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Categoría: Fantasías

El Experimento 7: El renacer de Liliana.

Una vez fuera de casa con la mochila escolar bien encajada en la espalda y la actitud optimista de quien piensa que el mundo es un lugar maravilloso, eché a andar camino al instituto tarareando cancioncitas que ni siquiera conocía siempre guiado por la mente de Lily. Y tras una caminata de 40 minutos sorprendentemente amenos, traspasé caminando el límite de sus terrenos, entré al edificio y subí hasta el segundo piso donde estaba la clase de Lily, la cual tenía un cartelito con un 2-B escrito.



-Vaya, ¡Mira quién ha decidido presentarse por fin!- exclamó la profesora cuando entré por la puerta.



Todos "mis" compañeros de clase se me quedaron mirando, algunos con indiferencia, otros pocos con curiosidad... pero el mayor grupo pertenecía al de los cuchicheos, las risitas por lo bajo y a miradas que decían a gritos "¡Mirad! Ya llegó la palurda".



-¿Y bien? Ha llegado tarde una hora y media. ¿Alguna razón por este retraso, señorita Kunkel?- preguntó la profesora. Kunkel era el apellido de Lily, su nombre completo era Liliana Kunkel.



Yo bajé la cabeza con expresión arrepentida y me agarré un brazo por debajo de mis pechos.



-Es que...- la voz de niña arrepentida me salió sin esfuerzo alguno -El señor mayor que vive al lado de mi casa se torció un tobillo y tuve que ayudarle a caminar hasta el hospital. Su... su señora no podía por que es más mayor que él y... lo siento mucho, señorita Hanna- finalicé la frase levantando la cabeza y mirando a mi profesora con ojos de cordero degollado. El mayor reto fue ignorar las risitas de fondo provenientes del resto de la clase.



-Ya... ya veo- dijo la mujer dudando unos segundos. -Bien... como hasta ahora has tenido una asistencia perfecta, por esta vez pase... ¡Pero que no vuelva a ocurrir! Venga, ves a tu pupitre y proseguiremos las clases.



Y eso hice, acercándome cabizbaja mi pupitre situado en una posición nefasta casi en el centro exacto de la clase. Eché algunas miradas a mis compañeros de pasada, recurriendo a la mente de Lily para ubicar sus nombres y personalidad, hasta que esta se alarmó al visualizar a un corrillo de 3 chicas sentadas casi al fondo que me miraban con ojos de depredador.



Linda, delgada y de pelo rizado del mismo color que Lily; Maria, la más baja de las tres, de piel acaramelada y el cabello negro recogido en una cola de caballo; y Ruby, corpulenta, de pelo castaño oscuro y también rizado. Debía ir con cuidado con esas tres.



Pero sonreí para mis adentros. Ya tenía por donde empezar.



-Mírala, está sonriendo.- susurró una muchacha a mi izquierda.



-Qué presumida. Solo por que la profe la ha perdonado...- murmuró una detrás de mi.



-Se lo tiene muy creído- dijo la que había hablado primero.



-Dejadla, ¿No veis que es tontita?- dijo una a mi izquierda.



Borré la sonrisa y colgué la mochila a un lado del pupitre. Parecía que esas tres no eran más que un foco, era cierto que gran parte de la clase la tenía tomada con Lily.



-Es que toda la sangre se le va a las tetas y ya no queda para el cerebro- dijo entonces Ruby con una sonrisa de satisfacción plantada en su asquerosa cara, una sonrisa que se ensanchó cuando media clase le hizo coro con sus risitas y sentí como me ruborizaba.



La profesora golpeó entonces su escritorio con una enorme regla de madera.



-¡Silencio! Señorita Kunkel deje de perder el tiempo y siéntese de una vez. Y en cuanto a los demás: el primero que vuelva a reírse o cuchichear lo mando al despacho de la directora.



Dejé escapar un sonoro suspiro y me dejé caer en la silla. Por lo menos, las únicas que se burlaban de mí eran las chicas. Los chicos, en cambio, parecían ignorarme por completo.



La clase prosiguió durante media hora más, durante la cual y a pesar de la advertencia de la profesora, me lo hacían pasar mal cada vez que esta se daba la vuelta para escribir algo en la pizarra.



-Hey... ¡Hey!, Skunkel- era uno de los motes que le habían puesto a Lily, un "ingenioso" juego de palabras entre skunk(mofeta) y Kunkel.



-Seguro que en tu casa no compran leche, solo tienen que ordeñarte y la tienen gratis.



-Mmmmuuuuuuuuuuuuu



-Vaca, que eres una vaaaaca.



-No se como puede escribir en la libreta, yo no vería nada bajo esas tetas.



-¿Skunkel? No nos ignores Skunkel.



-Tu padre usa tus tetas de cojín.



-Teeeetas tetitas teeeeeetas, como camioneeeeetas.



-Skunkel la Meloncitos.



-Y también tiene el culo grande.



-Lo que le sobra de tetas y culo le falta de cerebro.



Y así continuaron durante 30 insufribles minutos durante los cuales mi respeto por Lily creció a pasos agigantados. ¿Como podía aguantar ese acoso cada día y seguir sonriendo como lo hacía?



Por fin, cuando estaba a un suspiro de perder la paciencia, sonó el timbre y toda la clase salió para el recreo. Yo salí la última retrasándome a propósito y, comprobando de pasada que no hubiese nadie en el pasillo, me dirigí directamente a uno de los baños presa de una necesidad acuciante de echarme agua fría en la cara. Pero en cuanto lo hice y me giré para agarrar una tohallita de papel, escuché unos fuertes pasos y contemplé pasmada como Ruby entraba por la puerta seguida de su amiga Maria para quedarse allí plantada con los brazos cruzados(la muy cerda lucía la misma sonrisita satisfecha que le había visto esrimir en clase). Por detrás de la parejita, la puerta se cerró "sola", lo que me hizo suponer que Linda se hallaba fuera montando guardia.



-¡Hola, Meloncitos!



Por un momento, empalidecí, con la sensación de estar sufriendo un deja vu. Recordé algún que otro retazo de mi antigua vida, cuando me ví envuelto más de una vez en situaciones parecidas con mis odiosos compañeros de clase.



-¿Se te ha comido la lengua el gato, Meloncitos?



Pero entonces me dí cuenta de que delante mío no tenía a Erik Holmes y a 4 de sus amigotes, sino a una niña de 13 años con sobrepeso y a su amiga, una escuchimizada que no llegaba al metro-cuarenta. Mi boca se ensanchó en una gran sonrisa sin que pudiera evitarlo.



-¿Por qué sonríe?- dijo María girando la cabeza como un perro.



-¿Por qué sonríes, estúpida?- Ruby me empujó en el hombro con desdén. -¿Es que te estás riendo de mí? ¿Es eso?



-Siempre se ríe de todas, además de estúpida, es presumida.



-Uuuuuuuhhh, la Meloncitos se cree muy especial.



-Estáis todas muy obsesionadas con mis tetas, ¿Verdad?- dije con tranquilidad. -No os preocupéis por eso, es natural tener envidia.



Por la expresión de sus caras, deduje que era la primera vez que Lily les hablaba en ese tono. Y cuando Ruby se repuso de la sorpresa, yo ya me estaba levantando los pechos con las manos, ofreciéndoselos con cara de petulante satisfacción.



-¡Mira, ya sé! Te dejo acariciarlas un poco. Pero eso sí, ponte guantes o algo, que no quiero que se me pegue tu olor a rata muerta. ¿Es que acaso nunca te duchas? ¿O es que cuando te duchas siempre se te olvida lavarte la mierda que te queda entre los michelines?



-¡¿Co... como?!



-Si, ese es el problema: ¡Que comes demasiado!- exclamé en su cara, interrumpiéndola de nuevo. -¡Estás gorda como un cachalote y eres tan fea que aprendiste a andar a los dos días por que nadie quería cojerte en brazos! ¡Si hasta dicen por ahí que te parió tu tía por que a tu madre le dabas asco!



Y tras esa retahílla de insultos retrocedí un paso y les sonreí a ambas con picardía. Ruby se había puesto roja como un tomate y resoplaba como un toro con los puños cerrados. De Maria deduje que no había nada que temer ya que lo único que hacía era quedarse detrás de Ruby desplazando la mirada de ella a mí de forma frenética. Era la típica niña satélite que seguía a la más fuerte.



-¡Estás muerta, Skunkel! Te voy a partir los dientes y a retorcerte las...



Y justo antes de agarrarme, mientras andaba hacia mí y adelantaba el pie izquierdo para dar el siguiente paso, le metí un puntapie enmedio de la espinilla de su pierna derecha lo que provocó que perdiera el equilibrio y cayera al suelo gritando de dolor.



Abrí mucho los ojos, sorprendida de lo bien que había salido y todavía más sorprendida de mi propia tranquilidad.



-¡¡AY!! ¡¡JODER!! ¡¡YO TE...!!



No le dio tiempo a terminar su amenaza, ya que justo cuando se levantaba para cargar contra mí, "la inocente" y "vulnerable" Lily, me ladeé levemente... Y entonces, con los pies bien plantados y una perfecta rotación de caderas transmitiendo la fuerza hacia el torso y de ahí a mi hombro derecho hasta abarcar toda la extensión de mi brazo, la recibí con una bofetada perfecta justo cuando su cabeza quedaba a la altura de mi barbilla. He de decir que salió un sonido delicioso.



Casi tan delicioso como el repentino silencio que se formó en el cuarto de baño, con Maria tapándose la boca como si hubiese visto una explosión nuclear en directo, Ruby con cara de tonta apoyada en los azulejos de la pared(otra vez en el suelo) y los pechos de Lily todavía rebotando el uno contra el otro por la inercia como un gran péndulo de Newton.



...Pero todo lo bueno tiene que acabar, y a los 3 segundos Maria ahogó una exclamación y Ruby se llevó las manos a la gran marca rojiza en forma de mano que le había dejado a un lado de la cara mientras empezaba a aullar como un animal.



-¡Puta! ¡Pu... PUTA! ¡¡ESTÁS MUERTA!! ¡Muerta muerta muerta muerta!- y siguió con el "muerta muerta" mientras se frotaba el moflete como si recitase un mantra contra el escozor.



Pero una vez más, Ruby demostró ser una niña realmente dura de mollera cuando hizo ademán de volverse a levantar con claras intenciones asesinas... así que decidí que apenas había empezado.



Sin darle tiempo a incorporarse, me adelanté y la agarré del cabello. Entonces me aproveché de su aturdimiento para tirar de ella hacia adelante obligándola a inclinarse mientras daba torpes manotazos al aire para seguidamente estamparle la rodilla en toda la nariz, de forma que Ruby se volvió a llevar las manos a la cara; y esta vez sí, llorando de verdad.



Me quedé un rato frente ella, pensativa, viéndola sollozar, y echando alguna que otra mirada de reojo a Maria la cual realmente no parecía dispuesta a mover un dedo para ayudar a su "amiga". La muy tontita ni siquiera se daba cuenta de que podía pedir ayuda a Linda, que seguía fuera montando guardia. Simplemente, me observaba con pinta de estar en shock.



Sacudí lentamente la cabeza, sin estar segura de qué debía hacer a continuación... pero tras unos instantes de duda, opté por improvisar.



Me arrodillé frente a Ruby y, sin mostrar compasión alguna, le aparté las manos y le agarré la nariz con todas mis fuerzas. La chica soltó un grito y trató de apartarme, pero yo hice ademán de retorcérsela y dije:



-No me toques o te retuerzo la nariz.



En realidad, la respuesta era muy sencilla: si quería asegurarme de que dejaran en paz a Lily tan sólo debía meterles tanto miedo en el cuerpo que ni siquiera se atreviesen a pensar en algo como la venganza.



La nariz de Ruby, milagrosamente, ni estaba rota ni sangraba. Pero eso sí, debía de dolerle una barbaridad.



Nos quedamos así, yo agarrando su nariz y mi "compañera" boqueando como un pez fuera del agua con los ojos llenos de terror. Su boca parecía tan grande... le metí rapidamente toda la mano salvo el pulgar y presioné hasta tocarle la campanilla al final del paladar. No se lo esperaba, y el terror en su mirada se convirtió en pánico. La única razón por la que no me mordió fue por que en esos momentos luchaba por respirar.



Y entonces vino una arcada... y otra... y retiré la mano justo en el momento en que el cuerpo de Ruby sufría una convulsión, se doblaba sobre sí misma y empezaba a vomitar el desayuno hasta que se formó un asqueroso charco entre sus brazos extendidos. El baño no tardó en llenarse de un olor a bilis y yo estallé en carcajadas, la risa más jodida que jamás hubiera salido de la garganta de Lily.



-Pero Ruby... ¿No te han enseñado que no hay que desperdiciar la comida?- me agaché de nuevo junto a ella -ven, deja que te ayude.



Hundí los dedos en su cabello por la parte de detrás de la cabeza y empujé hasta estamparle la cara directamente sobre el charco de vómito.



-Así, así... mucho mejor...-dije mientras usaba su cabeza para untar el suelo.



El propio tono de mi voz me indicó que era el momento de parar. Había sonado tan... despiadado... y la dulzura natural de la voz de Lily tan solo lo hacía todo más retorcido de lo que ya era. Dejé escapar una risita nerviosa y me volví hacia Maria, la cual trataba por todos los medios de acoplarse a la esquina de la pared mientras negaba rápidamente con la cabeza.



-No... no...



Joder, estaba realmente aterrorizada. Aunque no la culpaba. Había entrado al baño siguiendo a Ruby esperando hacer de tronista en otro show de Lilyhumillación y de repente se encontraba en el peor escenario imaginable.



Me restregué la mano por la falda, tratando de desprenderme de las babas de Ruby, y regalé a Maria una sonrisa radiante, más propia de la antigua Lily que de aquel monstruo que acababa de presenciar.



-¿Estás bien, Maria? ¿Vas a ponerte a llorar?



Y entonces la chiquilla tragó saliva y, aun sin parar de temblar, de alguna forma reunió el valor para decir:



-Se... se.... lo diré a... la profe... eso...



-Que se lo dirás a la profe?



Su mirada desafiante fue toda su respuesta. Pero cuando yo alargué la mano hacia ella, la muchacha soltó un gritito y se encogió todavía más. Sin embargo no la toqué, limitándome a apoyar la mano en la pared al lado de su cara.



-¿Le dirás a la profe que Lily le ha pegado a Ruby? ¿La inocente y bobalicona Lily, que siempre sonríe y trata de llevarse bien con todos a pesar de que es un poquito torpe?



Le volví a sonreír de la manera más infantilmente encantadora posible y solté una risita. A continuación y para su sorpresa, le acaricié la cabeza como a un perrito y la rodeé con mis brazos en un dulce abrazo de forma que su cara quedara entre mis pechos.



-Eres muy mona, ¿Sabes? Pero tú también eres bastante inocente.- Su sollozo quedó ahogado por el busto de Lily y ni siquiera hizo ademán de empujarme.



Al final me separé de ella con lentitud y le sostuve la cara con ambas manos. Maria me devolvió la mirada aturdida, con lagrimones recorriendo sus mejillas y pinta de no comprender ni una sola de mis acciones. Era realmente mona...



Acerqué mi boca a la suya y la muchacha abrió mucho los ojos en cuanto nuestros labios se fundieron en un beso... Se sentía bien... era suave y ligeramente húmedo... un beso entre chicas.



Al cabo de unos segundos, nos separamos y yo sonreí alegremente ante su cara de estupor, segura de que Maria estaba teniendo el día más raro de su vida.



Pero debía terminar lo empezado, y finalmente me volví hacia Ruby, la cual tenía pinta de que iba a necesitar terapia de un psicólogo. En cuanto me agaché a su lado ya se me había pasado todo el enfado.



-Hey tú, ballena. ¿Me escuchas?- como seguía sollozando encogida sobre sí misma sin responder a mi pregunta, le dí un pequeño empujón... al cual Ruby reaccionó como si le hubiera picado una taipán -Parece que sí. Veamos... tu y yo tenemos un largo historial, y quiero ponerle fin de una vez.



No estaba seguro/a de si había entendido lo que quería decir, así que decidí ser más específica. Acerqué mis labios a su oreja y, dejando que mi suave aliento le acariciase el lóbulo, le susurré:



-No vuelvas a meterte conmigo o con mis tetas o la próxima vez será mucho peor, te lo prometo.



Y así, sin más, me levanté y salí por la puerta. Y en el pasillo me topé con Linda, la cual seguía haciendo guardia.



-Yo de ti les echaría una mano, caracaballo- le dije de pasada.



Cuando el cerebro de Linda procesó mis palabras dándose cuenta de que la marginada de Liliana Kunkel la había insultado tras aparecer por la puerta del baño completamente ilesa cuando se suponía que tendría que estar llorando y éste procesó una respuesta acorde con la situación, yo ya me había alejado por los pasillos.



-¡¿Co... como me has llamado...?!- el eco de su voz me persiguió sin que me importase un carajo y sonreí de nuevo. En aquel cuerpo la sonrisa salía tan natural...



El recreo duró 10 minutos más tras los cuales volví a clase. Y allí me encontré de nuevo con el trío de abusonas... pero con una marcada diferencia entre los ánimos de antes con los de ahora: Ruby, con la cara y el cabello claramente mojados, parcía encogida como una pasa y no despegaba la mirada de su pupitre mientras que Maria evitaba por todos los medios cruzar la mirada conmigo. Y en cuanto a Linda, esta tenía pinta de no entender nada lo que estaba pasando. No dejaba de cuchichear y de lanzarme miraditas, pero no parecía obtener respuesta alguna de las demás. Así que al final pareció rendirse y se cruzó de brazos, enfurruñada.



Durante el resto de las clases me sorprendí disfrutando. Antes de adquirir mis poderes, yo habia sido un estudiante de 5to año mientras que Lily cursaba su 3er año. Así que a pesar de que llevaba varios meses sin tocar un libro de texto, el temario se me hacía realmente fácil y respondí correctamente a todas las preguntas de un examen oral que nos realizó un profesor al terminar la 4ª hora. El único contratiempo que encontré(si descartamos la gran distracción que era la delantera de Lily), surgió cuando trataba de tomar apuntes. Nuestras consciencias actuaban al unísono, pero Lily tenía una manera de coger el bolígrafo y una letra totalmente diferentes de la mía, y durante un buen rato ambos estuvimos envueltos en una especie de competición mental en la que a veces escribíamos a mi manera y otras a la suya convirtiendo la hoja de apuntes en una confusa amalgama de párrafos desiguales.



Pero al final cedí al estilo de Lily. Después de todo estaba usando su cuerpo, y sus dedos se habían acostumbrado durante años a una letra y un agarre concretos.



Pasaba el tiempo y de vez en cuando me acercaba a la consciencia de Lily. La muchacha estaba exultante, sorprendida por todo y disfrutando de cada momento sin un ápice de miedo o de los sentimientos negativos que había encontrado en ella al "despertar". Tarareé una cancioncita mientras solucionaba otra ecuación con una facilidad pasmosa. Quizá era por eso por lo que disfrutaba, por que la alegría de Lily se me contagiaba al estar ambos unidos en cuerpo y mente. Era una sensación placentera, como de estar haciendo algo bueno, aunque si me pusiera a analizar la situación en retrospectiva no resultaría nada difícil encontrarle un lado retorcido.



Incluso las chicas que me rodeaban y que antes habían insultado a Lily ahora callaban. En cuanto las tres del fondo habían "decidido" dejarla en paz, parecía que el efecto se había propagado y ahora la clase entera se había convertido en un remanso de paz.



Pero lo más interesante comenzó a la última hora, cuando tocaba clase en el gimnasio. Seguí a las chicas a los vestuarios y la profesora nos dió 10 minutos para cambiarnos.



-...mmmmmfufufu...- me hallaba vuelta frente a mi taquilla mientras me esforzaba por disimular mis miradas al resto de las compañeras de Lily(entre ellas no estaba Ruby, puesto que el profesor la había mandado a casa tras advertir su preocupante palidez).



Aún con todo lo vivido hasta entonces nunca antes me había visto rodeado de chicas cambiándose en un vestuario. Y aunque eran solo jóvenes de 12 y 13 años, la variedad me parecía sorprendente. Las había de altas y bajas... casi todas de piel pálida o rosadita. La mayoría de ellas era de constitución delgada y ví más de un culito que me dió que pensar. -"¡Oh! ¡Una llevaba unas bragas finas que se le hundían en la raja!"- me incliné para verle la cara -"Mierda, es Linda..."- A mi izquierda, un par de ellas ya se estaban quitando el sostén -"ji ji ji"- Y entonces me giré un momento y fingí que me ajustaba los cordones para verle el trasero a la que tenía delante. Pero enseguida volví a tomar nota del mar de tetas desnudas que crecía a mi alrededor: al menos la mitad estaban planas o tenían una mera copa-A, pero había unas cuantas con una bonita copa-B y dos que llegaban(o casi) a la C.



En mi boca se formó una mueca cuando trataba por todos los medios de contener una sonrisa de satisfacción(o de suficiencia, según como se mirase), totalmente consciente de estar poseyendo un cuerpo que las dejaba a todas a la altura del betún... Pero yo también debía cambiarme al igual que las demás, así que finalmente me puse en pie, crucé los brazos sobre la cintura y, como quien levanta el telón para el concierto principal tras una larga cola de teloneros, me quité la camiseta liberando las majestuosas copas-F de Lily, que botaron un par de veces aún contenidas por el sujetador



En ese momento pensé que tal vez fuese mi imaginación, pero habría jurado que la actividad a mi alrededor se ralentizó de forma significativa. Era como si las demás chicas de repente estuviesen más preocupadas por "no mirarme" las tetas que por cambiarse. Pero no todas sabían disimular, y visualicé más de una mirada de estupefacción o incluso alguna mordiéndose el labio inferior.



Realicé un esfuerzo sobrehumano por no estallar en carcajadas ahí mismo, consciente de la tensión que se respiraba en el ambiente. Pero a pesar de todo, decidí que no tenía ninguna prisa.



Me llevé las manos a la espalda para quitarme el sostén liberándome las tetas, que a pesar de su peso considerable se mantenían asombrosamente firmes, desafiando a la gravedad con ambos pezones rosados apuntando hacia arriba. -Escuché un bufido a mi izquierda y dos chicas murmurando mientras me lanzaban miradas de reojo, pero mantuve mi expresión neutra- A continuación agité mi camiseta con brusquedad para alisarla provocando "sin querer" que mis pechos desnudos se bambolearan con violencia para seguidamente levantar los brazos por encima de mi cabeza -sin notar, por supuesto, que al arquearme hacia atrás realzaba mi delantera de forma apabullante- y quitarme las gomas que sujetaban las dos coletas, liberando así mi cabello y permitiéndo que lo recogiera en una única cola de caballo por encima de la nuca.



Durante los minutos que tardé en cambiarme pensé en más de una ocasión que si mis compañeras de clase hubiesen sido francotiradores del ejército, habría visto las tetas de Lily repletas de objetivos infrarojos como en las películas de acción norteamericanas.



Finalmente me pasé la camiseta blanca de gimnasia por la cabeza y al bajarla ya estaba lista. Me iba algo grande, pero en contraposición con la suavidad elástica del sujetador deportivo y esos shorts rojo chillón que me dejaban las piernas libres, pensé que era el conjunto más cómodo que había vestido hasta entonces.



Poco después nos llamó la profesora y salimos para empezar la clase, que en mi caso resultó tremendamente educativa en muchos aspectos.



Ya desde el calentamiendo empecé a tener problemas, puesto que me pasé los 5 minutos de trote ligero alrededor de la pista luchando por encontrar una forma de correr con la cual los pechos de Lily dejasen de botar de forma tan exagerada. Era increíblemente... incómodo. Y no había manera de impedirlo sin correr abrazada a mí misma como si llevara una camisa de fuerza así que no tardé en desistir en mis pobres intentos por contener el rebote constante.



Y a pesar de todo, aún cuando me repetía a mí mismo una y otra vez que todo eso era una putada siempre con las tetas a dos pulgadas de golpearme la barbilla, la sonrisa se negaba a desprenderse de mi cara.



-bom, bom, bom, bom, bom...- repetía en mi cabeza al ritmo de los botes mientras sentía las miradas de compañeras y compañeros por igual, unas con envidia y los otros con algo muy diferente.



A continuación, formamos parejas para los estiramientos y a mí me tocó con una chica con gafas y una larga trenza morena llamada Suzie. Su risita nerviosa fue lo más parecido a una actitud amigable que había encontrado en aquella clase.



-Me gusta mucho tu trenza...- le susurré mientras le empujaba la espalda en uno de los ejercicios.



-¿De... verdad...?- dijo con voz vacilante.



-Si... es preciosa.



-Gra... gracias- me respondió con reticencia -...a mi... Ehm... son... muy suaves...



Me dí cuenta de que tenía los pechos algo más que rozando su espalda y me apresuré a apartarme, ruborizándome sin querer.



-¡Ah! Pe... ¡Lo siento!



-ji ji ji...- su tímida risita me llenó de una extraña calidez.



-je je je...



En cuanto la profesora dio por terminada la tanda de calentamientos, nos dividió a los 24 alumnos de la clase 2-B en 4 equipos de 6 y nos puso a jugar a balón prisionero. Cada equipo realizaría 6 partidos jugando dos veces con cada uno de los demás y en función de los resultados se decidiría el ganador del día. A mi me tocó con Suzie y Maria en el mismo equipo, mientras que el resto lo formaban dos chicas llamadas Janet y Dora y un chico bajito de nombre Enzo.



A simple vista nuestro equipo era el más descompensado por ser el que tenía menos chicos(tan solo uno, que parecía más niño que muchacho), además de que las miradas que me lanzaban Janet y Dora no desprendían precísamente compañerismo. Suzie por su parte me miró con una ceja levantada y Maria... Maria parecía extrañamente contenta.



Pero a pesar de la adversidad, descubrí que el balón prisionero se me daba realmente bien. El cuerpo de Lily tenía buenos reflejos, un agarre firme y una flexibilidad engañosa, además de que los chicos parecían evitar lanzarme el balón con demasiada fuerza y las chicas, o en su mayoría, dependían más de la suerte que de su puntería. El caso es que la mitad de sus lanzamientos los esquivaba sin esfuerzo y la otra mitad los pillaba al vuelo o conseguía atraparlos antes de tocar el suelo. Descubrí que me lo estaba pasando genial y se me escapó una risa aguda cuando eliminé a uno de mis adversarios dándole en la pierna. El rebote provocó que la pelota botara en el suelo y acabase volviendo a mis manos, así que me volví hacia Linda, la única de su equipo sin eliminar, e hice ademán de lanzárselo. Linda saltó hacia un lado temiendo el tiro, pero al acercarse a la fila de eliminados picó el anzuelo, y en lugar de apuntarle a ella, le pasé el balón a Maria, que estaba eliminada, y esta se lo estampó a Linda en el culo dando la victoria a nuestro equipo.



Linda le lanzó una mirada de enfado y se marchó de la pista, enfurruñada. Yo le guiñé un ojo a Maria y esta apartó la mirada con un leve rubor en sus mejillas.



-¡Siguiente!- dijo la voz autoritaria de la profesora.



Tras esa victoria continuamos jugando varios partidos durante los cuales me convertí en el centro indiscutible del equipo. Pero en la segunda ronda lo tuve mucho más difícil debido al desgaste(Lily no era una chica demasiado atlética y tenía una resistencia limitada) y por que los chicos de los otros equipos advirtieron el peligro que suponía y empezaron a tirar a matar. Aún así, ganamos 4 partidos de 6 y quedamos los primeros de la clase.



-¡Yay!- exclamé dando un saltito con el puño en alto.



-Hemos ganado- dijo Suzie con timidez.



-"¿Ya se ha terminado?"- pensé. Se me había hecho tan breve...



Me dí cuenta entonces de que me temblaban las piernas y tenía el cuerpo completamente empapado de sudor hasta el punto de que notaba la ropa totalmente pegada al cuerpo casi como una segunda piel. Además, notaba los hombros bastante agarrotados(cosa que no era de extrañar, teniendo en cuenta el peso que cargaban). Pero a pesar de todo estaba satisfecha. No recordaba haberme divertido tanto haciendo algo "normal" desde hacía años así que dejé escapar una alegre risotada y decidí celebrar nuestra victoria realizando un choque de caderas con Suzie que luego repetí con Maria, la cual parecía extrañamente ansiosa por llevarse bien conmigo.



-Enhorabuena a los ganadores de hoy- dijo la profesora en cuanto tuvo a toda la clase reunida frente a ella.



A continuación, ordenó a los perdedores hacer 25 flexiones mientras marcaba el ritmo con un pito que llevaba colgado al cuello. Yo esperé pacientemente, ya pensando en la ducha que me iba a dar. Incluso me tapé el pecho con el antebrazo permitiéndome una pizca de pudor(me había dado cuenta de que el sostén deportivo de color azul marino se me marcaba a través de la camiseta humedecida).



-¡Eso es todo por hoy, muchachos! Podéis marchar a los vestuarios.- dijo la profesora -...Excepto Enzo y Lily. Hoy es viernes 21, así que os toca recoger.- añadió tras una pausa.



Abrí mucho la boca, sin creerme lo que acababa de escuchar.



-¡Pero si hemos ganado!- exclamé indignada. Y mi tono fue correspondido por un coro de risitas.



La profesora se abanicó con su lista de alumnos y me respondió sin perder el tono autoritario.



-Son turnos rotativos y hoy os toca a vosotros dos, así que ¡Venga! Cuanto antes terminéis antes podréis ir a las duchas.



Y mientras los demás se marchaban a los vestuarios hice un mohín que debió de resultar de lo más adorable en la cara de Lily, puesto que Enzo se me quedó mirando con los ojos como platos. Sin embargo me sentía ligeramente irritada y no dije nada mientras me giraba hasta encarar el montón de material que seguía repartido por todo el gimnasio.



-en fin... allá vamos...- mascullé entre dientes.



Ambos nos dedicamos a la tarea con presteza pero evitando ser demasiado descuidados, conscientes de que la profesora nos iba vigilando mientras rellenaba unos papeles. Sin embargo en algún momento empecé a silbar y no tardé en recuperar mi buen humor. Incluso me permití una pequeña pausa cuando agarré dos de las pelotas que había desperdigadas y me dediqué a observarlas fíjamente.



-¡Enzo!- le llamé cuando pasó a mi lado con un carrito repleto de balones.



-¿Qué?



-¿Cuales dirías que son más grandes?



Me giré mirando hacia él tras juntar ambas pelotas a la altura del ombligo, justo debajo de mis pechos.



-¿...Eh?



-Es que sin un espejo es complicado y he pensado que tú lo verías mejor. ¡Venga! ¿Cuales son las más grandes?



-¿Ver mejor... las más...?- Y entonces se dio cuenta de lo que quería decir y, en un tiempo récord se puso rojo hasta las orejas. -¡¿Eeeeeeeeehhhhh?!



-Vamos...(pfú)... contesta.- le insistí tratando de contener la risa.



-Vea... eh... yo.... ah, hum...Ve... veamos...- me eché a reír ante su comportamiento atolondrado y una parte de mi mente pensó que aquel chico era realmente mono. Tal vez Lily sentía debilidad por aquellos de aspecto aniñado, como Enzo... o Maria.



-¡Hey, vosotros dos!- exclamó la profesora. Yo la miré y Enzo aprovechó el momento para escabullirse. -He de atender un par de asuntos y tardaré un buen rato. Eso sí, como al volver encuentre un solo cono fuera de su sitio os tocará recoger a vosotros durante lo que queda de trimestre, ¡¿Queda claro?! ¡Que tengáis un buen fin de semana!



-...bleeeeehhhhhhh...- Le saqué la lengua en cuanto salió por la puerta.



Y como la niña que era, me puse a jugar con las dos pelotas en mi poder tratando de hacer malabares con ellas mientras Enzo recogía el poco material que quedaba sin pedirme ayuda.



A los cinco minutos, se acercó a mí por fin y agarró una de las dos pelotas que yo había dejado tirada mientras hacía toques de fútbol con la otra.



-Li... Lily... solo queda esa pelota por recoger...- dijo con timidez, señalando MI pelota.



-¡Wo-hooooo!- exclamé haciendo equilibrios con ella sobre la cabeza, ignorando a Enzo de forma descarada.



-Lily, dámela. Quiero... quiero irme a casa de una vez.



-¿Ohooooo...? Pues tendrás que quitármela.- respondí con mi mejor voz de niña tocapelotas.



-¡Lily por favor!- trató de cogerla pero la puse fuera de su alcance.



-¿Cual... esta pelota? ¿La quieres? Pues venga, tómala... Venga... vamos... ¿Es que no la quieres?- le fui provocando moviendo la pelota a todos lados y riéndome de sus torpes intentos por agarrarla. No le ayudaba el hecho de ser más bajo que yo.



-¡¡Lily, maldita se... para ya!! ¡Dámela de una...!



De repente, cansado ya de mis juegos, se echó hacia adelante tratando de ser más rápido que yo en cuanto le alargué el balón, pero de nuevo falló cuando lo puse fuera de su alcance y con la inercia sus manos terminaron cerrándose sobre algo mucho más blandito.



-¡Yahn!- gemí en cuanto sentí la presión sobre mis pechos. Por un momento me quedé en shock, pero no por que Enzo me hubiera pillado completamente por sorpresa sino más bien sorprendido de que un sonido así hubiese salido de mi boca.



-¡¡Uaaaaaaaaaaahhhhhhh!! ¡¡Lo... lo siento!!- gritó el chico trastablillando hacia atrás con su cara más roja que nunca.



Parecía tan alarmado que no pude evitar chincharle un poco más. Así que me abracé las tetas con ambos brazos y lo observé de lado mientras fruncía el ceño e hinchaba los mofletes.



-¡¡Pe... perdona!! ¡Ha sido un accidente! ¡¡Lo juro!! ¡Yo no quería...!- trató de explicarse.



-¿No querías... qué?- le respondí con frialdad fingida.



-¡No... no quería tocarte... tocar...!



-¿Tocar qué?



-Tocar tus...



-No te sigo... ¿Qué es lo que no querías tocarme?



-Tus... ¡Tus tetas! ¡No quería tocarlas, de verdad!



Entonces abrí mucho los ojos y me esforcé por que me temblaran los labios.



-¿Por... por qué no?- le pregunté con voz vacilante -¡¿Es que acaso te parecen feas?!



Enzo ya totalmente convencido de haberse metigo en un vergel, empezó a hacer gestos desesperados con las manos mientras negaba con la cabeza. Tomarle el pelo estaba resultando asombrosamente fácil ¡Me encantaba!



-¡¡NO, NO, no son feas, de verdad!! ¡No es eso lo que...!



-¡Eres como todos los demás que se burlan de mis pechos! ¡¡No me mires, soy horrible!!- Me volví de espaldas hacia él tapándome la boca mientras mi cuerpo sufría convulsiones al tratar en vano de contener las carcajadas. Pero el pobre Enzo debió de interpretar esos espasmos como sollozos lo cual lo alarmó todavía más.



-¡¡No... No es verdad!! ¡Son muy bonitas! ¡¡So, SON INCREÍBLES!! ¡¡Las mejores del instituto!!- dijo atropelladamente tratando de calmar a la que, a sus ojos, era una Lily a un paso de ponerse histérica.



Ya está, lo había dicho. En aquel momento me volví hacia él fingiendo sorberme los mocos. Conseguí que incluso que se me vieran los ojos llorosos.



-¿De... de verdad te parecen... bonitas?



-¡Si, sí, de verdad!- exclamó Enzo tras un visible suspiro de alivio -¡Son preciosas!



-¿O... o sea que... te gustan?



Ante esa pregunta, el chico bajó la cabeza y miró al suelo con los ojos muy abiertos... y asintió de forma casi imperceptible.



Yo cambié el peso de una pierna a la otra, cerré los brazos bajo los pechos haciendo que estos sobresalieran y me los miré apretando los labios. A continuación observé a Enzo con expresión calculadora provocando que el chico tragase saliva, tieso como una tabla. Pero de repente cambié mi cara hasta componer una sonrisa de felicidad y me acerqué a él dando un par de saltitos.



-¡Muchas gracias!- me incliné hasta que mis pechos tocaron su brazo izquierdo y le planté un beso en la mejilla.



Juzgando su expresión, si Enzo fuera un dibujo animado en aquellos momentos estaría echando humo por las orejas.



-Me voy a las duchas- dije a continuación -¡No te olvides de recoger la pelota!



Y me alejé sin más, dejándolo con un palmo de narices. -"¡Chicas!"- debía de estar pensando, y no le culpaba.



Tras llegar a los vestuarios femeninos y desvestirme en un tiempo récord; mientras disfrutaba de mi tan necesitada ducha con la cara vuelta hacia el chorro de agua templada; un pensamiento que sabía que no me pertenecía no dejaba de rondarme la cabeza una y otra vez.



"Ha dicho que mis pechos son preciosos..."



-ju ju ju...



...



-"¡¿Pero qué demonios le pasa?!"



Enzo no dejaba de repetirse lo mismo una y otra vez mientras alcanzaba el pote de champú. No lo entendía, realmente no lo entendía. ¿Qué había cambiado? ¿Cuándo se había vuelto Lily, la tontita de la clase, la inocentona de los mofletes sonrientes... cuando se había vuelto tan irritante, tan... femenina?



Estaba tan perdido en sus pensamientos que giró de golpe la manilla de la derecha, lo que provocó que un súbito chorro de agua helada cayese directamente sobre su cabeza.



-¡¡UUUAAAAAAAAHHHHHH!!- Se apartó de un salto y alargó la mano para compensarlo hasta que salió agua caliente.



Enzo jamás se había sentido tan confundido en toda su vida. Deseaba gritarle, empujarla al suelo, tirarle un balón con todas sus fuerzas por hacerle sentir así... Pero... por otra parte, todavía notaba aquel cosquilleo en la mejilla después de que sus labios entraran en contacto con su piel... y esa sensación en la palma de las manos... -el chico se observó las palmas y flexionó lentamente los dedos- ...tan blanditas...



-"¡¡NO!! ¡No, no, no, no, no!"- Se echó un pegote de champú y empezó a restregarse la cabeza con una brusquedad excesiva, como si pudiera deshacerse de sus sucios pensamientos escarbando en el cuero cabelludo. -"¡Es un bicho raro, solo hay que verla! ¡Y a los bichos raros hay que ignorarlos, lo sabe todo el mundo!"



Decidió que lo mejor era seguir la corriente al resto de la clase. Después de todo, había sido una completa casualidad que terminasen ambos a solas dentro del gimnasio, era algo que no volvería a ocurrir y debía tratar por todos los medios de dejar de pensar en ello.



¡Pero esa maldita cría se negaba a abandonar sus mente! ¡Era frustrante!



-"¿Te gusta burlarte de mi, eh?"- pensó, recordando su sonrisita de suficiencia -"Pues como nos volvamos a encontrar a la salida más te vale pedirme perdón por que... por que... ¡Te pienso tirar la mochila en la cara! ¡Sí, eso haré! ¡A ver quién se ríe entonces, Tetas de vaca!"



Imaginarse esa situación le hizo sentir un poco mejor, pero...



-¡Aaaaaaghhh! ¡Jodeeeeeer!- volvió a restregarse el cuero cabelludo con energía renovada. Despotricar mentalmente contra Lily Kunkel no iba a conseguir que el pene dejara de dolerle. Estaba claro que su erección no bajaría hasta que esa niñata desapareciera de su cabeza.



Pero cuanto más se esforzaba en NO pensar en ella, su cerebro peor se lo ponía, llenando su mente con aquel cuerpo de curvas voluptuosas... ¡¿Cómo podía una chica de su edad poseer un cuerpo como ese?! No podía ser correcto, había algo erróneo en todo aquello. Con ese trasero de caderas anchas y muslos vigorosos sin una pizca de grasa sobrante... tenía unas nalgas lo bastante grandes y redondeadas como para convertirse en el centro de todas las miradas pero no tan exageradas como para entorpecer sus movimientos, los cuales dejaban entrever una elegancia natural... que a pesar de su aire de inseguridad y torpeza, la hacía destacar todavía más entre todas sus compañeras.



Y esos pechos... esos pechos eran la razón principal por la que todos los chicos, Enzo entre ellos, se sintieran tan intimidados por ella. Todos ellos eran adolescentes en plena pubertad que habían sido testigos del Fenómeno Lily casi desde sus inicios; y cada vez que(como treceañeros que eran) hablaban de chicas, Lily aparecía por obligación en sus conversaciones. Para ellos, la muchacha se había convertido en un objeto fascinante e intimidatorio a partes iguales. Tan cercana pero a la vez tan fuera de su alcance.



Eso le hizo recordar a Enzo la semana aquella en la que Philip trajo a clase una revista porno y empezó a mostrar un montón de actrices con los pechos tanto o más grandes que Lily hasta que Martin dijo que esas tetas estaban todas operadas y, a consecuencia de ello, varios de ellos trataron a lo largo de los días de tocarle los pechos a Lily para comprobar si eran reales o no, convirtiendo aquello en una especie de juego para martirio de su compañera.



Pero Enzo de alguna forma sabía que eran completamente reales. ¡Él las había tocado! Y no rozándolas con un dedo para luego echar a correr riendo como un idiota(como hicieron sus compañeros), sino... con la mano bien llena y...



-...he he he...- el chorro de la ducha no impidió que su risita involuntaria hiciera eco a través de los vestuarios debidamente vacíos... pero si le impidió escuchar los pasos de unos pies descalzos al otro lado de la portezuela separadora.



-¿De qué te ríes?- preguntó una voz musical tras el plástico semi-transparente.



El cerebro de Enzo tardó dos segundos en reconocer el origen y el emplazamiento de esa voz.



-¡UAGH! ¡¿Li... Li... LILY?!



-¡Si, soy yo!



Y como era de esperar, el chico reaccionó a la situación con un pánico absoluto cubriéndose la entrepierna con ambas manos al mismo tiempo que se echaba hacia atrás y se golpeaba la cabeza contra el sifón de la ducha, todo para terminar cayendo despatarrado en el suelo húmedo llevándose una mano del pene a la cabeza.



-¡¡AGHHHHHHHHH!!



-¡Enzo! ¡¿Estás bien?!



-¡¡CA... CALLA!!



¡No estaba bien! ¡Estaba enfadado!



-¡Es el vestidor de chicos! ¡¿Qué... (¡Auuuuu!) Qué haces aquí?! ¡¡FUERA!!



-¡No puedo! Es que... no encuentro mi tohalla y... y ¡He tenido que venir aquí toda mojada! Por que he pensado que... emmm ¿Me podrías prestar tu tohalla un momentito?



Enzo abrió la boca para contestar, pero al darse cuenta de lo que Lily quería decir, el aire se bloqueó en su garganta. "Sin tohalla, toda mojada..."



-Des... nuda...



-¿Como dices?



Ahora que el chico se fijaba mejor, a través de la portezuela semi-transparente la figura borrosa de Lily no se veía con los colores de alguien que llevase ropa encima... a no ser que fuese todo ropa de color carne...



-¡¡¿¿ESTÁS DESNUDA??!!- exclamó Enzo soltando un gallo, incapaz de ya de modular la voz.



-he he... lo siento... Es que no puedo ponerme ropa estando tan mojada. ¿Me prestas la tohalla, por favor?



-Eeeehhh... "¡Está desnuda, DESNUDA! Y... al otro lado de la puerta... ¡Lily desnuda! ...¡¡Demasiado cerca!! ¡Oh dios oh dios ohdiosodios!"



-¿...Enzo? ¿...Estás ahí?



Al no obtener respuesta, Lily pasó una mano por encima de la portezuela e hizo ademán de asomarse.



-¡¡UAAAAAAAAHHHH!! ¡No mires!



-¿Pero puedo usar la tohalla o no? Si cojo frío será por tu culpa.



-¡¡Si, si, cógela de una vez pero no mires!!



-¡Gracias!- respondió Lily alegremente y Enzo observó cómo su tohalla colgada desaparecía al otro lado de la portezuela.



El chico dejó escapar un suspiro de alivio, sintiéndose temporalmente a salvo. Pero cuando escuchó el roce de la tela sobre la piel tersa y la dulce voz de su compañera tarareando una cancioncita, supo que todavía debía enfrentarse al hecho de que tenía a Lily(¡A Lily!) desnuda y mojada a escasos dos metros de distancia. Y Enzo le había entregado su tohalla en lugar de mandarla a paseo.



-"¡Estúpido estúpido!"- se reprendió a sí mismo y corrió a esconder la cabeza bajo el chorro de la ducha creando una muralla de agua y ruido entre él y todo lo demás.



Se aclaró el pelo sin prisa alguna, con los pensamientos a mil por hora. Trataba de ganar tiempo hasta que Lily terminara de usar su tohalla y se marchase de una vez. Pero cuando terminó y cerró el grifo, se encontró con su cara de ojos grandes y curiosos observándole por encima de la portezuela.



-¡Por fin terminas! ¡Ya estaba cansada de esperar!



-¡¡¡AAAAAAAAAAHHHHH!!! ¡¡¿¿PERO QUÉ HACES??!! ¡¡FUERA!!



-ji ji ji... perdón.



Su cabeza se retiró pero el daño ya estaba hecho. ¡¡Le había visto por completo!! ¡¡Incluso su pene erecto!! ¡Enzo estaba segurísimo de ello! Se quería morir, esconderse en un agujero y no salir jamás. Incluso... incluso se había reído. ¡Le había visto desnudo y se había reído!



-"¡¡TONTA, ESTÚPIDA ENTROMETIDA!! ¡¡SI SE ASOMA OTRA VEZ LE PEGO UN PUÑETAZO!! ¡¡MALDITA TONTA FEA Y... Y TONTA!!"



La respiración del chico se hizo cada vez más agitada hasta que la frustración e inseguridad provocaron que su siguiente exalación surgiera en forma de sollozo.



¡¿Pero qué le pasaba?! ¡¿De verdad se iba a poner a llorar como un bebé por tan poca cosa?!



Enzo trató de contener las lágrimas ensumando por la nariz, pero entonces le llegó de nuevo la voz de Lily.



-¿Enzo...? ¿Va todo bien?



-¡Ca... calla!- contestó el chico con una voz temblorosa que había bajado 3 octavas -¡Eres muy...(snrrp) tonta... muy tonta!



-¿Estás...? Enzo, ¿Estás llorando?



¡Ahí estaba! Como la niñata entrometida que era no podía evitar señalar que él, en efecto, estaba llorando. Enzo, un chico que siempre había sido tímido e inseguro por naturaleza, se había puesto a llorar por que una chica le había visto el pene. Se sentía patético e infantil, y la única manera que se le ocurrió de salvar el poco orgullo que le quedaba era recurrir a la ira.



-¡¡SI, ESTOY LLORANDO!! ¡¿PASA ALGO?!- Le gritó el chico a la silueta detrás de la portezuela -¡¡¿¿ACASO VAS A BURLARTE??!! ¡¡VETE Y DÉJAME EN PAZ!!



El chico habría esperado una contestación enfadada por parte de Lily, o que le pidiera perdón o que se marchase sin más por la puerta. Pero aquellos 10 segundos de silencio absoluto durante los cuales sintió la mirada de la chica a través del plástico semi-transparente le desarmaron por completo.



-¡Voy a abrir!- dijo finalmente Lily con voz decidida.



Y sin darle tiempo a contestar, la portezuela se abrió de golpe, dando paso a una visión que dejó a Enzo anonadado: Lily lo observaba con expresión tranquila, a años luz de las muecas infantiles que solía emplear. Su cabello, normalmente recogido en dos graciosas coletas de cerdito, le caía suelto por la espalda y hombros en suaves y húmedos mechones de color castaño claro dándole un aire de solemnidad femenina. Su tohalla, la tohalla de Enzo, le cubría toda la zona del torso hasta la mitad de las piernas, sostenida a la altura del escote y asegurada con un dobladillo sobre el pecho izquierdo. Pero debido al amplio busto de la joven, en lugar de pegarse al vientre la prenda se curvaba hacia delante por encima de sus tetas hasta caer como una cortina sin dar la sensación de que hubiera nada debajo, salvo que uno mirara hacia los lados donde se distinguía parte de la curva de sus caderas.



Aquella no podía ser la misma niña tonta que había compartido su clase durante años, la Lily que Enzo conocía no se parecía en nada a la diosa que tenía delante. A su lado, se sentía insignificante. Lo único que podía hacer era encogerse apretándose las manos contra la ingle mientras trataba desesperadamente de contener los sollozos.



...



Ver a Enzo en ese estado me provocó un profundo sentimiento de culpabilidad. No había planeado hacerle sentir así, ni mucho menos, pero por lo que tenía comprobado el estado de ánimo de los jóvenes a esa edad era bastante impredecible.



-"Tampoco es que yo sea mucho mayor que él, en realidad"- pensé acertadamente.



Con un suspiro, dejé que la candidez natural de Lily fluyera hacia mí, y le ofrecí al pobre Enzo mi sonrisa más dulce.



-Lo siento... creo... que me he pasado un poquito... ven.



Y al ver que daba un paso al interior del cubículo, Enzo trató de decir algo.



-¡E... espe...humpf!- pero enmudeció cuando lo abracé apretando su cara directamente sobre mis pechos. Era un poco más alto que Maria, pero seguía siendo más bajo que Lily.



...



¡Los pechos de Lily! ¡Tenía la cara hundida entre los pechos de Lily! La tohalla le cubría la mitad del escote y Enzo tenía la nariz insertada directamente encima, en la oscura hendidura que separaba los dos montes pálidos. ¡Aquello no podía estar pasando! Pero... la sensación era tan real, tan... suave... ligeramente correoso por la humedad... y olía tan bien...



-"tetas..."- Dejó escapar un gemido involuntario ahogado por el busto de Lily. El pánico que sentía antes se había esfumado casi por completo. Y al cabo de unos segundos, sus brazos se relajaron y dejó de temblar.



Justo entonces notó como la mano de la chica empezaba a acariciarle la cabeza de forma maternal, provocando que Enzo casi se derritiera allí mismo. Quería hundirse entre sus pechos y pasar el resto de sus días entre aquellas dos masas de carne blandita. No le importaba que hiciera calor o que le costase respirar, si se moría ahí mismo moriría feliz.



Enzo nunca supo cuanto duró aquel momento, perdido como estaba en el mar de sensaciones. Pero cuando Lily por fin decidió separarlo suavemente, se sintió extrañamente aturdido. La clase de aturdimiento que tiene uno al despertar de un sueño placentero sin posibilidad de volver atrás.



-¿Ya estás mejor?- preguntó Lily llenando el cubículo con su dulce voz.



Enzo papadeó un par de veces y la miró directamente a los grandes ojos castaños. Ella le sonreía, sin rastro de burla en la mirada. Parecía sencillamente feliz por verle recuperado.



Era preciosa... lo más bonito que había visto en toda su vida... era...



Era la causa por la que su pene se encontrara a punto de reventar.



El chico desvió la mirada y trató de nuevo de ocultar la erección entre sus manos. Una vez liberado de aquella especie de trance volvía a sentirse aprensivo y terriblemente avergonzado.



-"¿Pero qué estoy haciendo...?"- pensó, con el corazón latiéndole a mil por hora.



-¿Sabes...? Quería darte las gracias- empezó Lily con voz vacilante, interrumpiendo sus pensamientos.



-¿...las... gracias?- consiguió decir Enzo con voz ronca.



-Hm Hm- Respondió su compañera con un asentimiento. Sus mejillas se habían teñido con un leve rubor, haciéndola aún más adorable si cabía.



Entonces se pasó las manos sobre las tetas acariciándoselas suavemente por la parte de encima.



-Es que... desde que me empezaron a crecer así, me he sentido muy acomplejada por mi busto. Me molesta, se mete enmedio de todo lo que hago y... los demás me miran mal y se burlan.



El chico trataba de mirarla a los ojos, pero su mirada no dejaba de desviarse hacia abajo constantemente. Aunque Lily no parecía reparar en ello... o no le importaba.



-Pero tú has sido la primera persona que dice que son bonitas- dijo apartándose un mechón de la frente mientras observaba a Enzo con una intensidad con la que ninguna chica le había mirado jamás -Así que... quería agradecértelo.



Y con un elegante movimiento, deshizo el dobladillo de la tohalla y la dejó caer al suelo revelando su cuerpo desnudo como el día en que nació.



...



-"Vaya... ¿O sea que esta es la cara que pone un adolescente al ver un par de tetas por primera vez?"



Decir que el chico se había quedado pasmado era quedarse corto. Su boca abierta con la mandíbula caída y los ojos casi saliéndose de las órbitas como si fuera una caricatura indicaban un grado de fascinación casi anormal. Pero a pesar de su expresión estúpida... era tan mono... Casi podía sentir sus pupilas tratando de atravesar mis pezones, con una ansiedad creciente que provocó que se me erizara la piel además de sentir un familiar cosquilleo en el vientre.



-hu hu hu... Parece que no mentías. Es verdad que te gustan...- sin pretenderlo, mi voz volvió a adquirir un tono vanidoso.



Me pasé el antebrazo por debajo de las tetas y las apreté ligeramente al tiempo que las hacía ondularse hacia arriba como dos globos de agua. Mientras que con la otra mano le acariciaba el brazo al chico, bajando suavemente hasta su propia mano.



-Por ser tú... te dejaré tocarlas...



Entonces cogí su muñeca y me llevé su mano abierta hasta que se cerró sobre mi pecho izquierdo.



-¡...ah! ¡...eeeah!- gimió Enzo por lo bajo al notar el suave contacto. Por un momento había empezado a boquear como un pez fuera del agua, pero en cuanto empezó a mover la mano, a palpar con más seguridad, su cara volvió a adquirir la expresión estúpida de antes.



-he he heeee... "Me pregunto que estará pensando en este momento"



...



Era como el algodon de azúcar, como rodar sobre grandes campos de césped ondulantes bajo el cielo azul. Era como tocar una nube, como el roce de la seda más fina todo ello concentrado en la palma de la mano: la suavidad absoluta. ¡¿Cómo podía algo ser tan blandito pero firme a la vez?! ¡¿Como podía mantenerse ergido ante sus ojos pero ceder de esa forma entre sus dedos hasta el punto en el que casi desaparecían entre toda aquella carne caliente y pálida?! ¡Era maravilloso! Podía incluso notar los leves latidos del corazón de Lily a través de sus pechos.



Pero entonces la chica se meció el otro seno y le ordenó con voz seductora pero firme:



-¡Chúpalo!



Y casi sin pensarlo, Enzo ya se había metido el gran pezón de Lily en la boca, el cual empezó a sorber como un biberón. Su ansia, normalmente escondida bajo capas y capas de timidez e inseguridad, por fin comenzaba a desatarse.



-¡...hummmm! ¡Eh...! Aaahhh...



-schlup... pffrrrrp... mpfhah...shlllck...



El chico pegaba su boca presionando con todo su peso contra el torso de Lily, succionando con sus labios de los cuales manaba un reguero de saliva que ya empezaba a gotear. Tenía la boca tan abierta que le empezaba a doler la mandíbula mientras que, dentro de su paladar, se dedicaba a maltratar el pezón rosado con su lengua vigorosa.



No podía decir que supiese a algo. Era tan solo piel y carne... pero de alguna manera, estaba convencido de que jamás había probado nada tan delicioso. Quizá era por que se sentía vivo... por que cada vez que succionaba y chupeteaba sentía la reacción de Lily a través de su contacto: y a ella le gustaba, disfrutaba de lo que él le hacía y lo demostraba agitándose, gimiendo, mordiéndose el dedo meñique... exultante... y preciosa... Enzo deseaba complacerla, su propio cuerpo se lo pedía. Así que decidió dar un paso adelante usando los dientes para morderle ligeramente el pezón, acción que provocó en ella un gemido mucho mayor que los anteriores que hizo que incluso el cuerpo del chico temblara de la excitación.



Fue justo entonces cuando sintió las manos de Lily cerrarse sobre su pene que ya estaba al límite. La muchacha havía visto una obertura y le atacó en su punto más débil, consiguiendo que Enzo se corriera ahí mismo.



-¡MmmpfuAH! ¡¡AAH!! ¡¡NNNNGHAAAAAAAAAAHHHH!!



Todo el cosquilleo que notaba en el bajo vientre desde que entró en los vestuarios explotó extendiéndose por todo su cuerpo como una oleada de pulsaciones eléctricas que le hicieron temblar de pies a cabeza. No duró mucho y, por un momento justo al final, casi perdió la sensibilidad de su polla.



Pero en un instante todo se le vino encima: una repentina debilidad en todo el cuerpo, la sensación de aturdimiento casi total y, con gran parte de la excitación previa perdida, advirtió que se había corrido sobre la mano de Lily.



-"...no... ¡Oh, no...! ¡¿Qué he hecho?!"- pensó, alarmado. Había sido todo tan precipitado...



La chica levantó la mano y se observó con curiosidad la palma completamente pringada de espesa leche blanca, la cual se le metía entre los dedos formando varios hilillos pegajosos cada vez que los extendía.



-Perdona... ¡Perdóname Lily por favor! Yo no quería...- Otra vez, volvía a notar aquella aprensión, volvía a notar el nudo en el estómago fruto del miedo y la vergüenza...



Pero entonces Lily le sonrió con dulzura y se empezó a lamer el semen de la mano dejando a Enzo sin palabras.



Su lengua recorría golosa palma y dedos por igual, dedicándose a retener toda la leche en su boca. Parecía ausente e increíblemente concentrada en su tarea dando a entender que disfrutaba enormemente con ello, provocando que toda la vergüenza que

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