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Llueve fuera, una de esas lluvias de verano que empapan todo inundándolo con olor a tierra mojada.
Me encuentro tumbado en la cama, pensando. Tendría que haber ido de vacaciones pero el maldito virus ha truncado mis planes o lo que es peor, me ha quitado las ganas de planes. Me levanto, enciendo el ordenador y comienzo a escribir. Siento de antemano los errores, pero los pensamientos están ahí y los voy a ir contando de la manera más entretenida posible, según me vienen a la cabeza.
Recuerdo las primeras vacaciones en la playa, con el reducido grupo de amigos y amigas. Ya por entonces me atraía el culo y todo lo que tuviese que ver con él. Jugábamos a médicos y enfermeras en casa de mis vecinas, y como no, jugábamos a ponernos inyecciones en el culo usando lápices como agujas. Yo pinchaba a la de mi edad, una un poco más pequeña me ponía a mi la inyección y la chica que tenía un par de años más que el resto, solo permitía que la pinchara su hermana y además, en lugar de tumbarse como los demás, quería estar de pie, como los mayores. También construíamos tiendas de campaña donde, amparados en la penumbra e intimidad que esta proporcionaba, dábamos clases de "culología", señalando y mostrando las distintas partes que configuraban un culo y por supuesto, jugábamos a padres y madres, y nos acostábamos con alguién en la "misma cama" y si nuestro "hijo" se portaba mal le dábamos azotes.
Más adelante, en la adolescencia, se practicaba el mooning (enseñar el culo porque sí), castigábamos en grupo a un pobre infeliz, formando una fila por la que tenia que pasar agachado mientras le zurrábamos.
La tele no ofrecía demasiado, pero aun así, había culos y retos en series suecas, donde el perdedor tenía que quedarse con el culo al aire en un lugar público. Luego llegaron las pelis porno. Yo solo me interesaba por ellas cuando aparecía un culo. Recuerdo una escena, una criada que espiaba a sus amos mientras hacían el amor a través de la mirilla de la puerta. El mayordomo se acercaba entonces, le levantaba la falda y le bajaba las braguitas dejando al aire un culete de lo más sensual. Luego, claro esta, se la follaba. Pero el momento cumbre, para mí, era el culo. No había nada más.
Un día, por casualidad, mientras buscaba, como no, traseros en internet. Descubrí una página sobre azotes con unas pocas fotos. En una de ellas, una chica, desnuda de cintura para abajo, se hallaba tumbada boca abajo sobre dos sillas, con el culo al aire. Un profesor, con birrete, sostenía una vara. Ese fue para mí el despertar, mi querido culo, ya no estaba solo, si no que otras sensaciones como la vergüenza, el azote, la valentía, el voyerismo, tomaban todo su significado. Una segunda foto, con 3 chicas sentadas en un sillón y una tercera, con el culo al aire, acostada sobre ellas, esperando que la cayesen los golpes de una raqueta de ping pong que la de en medio sujetaba sonriendo de una manera muy especial, acabo de hacerme fan de las azotainas de un modo que nunca hubiese imaginado.
Más adelante, llegaron los canales de video de azotes. Y luego, poco a poco, descubrí que había otros muchos fetiches como inyecciones, enemas, supositorios. Pero el sexo más tradicional, seguía sin llamarme la atención.
Mi despertar fue cuando, de manera algo tardía, descubrí lo que era besar de verdad en la vida real y tener sexo de verdad. De repente, las tetas tenían significado, el coño era un lugar digno de ser explorado y los besos, tan inocuos en los videos que veía, estaban cargados de sabor y me ponían palote. El culo, por supuesto, seguía ahí, lo único que ahora no era un ente solitario ahora el culo jugaba en equipo.
Mi desarrollo estaba casi completo. Los videos, de mayor o menor calidad, aportaban mucho. Empecé a escribir y a intentar llenar los relatos con lo que echaba en falta en un video... argumento, olores, sabores, pensamientos... también los intentaba llenar con lo que quería ver y no pasaba en ellos. Los videos, casi todos, iban demasiado rápido al meollo de la cuestión y en muchos la mezcla de coños, tetas, culos y penes no aportaba mucho más que una orgía borrosa. Es más, llegué a preferir treinta segundos de camara fija en el rostro de una chica siendo azotada, que diez de ardiente acción pornográfica.
Seguí buscando y descubrí los videos porno japoneses. Sí, muchos de ellos con ese pixelado que estropea todo... pero otros muchos no... Los besos japoneses, que no necesitan de pixelado, son los más sensuales y eróticos que he visto nunca. La lengua juega realmente un papel excitante. Me he corrido solo viendo videos besos de japoneses. Luego están los videos sin censurar, no todos, algunos, realmente muestran el sexo de una manera increíble, desnudando poco a poco, preparando poco a poco para el climax final. Y luego el fetichismo... las chicas metiendo su lengua en culos masculinos, algunos peludos... y que decir de las flatulencias... lejos de esa exhibición un tanto caótica de los videos brasileños, que personalmente no disfruto, en el mundo japonés, las flatulencias se explican. La chica de turno sale y dice, me llamo tal y tal y hoy voy a tirarme un pedo, que vergüenza. Solo por eso, por ese candor y esa manera de hacer, ya merece la pena ver el video y el culito... aunque sea oculto bajo pantalones vaqueros o braguitas de color... y luego la servicialidad, tan adorable a veces. Uno de mis vídeos favoritos, sobre este oloroso tema, es el de una japonesa a cuatro patas (no se la ve el culo ni en un fotograma para mi pesar), que después de disculparse, comienza a lamer el culo peludo de un japonés anónimo, en un momento dado, fruto del excesivo relax, el japonés de turno deja escapar una ventosidad en la cara de la muchacha. Esta tose, mueve la cabeza, sonríe y como si no hubiese pasado nada, continua con su labor. Por algún motivo, con este video, mi pene crece, no importa las veces que lo haya visto.
Y en este punto me he quedado, no quiero avanzar más. Meterme en otros mundos más oscuros que cruzán límites de dolor o ética, para mí, ni en fantasía, tienen sentido. El mundo gay tampoco me llama la atención, aunque reconozco que cuando una chica azota el culete de un chico o incluso, cuando el culete, sea masculino o femenino, esta bajo el dominio de una vara, el tema no deja de tener interés.
Pero insisto, esto solo son gustos muy personales y un recorrido por este mundo. Un día me gustaría grabar una serie, basada, como las películas o las series de verdad, en algún relato. Una serie que recoja mostrando o enseñando, el sexo y todo lo que le rodea y hace más apetecible. Quizás los capítulos solo me gusten a mí, con suerte, quizás alguno de ellos le guste a alguién más. Y si no queda la imaginación.
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