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EL EMPALAMIENTO DE ANDRES

"Andrés encontró su vena masoquista y se hace empalar el pene por su amada Ana María"

 

Realmente Andrés había encontrado su vena masoquista e iba experimentando nuevos suplicios, siempre utilizando a su novia Ana María como verdugo. Esta vez había arreglado para que ella recibiera, de Zintia, un curso de empalamiento del pene; Ana María había aprobado largamente la parte teórica y hoy la iba a llevar a la práctica, yo Luvna sería esta vez una espectadora que filmaría todo el castigo

 Luvna recibió a la pareja con su asistente Zintia y dijo: Andrés has venido para que Ana María empale tu pene en una forma severa y cruel; el suplicio es largo, unas dos horas, y muy doloroso, puede llegar a producir lesiones irreversibles, depende el momento en que pidas cesar el castigo. Andrés respondió que ahora deseaba experimentar el tormento en su forma más cruel y así lo había solicitado a Ana María, que en la ocasión vestía una remera, una minifalda de cuero negro y calzaba zapatillas de danzas de cuero al tono.

Esta le ordenó desnudarse, Andrés rápidamente se desnudo, en su circuncidado pene tenía una gran erección, llevaba colocadas anillas de goma en el pene y otra en los testículos; Ana María le retiro la anilla del pene y le dejo la del escroto. Zintia comento que la pija mostraba señales de haber sido preparada sufriendo severas sesiones de golpes de zapatilla, los hematomas y marcas que ostentaba así lo sugerían; Ana María le informó que en los últimos cuatro días había tenido que azotarle la pija con 100 golpes fuertes por día, en dos tandas de 50 azotes, según le ordenara Andrés a fin de lograr una adecuada preparación.

Lo hicieron acostar sobre el potro de madera y aseguraron sus extremidades a las esquinas; además amarraron una cuerda a la altura de la cintura a fin de inmovilizar las caderas; colocaron un almohadón debajo de forma de elevar el pubis y una almohada bajo la cabeza a fin de que tuviera una perfecta visión del tormento. Zintia comprobó la dureza de la pija y escarbo con el meñique el agujero del glande a fin de escoger los elementos adecuados para la aplicación del suplicio.

Repasaremos la teoría a fin de deleitar los oídos y el cerebro de Andrés escuchando el detalle  del castigo que recibirá, dijo Zintia. Ana María pondrá a ensanchar tu uretra; esto se efectuara con unas sondas de acero; esta se acercó a Andrés con una sonda de 8 mm. de diámetro; la lubrico y la ingreso en el pene en donde rápidamente bajo hasta el fondo; la retiro e hizo la misma operación con otra de 10 mm. Esta vez tuvo que efectuar movimientos adelante y atrás para que llegara al final; luego con la sonda de 12 mm. Tuvo que trabajar bastante pero llego a colocarla hasta el final y la dejo puesta.

 Zintia dijo tu pene será empalado por delgadas varillas de madera de 23 cm de largo, engrosadas por 4 nudos  tallados de forma irregular y de diferentes grosores con ásperos bordes, rugosos y aguzados. He escogido de acuerdo a tus características tres varillas, para que Ana María inserte en tu pija, son de diferentes tamaños de nudos cada varilla, mas pequeños en el extremo, van aumentando de tamaño hacia el otro extremo, son de forma irregular, con bordes desparejos. Propongo que tu castigo consista en empalarte dos veces en cada varilla, si quieres las puedes evaluar, escoger otras o proponer alguna alternativa; te anticipo que tenemos la regla de “no mercy”, es decir que una vez que aceptes el tipo y forma de castigo, Ana María lo deberá ejecutar hasta el final sin atender pedidos de clemencia, ni ninguna otra circunstancia como perdida del conocimiento; en mi opinión no creo que soportes la tercera varilla, sería llamativo que Ana María consiguiera empalarte en esa varilla. Andrés dijo que aceptaba sin verlas, las maderas que Zintia había escogido y que aceptaba dos empaladas de las dos primeras y una sola aplicación de la famosa tercera varilla. Ana María azoto diez veces el pene con una zapatilla y luego retiro la sonda de acero.

Ana María se encaramó en el potro, se sentó entre las piernas abiertas de Andrés, se descalzo de sus zapatillas negras de media punta, y tomo la primera varilla que Zintia le alcanzó. Hizo que Andrés besara la madera, luego la impregno de lubricante y con firmeza la hundió en el pene de su amado. La varilla penetraba bien, ingresaron los dos primeros nudos; cuando el segundo estaba por trasponer el glande, Ana María se detuvo, la hizo retroceder un poquito y luego avanzar hasta que el nudo paso el glande; Andrés profirió un  quejido de dolor; Ana María sonrió y tomando una zapatilla comenzó a hacerla tamborilear sobre la varilla a fin de empujarla. Ana María siguió imprimiendo movimientos hacia adelante y hacia atrás, siempre avanzando; Andrés emitía sus quejidos; después de algunos minutos la madera estaba totalmente dentro de él. Con rápidos tirones Ana María la extrajo; nuevamente la lubricó y la inserto en el pene, bajaba con facilidad hasta que el tercer nudo se detuvo en el glande; la zapatilla impaciente repiqueteo; ningún avance; la zapatilla azoto fuertemente dos veces el cuerpo del pene, luego empujo la varilla con resultado positivo; Andrés gritó de dolor y tras algunos minutos la varilla llego al final. Nuevamente la extrajo esta vez más lentamente y haciéndola rotar sobre si; esto le produjo grandes dolores pues Andrés no  cesaba de gritar; salió empapada de líquido seminal con algunos vestigios de sangre; Ana María consultó su reloj; la primera varilla le había llevado veinte minutos, debería ser mas lenta en las próximas. Zintia prestamente le alcanzó la segunda varilla, Ana María la acercó a los labios de Andrés y le dijo: No solo la beses, sino que saborea la aspereza de sus nudos, el filo  de sus bordes y piensa que en pocos instantes, yo los azuzare para que laceren tu carne.

Andrés disfrutaba plenamente de   su tortura; estaba embelesado viendo el rostro de Ana María cubierto con una mascara de crueldad, totalmente consustanciada en la tarea que realizaba, la mano derecha manejaba la varilla, la izquierda blandía la zapatilla cuyo suave cuero acariciaba el pene, la suela presionaba y golpeaba la madera, Andrés trataba de adivinar los movimientos.

Zintia alcánzame la sonda de  acero de 10 mm. Le daré una repasada al conducto y excitare su erección antes de  continuar. El acero descendió rápidamente hasta el fondo, Ana María lo retiro con rapidez y repitió la operación; tomo una de sus zapatillas y azoto con fuerza diez veces el cuerpo del pene con su alma de acero, luego comprobó que la erección era optima y retiro la sonda de acero.

Andrés, amor mío, comenzare a enfundarte en la segunda varilla; haz comprobado las características de sus nudos, yo siguiendo tus deseos utilizare todos los medios para empalarla dentro de ti, vos trata de expandir tu conducto uretral al  sentir el avance de la madera, respira profundo, facilita su ingreso, no te contraigas, yo te brindare el máximo de placer y dolor. Hundió la varilla en el pote de lubricante y con decisión la hizo penetrar en el pene; imprimió a su mano un movimiento de escarbar el interior del pene, la madera avanzaba lentamente, los nudos arañaban la mucosa uretral, Andrés emitía quejidos de dolor, según el movimiento de su mano Ana María veía el dolor reflejado en los ojos de Andrés. El avance se detuvo, alguno de los nudos se había atascado, una señal de alarma en la mirada de Andrés, pues sabia como seguía; Andrés mi amor tendré que utilizar la zapatilla; la suela restallo varias veces sobre el cuerpo del pene, luego empujo levemente el asta de la varilla, sin lograr ningún resultado; la suela chasqueo con fuerza sobre el extremo de la madera, Andrés grito con fuerza, su cuerpo se convulsiono en sus ligaduras, la varilla avanzo unos cuatro centímetros, el nudo había salvado el obstáculo; Ana María continuó su labor lentamente hasta terminar de enterrar la madera en su funda de carne. Ana María comenzó a retirar la varilla, lo hacia con movimientos “hacia afuera” y después un poco “hacia dentro”; había descubierto  que el viaje hacia afuera de la madera podía producir intensos dolores, así lo demostraban los gritos de Andrés. La varilla estaba empapada de líquido seminal y algunos nudos estaban manchados de sangre. Ana María lubricó el madero y con un, va nuevamente Andrés, la ingreso en el pene; la varilla avanzaba con lentitud, Ana María convertida en experta imprimía diferentes tipos de movimiento a la madera, pero casi siempre la mantenía en movimiento, los nudos iban ingresando al pene, los inconvenientes que aparecieron fueron rápidamente subsanados por  la ávida zapatilla hábilmente manejada. El ultimo nudo entro en el agujero, casi enseguida el avance de la varilla se detuvo; Ana María aplicó la rutina de la zapatilla con severidad; llego a golpear tres veces la punta de la varilla sin lograr que se moviera; la voz de Andrés le dijo: es el segundo nudo que esta atorado, lo siento en mi interior, haz lo que debes hacer. Ana María le pidió a Zintia que le alcanzara su bolso de donde sacó un par de sandalias de cuero de suelas delgadísimas; tomo una en cada mano, apoyo la suela de una en el cuerpo del pene a fin de mantenerlo bien vertical, la otra suela produjo un fuerte chasquido al azotar el pene, luego cambio de lugar y azoto la cara del pene por donde descendía la varilla. Una de las suelas mantuvo el pene vertical, la otra chasqueo con fuerza sobre el extremo de la varilla, ésta avanzo dos centímetros; Andrés experimentó el paso de corriente eléctrica en su cerebro y sintió en su interior como se desgarraba su carne para permitir el paso de las filosas aristas del segundo nudo; la suela volvió a castigar y la madera se hundió totalmente. Andrés pidió que lo dejara empalado diez minutos, que moviera la varilla de tanto en tanto y que cuando la retirara lo hiciera lentamente dando pequeños tirones, lo realizó como se lo pidió y disfruto totalmente su suplicio; cuando sacó la varilla los últimos nudos estaban empapados de sangre. La tarea completa de la segunda varilla le insumió cuarenta y cinco minutos.  

Andrés pidió descansar quince minutos antes de recibir la tercera varilla; Ana María asintió pues quería estirar las piernas y hacer unos cambios para poder continuar. Se bajo del potro y pidió a Zintia le alcanzara la sonda de acero de 12 mm.; la lubricó y la inserto en el pene, penetro ajustadamente pero bajo  con facilidad hasta el final, con rápidos tirones la retiro y la introdujo nuevamente hasta el fondo; tomó una de sus zapatillas e hizo chasquear con fuerza la suela quince veces sobre el cuerpo del pene y el glande; luego con una perfecta erección y la sonda colocada lo dejo descansar.

Ana María debía realizar algunos cambios para poder finalizar la tarea; le resultaba imposible seguir castigando a su amado Andrés, aun cuando lo había aceptado y convenido con él. Los gritos de dolor que profería continuamente como un marrano le taladraban los tímpanos; no podía ver su rostro con muecas de dolor mientras sus manos movían en su interior la varilla que le laceraba sus carnes. Decidió colocarle una mordaza a fin de apagar sus gritos; en cuanto a ver su cara no podía  taparle el rostro; entendía muy bien que parte del placer del masoquista es ser espectador privilegiado de su suplicio; lo solucionaría acostándose en el potro y manipulando la varilla con los pies: Esto también solucionaría la presión a ejercer, con los pies no se puede medir  bien la presión ejercida, que seguramente para esta próxima varilla debería ser mayor.

Zintia le entrego la última varilla, Ana María la tomo y la observo espantada; la forma irregular de sus nudos era realmente diabólica, algunos tenían extremos punzantes y afilados, se la acerco a Andrés para que la besara, éste lo hizo y dijo que no quería saborear los nudos, prefería no verlos, solamente imaginarlos. Luego Ana María le pidió a Zintia que le colocara a Andrés una mordaza de bola a fin de apagar sus alaridos; Andrés no quería pero Zintia se la coloco igual. También le pidió a Zintia que colocara una almohada en la zona de los pies del potro, pues ella reclinaría su cabeza y trabajaría la varilla con los pies.

Ana María se encaramó en el potro y reclino su cabeza sobre la almohada, midió la distancia de manera de colocar sus pies a la altura del pubis de Andrés, sus zapatillas de danzas quedaron plantadas a cada lado del pene erecto, que aguardaba continuar  su castigo. Ana María le dijo Andrés amor mio tuve que hacer estos cambios para poder continuar lo que pediste; estos pies que te produjeron placer en memorables pajas, hoy te  brindaran placer y dolor hincando en tu carne esta diabólica varilla; Zintia me asistirá en lo estrictamente necesario.

Zintia, inserta la varilla de manera que el primer nudo haya pasado el glande, y quede firme y yo pueda empezar a trabajar. Ana María colocó el pie derecho de manera de mantener el pene en su vertical, la puntera izquierda se apoyó en el extremo de la varilla, sintió que la madera se hundía, no mucho pero avanzaba, se escucharon gritos reprimidos de Andrés y su cuerpo se revolvía en las ligaduras. Ana María acarició el pene con las suelas de ambos pies, luego acarició el glande con la puntera derecha y apoyo la suela izquierda en el extremo de la madera, ésta recién se movió cuando ejerció presión, avanzó un poco y se detuvo; presionó pero la varilla no se movió. Zintia toma la sandalia y dale dos buenos golpes de suela a cada lado del cuerpo del pene. Sin demora sonaron los cuatro chasquidos. Ana María volvió a presionar, la madera no se movió; se descalzó, poseía lindos pies grandes con arcos perfectos, uñas pintadas de morado, pulsera en el tobillo izquierdo y anillo en dedo mayor del pie derecho; sus pies perfectos acariciaron el pene y dijo: Andrés, mi amor, se atascó y deberé usar la fuerza; intenta ayudar expandiendo tu uretra, respira hondo y deja penetrar el nudo que avanza. Su pie derecho mantenía al pene vertical, los dedos del pie  izquierdo se aferraron a la varilla justo por encima de  ultimo nudo, se apoyaron en el nudo y violentamente presionaron para abajo, la madera progreso un par de centímetros, se oyeron apagados rugidos de Andrés, Ana María repitió la operación y vio desaparecer el tercer nudo dentro del pene, sonrió faltaba encarar la parte final. Zintia, dale diez fuertes chasquidos de zapatilla al cuerpo del pene, quiero una pija bien caliente para el final; cuando se apagó el sonido de la zapatilla Ana María le pidió que colgara una zapatilla del extremo de la varilla de forma que éste quedara dentro de la parte delantera de la zapatilla; Ana María afirmó los dedos del pie izquierdo en la parte del talón de la zapatilla colgante, hizo fuerza hacia abajo; hizo mas fuerza y la varilla se movió, el ultimo nudo penetró en el pene; el cerebro de Andrés se llenó de explosiones, sus pulmones se quedaron sin aire, una baba se escapaba de sus labios, Zintia anunció que Andrés se había desmayado; Ana María le ordeno que lo reanimara con agua fría, para poder finalizar la labor. Cuando Andrés se recuperó Ana María advirtió que quedaban por introducir unos tres centímetros de la varilla; le acarició repetidamente el pene con sus pies desnudos y le dijo Andrés mi amor es el final; el pie derecho continuo acariciando y manteniendo la verticalidad del pene, lo dedos del izquierdo tantearon la varilla; estaba firme y no cedía a la presión, poso su planta sobre la varilla y empezó a pisarla, tuvo que ejercer mucha presión pero finalmente la madera en su totalidad quedo enfundada en el pene. Ana María pidió a Zintia que le quitara la mordaza y que extrajera unos tres centímetros del asta de la varilla para poder extraerla.

Luego dirigiéndose a Andrés le dijo: Amor espero hayas gozado con el castigo que te infligí, puse lo mejor de mí para lograr la mayor crueldad; quieres que retire la varilla así nomas o que lo transforme en algo que nunca olvidaras y coronara el empalamiento de tu pene? Me has hecho disfrutar lo indecible, te has desempeñado de maravillas, eres un verdugo consumado, acepto lo que tengas pensado para quitar la varilla. Es algo sencillo dijo Ana María que te proporcionará un placer extra; con mis pies extraeré unos cuatro centímetros del madero y luego volveré a introducir la mitad, todo esto realizado lentamente, en forma aproximada y ejerciendo la presión necesaria; pienso que te gustara y lo disfrutaras; los nudos nuevamente pasearan por tu uretra, desorientados, para un lado y para otro, piensa en el resultado.

Los perfectos pies de Ana María realizaron la tarea a la perfección; extraían unos 4 o 5 cm. De la varilla con gran lentitud, luego presionaban e introducían unos 2 cm., a veces la presión era grande, se oían los alaridos de Andrés y el potro se sacudía con los movimientos espasmódicos de su cuerpo producidos por el dolor. Cuando apareció el tercer nudo, tanto éste como la varilla estaban ensangrentados, también brotaban oscuras gotas de sangre del pene; los pies de Ana María continuaron su labor, manchados de sangre, hasta que la totalidad de la varilla estuvo afuera; su reloj le informó que la única ensartada de la tercera varilla le había insumido cuarenta y cinco minutos. Le pidió a Zintia que le retirara la anilla de los testículos y volcara sobre el pene un poco de lubricante; los dedos de los bellísimos pies se abrazaron a la base del pene y comenzaron a acariciarlo lentamente; poco a poco fueron subiendo, moviéndose como serpientes y alcanzaron al glande; debido a la prolongada excitación Andrés eyaculo casi enseguida.

Ana María bajo del potro con rapidez, quería estrechar a su amado Andrés; recibió un fuerte impacto, por el castigo recibido parecía haber envejecido diez años, su cuerpo estaba cubierto de sudor y su rostro estaba desencajado por el dolor, sus ojos hundidos, todo eran rastros del doloroso suplicio. Rápidamente lo libero de sus ligaduras y comenzó a besarlo con pasión; el hombre mas allá de su aspecto, manifestó que se le había hecho largo, estaba muy cansado pero feliz y agradecía a Ana María todo el amor demostrado en la ejecución de su anhelado castigo.

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