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Categoría: Confesiones

El día que mi ginecólogo me follo bien rico

Han pasado ya cuatro semanas desde que tuve relaciones con mi maestro. Por suerte ya ha terminado los exámenes y pasé su materia también. Todo parecía estar en orden, sin embargo me preocupaba el hecho de que mi regla no llegara. Miles de cosas pasaban por mi cabeza al pensar que quizás estuviera embarazada de mi maestro. Compre pruebas de embarazo y a pesar de que me daban negativas seguía sin sentirme bien. De tanto darle vueltas al asunto decidí que mejor sería ir con el ginecólogo y que hiciera los exámenes correspondientes.

A la mañana siguiente me levante temprano y me metí a bañar, fue tan agradable sentir el agua tibia en mi cuerpo y más porque aun dormía con el aire acondicionado. Cuando termine de bañarme saque mi mano para tomar mi toalla pero no estaba en el lugar de siempre. Recordé que la había sacado a lavar y de solo pensar ir por ella hasta el otro cuarto me frustraba. Después de pensarla un momento, me llene de valor y salí de la regadera. Al abrir la puerta del baño sentí el frio de la habitación, y deje escapar un ligero grito. El agua escurría por todo mi cuerpo y de puntitas me dirigí al otro cuarto por mi toalla. Cuando por fin llegue a donde estaba, me envolví completa y comencé a secarme. Estaba temblando de frio, mi piel estaba chinita y mis pezones se habían puesto duritos.

Me puse unos jeans a mi figura con unas sandalias que hicieran juego, una blusa blanca con cuello en U y encima una camisa con mangas de color roja con cuadros; deje mi cabello suelto y me dirigí hacia la clínica.

Por desgracia era lunes y había mucha gente en la clínica pero después de haber leído unas cuantas revistas pase con el ginecólogo. Su consultorio estaba muy bien ordenado y tenía todo lo necesario, en su escritorio había fotos de él y su familia, en especial de sus hijos, sin embargo, el doctor no se encontraba en la sala, seguí observando todo su consultorio y de pronto se escuchó el típico sonido del chat cuando te hablan. Me entro la curiosidad por saber quién era el que le estaba hablando con tanta impaciencia pero cuando estaba a punto de asomarme en su monitor entro el doctor.

Al verme se quedó parado en su lugar y se quedó mirándome detenidamente, como si me conociera de alguna parte.

-Hola doctor, buenos días. ¿Cómo está? –le dije ya que no decía nada. Cuando me escucho, me quito la mirada y camino rápido hasta su escritorio, vio lo que había en su pantalla y rápidamente me miro por encima del monitor, tecleo unas cuantas cosas y se dirigió hacia mí.

-Hola buenos días, discúlpame por lo de ahorita, traigo muchos asuntos pendientes… Pero bueno que te trae por aquí. –Me dijo sin más.

Sin pensarla dos veces, le comente que había tenido relaciones y que me sentía preocupada porque no me llegaba mi regla. –Hace cuanto que tuviste relaciones –me pregunto. –Hace ya cuatro semanas –le conteste. –Vaya, así que cuatro semanas, que curioso –escuche que murmuro esta última frase. –Y cuando te llega tu periodo ¿Cómo te sientes?, ¿te duelen los cólicos? – a lo que le respondí que sí. –Bueno, primero lo primero, voy a extraer un poco de sangre para hacerte la prueba de embarazo y después te inyectare y recetare un medicamento para tus cólicos. Se dirigió hasta su escritorio y abrió uno de los cajones buscando algo.

Después de buscar y sacar unas cosas, se levantó y me dijo que le faltaban jeringas. –Mientras regreso podrías tomar un frasquito con líquido y ponerlo en mi mesa por favor, no tardo –me dijo apuntando hacia un estante en la pared. Me dirigí hacia el estante y tome uno de los frascos etiquetados, aunque no estaba segura lo que fuera el el doctor me había dicho que lo colocará en la mesa.

El doctor volvió enseguida y traía algunas jeringas. Me ordeno que me quitara la camisa para poder tomar sangre de mi brazo. Me la desabroche y la coloque en el asiento, sin embargo el doctor se me quedo mirando por un instante mis pechos que resaltaban por el escote en U de mi blusa.

Como si no me hubiera dado cuenta le dije que estaba lista y saliendo de su trance me ordeno sentarme y extender mi brazo. Rápidamente comenzó a extraer mi sangre. Una vez terminado, tomo otra jeringa y la preparo con el líquido que había en el tubo que coloque en su mesa. Me dijo –bájate un poco el pantalón para inyectarte en la pompa –lo cual hice de mala gana y sin decir nada me clavo la punta de la jeringa. Sentí un dolor agudo cuando inyecto el líquido de la jeringa y solté un grito. –listo, hemos terminado me dijo, me dio la receta y me dijo que los resultados estarían el domingo en la tarde. Salí de la clínica sintiéndome más tranquila y me dirigí hacia mi casa.

A la mañana siguiente me levante con un poco acalorada y sentía mis pechos pesados. El resto de la semana seguía despertando con un poco de bochornos y a la vez un poco caliente. El sábado por la mañana, al salir de la regadera, me mire en el espejo del baño y note que mis pechos estaban un poco más grandes, los levante con mis manos y me mire de varios ángulos y note que si habían crecido un poco más. De pronto comencé a notar que algo escurría por mis manos y las retire de mis pechos.

Pude ver que de mis pechos, salía una sustancia liquida blanca. Me asuste un poco y comencé a secar el líquido con mi toalla, pero este no dejaba de salir.

– ¡Estoy lactando! – ¡pensé, si estoy embarazada! Me quede sentada esperando a que se me tirara toda la leche pero mientras esperaba comencé a sentirme muy excitada y caliente.

Tan solo con un rose o tocar mis pezones me excitaba demasiado, al no poder evitar secarme el líquido que emanaba de mí, poco a poco me fui excitando hasta que no pude aguantar más, con mi mano comencé a pellizcar uno de mis pezones y con la otra mano comencé a masturbarme. Debo decirles que las sensaciones que sentí y el orgasmo que tuve a los pocos minutos fueron deliciosos.

Por suerte estaba sola en mi casa, ya que mi madre había salido a trabajar y no me contuve de gemir mientras me daba placer yo misma.

Todo el resto del sábado estuve intranquila hasta que por el domingo en la tarde me vestí igual que el lunes pasado y me fui a recoger mis resultados de la prueba.

Cuando llegue, la clínica estaba sola y solo el doctor se encontraba en la sala. Cuando lo vi casi se me salían las lágrimas de la desesperación y al verme en ese estado trato de calmarme un poco. – ¿Qué pasa Nathalia? ¿Qué tienes? Se me hizo raro que me hablara por mi nombre pero no me importó y le comente lo de mi problema del sábado. –Ok, es algo raro, pero déjame hacerte un chequeo para ver si todo está bien, pasa a mi consultorio y espérame, que tengo que cerrar la clínica.

Pasé y me senté en una de las sillas, todo estaba en orden como la vez pasada. Al notar que se tardaba demasiado comencé a dar vueltas y en una de esas me encontré una foto del doctor acompañado con nada más y nada menos que mi maestro. Sentí que la presión se me bajaba y de pronto escuche pasos, deje la foto en su lugar y me senté en la mesa. –Ok Nathalia pasa al otro cuarto, en la pared hay una bata, desvístete y póntela encima.

Sin decir nada me dirigí al cuarto y como no queriendo hice lo que me pidió, ya no sabía si tener miedo por estar embarazada o por que el doctor conociera a mi maestro. Ya lista salí del cuarto y vi que el doctor se estaba poniendo los guantes y el cubre boca. –Ok Nathalia, ahora te voy a pedir que te subas al potro de exploración y coloques tus piernas aquí –me dijo muy tranquilo.

Una vez arriba de esa cosa, coloque mis piernas donde me dijo. Me daba un poco de pena porque nunca me habían hecho una revisión y eso de estar abierta de piernas no ayudaba nada. El doctor trajo una sábana y me tapo con ella, de modo que no podría verlo mientras me hacia la exploración.

Cuando sentí que me habría la bata cerré los ojos y de pronto sentí algo frio en mi conchita. Lentamente sentí que algo me introducía algo frio por mi vagina y no pude evitar dejar escapar un leve gemido. En ese instante retiró lo que sea que me estuviera metiendo y me pregunto: -¿sentiste dolor mientras hacia la exploración? –me tomo por sorpresa su pregunta porque en sí no fue dolor sino un leve espasmo que no sentía desde la vez que mi maestro me folló. Sin embargo le respondí que había sentido un leve dolor. –Ok Nathalia seguiré con la exploración, si sientes dolor avísame.

Y enseguida me introdujo lo mismo de hace unos instantes solo que ahora lo sentí más grueso. Me quede quieta, recostada mientras el exploraba mi conchita. Sentía como introducía y raspaba las paredes de mi útero y a pesar de que me dolía un poco sus acciones estaban ocasionando que me calentara un poco.

De pronto sentí como el aparato abría aún más mi vagina y esta vez sentí el dolor de dicha acción. –Aush… me dolió doctor… ¿qué está haciendo? –No te preocupes Nathalia, es normal, ya casi terminamos.

-Al parecer todo el interior de tu cérvix se encuentra bien, se aprecia un poco de líquido blanco… pero es normal… las paredes del cérvix se ven un poco inflamadas… supongo que has tenido sexo fuerte últimamente… al ver que no conteste a esa última “broma” de su parte tanto él como yo nos quedamos cayados un momento.

–Ok Nathalia, ya casi terminamos, solo me falta una última revisión y te podrás retirar.

El doctor retiró el aparato con el que me tenía abierta mi conchita e inmediatamente introdujo otro, por lo que sentí este era un poco más grueso de pronto el aparato comenzó a vibrar rápidamente y no pude evitar dejar escapar un gemido, sin decir algo, sentí que aumento más la velocidad de las vibraciones después de haber gemido.

El doctor se mantuvo haciéndome lo mismo por unos minutos y yo ya me estaba impacientando porque me sentía excitada. De pronto el doctor dejo de torturarme y empezó a quitarse los guantes, los tiro a un lado y me dijo: -Al parecer todo está bien, tu vagina responde bien a los estímulos Nathalia pero necesito probar que tu vagina este cien por ciento saludable.

No supe como interpretar eso pero no tarde mucho en averiguarlo. Dicho eso se volvió a perder de mi vista y sentí como sus manos me sujetaban las pompas. De igual forma sentí que algo viscoso se movía rápidamente y de un lado a otro dentro de mi conchita. Sentí un espasmo más fuerte que los dos anteriores y me sujete fuertemente del potro de exploración.

Cerré mis ojos tratando de no sentir los demás espasmos que llegaban pero era inútil, se sentían muy bien esas sensaciones y sin querer deje escapar otro gemido. Creí que el doctor me diría algo después de escucharme pero siguió haciendo su trabajo. Comencé a sentirme excitada hasta el punto en que mis pezones se pararon y se pusieran duritos. Sabía que si el doctor seguía con la exploración terminaría teniendo un orgasmo. Doctor… pare por favor… creo que me… siento un poco… aaahhh!! –un espasmo fuerte me recorrió por la espalda hasta mi cuello. – ¿Te está gustando Nathalia?, dime ¿acaso te gusta cómo te exploro?

No le conteste, pero sabía que después de ese espasmo lo que el doctor me estaba haciendo ya no era exploración. Así que tomé la sabana que me impedía verlo y me la quite de encima. Pude ver que el doctor tenía su cabeza entre mis piernas y como con su boca me estaba comiendo mí puchita. Al notar que lo había descubierto, comenzó a hacerme el oral más rápido ocasionando que me excitara por la sensación.

–Estas bien rica putita, nunca creí que llegaría a cogerte algún día –me decía mientas seguía chupando mi conchita.

–Las fotos que me mandaba mi amigo (mi maestro) mientras hacías deporte eran mi consuelo por las noches. No sabes cuantas fotos tuyas llene de semen. –entonces en ese momento supe que él era aquella persona con la que chatie la vez que entre a la casa de mi maestro.

–Maldita zorra, me quise morir cuando me contó que había disfrutado de tu cuerpo y mientras que tu gemías como puta sobre él –pero ahora es mi turno y disfrutare de tú concha, tus tetas, en fin de todo tú cuerpo quieras o no. –en ese instante dejo de chupar mi conchita para seguir chupando mis tetas. –mmmm!! Que ricas tetas mi amor, siempre soñaba con poder probarlas, se ven tan excitantes en tus fotos. Eres una puta que no duda en mostrarlas verdad. –y comenzó succionar uno de mis pechos.

–mmm… ummm… pbba… por el amor de… que rica leche produces mi amor, que bueno que te inyecté esas hormonas el otro día… mmmm… están deliciosas… -Pronto comencé a excitarme mucho más debido a que mis pechos estaban muy sensibles.

No podía moverme de tan excitada que me sentía. De pronto comenzó a masturbarme con sus dedos y por lo mojada que me encontraba estos entraban y salían fácilmente.

–Que rica eres Nathalia, te mojas muy rápido. Eso me está gustando de ti mi amor, además la suavidad de tu cuerpo, el sabor de tus juguitos y el color de tus pezones me matan. Es el mejor día de mi vida –me decía mientras me miraba como me retorcía del placer.

Me encontraba muy excitada por todo lo que decía y por lo que me estaba haciendo, comencé a respirar un poco rápido, cerré mis ojos y lentamente me fui entregando a las sensaciones que ocasionaba en mí. Sentía que mis pechos explotarían en cualquier momento de lo duro que tenía los pezones. Al darse cuenta, el doctor comenzó a penetrarme rápidamente con sus dedos ocasionando que dejara escapar un gemido muy rico. –haaaaaa… mmmm… uuuummmmm…

Ya no podía más, con mis pies empuje al doctor ocasionando que cayera de espalda al piso y me levante del potro de exploración. Me quite la bata que me había puesto hace unos momentos quedando completamente desnuda frente al doctor. Al verme comenzó a sacarse el pantalón hasta quedar en bóxer. Pude notar un gran bulto debajo de su bóxer y como poseída por mi excitación me arrodille frente a él y se lo saque de un tirón.

Su pene quedo erecto frente a mí y no le quitaba la vista de encima. Lentamente me fui acercando hasta colocarme encima de él. Quería sentirlo. Lo tome con mi mano y lo acomode en la entrada de mi conchita. Cerré mis ojos y lentamente fui sentándome sobre su pene.

Sentía que era algo grueso, pero de lo mojada que me encontraba no batalle para que entrara todo. Comencé a dar sentones lentamente para acostumbrarme a tenerlo dentro de mí y poco a poco fui aumentando la velocidad. Cuando me sentí más segura, aumente la velocidad de mis sentones ocasionando que su pene me penetrara rápidamente. –ahhh ahhh ahh… -gemía con cada penetración.

El doctor por su parte, recorría todo mi cuerpo con sus manos, deteniéndose en mi cintura. –ufff!!! Eso putita, mátame a sentones, sé que te gusta mi verga dentro de ti. –a pesar de que parecía un insulto no pude evitar calentarme un poco con su comentario. Puse mis manos sobre su pecho para recargarme un poco y comencé a menearme de adelante hacia atrás. –ummmm… ummmm… -comencé a gemir de lo rico que sentía.

-Cabálgame maldita zorra, quiero sentir como mi verga te destroza –y sin decir más comencé a cabalgar encima de él. –AHHHH!!! AAAHHH!!! AAAAAAAHHHHH!! –gritaba por la mezcla de dolor y placer que sentía al mismo tiempo, sin embargo no aguante mucho, y comencé a menearme rápidamente.

-Oh por… eso preciosa muévete encima de mi… mmm que rico se siente así… mmmm… ahhh… eso putita… si… que rica carita pones al menearte así… mmmm… -me decía el doctor.

Seguí cabalgándolo por un largo tiempo hasta que me canse. Me salí de él y me recosté en el piso para descansar, sin embargo, el doctor se arrodillo frente a mí y coloco su pene en la entrada de mi conchita. –Ahora es mi turno de moverme preciosa. –Se acomodó y comenzó a penetrarme lentamente y poco a poco aumentaba su velocidad. – ha… haaa… ahahaa… aaah… -gemía de lo rico que sentía.

De pronto, paro de penetrarme y me dijo –toca tu clítoris –y continúo penetrándome. Sin poner objeción hice lo que me ordeno y comencé a sentir un gran placer. –aahh… aahh… aahhh… -movía mis dedos rápidamente estimulando mi clítoris. –aaaahhhh… aaaahhhh … yeaaahhh… aaaahhhh … aaahhh… -sentía que en cualquier momento me iba a llegar el orgasmo y sin más el doctor dejo de realizar su trabajo. –tranquila putita, no te corras tan rápido. –y dicho esto reanudo su labor.

El ritmo con el que comenzó era rápido, mis tetas se movían de arriba-abajo rápidamente con las embestidas que me daba. Mis gemidos eran de placer, estaba súper excitada y al doctor le gustaba escucharme. De pronto volvió a parar, pero de lo caliente que estaba levante un poco mi pelvis y comencé a penetrarme lentamente. –mmm… uuuummmm… aaahhh… uuummmm…

-Vaya putita, sí que estas deseosa de verga, ¿Por qué será? –la verdad yo ni sabía la respuesta, lo único que quería es llegar al orgasmo. –ahora si amor, prepárate que te voy a llenar de leche. -De pronto el doctor comenzó a penetrarme de nuevo solo que esta vez aumento más su velocidad. –te gusta.. Preciosa… esto… es… lo que… me ocasionas… mmmm. –yo solo sentía como su pene entraba y salía rápidamente de mi ocasionando que todo mi cuerpo temblara. –Prepárate amor, estoy a punto de correrme –me dijo.

Y de pronto sentí un orgasmo que me hiso gemir y gritar muy rico, sentía como mi pelvis se contraía del placer que sentía y de pronto escuche que el doctor comenzó a gemir también, me tomo de las caderas y sentí como su semen me llenaba por dentro. Lo sentía caliente y muy espeso, enseguida el doctor salió de mí y se recostó a un lado de mí.

Después un tiempo y de haber pasado mi excitación, me lleve mi mano hasta mi conchita y mis dedos quedaron empapados del semen que aun salía de mi interior. Esto me trajo de nuevo a la realidad, y al pensar en todo lo que había sucedido me entro el arrepentimiento y el miedo.

Vi que el doctor estaba tirado en el piso, dormido y con una cara de satisfacción. Rápidamente me levante y comencé a cambiarme. No quería seguir en ese lugar, quería salir lo más rápido posible. Por mi mente cruzaba las experiencias con mi maestro y el temor de quedar embarazada. Salí de la clínica a oscuras, sin mirar atrás y sin saber los resultados de embarazo que tanto deseaba.

Datos del Relato
  • Categoría: Confesiones
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