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"Este es mi primer relato sobre la vez que me decidí a viajar para pasar del sexting al sexo real…"
Ahí estaba yo, armando la maleta para irme de viaje, después de 5 años de sexting y cibersexo por fin nos íbamos a ver, ya había comprado los tiquetes y logrado convencer a mi tía que se quedara en el apartamento cuidando a mi gata, así que presa de los nervios tomé un vuelo con destino al fin de semana más esperado de mi vida.
Había pasado una semana desde la última vez que hablamos, así que ya montada en la aventura justo antes de apagar el celular, le envié una foto del pasabordo, agradecí que entendiera el mensaje rápido y fácil, por lo que de vuelta me envió la dirección de su apartamento.
Bajé del avión, tomé el taxi, lo llamé y me dio las indicaciones, el taxi se detuvo en una esquina y ahí estaba él… alto, delgado, un poco moreno, con esos ojos chocolate, profundos, hermosos; me abrió la puerta y mientras pagaba el taxi yo solo admiraba lo radiante que lo hacía ver el atardecer a su espalda, era una toma perfecta… me recibió la maleta y nervioso me dio la mano para ayudarme a salir, finalmente ya uno frente al otro, nos dimos nuestro tan soñado y esperado primer beso, cálido, tierno, sin pretensiones, lleno de algo muy parecido al cariño, nos sonreímos y seguimos a su apartamento.
Luego de hablar trivialidades sobre el viaje, los nervios ya se iban tornando en ganas, incontenibles ganas, era una sensación extraña porque sentía que lo conocía de toda la vida, que podía reconocer sus gestos, sus estados de ánimo y aún así realmente no sabía nada de él y si había decidido viajar era solo porque moría de ganas por sentirlo completo dentro de mi.
Decidí darme una ducha, mientras él traía algo de comer, ya entoallada le di un repaso a la habitación y mientras le avisaba a mi hermana que ya había llegado y que hasta el momento todo iba en orden (uno nunca sabe), lo oí llegar, cenamos, cuando sonó su celular, contestó y era su… ¿novia?
Jajajaja vaya forma de enterarme, igual y su relación era su problema no mío… así que lejos de ser un reproche, le pregunté por ella, me contó que llevaban poco más de un año pero que no por eso se iba a perder la única oportunidad que nos había dado el destino en estos 5 años de poder estar juntos, aproveché para contarle que llevaba saliendo unos 2 meses con alguien…
Se sentó en el borde de la cama, dejó su celular en la mesita de noche, se quitó el reloj que acomodó al lado con sus anillos y sus cadenas, lo observaba expectante, sin afán, disfrutándolo todo, no había necesidad de acelerar nada, todo era maravilloso.
Así que me arrodillé detrás de él, presionando mi pecho contra su espalda (dios que bien se siente), me acerqué a su cuello, olía tan bien, estaba tan excitada que sentía como me empezaba a mojar, un par de besos en el cuello, un mordisco suave pero diciente en su hombro que le sacó una risita tímida para luego quitarle la camiseta.
Se giró y gateando se empezó a acomodar sobre mi, me besó deseoso, con ganas de explorarme toda, apretó mis labios, jugueteó con mi lengua, bajó a mi cuello lo chupó y mordisqueó, apretó mis tetas sobre la toalla para luego abrirla y dejarme desnuda a su entera disposición, en su mirada se veían la lujuria y las ansias de tenerme entre sus manos, se quedó un instante observándome palmo a palmo, para luego hacerse dueño de mi (que en últimas era lo único que llevaba deseando por tanto tiempo).
Con sus dedos hizo un recorrido previo por mi pecho y el contorno de mis tetas, luego con una mano agarró una teta mientras lamía y succionaba con ahínco la otra, haciéndome instintivamente morderme el labio y arquear la espalda, y así poder sentirlo más cerca (si eso era posible), luego de pasar su boca hacia la teta que antes robaba la atención de su mano izquierda, empezó a recorrer con sus uñas mi silueta con un tacto suave pero firme, y cuando sus manos estuvieron a cada lado de mi cadera, se incorporó para quitarse el jean, los bóxer y las medias.
Y así, arrodillada como había empezado este esperado encuentro, tenía su pene a la altura de mi cara y antes de cualquier otro movimiento de su parte, me decidí a tomarlo con una mano mientras con la otra pasaba mis uñas por su espalda y su delicioso trasero, “ese hombre era perfecto”, mientras lo masturbaba un poco, iba dejando besos por su abdomen descendiendo hacia mi tan anhelado objetivo, lo admiré un segundo antes de meterlo por completo en mi boca y no pude evitar gemir, ese gemido ahogado de satisfacción y plenitud… había valido la pena
Su pene sabía tan bien, así que lo saboreé de principio a fin, con una mano en la base masturbándolo, mientras con mi boca y lengua mantenía el ritmo, succionando, lamiendo, sube baja y sube baja, hasta que con una mano detrás de mi cabeza impuso su propio ritmo, acelerado, firme… su pene era grande y delicioso, lo quería todo, con la mano libre apreté y jugué con sus calientes huevos.
De un movimiento me frenó y me recostó, abrió mis piernas se puso en medio, con un par de dedos comprobó la humedad de mi coño, que ya había escurrido un poco por mis piernas, se lamió los dedos y procedió a recorrer mi vulva con su pene y así, finalmente… decidido entró de una estocada hasta el fondo, lo que nos hizo gemir muy fuerte a ambos, el roce era tan cálido me amoldé rápido a él, me apretó las tetas y luego puso mis pies en su pecho para así poder entrar completo cómodamente, la sensación era perfecta, yo solo lo miraba gemir y sonreírme.
- “Me encantas”. Le dije entre gemidos
- “Quisiera más tardes así”. Me dijo mientras me robaba un beso rápido
Las embestidas iban cogiendo velocidad y solo me aferraba a sus brazos “no pares… ¡ah! dame más”, bajó mis pies y puso mis piernas de medio lado haciendo el roce más profundo y aumentando la presión, ahí con un vaivén tan rápido, tan preciso, sentía como sus huevos golpeaban mi trasero y me ahogaba de placer, entraba y salía de mi con tanta fuerza, que sentía como el vértigo empezaba a agolparse en mi estómago.
- “Voy a llegar”. Alcancé a susurrar
Tres estocadas puntuales faltaron para que el saliera y se corriera… en mi pierna, acto seguido bajó y lamió con gran antojo mi coño, rosado e inflamado por la fricción, con su lengua lo recorrió de arriba abajo, succionándolo y haciéndome llegar un par de veces más.
Cuando volví en mi, estaba a su lado usando su pecho de almohada, lo miré extasiada, nos besamos, y así en ese estado de embriaguez y calentura nos tomamos una foto (para la posteridad jaja) por si no se repetía, me abrazó mientras jugaba con mis dedos en su pecho. Así sin muchas más pausas que para comer de vez en cuando… pasamos 3 maravillosos días.
Cuando volví a casa, tras tomar una ducha aproveché para repasar las pequeñas marcas que aún permanecían recordando mi aventura, pasaba mis dedos por los pequeños rasguños que aun había por mi espalda, en mis nalgas y en mis costados y sonriendo ante algunos cuantos chupones distribuidos por mi clavícula y mis tetas.
Unos años más tarde lo recuerdo con una sonrisa y aunque efectivamente no se repitió, seguimos hablando, no de sexo, de nuestras vidas en general… igual ya van a ser casi 10 años de conocernos, la confianza es infinita y cuando está cerca nos citamos por un café, sólo para vernos porque amo su sonrisa en vivo y en directo.
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