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"Un corneador profesional explica en un detallado informe a una pareja interesada sobre como actúa, sus gustos, preferencias y exigencias. "
Tengo un matrimonio de buenos amigos, siempre muy interesados en el sexo, muy aficionados a experimentar nuevas situaciones, sin tabús, abiertos a casi todo.
Recientemente decidieron explorar un poco el mundo de los corneadores, ya sabéis, ese tipo que se folla a la señora con el consentimiento del marido. Contactaron con un corneador profesional a través de internet y le pidieron unas explicaciones sobre como iba el tema para quedar, si pedía dinero a cambio, etc.; el corneador les dijo que para no perder el tiempo mejor les remitía un texto que ya tenía preparado para esas ocasiones, con una información detallada sobre sus servicios y que luego decidieran. Y para mi curiosidad también, mis amigos me enviaron el texto, un informe bien detallado para que no queden dudas. Un corneador muy meticuloso al que no le gusta dejar cabos sueltos. Ahora lo pongo aquí por si puede ser de interés también para algunos que estén pensando en dar ese paso.
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“” ¡ Hola, pareja ¡. Habéis contactado conmigo al estar interesados en un macho corneador que haga disfrutar a la esposa. Os daré detalles de como funciona este mundillo, o al menos como funciono yo. Tras la lectura de esta información me hacéis llegar vuestra decisión final.
Soy Manuel (nombre ficticio, claro). Vivo en una ciudad media española, relativamente cerca de Madrid. Tengo 39 años, buena presencia, alto, bien parecido, aspecto atlético, culto. Bien dotado. Disculparme estos detalles de vanidad, pero es bueno que os hagáis una idea de mí para decidir.
No cobro por mis servicios, lo hago porque me gusta follar a las señoras, pero los gastos de hotel, comidas, copas, etc., esos sí son de vuestra cuenta. Los gastos de desplazamiento los asumo yo y también los artilugios propios del sexo: preservativos, lubricante, etc.
Es muy normal que soliciten mis servicios aquellas parejas en las que hay una importante diferencia de edad entre ellos. Mujeres entre 50 o 60, o incluso bastante más, y hombres que les llevan 10 o 15 años. Esas diferencias condicionan mucho a la pareja para el sexo, ellas suelen ser aún muy activas sexualmente y ellos no pueden seguir el ritmo. Y en general cualquier pareja que ha perdido el interés en el sexo entre ellos. Si sois una pareja liberal, buscar a un corneador como yo será buena solución para que vuestra vida sexual no decaiga.
Debéis estar muy, pero que muy seguros de dar este paso. Me disgusta muchísimo, y en esos casos si que cobro una cantidad en compensación, que llegados a la habitación del hotel, a el marido le entre un ataque de celos o bien a ella de puritanismo y cancelan el encuentro. Yo que iba preparado para follar tengo que irme a veces a buscar a una puta y llevarla al hotel para no sentirme frustrado. Así que hablarlo mucho entre vosotros, nada de decisiones imprevistas, todo bien meditado, por favor. Tenéis que tener muy claro que la putita va a ser follada a tope, en todas posturas y variedades, y que el cornudo tiene que estar muy dispuesto a soportarlo. Desde el momento del encuentro con el corneador dejáis de ser lo que habitualmente sois, quedarán a un lado vuestros prejuicios morales y sociales. Desde ese momento ella será la putita, la golfa, y él el cornudo, el cabrón consentido. No me importan vuestros nombres ni a vosotros el mío. Ahora ya hacéis otro papel y si no podéis asumir ese nuevo rol de comportamiento, no dará resultado.
Por supuesto, y para evitar desplazamientos inútiles, pido antes que nos conozcamos por cam por el skype o el whatsapp. No exijo ni mucho menos que ella sea una mujer exquisita, de buen cuerpo. Me basta que sea una mujer sana, de presencia normal. Yo procuro buscarle su lado más femenino y habitualmente la encuentro. Pero sí que es importante que no sea vulgar y especialmente muy, muy aseada. Y también que esté totalmente depilada, es más higiénico. Pero que sea joven o mayor, guapa o fea, gorda o delgada, me da lo mismo. Me he follado a alguna con 80 años, y creedme que nada tenía que envidiar en la cama a una de 50.
Si nos gustamos lo suficiente para concretar el encuentro, fijamos una fecha. El encuentro sería preferentemente en un hotel, porque en la vivienda vuestra, en ese dormitorio habitual donde desde hace años solo rutina, no se encuentra el suficiente glamour. Tendréis que reservar dos habitaciones, una doble con cama grande donde tendrá lugar el encuentro y otra sencilla para mí, con el fin de cambiarme, asearme y descansar solo después del acto. Como antes dije, todo de vuestra cuenta. Si queréis reservar más la intimidad, podemos quedar en una ciudad cercana que no sea la de vuestra residencia.
Quedaremos antes para cenar, tomas unas copas, etc., para conocernos un poco más antes de dar el paso definitivo, porque siempre puede haber algo que nos produzca rechazo por una parte o la otra. Ella irá lo más elegante posible, no me gusta la mediocridad. Bien vestida, maquillada con esmero, pero no en exceso, siempre por favor con vestido o falda y tacones. El vestido, si puede ser, más bien corto y algo escotado.
Yo, como corneador, llevaré en todo momento la voz cantante, soy el director de orquesta, como se dice. El corneador no puede andar con rodeos. Es decir, si hemos quedado primero en una cafetería, nos pondremos en un lugar de la barra lo más discreto posible. Yo tras el saludo de rigor, agarraré la cintura de la dama, manteniéndola así bien cerca de mí. El marido cornudo, discretamente, estará algo más retirado, observando, sin apenas intervenir. El cornudo se deleita con la escena y no hablará apenas, salvo que se le pregunte alguna cosa. Desde ese momento la putita es mía y yo decido lo que hacer con ella. Si no hay mucho público en el local, discretamente puedo bajar la mano hacia su culo y manosearlo para tomar contacto con el cuerpo de la putita. Si nos hemos sentado en una mesa, ella y yo estaremos muy juntos, el cornudo en la otra parte de la mesa, y por debajo echaré mano a los muslos de la mujer. Ella no debe de protestar, tiene que dejarse hacer, sin remilgos y sentirse halagada.
Es importante para mí conocer las preferencias sexuales de ella, sus fantasías. Cuando se acude a un corneador es que hay algo que falla. Habitualmente las señoras, aparte de desear ser bien folladas, vienen buscando sexo oral, ya que el cornudo se lo suele hacer poco y mal. Os aseguro que comiendo un coño soy un experto. Otras tienen curiosidad por el sexo anal, que tampoco han practicado. Aunque eso es ya algo más difícil y suelen contraerse por el miedo. Trabajarse un culo es todo un arte y el corneador será muy paciente, irá despacio, mucho lubricante, y si no es posible en el primer intento hay que repetir quizás varias veces. Pero nunca forzar una entrada violenta que podía arruinar la sesión. Aunque tengo la polla algo grande, tranquila, que con cuidado y paciencia acaba entrando. Como me dijo una de las señoras que acudió a mí con su marido: “…Me ha dolido más de lo que me ha gustado. Pero quería hacerlo, no quería irme de este mundo sin que me dieran por el culo, es como si me faltase algo en mi sexualidad. Mis amigas presumen de ello y ahora ya estaré a su altura. Las próximas veces ya iré disfrutando poco a poco...”
Exijo también una prueba de que sois pareja habitual, bien sea con algún documento o mostrando alguna foto antigua donde estéis ya juntos, como la de boda por ejemplo. Lo digo porque una vez un individuo que quería probar el morbo de ver a un corneador con una mujer, lo que hizo fue contratar a una prostituta, tomándome el pelo.
Es también importante saber si la zorrita es multiorgásmica o no. Hay mujeres que se quedan satisfechas con un solo orgasmo y además se les queda el coño sensible tras la corrida y no hay forma de seguir. En esos casos hay que ser muy hábil, mantenerla ahí en el mismo límite, controlando su orgasmo para prolongar la sesión, porque de lo contrario puede terminar en diez minutos. Si es multiorgásmica, no hay problema y podrá gozar todo el tiempo que quiera sin que haya que controlarla. Yo me corro cuando yo quiero, tengo esa facultad, y nunca termino sin que ella quede antes agotada.
Si hay el suficiente entendimiento, después de la cena y de tomar alguna copa, vamos al hotel cada uno a sus respectivas habitaciones. Tendremos una hora para ducharnos y prepararnos. Yo iré bien vestido, el corneador debe ir siempre elegante, suelo llevar traje y corbata, como un señor, sencillamente porque la putita lo merece. Ella tendrá tiempo para el aseo y vestirse sexy: la típica prenda tipo picardía, cortita, y siempre los tacones, ropa interior solo la braguita. El cornudo podrá estar como quiera, él es solo secundario. Podrá quedarse vestido o desnudo, da igual, puede sentarse en un sillón y pajearse, o dar vueltas por la habitación y observar de cerca como se follan a su puta. Pero nada de subirse a la cama, nada de querer intervenir, la zorra es solo mía, no pertenece a nadie más, así que no vayáis con la idea de hacer un trío. El cornudo es solo un mirón y la mujer y yo lo ignoraremos totalmente, como si solo fuese un mueble. Seré dominante, como buen corneador, pero nunca violento. Obviamente tengo que forzar situaciones que al principio quizás no le agraden a la zorrita, pero es necesario, porque para venir a hacer lo que ya hacen en casa, no vale la pena. No soy nada gay ni bisexual, por tanto nada de pretender que encule al cabrón.
Suelo comenzar invitando a la señora a bailar, con música suave, íntima. Bailaremos muy abrazados en el centro de la habitación. Comenzaré a besarla, besos profundos, húmedos, al tiempo que manoseo su trasero y comienzo a bajarle las bragas, me gusta quitarlas antes de llegar a la cama. Se las bajaré hasta cerca de las rodillas y luego irán cayendo hasta que ella levanta un poco un pie para sacarla, si se queda enganchada en el otro tobillo, queda sexy. No le quitaré los zapatos, me gusta follar a las mujeres con ellos puestos.
El cornudo podrá sacar fotos si queréis tener recuerdo del acontecimiento. Pero con cuidado de que no salga mi cara, mi intimidad es sagrada. Después del acto sexual yo revisaré la cámara o el móvil y borraré todas aquellas fotos en las que se me pueda identificar. Para que sea más sensual, yo adoptaré de vez en cuando alguna postura que se preste a ser grabada sin que se me vea el rostro, por ejemplo, en la postura del misionero le daré caña a la putita con fuertes pollazos, metiendo mi cara entre la almohada y el cuello de ella. También es oportuno grabarnos por atrás, cuando me la esté follando a cuatro. Seguro que después en casa os excitaréis viendo esas escenas, como si ella fuese la mejor actriz porno.
El cornudo, como vengo diciendo, no intervendrá para nada, lo tiene prohibido. Tanto si la mujer gime de placer como una loca, no actuará como un celoso. Tampoco si gime con algo de dolor, el dolor en el sexo es necesario. No soy sádico, ni me gusta el bondage ni cosas similares. Pero por ejemplo, si me estoy follando a la señora puesta boca abajo, bien acomodado entre sus poderosas nalgas, unos buenos mordiscos en el hombro por supuesto que le doy para que queden como recuerdo durante unos días las marcas propias de haber sido follada como merecía. O bien cuando la estoy sodomizando. Por supuesto que le meteré mi pollón en la boca, porque es muy seguro que posiblemente no lo hace y aunque no sepa mamarla, le gustará también probar esa experiencia de estar medio ahogada mientras el corneador aprieta hasta su garganta.
Procuraré por supuesto penetrarla en distintas posturas y lugares. En la cama, sobre la alfombra o en un sillón, yo sentado y ella encima a horcajadas. Si es gordita, me gusta follarla a cuatro, para recrearme en un hermoso trasero. Si es delgada, la pondré a cabalgar sobre mí. La cuestión es que no se vaya aburrida. Después de la sesión de sexo, si la señora está satisfecha, me iré a descansar a mi habitación. Pero alguna vez, si ella me gusta más de lo habitual, me quedo a dormir con ella, abrazaditos. La última vez que lo hice fue con una gordita encantadora, cálida, suave, como un osito de peluche; dormí de maravilla agarrado a sus grandes tetas. Y medio dormido, ya avanzada la madrugada, la volví a montar. El marido en ese caso se queda a dormir en la alfombra, el cornudo siempre es sumiso y prudente.
El sexo es variado, solo hay que echarle imaginación y eso no me falta. Creo que quedaréis los dos contentos. De hecho, más de una pareja me ha llamado para repetir.
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