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Soy Carlos, vivo en un pueblo de unos 20,000 habitantes, a 500 km de la capital. Tengo 45 años.
Resulta que tengo un compadre que llamaré Miguel (sus dos hijas son mis ahijadas), y su esposa “la comadre” que llamare Isabel, ella es trigueña, de buen porte (1.69 mts), grande, dos bellos senos grandes y un apetito sexual más grande que sus tetas. Y no lo digo yo, sino mi compadre. Cuando nos echábamos los tragos, mi compadre me confesaba que su mujer, mi comadre, era muy caliente en la cama.
A raíz de todo lo que confesaba mi compadre, yo ya no veía a mi comadre con los mismos ojos, la comadre me parecía ahora muy sexy, ahora me explicaba por que vestía siempre de corto o con blusas escotadas. Por supuesto que mantuve la compostura pues era la mujer de mi compadre. Pasó como un año de toda aquella confesión y me di cuenta que mi compadre mejoro de la noche a la mañana, compró nuevo auto, llevaba a pasear a su familia frecuentemente, se daba lujos que antes no tenía. Yo le preguntaba cómo le hacía, si yo sabía que tenía una tienda de barrio nada más. Pero yo no sabía lo que sucedería.
Estando yo en mi trabajo, respondí una llamada, era mi comadre Isabel, llorando amargamente, me gritaba -se lo llevaron, se llevaron, por favor ayúdalo-, yo traté de tranquilizarla y que me contara que había pasado. Me dijo que la policía había detenido a Roberto disque por tráfico de drogas. Yo me quedé pensando en la nueva vida de dinero de Roberto y algo había de cierto. Fui a la Delegación, pero a él se lo habían llevado a la capital. Así que al día siguiente con mi comadre nos fuimos a la capital, y al llegar a la sección de Narcóticos, no sé bien como es la verdad, nadie daba razón por Roberto. Esperamos algunas horas hasta que una persona del Ministerio de Gobernación no dijo las razones de la detención y es que a un cartel lo investigaban desde hace algunos meses y Roberto era un distribuidor de coca, lo hacía en su tienda. Total que mientras había una investigación, Roberto estaría detenido. Hasta cerca de la tarde noche, nos permitieron hablar con él, primero la comadre, y luego yo, él me dio que había cometido un error y que por favor me encargaba a la comadre y a sus hijas.
Volvimos al pueblo con la comadre, estaba destrozada por tan mala fortuna. Yo la consolé y le dije que no la iba a dejar sola. -me lo juras?- me preguntó ella, -sí, yo te voy a apoyar- le dije
Los días siguientes la comadre Isabel me llamaba para decirme cómo iban las cosas con Miguel y no eran buenas, me dijo que le habían congelado la cuenta bancaria donde tenían sus ahorros Miguel y ella. O sea que apenas tenían para comer. Yo eché mano de algunos ahorros y me dirigí a la casa de la comadre a entregárselos.
No sentamos en la mesa de comedor a charlar, le entregué el dinero y ella estaba agradecida. Ya era de noche, las niñas ya estaban en su habitación para dormir. Ella se echó a llorar en mi hombro y me dijo -que va a ser de nosotras? , yo le dije que para eso estaba yo, su compadre. En eso ella levantó su cabeza y me dijo -y como te pagaremos todo esto?, yo me acordé de todo lo que me platicaba Miguel y le puse una mano en su muslo y le dije -ya pensaremos en algo-, ella me vio a los ojos y me sonrió. Me fui a mi casa sin más cosas.
A la noche siguiente después del trabajo y de estar un rato en mi casa, me fui de nuevo a la casa de la comadre, a preguntarle cómo iban las cosas. Nos sentamos en la sala y ella me dijo que el abogado le había dicho que la primera declaración sería en quince días. Ella comenzó a sollozar y cayó en mis brazos, sentí sus enormes tetas pegadas a mi torso, poco a poco su llanto iba mermando y luego recostada en mi hombro me dijo al oído, -que va a ser de mi Carlos, yo tengo mis propias necesidades-, eso lo dijo con un tono de voz diferente. Yo volví a poner mi mano en su muslo, ahora un poco más arriba, ella tomó mi mano y la llevó hasta su vulva, -puede empezar a pagarte-, me dijo. Se me hizo un nudo en la garganta a la vez que mi mano acariciaba su vulva encima de su braguita. -Y las niñas?- pregunté. _ya se fueron a dormir- me respondió la comadre. Entonces ella buscó mi boca y comenzamos una serie de besos húmedos, ella me besaba el cuello, las mejillas y la boca con bastante saliva y lengua, yo metí mi mano dentro de su braga y toqué su pelambre y sus labios vaginales, estaba la comadre muy caliente, metí un dedo dentro de su vagina y casi me quemaba.
-Ayy comadre la tiene bien calientita-, le dije. Ella me contestó -si compadrito, ya tengo mi necesidad-. Y diciendo eso se baja su escote y me enseña sus dos inmensas tetas, buenísimas, yo la tomó una con cada mano y comienzo a mamarlas por turnos, les doy unas chupadas intensas que le arrancan gemidos a la comadre Isabel. -compadre, que rico mas chupa- me dice ella. Yo ya no contestó mi boca está ocupada mamando sus pezones que son como tornillos gruesos. Ya tenía dos dedos en su raja moviéndolos adentro y afuera y mis labios mamando sus tetas, la comadre emitía como chillidos de excitación.
Luego nos separamos solo para quitarnos parte de la ropa, yo me quité los pantalones y me senté en sillón con las piernas abiertas mostrándole a la comadre… mi paquete erecto y listo. Ella se quitó la blusa, sus tetas eran casi perfectas, luego se quitó lo demás mostrándome su parche de pelambre y sus anchas caderas, se hincó en el piso y se metió entre mis piernas, tomó mi verga y la lamió como si fuera su sorbete, que rico lo hacía la comadre, luego engulló repetidamente mi verga, dándole chupones y lengua por dentro, fue una delicia de mamada. Al rato se puso de pie y se fue acomodando sobre mí, puso mi verga en la entrada de su rajita y sentándose en ella, se la metió hasta que solo los huevos me quedaron fuera, su vagina estaba hirviendo. Luego inicio a moverse encima, moviendo sus caderas y sus nalgotas rebotaban en mis piernas. La tome de la cintura y yo también la levantaba para ensartarse de nuevo en mi dura verga, arrancándole quejidos y gemidos subidos de tono. Hasta que pensé que podía despertar a sus hijas con tanto grito. La comadre comenzó casi a aullar de placer y se corrió como una perra, sentí como sus jugos vaginales recubrían mi verga dentro de su vagina. Pero no dejó de moverse un instante. La quité de encima solo para ponerla a horcajadas sobre el sillón quedó de rodillas, con su culo de frente a mí. Me agaché solo para lamer semejante pedazo de carne blanca. Le mordí y le chupé las nalgas mientras le metía tres dedos en su raja. La hice que me rogara por cogerla -compadre métala ya! Ya no aguanto-. De inmediato me puse de pie y tomando mi verga con una mano la inserté en su raja, se la metí… toda de un solo empujón, ella gimió fuerte. Luego comencé a bombeársela con fuerza, cada empujón hacía que ella gimoteara, la estuve cogiendo por varios minutos así, hasta que la oí correrse de nuevo.
La cambié de posición de nuevo, la tumbe a lo largo del sillón, me coloqué entre sus piernas y en la posición de misionero, la volví a coger, esta vez busqué su boca y entre besos de lengua y mamadas de tetas la forniqué duro, esta vez quería acabar dentro de ella, me moví fuerte y apretaba sus pezones con mis dientes, ella gritó y me dijo -papi ve cooorrroooó- y aceleré y la embestí como animal, no aguanté más y yo también grite -alaaaa que riccoooo!!- y solté un chorro de semen dentro de su raja, todavía ella movió sus caderas para sacarme hasta la última gota. Que cogida dios mío pensaba. Nos despedimos de beso en la boca y yo tocándole las nalgas, le dije -ayy comadre como espero su próximo abono- y me reí.
La siguiente noche que llegué a verla, me tenía cena preparada, mandó a las niñas a dormir y nos quedamos solos de nuevo. Me dijo ya vengo, y se fue a poner un juego de lencería que ella usaba con el compadre Miguel en días especiales. Dejé de comer la tiré al suelo y allí mismo arrancándole las pequeñas piezas me saqué la verga del pantalón y allí mismo la penetré, me la cogí con tanta fuerza que la hice correrse en diez minutos, yo también eyaculé dentro de ella. Luego la cargué en brazos y le pregunté donde… estaba su habitación, con los dedos me mostró donde, la llevé la deposite en la cama y me coloqué en una posición 69, le comí su raja hasta que la hice venirse de nuevo, mientras ella limpió mi verga y se tragó el semen que había impregnado, me la puso dura de nuevo. Ahora la dejé que me montara y que ella pusiera su ritmo, la comadre me cabalgó como una diosa la verga, hasta que ella se sacó una corrida más y me hizo llegar a otra a mí. Fue otra increíble sesión de sexo puro.
Así pasaron las semanas y los meses, yo montándome a mi comadre. Debo decir que yo ya casi que mantenía económicamente la casa.
Hasta la comadre me pidió para un vestido para su hija más grande que llamaré Diana de 19 años Ese día que le compré su vestido la comadre cogía conmigo, entonces le pedí cogerla por su culito redondo, -de veras quieres cogerme por el culo, a mi marido no le gustaba hacérmelo por allí, decía que era sucio- me dijo ella. Yo le dije que me encantaba su agujerito chiquito y que lo que más deseaba era cogerla por allí, así que poniéndose en cuatro y echándose un poco de aceite de bebe, ensarté a mi comadre por el culo, daba primero alaridos y luego gemidos de mujer satisfecha.
A los pocos días de eso. La comadre me llamó para que fuera a ver el vestido que había comprado yo para su hija Diana, quería que lo viera puesto. Yo llegué y primero cené rico, y la comadre llamó a Diana, le dijo -tu padrino quiere verte con el vestido y todo lo que te compró así que se lo vi puesto, luego las niñas salieron a comprar algunos productos al supermercado mientras eso sucedía yo me cogía a la comadre en su habitación nuevamente.
Mi compadre sigue en la cárcel, a su familia no le falta nada, ni comida, ni casa, ni estudio. Solo que me cojo a la comadre 4 veces por semana.
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