
__Simple, eres un joven ardiente. No podrías serle fiel al mejor amante del mundo…
__Bueno…yo…__ balbucee
__¡No te pongas mal!!__ dijo el hombre mientras sacaba la espada clavada. Chorreante.
__Pero, Capitán…
__No te justifiques. Solo quería saber…
__¿Saber qué?
__¡Que si habías encontrado otro amante
__Bueno…Otros…
__¡Aha!¡Has visto!!!¡Eres insaciable!!!__ rió el Capitán. Y mientras hacía eso se acariciaba su portentosa verga que no alcanzaba a caer.
__¡Pero tu eres…!!
__Uno mas…__ se apresuró a decir el Capitán Mollé. Yo quedé sin palabras. No sabía si lo heriría lo que fuese a decir.
__¡Pero no temas mi muchacho!!¡No exijo nada!¡No eres prisionero!¡Aquí eres libre!!__ me abrazó y rompió mis labios en un estruendoso y caliente beso. Su lengua ancha se metió en mi boca. Acaricié su pijota y la sentí blandiéndose como una vara enhiesta.
El hombre en tanto fue bajando por mi cuerpo y atrapo otra vez mi pija. La saboreó fuerte. Daba grandes chupadas que arrancaban suspiros en mi jugaba con mis bolas. Las masajeaba. Rozaba con sus dedos y las besaba. Las chupaba ruidosamente haciendo que me alzara cada vez mas. Dando un rodeo se coloco de tal forma que dejo su anchas caderas sobre mi. Volviéndose me dice
__¡¡Vamos, cómelo, cómelo, chúpame!!!__ mi lengua viboreó unos instantes para perderse entre su ancho canal. Llegué a su agujero. Metí mi lengua. El se sacudió sin dejar mi babosa pija. La saliva se hundía en su cola. Profundamente le comía el anillo. Se quejaba. Se retorcía. Su espalda se doblaba. Se contorsionaba. Su boca tragaba sin descanso. Pero suave. No desbocándose. Controlando que yo no fuera a acabar intempestivamente.
Su culo se abría feliz. Mi boca besaba el agujero. Volvía a chupar ruidosamente. Los gemidos del hombre se hacían cada vez más feroces. Mi lengua rodeaba el agujero. La saliva ya había logrado agrandar la entrada. Dando estocadas precisas. Volviendo a arremeter en la entrada. Con mis manos abría las nalgas. Las mordía de vez en cuando. Volvía a atacar aquel anillo deseoso.
El Capitán fue dejando de chupar mi pija. Se colocó en mi estomago y se fue corriendo.
Se colocó a horcajadas. La punta de mi estilete apoyó en su entrada. El fue haciendo presión. La verga fue resbalando hacia adentro. Me fue cabalgando suave. Despacio. Lento. Penetré totalmente a aquel poderoso hombre. Su cara se transfiguró de placer. Babeaba. Estiraba su cuello y se tiraba hacia atrás. Totalmente clavado. Lleno. Mis manos pellizcaban sus tetillas. El roncamente gemía. Pasaba su lengua por los propios labios. Sudaba. Sus gotas de sudor chorreaban por el pecho y la espalda. Se sacudía. Poseído por la verga que lo cogía.
__¡¡Ohh que bueno, sigue, cógeme, cógeme, eres un demonio chico, ahhh como me coges!!!__ el Capitán casi saltaba sobre mi cuerpo. Estaba entregado a aquel hombre. Su placer era el mío. Se detenía por momentos y alcanzaba mi boca para llenarme de besos. Su culo apretaba mi pija, que latía, que se hinchaba, dentro de el. Luego volvía a cabalgarme desaforado, para detenerse otra vez. Acariciar mi pecho. Apretarme las tetillas. Volver a besarme. Chupar mi lengua. Jadear. Mojarse aún más.
__¿Le gusta mi Capitán?
__¡¡¡Ohh sí, sí. Eres un amante delicioso, ohhhh, siento tu pija en mi culo y vibro!!!
__¡Quiero hacerlo feliz!!!
__¡¡Oh lo soy chiquillo, lo soy, ahhh, dame tu verga, dámela!!!__ la sed de aquel hombre era sin igual. Su vara se estaba despertando lentamente. Con mis manos la acariciaba. Cuando la sentí dura, la amasé mucho más. Al excitarse su esfínter apretaba más y más mi verga. El lo sentía. Se movía con mayor velocidad. Mis manos también masajeaban su tranca. La roca pétrea se fue endureciendo un poco más cada vez. Entre quejidos y bramidos fui largando leche en el túnel del Capitán.
__¡¡¡Ahhh es tan caliente, ahh, dame tu leche, dame tu leche!!!__ gemía el amante insaciable. Espero unos minutos a que me hubiese vaciado para correrse solo un poco y darme a mamar su garrote ya al máximo esplendor.
Lo tragué. Mis fauces se abrieron para meter lo que mas podía de aquella estaca impiadosa que enloquecía en mi poder. Mi lengua jugaba con aquella poderosa arma que se blandía sobre mi. La tomaba con mis manos. La masajeaba. Corría su piel. La venosa serpiente saltaba tan elástica y tan dura que era una riquísima comida para mi.
Con mi lengua la baboseaba. La frotaba. La recorría por completo. La leche que caía sobre mi cuerpo de la cola abierta del Capitán me calentaba mucho más.
Apresuré los movimientos de mis manos, los quejidos del hombre me anunciaban el final cercano. Se inflamaba cada vez más. Mi boca se aprestó a recibir la bendición. Sus chorros pegaron fuertemente en mi garganta. La vergota inflamada largaba líquido y líquido. Mi fuente se vio rebalsada y caía semen por la comisura de mis labios. Comí lo que más pude. Seguí limpiando aquel sable hasta dejarlo limpio de cualquier resto. El Capitán agradecido se relajo, acostándose a mi lado. Aún jadeaba. Buscaba aire.
Un rayo de luz se asomaba por el ojo de buey. Ya se escuchaban los primeros ruidos de la mañana.-
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