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Tato logra tener simultáneamente a esposa, suegra y cuñada en la misma cama como regalito de Navidad
¡Hola! soy Caro, profesora de historia, prosiguiendo con el relato abandonado en "El cuarteto perfecto". Recapitulo para que puedan comprender mejor la presente historia.
Mi amiga Adelina, morocha de cuerpo exuberante, se casó con Tato poco tiempo después de cumplir 25 años. Comparten su casa con Fanny y Susy, madre y hermana mayor de ella. La primera es una viuda que anda por los 50 y pico de años, carnes muy firmes, pechugona. La hermana es la típica solterona que, huyéndole al casamiento, se las rebusca como puede. Un tipo hoy, otro mañana, pero con ninguno en particular ni permanentemente. No es fea, todo lo contrario. Puede decirse que es una versión joven de la madre.
Tato es un insaciable que recurrió a una puta para satisfacer su incansable sed de sexo, hecho que motivó que las tres mujeres elaboraran un ingenioso plan para alejarlo de esa mujer: compartirlo en la cama. Un detalle, Tato desconoce la existencia del pacto pero disfruta plenamente del sexo a toda hora y en cualquier lugar .
Durante seis meses el plan funcionó a la perfección, Tato se saturó de sexo ignorado que lo estaban manipulando. La cercanía de la Navidad preocupó tanto a la madre como a las hijas, al punto tal que se reunieron para determinar el camino a seguir.
Chicas, creo que tenemos que ir pensando cómo vamos blanquear esta situación. – sugirió Fanny.
¿Revelarle que consiento que me meta los cuernos con ustedes dos? – preguntó Adelina.
Si, me parece que no queda otra porque cada día se hace más difícil ocultar que las otras dos ignoran lo que pasa. ¿Cuánto tiempo más se creen que se puede tragar la píldora?
Mamá tiene razón. Regularizamos o se termina pudriendo todo. Este va a empezar a visitar de nuevo a la puta – pontificó Susy.
Tengo miedo de que salga mal – confesó Ade.
Si fuimos tan audaces como para hacer lo que estamos haciendo, tenemos que exprimirnos el cerebro para encontrar la solución – aseguró la madre con convicción.
Ade, esta noche te toca a vos. Fijate si podés comenzar a hacerle entender que no te molesta que se acueste con nosotras también – propuso Susy.
Voy a ver qué se me ocurre.
No les voy a contar lo que pasó esa noche porque pueden imaginárselo. ¡Otro empacho de sexo para el desprevenido marido! Agotada por el ejercicio, Adelina se sentó en la cama, encendió el tradicional cigarrillo del después y comenzó a interrogar al marido.
Tatito, nunca me contaste cuales son tus fantasías incumplidas.
¡Son tantas que hasta perdí la cuenta!
Dale, no seas malito, contame una. ¡La más disparatada de todas!
¿En serio querés que cuente?
Si papito, contame las más chanchita de todas tus fantasías.
A ver, a ver. Acostarme con dos mujeres al mismo tiempo.
¿Con quién, con quién?
Con ninguna en particular.
¿Jóvenes o maduritas?
Prefiero maduritas. Por supuesto, una de las dos serías vos.
¡Qué inmundo que sos! Ja. Ja, ja.
¿Vos no tenés ninguna fantasía incumplida?
¡Claro que tengo fantasías!
¡Contamela!
No, me da mucha vergüenza.
¡Dejate de joder! Contame, total no es nada más una fantasía.
Bueno, ya que insistís. Me ratonea la idea de verte garchar con dos mujeres al mismo tiempo.
¡A la pipeta! Después el inmundo soy yo.
Me encantaría ver como te las arreglás para fifarte a dos minas delante mío.
Difícil de cumplir, difícil. Primero ¿Dónde carajo encontramos dos minas dispuestas a coger conmigo y, además, delante tuyo? Segundo ¿Cómo hacemos para meterlas en la casa sin que se den cuenta tu vieja y Susy?
¡Qué pesimista que sos!
¡Cómo pesimista! Así, de golpe, les decimos que trajimos dos minas para que vos puedas cumplir con la fantasía de verme garchar con dos tipas. ¡Nos cagan a palos!
¿No me vas a dar el gustito?
Dejámelo pensar, pero creo que no va a funcionar.
La conversación quedó interrumpida pero la semilla estaba sembrada. La mañana siguiente Ade se volvió a reunir con sus cómplices para comentar los resultados de la conversación.
¿Cómo te fue? – preguntó la madre.
Le planteé el tema pero sin nombrarlas a ustedes. Estuvimos hablando de las fantasías incumplidas. La de él es acostarse con dos minas al mismo tiempo, una madurita y yo.
¡Qué me contás! – exclamó Susy.
Yo le dije que a mi me gustaría ver como se las arreglaba para fifarse a dos minas adelante mío.
¡Lo tuyo es más puerco que lo de él!
No me cabe duda. Dijo que era algo inmundo pero que le gustaba la idea. Las únicas contras que encontró fueron que de dónde íbamos sacar dos minas dispuestas a participar y cómo las metíamos en casa sin que ustedes se enteraran.
¡Bárbaro! Mordió el anzuelo, ahora Susy y yo lo vamos a tener que convencer de que estamos dispuestas a arriesgarnos a participar. Vos nena, cundo llegue el momento ofrecé un poco de resistencia para que no sospeche.
¡Qué lindo! ¡Lo vamos a reventar! – festejó Susy.
Esta noche es mi turno así que voy a sondearlo.
Después de la cena Fanny miró a Tato y le guiñó un ojo para indicarle que esa noche lo esperaba en su cuarto. Las hijas se fueron a dormir bien temprano dejando que suegra y yerno se quedaran solos. Otra guiñada indicó que el camino estaba libre. Rápidamente entraron el cuarto, ella comenzó a desvestirse pero él se quedó quieto, sentado sobre el borde de la cama.
¿Qué te pasa bebé? ¿No te vas a desvestir?
Ahora, ahora. Antes quiero contarte algo que anoche me dijo Ade.
¡Ahora qué mierda pasa con mi hija! – fingió protestar la suegra.
Quiere cumplir una fantasía que tiene.
¿Eso te preocupa?
Si, porque es un poco brava.
¡Cumplisela y listo el pollo!
Fanny, no entendés nada. Quiere verme coger con dos minas al mismo tiempo.
¡Mirá las fantasías que tiene mi hijita!
Decime qué hago.
Es la oportunidad perfecta para que cojamos los cuatro sin inhibiciones ni sentimientos de culpa.
¿Creés que Susy se va a prender en la patriada?
Si se trata de fifar, ¡Seguro que si! Mañana la tanteo y después te cuento.
¡Sería una maravilla! ¡Coger con la madre y las dos hijas al mismo tiempo!
¡La fantasía de Ade es una joyita!
En la consabida reunión matutina, las tres festejaron la marcha de la gestión. ¡Tato había caído en la trampa! Restaba la instrumentación final del plan. Se comprometieron a no mencionarle más el tema. El día D sería la Nochebuena. Fanny les advirtió que iba a decirle que Susy estaba de acuerdo en participar. Después, ninguna explicación más.
Tato trató de interrogar a Susy pero sólo obtuvo una sonrisa picarona por respuesta. La suegra adoptó idéntica actitud. Él tenía que calmarse y esperar que le indicaran cuando sería el gran evento. Ade tampoco volvió a mencionar el asunto.
Por fin llegó el 24 de diciembre. Rehusaron las invitaciones de varios familiares y decidieron cenar los cuatro solos, en la casa. Comieron discretamente, abundantes libaciones alcohólicas, arbolito de Navidad, pesebre, felicitaciones, buenos augurios, entrega de regalos. Cuando le tocó el turno a Tato, se encontró con la novedad de que debajo del arbolito no había ningún paquete con su nombre. Susy y Fanny habían desaparecido de la escena. ¿Adónde estaban?
¡Feliz Nochebuena papito! – exclamó Ade besando a su marido en la boca.
¿Adonde se metieron Susy y tu vieja?
En la pieza, preparándote el regalito.
¡Vamos a verlo!
¡Qué ansioso! Dijeron que tenemos que entrar con los ojos cerrados. Yo tampoco sé de qué se trata.
Lo que quieras.
¡Claro que estaba ansioso! ¿Qué se traían entre manos estas dos turras? Recorrieron los escasos tres metros que los separaban de la pieza con paso acelerado. Abrieron la puerta para percatarse que la luz estaba apagada .
Pasen chicos. Pero no abran los ojos hasta que les digamos – ordenó Fanny.
¿Están listos para la sorpresita? – preguntó Susy.
¡Listos! – respondieron Ade y el marido al unísono.
¡Abran los ojos!
Lo escena que se presentaba frente a la pareja los dejó algo trastornados. Dos mujeres recostadas sobre la cama, Susy totalmente desnuda y Fanny vistiendo sólo bombacha y corpiño negros. Ade fingió una estudiada reacción de protesta.
¿Qué significa esto? ¡Susy en pelotas y mamá casi desnuda!
Cariñito, es nuestro regalo de Navidad – explicó la madre.
¡Sos una amargada hermanita! – reprochó Susy.
¿Qué pretenden? – inquirió Ade.
¡Cogernos al bomboncito de tu marido! –contestó la madre.
¡Mamá mirá lo que estás diciendo! ¡Como se lo van a coger si son la suegra y la cuñada!
¡Mejor, mejor! ¿Preferís que se acueste con una puta?
¡No, eso nunca!
Tato permanecía de pié, callado y estupefacto por el giro de la conversación. No podía creer lo que estaba viendo. Fanny caminó en cuatro patas hasta ubicarse arrodillada frente al yerno.
¡Miren como se le agrandó el bultito!
¡Terminemos esta discusión estúpida y comencemos con el regalito! – respondió Susy.
¡Si, si! Queremos que muestre el choricito.
¡Ade, no te quedes parada y mirando como una boluda! ¡Ayudalo a ponerse en pelotas! – ordenó la madre con energía.
Ade comenzó la operación "pongamos en bolas a Tato". Una a una, fue quitándole las prendas con las que estaba vestido hasta dejarlo tal cual como vino al mundo. Él seguía manteniéndose silencioso, aceptando el regalito que le estaban haciendo.
¡Nena! ¡Linda poronguita la de Tatito! – alabó la suegra.
¡Ya la vas a sentir! – contestó la hija menor.
Te concedemos el privilegio de ser la primera – invitó la hermana.
¡Nena empezá con mamadita y pajotita suaves! – sugirió la veterana.
Tato se sentó para permitir que la mujer comenzara su dulce tarea. Mientras tanto, Fanny se despojó de la ropa interior para luego recostarse sobre la cama junto a la otra hija. Ade, absorta, se dedicaba diligentemente a succionar el pene del marido.
¡Pará un poquito nena, pará! Haceme lugar que les voy a enseñar cómo se ordeña a un tipo – ordenó la vieja tomando el lugar de la hija.
¿Ordeñar? – preguntaron las otras dos mientras Tato soportaba con estoicidad.
Lo que oyeron. Tatito, arrodillate sobre ese silloncito pero dándome la espalda.
Él obedeció sin chistar, acercó el silloncito, se arrodilló y esperó pacientemente. La veterana se puso en cuclillas a sus espaldas, acarició los glúteos con las palmas de las manos, los separó, buscó el ojete con la lengua y empezó un fogoso entra y sale. Le hizo una seña a Susy para que le alcanzara el pote de crema que estaba sobre la mesita de noche, untó con un poco las manos, procediendo luego recorrerle las pelotas y continuar con la pija. Cada pasada de manos provocaba fuertes gemidos de placer por parte del machito. Empuñó firmemente el miembro desde atrás, iniciando el movimiento de sube y baja de la pielcita. Subir, bajar, subir, bajar, subir, bajar. Pausa.
Nena, ponete cremita en las manos y hacele lo mismo que hice yo. Suavecito y despacio. ¡No vaya a ser que lo hagas terminar antes de tiempo!
¡Es bárbaro mamá! ¡qué buena idea!
Tato no se imaginaba lo que le esperaba. Mientras la esposa cumplía fielmente lo que le habían encargado, Fanny acarició el ojete con movimientos circulares de su pulgar, se untó el dedo índice de la derecha con crema y lo fue introduciendo lentamente. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa.
Tatito lindo ¡Te estoy cogiendo por el culo!
Despacito, por favor, despacito – suplicó el yerno con voz vacilante.
Decime que te gusta, putito lindo.
¡Si mamita, me gusta mucho! ¡Shui, shii, shii!
Ade continuaba con el sube, baja, sube, baja, sube, baja de la endurecida pija. Pausa. La madre con el adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera, en el ojete.
- ¡Atención que ahora viene lo mejor, el ordeñe final! Haceme lugar que quiero empezar, Ade poné la cabeza debajo de la poronguita que ya viene la lechita.
Lo hija obedeció, le cedió el lugar y se colocó en posición receptora. La madre se apoderó del miembro que ya estaba duro como el mármol, y, desde atrás volvió a empuñarlo firmemente para hacer rápidos y violentos movimientos de abajo hacia arriba. Abajo, arriba, abajo, arriba, abajo, arriba. ¡Tato sintió que le estaban haciendo la mejor paja de su vida!
¡Abrí la boquita bien grande que te sirvo la lechita!
¡Oggg, oggg!
Bastaron cuatro abajo, arriba más para provocar un formidable lechazo acompañado por el orgasmo más espectacular del que el yerno tenía memoria. La mujer recibió el chorro de semen con la boca bien abierta mientras la suegra continuaba la pajotita hasta que salió la última gota.
¡Tragala, nena, no desperdicies nada!
¡Casi me ahogo mamá! Ya me la tragué como dijiste.
¿Rica?
¡Exquisita!
¡Uf! ¡Me mataron turras, me mataron! –protestó Tato abandonando el sillón para luego tirarse sobre la cama.
Susy, diligentemente, se empeño en limpiarlo dándole lengüetazos desde los testículos hasta el glande. Ade se acercó a la cara del marido para besarlo en la boca.
Mientras ustedes dos descansan, Susy y yo les queremos mostrar un espectáculo que preparamos – explicó la vieja.
¿Lo hacemos ahora? – preguntó la hija mayor.
Si, así le damos un respiro a nuestro Tatito.
¿Empezamos haciendo tijerita?
Cuando vos lo dispongas mamá.
Se acostaron ubicadas frente a frente, se abrieron de piernas, y enfrentando concha con concha comenzaron a hacer suaves movimientos mutuos de frotación que aceleraron al aumentar el nivel de calentura. Súbitamente, dieron un salto y pasaron a posición 69 con Susy arriba. Fanny, desde abajo, le introdujo el pezón derecho dentro de la concha para comenzar a moverlo de arriba hacia abajo. Mientras tanto, le trabajaba el ojete con el pulgar de la mano izquierda hasta terminar introduciéndoselo con fuerza. Cambiaron otra vez de posición, ahora era Susy la que trabajaba con las tetas dentro de la concha de la madre, que continuaba dilatándole el ojete con fruición. En medio del frenesí, Fanny abandonó su lugar para ubicarse con la espalda apoyada sobre las piernas abiertas del yerno.
- ¡Ade, chupame la concha!
La hija menor se acostó boca abajo frente a la concha empapada de la madre, que se balanceaba de arriba hacia abajo frotando la espalda contra la pija del yerno. Ade introdujo tres dedos con rapidez, bombeó con energía una, dos, tres, cuatro veces hasta que un chorro de líquido incoloro brotó para estrellarse contra su sorprendida cara.
¡Uauu! ¡Acaban de presenciar un eyaculación femenina! - Exclamó Fanny con aire triunfal.
¡Mamá, me mojaste toda la cara! – protestó la hija.
Pero fue todo un espectáculo – acotó Susy.
¿Tatito, te gustó esta parte del regalito? – preguntó la suegra.
¡Fantástico, mamuchita, fantástico! Jamás pensé que iba a poder ver como cogían entre ustedes.
Preparate que ahora te toca a vos entrar en acción – advirtió la cuñada.
Susy se acostó boca arriba sobre la cama, abrió las piernas, hurgó debajo de la almohada y extrajo una cuerda con lazos en ambas puntas, estribó ambos pies en ellas para luego pasarlo por detrás del cuello. Una manera perfecta para mantener las piernas totalmente abiertas y levantadas, al mismo tiempo que ofrecía concha y ojete ante los ojos desorbitados del cuñado.
¡Boludito, todavía no entendés que quiero lengüita, mucha lengüita! – reprochó Susy.
¡Dale Tato, mostrá cómo le metés los cuernos a mi hija! – incitó la suegra.
Comenzó lamiendo la entrepierna para seguir con los labios mayores, separó con el índice y pulgar de la derecha, tropezó con los carnosos labios menores que mordió con furia, buscó el ojete y lo perforó con la lengua.
¡Ustedes dos no se queden mirando! ¡Atáquenle las tetas, chúpenlas, muérdanlas! – ordenó Tato.
¡Siii, siii! ¡Me gusta, me gusta! ¡Uggg, uggg! – aullaba la cuñada.
Madre e hija se abocaron a la tarea de sobar, chupar, pellizcar y morder esas dos carnosas moles de carne pertenecientes a la mujer que gemía y suplicaba que lo hicieran más intensamente.
¡Absorbé el juguito, absorbé el juguito! – reclamaba Susy entre gemidos y jadeos.
¡Más fuerte, putito, más fuerte que le gusta! – incitó Ade a los gritos.
¿Te gusta puerquita? Decime que te gusta.
¡Sii, siii! ¡Meteme el chorizo, meteme el chorizo! – exigió la hermana mayor.
Fanny no cesaba de morder y chupar los pezones de la hija mientras Ade se dedicaba a frotarle el clítoris. Tato empuñó decididamente la verga con la derecha, separó los labios mayores, apuntó y penetró hasta el fondo mientras los jugos vaginales de la cuñada afloraban en abundancia. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa.
¡Ade, metele el dedo en el culo! – sugirió la madre con vehemencia.
¡Ayyy, ayyy! ¡Me están matando, me están matando! – bramó la hermana.
¡Tomá, tomá! ¿te gusta que te meta los deditos en el culo hermanita?
¡Cornuda, no hablés, no hablés y seguí metiendomelos hasta el fondo! ¡Ayyy, ayyy!
Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera por los dos agujeros. Pausa. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro.
¡Rompele el culo Tatito! – propuso vehementemente la madre.
¡Culeala, bebe, culeala tranquilo que se lo abro bien abierto para que le entre toda! – secundó la hermana menor.
¡Metémela todita, puerquito, dámela por el culo! – reclamó Susy a los gritos.
¡Tomala toda, tomala toda! – respondió el cuñado.
Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa. Susy estiró la mano derecha para frotarse el clítoris dando muestras de su evidente estado de excitación mientras la madre continuaba con la mamada de tetas y la hermana le sostenía las piernas levantadas.
¡Agggg! ¡Hijos de puta, Siento fuego en los intestinos! – se quejó la que era culeada.
¡Estoy acabando, estoy acabando! – gritó Tato en estado de desesperación.
¡Por favor, acabame adentro, acabame adentro! – imploró la cuñada.
El chorro de leche no tardó en emerger por la punta de la verga del afortunado Tato. La retiró lentamente para permitir que el líquido caliente y espeso surgiera del ojete con fluidez.
¡Ahhh, ahhha! – chilló Susy cerrando los ojos y mordiéndose los labios.
Ade, seguí metiéndole los deditos en el culo, jugá con la lechita, untale la concha hasta el fondo – sugirió la madre.
¡Fanny, limpiame la pija con la lengua! – requirió él.
¡Con gusto, papito! ¡Te lo merecés! ¡Chicas, miren como le chorrea! – replicó la suegra.
La veterana se esmeró en la limpieza, con ardientes lengüetazos cubrió la superficie que va desde los testículos hasta el glande tantas veces como fueron necesarias para que no quedaran rastros de semen. Una vez que comprobó que todo estaba en orden, se sentó en la cama para mirarnos atentamente.
Creo que merecemos tomarnos una copita de sidra. ¿Si? – propuso Fanny.
Quédense tranquilas que me yo encargo de traer la botella y las copas – respondió el yerno partiendo raudamente hacia la cocina.
Tumbados boca arriba sobre la cama, repusieron fuerzas bebiendo unas cuantas copas de sidra y fumando varios cigarrillos. La conversación surgió sola, no hizo falta que ninguno de los presentes la sugiriera.
Tatito ¿Qué te pareció el regalito? – preguntó la mujer.
¡De primera1 No se les pudo haber ocurrido nada mejor – respondió él con euforia.
La que tiene una pregunta que requiere una contestación inmediata soy yo – terció la madre.
¡Largá el rollo! – apuró Ade.
¿Qué va a pasar de mañana en más? – inquirió Fanny.
No entiendo qué querés decir, mamá – respondió Ade.
Lo que quiero saber yo, y creo que Susy también, es si desde mañana en más vamos poder seguir disfrutando de la pija de Tatito. ¿Ahora entendés?
Yo no tengo ningún problema. De última, el que tiene que decir si acepta es Tato. ¿No? – contestó la hija menor.
¿Vos qué decís Tato? – sonsacaron madre e hija al unísono.
Si es por mi, encantado de la vida – contestó el interrogado.
Entonces vamos a tener que organizarnos un poco. Sugiero que Tato duerma una noche con cada una de nosotras. Puede elegir un día para descansar. Es exclusivo para la que cumpla años y las tres vamos a festejar todas juntitas el de él como hicimos hoy. ¿Les parece bien? – expresó Fanny.
¡Si, de acuerdo! - respondieron Ade, Susy y Tato.
Pero todavía falta algo. Ade merece un buen polvazo como premio por dejarnos compartir el choricito de Tato.
Ade y Tato se abrazaron, ella dirigió su mano hacia el miembro y empezó a sacudírselo. Él sonrió y se abandonó al juego. Las otras dos se acercaron para colmarlo de caricias y besos.
¿Te hago bien la pajotita papi? Tu nenita quiere que te sientas feliz.
Quiero que me besen las tres. Una la puntita, otra el ojete y la restante los huevitos – requirió él engrandecido.
Agarrate los huevitos con la mano, mantenelos pegados al choricito y así una besa la puntita y a las otras nos quedan las pelotitas.
Inmediatamente pusieron manos a la obra. En un mar de carcajadas, las tres complacieron al macho de la casa. Siguieron haciéndolo por varios minutos, hasta que Ade reaccionó imprevistamente.
¿Papi, cuando me vas a coger?
Ahora, amorcito, ahora. Ponete en cuatro patitas, levantá la colita y preparate. Chicas, colaboren un poco.
Fanny y Susy la ayudaron a colocarse como pedía el marido, completando la operación con suaves caricias en las tetas y en el clítoris. Tato se colocó detrás, lubricó la poronga, la empuñó y lentamente fue introduciéndola en la concha de la esposa.
¡Sentila, cornudita, sentila!
Hasta el fondo, tesorito, hasta el fondo.
¿Así, así?
¡No pares, papiturri, no pares! ¡Uuuuuuu!
Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro, afuera, adentro. Pausa para besar a las otras dos. Adentro, afuera, adentro, afuera, adentro.
¿Qué estás haciendo Fanny? – preguntó Tato entre constantes jadeos.
Te estoy lamiendo los huevolines desde atrás tesorito – respondió la suegra.
¡Esto es un sueño! – exclamó él.
¡Metela todaaa, todaaa! ¡Ahhh, ahhh! ¡Susy meteme el dedito en el culo! – gritaba Ade.
¡Tomá, mamita, tomá! ¡Disfrutame cornuda, disfrutame!
¡Ayyyy! ¡Más fuerte, mierda, más fuerte! ¡Ayyyy!
¡ME VOY, MAMITA, ME VOY! ¡TE QUIERO, TESORITO, TE QUIERO!
¡Asi, así! ¡La lechita adentro, la lechita adentro! ¡Uauuuuu!
¡AGGHHH! ¡AGGGHHHH! ¡TERMINO, TERMINO, TERMINO!
El último chorro de leche de Tato de derramó en el interior de la concha de Ade, que se retorcía de felicidad. Fanny alcanzó a recoger algo de lo que chorreó por los huevos. Esta vez fue Susy la que se encargó de la limpieza del pene.
¡Chicas! Después de esto, creo que ya no me queda resto. ¡Estoy seco! ¡Rendido! – proclamaba Tato.
Tranquilo, bebé, tranquilo que hoy no te vamos a joder mas. – respondió la suegra.
Descansá, papito, descansá. Dormite que mañana será otro día – lo consoló la esposa.
¡Reponete pronto que mañana la seguimos! – bromeó Susy.
¿Mañana también? – preguntó el exhausto cuñado.
Vamos a ver, vamos a ver. En una de esas conseguís que te regalemos otro espectáculo como el de hoy. Si el choricito se repone, nos cogés a las tres.- lo consoló Fanny riéndose.
A los diez minutos los estruendosos ronquidos de Tato demostraban que los pelos de tres conchas habían podido más que los de la puta.
¿Están contentas chicas? – preguntó la madre.
¡Bárbaro! – respondieron al unísono las hijas.
¡Este no se nos escapa más! Mañana lo terminamos de domar. Ahora a descansar. Ustedes dos duerman con él para que no se sienta solito. Cuando se despierte, aprovechen la erección matutina y háganle una pajotita suave para que entre en calor.
Yo propongo que no lo forcemos demasiado. Que sea él el que tome la iniciativa cuando tenga ganas de coger así sigue creyendo que es el que tiene la sartén por el mango – acotó Ade.
Pero si yo ando con calentura no voy a andar esperando que se le antoje empomarme. ¡Me mando sola y lo obligo a que me garche quiera o no quiera! – protestó Susy.
Está bien. Seamos cautelosas y prudentes, no vaya a ser que nos pasemos de rosca. Si están calentitas y no queda otro remedio, ¡ataquen sin piedad! Pero mejor seguimos charlando del tema otro día porque es muy tarde, así que a la camita – aconsejó la madre mientras bostezaba.
Fanny se fue a su pieza dejando a las hijas a cargo del bello durmiente de la casa que reposaba tendido sobre la cama. Se colocaron una a cada lado y el cansancio hizo lo suyo.
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