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Categoría: Confesiones

El examen

Luego de graduarme de la escuela trabajé en un restaurante muy famoso en mi ciudad y luego me fui a un hotel a la orilla del mar en donde pude preparar muchos platillos. Mi gran sueño fue dar clases y en una universidad privada me contrataron y llevo así mucho tiempo.



He cumplido muchos sueños en mi vida y no todo se refiere a lo erótico, sino que también he podido viajar a Estados Unidos, Argentina y Cuba participar en eventos, esos viajes han sido premios que he recibido. Como comentario adicional quiero decirles que fue en Cuba en donde un hombre, un simple vendedor de puros me cogió con el pito más grande que ha invadido mi vagina. En otros lugares tuve hombres excepcionales que sin importar el tamaño de su miembro me hicieron pasar grandes momentos de placer.



Con mis alumnos he sido una mujer muy exigente. Me gusta que estudien y que hagan las cosas al pie de la letra. Debo reconocer que hubo uno que otro maestro que fue muy duro conmigo -en todos los sentidos- y eso me sirvió mucho. Yo aplico esa filosofía y me ha dado resultado.



En alguna ocasión les puse a mis alumnos un examen muy difícil. Era quizá el grupo más relajiento que haya tenido. De manera privada, hablé con los alumnos más problemáticos, uno a uno, les ofrecí un premio especial si lograban pasar el examen por lo menos con una puntuación de 7.



Intrigados, cada uno me preguntó que cuál sería ese premio. ¡Ya lo verán, ya lo verán! les comenté y aunque se quedaron con la duda, me di cuenta que sí estaban entusiasmados con la idea de pasar de semestre. Además, esa sería la última vez que les daría clase, pues ascenderían a otro nivel y no me correspondería tratarles más, por lo menos de forma académica.



El día del examen, mis 19 alumnos se pusieron a un lado de sus mesas de trabajo. Llevaron los productos que les solicité y anoté algunas indicaciones en el pizarrón. El resto fue hablar sobre la higiene, la forma de cortar la carne y las verduras, la preparación del platillo y el tiempo en que lo harían. Todos prestaban atención y dí la orden de comenzar. De manera estratégica coloqué a los tres chicos y a Estela, en la parte de atrás.



Yo intuía que Estela era una joven con mucho talento pero ocupaba demasiado tiempo en llamar la atención. En alguna ocasión la vi besuquearse con una chica y varios de los alumnos de la escuela habían tenido qué ver con ella. Sabía que le gustaban hombres y mujeres. Mis tres alumnos problemáticos eran jovencitos muy calientes. En algunas ocasiones les sorprendí mirándome con deseo. Yo sabía que ellos me deseaban. Uno de ellos, Jaime, había estado a punto de decirme que le gustaba pues me invitó a tomar una copa y yo no acepté, no porque no quisiera sino porque ya tenía un compromiso.



Di la orden de comenzar y les puse de tiempo 35 minutos para elaborar el platillo. Realicé mi recorrido mesa por mesa hasta que llegué al final. Todos estaban muy concentrados en el examen. Pasé junto a Jaime y lo observé. Se puso un poco nervioso cuando estuve allí y había una razón. Esa mañana llevé un vestido corto, con tirantes. Llevaba unas zapatillas con tacón de 15 centímetros y obvio, me puse mi delantal corto que quedaba apenas más corto que mi vestido. Jaime estaba más nervioso cuando me repegué un poco a él. Olió mi perfume. Me separé y fui al lado de Carlos. Hice lo mismo y el pobre chico casi se va de boca cuando me puse delante de él y le di una instrucción. Hice como que fue accidente cuando me hice hacia atrás y choqué mi culo con su miembro.



Me fui a la mesa de Leonardo y pasó exactamente lo mismo. Con Estela fue diferente pues ella estaba hecha un desastre. Era desordenada y ponía poca atención a las cosas. Le dije al oído: "Por hoy olvídate del amor. De los demás y concéntrate en tu examen, ya verás que irá bien" y como colofón le di un beso en su oreja. Ella sonrió y vi cómo se le erizó la piel.



Una vez que concluyó el examen. Probé los platillos y di mi veredicto. Por fin, mis niños problema habían pasado su examen.



La siguiente clase di las calificaciones y ansiosos, al final, me preguntaron que cuál sería el premio. Yo les comenté que acudiría a Puebla a una presentación de un conocido chef. No habría problema con el número de alumnos que llevaría y les comenté que había decidido que ellos cuatro me acompañaran. Salvo Estela que lamentó no ir debido a compromisos familiares, los tres alumnos varones estaban felices.



Les expliqué que tenía auto pero que era inexperta en carretera y todos se ofrecieron a ser los conductores. Decidí que Jaime sería el que manejaría mi auto.



El día de partida nos fuimos a las 7:00 horas. La cita fue en la escuela y los tres ya estaban con sus pequeñas maletas. Como ya lo saben, yo soy muy provocativa y decidí ir con una blusa escotada blanca y una faldita de vuelo color café que hacía juego con mis zapatillas. Llevé un abrigo pues en Puebla hace frío aunque era el mes de junio quizá no estaría tan frío como imaginaba.



Carlos y Leonardo se fueron atrás y yo fui de copiloto mientras Jaime sería quien manejaría el auto. Partimos.



El viaje de ida fue muy divertido pues todos contaban experiencias y me pedían que fuera su maestra otra vez. Yo les ofrecí cursos de verano que consistían en que yo acudía a la casa del alumno y daba varias lecciones. Todos dijeron que sí.



Intencionalmente yo subía un poco mi falda y eso permitía que se vieran mis piernas. Ellos estaban encantados con mis piernas pues siempre me observaban cuando llegaba a la escuela con mis faldas cortitas.



Ya en confianza les comenté que tenía más premios para ellos. Se pusieron felices y me preguntaron que en qué consistían tales premios y lo primero que les dije es que de regreso compraríamos botellas de brandy y las tomaríamos en el lugar que escogieran y si era en el hotel que nos quedaríamos mucho mejor y lo segundo es que... el premio principal seria yo.



Por supuesto, les pregunté si les agradaba la idea y se pusieron más calientes que un pastel en el horno. Estaban encantados.



Para darles una probadita le pedí a Carlos que se acercara y me acariciara la pierna. No se lo dije dos veces, el chico lo hizo y se excitó mucho. Leonardo hizo lo mismo. Besé en la boca a Carlos y luego le regalé un beso a Leonardo que estaba muy emocionado y supongo que su pito se erectó porque varias veces se acomodó su paquete.



Como no podía distraer mucho a Jaime le acaricié su bulto y sonrió. ¡Maestra, qué gran regalo! dijo, feliz.



Llegamos a Puebla y nos dirigimos al hotel sede a hospedarnos y quedamos de vernos a las 14:00 horas para bajar al evento. Fueron incontables las veces que repiqueteó el teléfono pues los chicos me preguntaron si ya estaba lista.



Pasó el evento y comimos. No comimos juntos pues yo estuve en una de las mesas de invitados especiales, pero ellos permanecieron a cierta distancia. No dejaban de mirarme y tampoco dejaban de cuchichear pues no veían la hora en que estuviéramos juntos.



Por fin, llegó la hora en que nos marchamos a nuestras habitaciones y les pedí que nos viéramos a las 20:00 horas en mi cuarto. Pasó el tiempo, creo que demasiado lento para ellos. Me di un baño, me perfumé y me puse una linda tanga blanca. No era muy común en esos tiempos utilizarlas pero yo era algo loca para vestirme. Me puse un mallón completo, blanco y de tirantes. No me puse sostén y me puse unas zapatillas blancas, altas.



Los chicos tocaron en mi habitación a las 19:58. Estaban muy ansiosos. Cuando entraron yo ya había preparado algunas copas y comenzamos a beber, fumar, conversar y en ocasiones a contar uno que otro chiste. Sin embargo, a pesar que se divertían, estaban ansiosos. Como a las 21:30 horas, fui a la cabecera de la cama y sólo dejé encendida la luz de una lámpara y le pedí a los chicos que se sentaran a la orilla de la cama. Les froté sus penes que lucían erectos debajo de sus ropas, me senté en sus piernas y les pedí que me acariciaran. Los tres.



Me acariciaron cuello, pechos, nalgas, vagina, piernas y casi llegué a pensar que me violarían, pero no, eran chicos disciplinados. Calientes, pero disciplinados.



Sin embargo, estaban decididos a tomar su regalo y me preguntaron si me quitaría la poca ropa que tenía encima. Permanecieron sentados y yo, con copas encima les hice un pequeño baile y me senté para quitarme el mallón. Sólo me quedé en tanga y volví a calzar las zapatillas. Les pedí que se quitaran la ropa y lo hicieron demasiado rápido. El resto no es difícil de imaginar. Me chuparon mis tetas, mis pezones y la vulva. Un poco más atrevido Leonardo me lamió la vagina, metió los dedos y besó mi ano. Yo estaba excitándome con este trío de estudiantes calientes. El premio principal fue que uno a uno les chupé sus vergas hasta que se pusieron muy duras.



A pesar que eran inexpertos, estos chicos me provocaron mucho placer. Uno a uno fue introduciéndome su pito y mientras tanto yo chupaba otro y masturbaba otro pene. Fue un largo rato de placer tras el cual yo quedé exhausta. Los tres jóvenes, como si fueran adolescentes me bañaron con su semen en mi cara. Yo estaba feliz. Me cogieron nuevamente hasta que quedaron rendidos. Alrededor de la 1:00 de la madrugada se retiraron a su habitación y yo quedé exhausta pero muy satisfecha.



De Estela ni se preocupen, cuando volví, tuve un rico encuentro con ella a solas y la pasamos muy bien.



Mis cuatro jovencitos tuvieron su examen, lo aplicaron bien y fueron premiados. FIN.


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