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<p style=""text-align:" right;="" "="">Por: Talita Traveler
Me gusta el verano, me permite ir mas libre, algo mas suelta, encontrar la brisa de la calle sin sostén para que se empunten mis pezones y a veces como hoy salir sin mis bragas. Me excita que el aire cálido como unos labios invisibles acaricien mi vagina.
Hoy salí de compras, las rebajas de verano se muestran bien de precio y he encontrado unos lindos conjuntos para lucir mis largas piernas.
La calle me esperaba con toda su luminosidad, llevaba una falda a media pierna algo volada de color azul celeste, una blusa semitransparente blanca, y unos botines de cordón hasta el tobillo.
Serian las tres de la tarde cuando decidí regresar a casa con mis compras, llevaba las manos ocupadas con varios paquetes y cajas de zapatos con mis compras, fue bajando las largas escaleras del metro cuando sentí como el cordón del botín comenzó a soltarse lentamente a cada paso que daba, me incomodaba no poder parar para atarlo sin tener que dejar en algún lugar tanto paquete, así que decidí continuar bajando teniendo el cuidado de no pisarlo y salir despedida de bruces.
En una de las vueltas de la escalera vi que en sentido contrario subía una chica de aproximadamente mi misma edad, cabellos negros ondulados senos firmes y no muy prominentes piernas largas y tez canela, la pude observar con cuidado por lo largo de la escalera, nuestras miradas se encontraron y se repasaron nuestros cuerpos.
Casi llegando a mi me miro a los ojos y me dijo. –Con ese cordel suelto del zapato te puedes caer-
-si le respondí pero llevo las manos ocupadas.
–déjame yo te lo ato.
Y sin permitir respuesta se acurruco en el escalón inferior y comenzó a enredar el cordón por las hebillas del botín, levanto la cara y me miro,
Supe que en esa acción sus ojos habían recorrido mis piernas de forma ascendente, que se había detenido unos instantes mirando debajo de mi falda encontrando mi desnudes.
Cuando sus ojos hallaron los míos la comisura de su labio inferior era mordida suavemente por sus dientes blancos y un brillo increíble le recorría el rostro.
Trague saliva y no pude evitar que me sonrojara un poco al mismo tiempo que sentía como un latigazo el pulso de mi corazón en mi coño.
Su mirada volvió a descender lentamente deteniéndose conscientemente en mi impudor, sabiendo que esa acción me turbaba con nuevos latigazos y esa sensación de humedad placentera amenazaría a con gotear entre mis muslos. Continuo atando mis zapatos con una demora malvada, mientras a nuestros lados los transeúntes cruzaban sin darnos mayor importancia.
-Ya esta. Así evitamos que te caigas y te dañes un tobillo.- Lo dijo mientras su dedo índice recorrió mi pantorrilla suavemente de forma ascendente llegando a escalar hasta mi entrepierna.
-Si deseas te puedo ayudar con las compras. Lo dijo al incorporarse y sin darme tiempo a una respuesta tomo algunas de las bolsas. Yo estaba en un shock de sensaciones.
– pero….
- No digas nada, ya lo has dicho todo, hoy es un día lindo y puede terminar perfecto. ¿Quieres que te acompañe?.
Lo quería, había salido a la calle con el deseo a flor de piel, con la intuición de que algo excitante me pasaría, y aunque no se hace de forma consciente al verla subir la escaleras y luego a mis pies y después su mirada ascendente… La había deseado.
Las cincos paradas que distan en el metro hasta mi apartamento fueron una exquisita tortura, cuando le quise preguntar su nombre me callo los labios con uno de sus dedos mientras empuntando los labios me invitaba al silencio. Olía a canela, como me lo había imaginado y entre el tumulto del vagón sentí como aprovecho una agitación para apretarme el culo contra sus ingles y me decía al oído -Me traes húmeda desde que te ate los botines.
Subir las escaleras hasta la tercera planta de mi apartamento fue lento intencionalmente, ahora estaba en mi terreno, escalaba delante de ella dejando mi culo expuesto al levantar la falda, sabia que su mirada no se apartaba de él, que también sufría de deseo, que su saliva se tornaba espesa, y su respiración se entrecortaba.
-¿Cómo quieres que me llame? Me dijo ya en el apartamento.
- Te llamaras Canela y serás mi dulce sensación.
- Me llamare Canela y seré tu orgasmo más delirante. Lo dijo empujándome bruscamente sobre el sofá y abriendo mi blusa de tirón.
Expuestas quedaron mis tetas a sus labios carnosos a su suavísimo soplar para que los pezones se empuntaran como pitones de un toro naciente. Cada mordisquillo coqueto que me hacia, era una punzada de deseo directamente a mi coño ansioso de ser comido.
Me separe de sus labios tentación, de su lengua placer, de sus manos escultoras para llevarla a mi cuarto, allí entre sedas azules quería ser amada. Casi desnudas entramos a la habitación me tendí sobre la cama bocarriba y ella desprendiéndose de sus bragas con una habilidad increíble me ato las manos al cabecero.
Su lengua inicio un recorrido turístico de placer, succiono mis tetas con avidez, se regocijo en círculos entre mi ombligo resbaló sobre mis ingles tocando esquivamente mi coño, como si no se atreviera a entrar, como quien saborea la pulpa de una fruta madura y hecha zumo del deseo.
Su boca, sus labios tocaban y huían para regresar inmediatamente y poseer un pedacito mas de territorio. Yo gemía de placer, me abría de piernas para dárselo todo, con las manos atadas como estaba no podía asirla de la cabeza para hundirla entre mi coño de una vez por todas.
Canela definitivamente se instalo entre ellas, cogió una de las almohada y me la puso debajo levantando mi trasero, Su lengua hacia círculos en mi clítoris y luego se introducía en mi coño, saboreando mis jugos, sus dedos hicieron cabriolas en mi vagina, primero uno, luego dos, después tres, empujando hacia arriba mis paredes para que se hiciera mas sensible el trabajo de su lengua en mi clítoris, yo desmayaba de placer.
Repentinamente sus dedos salieron de mi coño, podía sentir como se abría y cerraba pidiendo más. Un poco más. Fue entonces cuando note como uno de sus dedos empujo tímidamente la entrad de mi culo, un suave masaje circular apoyada en los chorros de humedad que lo inundaban todo.
Una agradable y mas delirante sensación se apodero de mí. Su dedo aumentaba la presión pero no agredía, no avanzaba en el camino que ahora yo le ofrecía, se quedaba allí en ese anillo ávido y latente que como una boca ansiaba comerse el dedo que lo hostigaba de placer.
Lo deseaba toda ella, sus manos, sus dedos entrando cada vez mas en mi en mi coño, en mi culo. Su boca jugando con mis labios, succionando mi clítoris más y más. De repente todo el estallido de mi, chorros y chorros de mi elixir golpeando su cara, entrando en su boca y el desvanecimiento en un pacer infinito, sentí que flotaba, que mi cuerpo era tan liviano como una pluma.
Vi a Canela como a través de un velo acariciándome el cuerpo, desatándome las manos, acomodándome el cabello, dándome besos pequeñitos en todo el cuerpo, Colocándose su ropa y alejándose lentamente de mi retina como en un sueño. La escuche decir: -Tengo tu teléfono, descansa, mañana de llamo que tengas dulces sueños.
Después todo fue cálidamente oscuro...
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